Lo que hay bajo el barro

Camilo entra tranquilamente en el ascensor. Y sale también sin apuro en el lujoso espacio único, doscientos setenta metros cuadrados, piscina interior, iluminación tenue, decoración minimalista, las paredes desnudas excepto un gigantesco óleo de Juan Domingo Dávila.


Un capitán de Carabineros de civil lo invita a sentarse y le ofrece un café, poco antes de que el ministro Peinadillo entre raudo al salón vestido con su terno de ochocientos mil pesos. Entre llamados telefónicos, explica a Camilo los detalles pormenorizados sobre la situación en el norte, los muertos y heridos, los damnificados, los daños materiales, carreteras cortadas, tranques colapsados... Y la renuencia de la presidenta que no está convencida de viajar a la zona. En fin, un drama humano pero sobre todo económico: las Mineras aisladas por el aluvión, o con sus relaves taponeados, o llenas de barro, o con algo de susto, o molestas por el contratiempo, o aterradas por los saqueos y el pillaje que seguramente estarán a punto de comenzar. Camilo y Peinadillo -con su terno Armani- comparten su preocupación central por las Mineras... principales financistas de la Nueva Mayoría. Así que Peinadillo debe partir al rescate con su terno de estupendo paño.


Camilo sugirió una medida urgente: anular todos los derechos civiles de los chilenos de la zona afectada declarando Estado de Emergencia y toque de queda. Sacar a los milicos a la calle no sólo sería un gesto contundente para la tranquilidad de los ejecutivos de las Mineras, sino que también requisito para la "política del shock", una doctrina que le viene de perilla a la Elite chilena justo en este momento, para imponer su máxima pieza de sometimiento: la llamada "agenda laboral".


Aunque Peinadillo es conocido por su "sentido práctico" - es decir, por su falta de lecturas- y Camilo tampoco exhibe la cultura que sí tenía -por ejemplo- Clodomiro Almeyda, ambos entienden los conceptos básicos para sacar dividendo de las llamadas catástrofes naturales.


Existe un verdadero Manual de Cortapalos instalado por Milton Friedman, el padre de los Chicago-boys, con el objeto de promover el modelo de desarrollo neoliberal durante los estados de shock sociales. Esta pauta esencial de la clase dominante, postula que las experiencias masivamente traumáticas -como las catástrofes naturales- pueden ser aprovechadas para profundizar el modelo capitalista. Lo que la pensadora canadiense Naomi Klein llama "la Doctrina del Shock ", en que los procesos de reconstrucción implementados como respuesta a los desastres naturales, son consideradas “apetitosas oportunidades de negocio” para los promotores del capitalismo.


El "capitalismo del desastre" -como también se le llama en el ámbito de las ciencias políticas- tiene su aplicación más sanguinaria en la acción militar gringa. Por ejemplo, durante la invasión a Irak, se desarrolló el documento interno del Departamento de Estado titulado "Shock and Awe ” -que podemos traducir como "Conmoción y Pavor"- en que se describe así el objetivo de la operación: "conseguir el control absoluto de la voluntad del adversario, sus percepciones y su comprensión, y literalmente lograr que queden impotentes para cualquier acción o reacción”. Este instructivo tenía un objetivo político: decretar privatizaciones masivas en Irak y liberalizar sus mercados.


Según Naomi Klein, entre otros autores, el capitalismo contemporáneo se apoya premeditadamente en las grandes catástrofes y tragedias colectivas para fortalecerse y avanzar. Coincido con la autora en que éste es un rasgo característico del neoliberalismo, particularmente en Chile, donde los gobiernos de la Concertación han aplicado esta política consistentemente. Cada vez que ocurrió un desastre, la Elite impuso una o más reformas neoconservadoras. Así sucedió con los perdonazos a violaciones de derechos humanos de Aylwin, las privatizaciones de Frei, el retoque a la Constitución Lagos-Pinochet, la implementación del plan Auge también de Lagos, su Crédito con Aval del Estado -con el subsecuente enriquecimiento de la Banca-, el antidemocrático Instructivo Nacional para la Participación Ciudadana, la militarización de la Araucanía del primer gobierno de Bachelet y el famoso Transantiago. Todos estas estafas masivas fueron implementadas cuando la ciudadanía estaba golpeada por alguna catástrofe, el momento propicio para profundizar un "mercado sano", sin intervención alguna de la soberanía popular, el pueblo sometido, la clase obrera dominada, la chuZma inmovilizada, los sin monea atontados con la “utopía de los emprendedores” y "la solidaridad empieza por casa", sin levantar la cabeza.


Es lo que hemos vivido en estos días, lo que explica que la Onemi haya desoído los mensajes de alarma de la Dirección Meteorológica. Explica la compulsión por sacar fuerzas armadas a la calle en el norte. La nula capacidad de inteligencia del gobierno para prever, diagnosticar y proyectar protocolos eficaces frente a erupciones volcánicas, terremotos, maremotos, tormentas y aluviones, aunque estos se repitan una y otra vez. El apego a la "doctrina del shock" explica también la indiferencia negligente de la autoridad frente a los enormes incendios que afectan el Wallmapu desde hace TRES MESES. Allí no hay riquezas de la Elite que preservar, las Forestales tienen seguros, y el bosque nativo es un patrimonio de la biosfera, no un activo de Codelco, Anglo American, Glencore o Antofagasta Minerals. El trauma colectivo de las comunidades mapuches y los sectores más pobres de la octava región es, en realidad, bienvenido, puesto que genera un ambiente favorable para profundizar el modelo.


En los próximos días, el estado de excepción, la confusión y el desconcierto ciudadano se usarán para retirar del tribunal de Rancagua un cheque comprometedor para el hijo de la presidenta. Los militares se desplegarán a custodiar mall y supermercados, y a inhibir cualquier posible exigencia de las víctimas. Los medios cubrirán preferentemente "saqueos, pillaje y barbarie" de personas que quedaron en la calle y sin ninguna ayuda efectiva por responsabilidad de las autoridades. Será complejo para la presidenta llamar a no especular con los precios, en circunstancias que su hijo si pudo hacerlo de buena gana con los terrenos de Machalí. Pero igual hablará con gesto severo, el mismo de Mahamud, gritoneando a los periodistas cada vez que puede. Quedará al descubierto a través de las redes sociales que las grandes Mineras han contaminado las aguas en Elqui y Tierra Amarilla, pero ningún canal de tv tratará el tema. Los privados se lavarán las manos, la cara y hasta el poto. Peinadillo se sacará el traje de ochocientos mil pesos para vestir una casaca de gamuza. Bachelet aprovechará de disfrazarse de camuflaje para visitar albergues y meter por media hora las patitas en el barro frente a las cámaras. En todo caso, siempre es mejor meter las patas que meter las manos.


Lo más grave, la Elite aprovechará esta tragedia para aprobar su "reforma laboral". Esa que iba a "emparejar la cancha" según la promesa de campaña de la Nueva Mayoría. La que Bárbara Figueroa promovió como panacea, incluso a costa de aceptar los miserables doscientos veinticinco mil pesos de sueldo mínimo y sentarse arriba de las esperanzas proletarias. La reforma con la que esta dirección del Partido Comunista ha justificado su entreguismo a los enemigos del pueblo allendista. Finalmente se trata de una nueva estafa. La agenda laboral de Michelle Bachelet consagra el plan de la dictadura: los trabajadores no podrán negociar por ramas o sectores, sólo x empresas, con lo que se pone una lápida a la posibilidad de negociar colectivamente por confederaciones. Más de la mitad de los trabajadores no podrán negociar nada porque no podrán afiliarse a sindicatos. Como en el mejor sueño de José Piñera, el escuálido derecho a huelga se vulnerará aún más al imponer turnos de reemplazo durante las paralizaciones, que - irónicamente- tienen que proveer los propios huelguistas.


Con la complicidad de los dos partidos que controlan la CUT, la clase política coludida con la banca y el empresariado aprovechará la tragedia del Norte para volver a meternos el pilín en el ojo. Y Peinadillo, con su terno de ochocientos mil pesos, anunciará muy campante la feliz noticia una vez que esté oleada y sacramentada.

fuente:http://www.pamelajiles.cl/#!lo-que-hay-bajo-el-barro/c1wf4