[HC]¿habeis oído hablar de los suicidas "Hombres mina"?. CHILE 1879

Tema en 'Historia' iniciado por Roto Chileno, 18 Feb 2015.

  1. Roto Chileno

    Roto Chileno Usuario Casual nvl. 2
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    Chile 1879.

    LOS HOMBRES-MINA.
    Relato de un desgraciado soldado del 79.


    Hace algunos años que estoy hundido en un sillón viejo de mi cuarto, sin poder moverme con la maldita bala que me metieron los peruanos en la pierna izquierda al terminar la batalla de Chorrillos. Estoy viejo, roñoso, y ya no sirvo sino que para morir.
    Estoy acabado y me alegro.
    La dolorosa Gota ha concluido por completo su obra.
    Por esto creo muy explicable el genio endemoniado que me domina. Ya no quedan amigos ni parientes que vengan a darme alivio con su conversación. Devoro todos los diarios y libros que tengo a mi alcance y me desespero más aún al saber que todo el mundo se vuelve loco de entusiasmo ante esa guerra de rusos y japoneses con sus minas que vuelan regimientos enteros, sus heroísmos extraordinarios y los discursos patéticos de sus generales. Pues bien...nosotros hemos tenido también una guerra como esa, en nada inferior por heroísmo y sacrificio. Las minas nos han volado mucha gente, el hambre y la sed nos han arrebatado gran cantidad de guerreros. Y ha habido batallas en que torrentes de sangre mezclada de rotos campesinos y futres adinerados han corrido en proporción más copiosos que los de ahora. Sólo que entonces no se conocían las guerras teatrales de gran espectáculo, no había tanto cable y los corresponsales de guerra eran mucho menos. Por eso han quedado definitivamente aterrados, bajo la muralla del olvido más absoluto, rasgos de esfuerzo humano que cualquier nación habría grabado con orgullo imperecedero en el bronce de sus monumentos y en el oro de sus romances. Antes de ir a reunirme con mis compañeros de armas, que en mayor parte tuvieron la felicidad de partir primero que yo, quiero escribir algo para devolver a esas legiones de héroes ignorados, siquiera un chispazo de la gloria tan injustamente arrebatada.
    Usted, mi amigo, que escribe en los diarios, me ayudará un poco corrijiendome estos renglones.
    Tenga por seguro que Dios habrá de premiarle en su carrera el haber abierto una válvula de salida a los sentimientos de amargura y decepción que están desbordando, desde hace muchos años, en el corazón de un viejo moribundo.
    Quiero terminar luego estas líneas, cuya letra quizá no se me entienda. Tal vez mañana mis manos ya no tendrán el poder de trazar estos caracteres rudos como mi alma de soldado.
    Yo tuve un hijito, que costó la vida de su madre mientras yo estaba encerrado en un fortín en la Araucanía. Está demás decir que en un principio mi dolor no tuvo límites. Pero después vino un relativo consuelo. El chiquillo tenía la voz, la mirada, los mismos movimientos; en una palabra , la semblanza misma de aquella santa.
    No me cansaba de mirarlo en mis días de licencia porque veía revivir un mundo de recuerdos de ella, en toda su gracia y en toda su juventud.
    Vino la guerra y me fui con uno de los primeros regimientos al norte. Al despedirme no fue poca mi sorpresa al ver que aquel chiquillo de dieciséis años me manifestaba la firme resolución de irse a combatir a mi lado. Vi entonces como se habían amalgamado en él los instintos guerreros militares de mi familia, con la tenacidad heredada de su abuelo materno.
    Supe que el director del colegio lo hizo sacar una vez en Coquimbo, del transporte en que se fugaba con un contingente de soldados. Después me escribieron que estaba muy enamorado en Santiago.
    Cual no sería mi sorpresa cuando en la víspera de Chorrillos se me apareció en el campamento y me dijo que la vida le era insoportable en Santiago y que quería hacer carrera en el ejercito. En un principio estuve a punto de darle de puntapies, pero me acordé que a la misma edad me fugué de la casa de mi abuelo para irme al sitio de La Serena en la revolución del general Cruz en el 51.
    Creí que estaría menos expuesto en Zapadores y le conseguí allí el grado de Sargento distinguido.
    Aquella mañana todo iba bien en el asalto de las poderosas posiciones de Chorrillos. Todo,menos en aquel maldito molino fortificado que nos barría por el flanco izquierdo y nos sacaba el jugo con sus cañones ingleses. Por todas partes las minas estallaban a su gusto, matándonos muchos soldados sobre todo de caballería. Un rotito divisó un reloj de dama en el suelo, se agachó a recogerlo y este estaba conectado a una mina. Lanzó por los aires a todos los hombres del pelotón.
    Pero ¿qué hacer con ese molino de los demonios? Nos tragaba gente y nos tragaba más y más con feracidad loca!. Al mismo tiempo desde las posiciones del frente, nos abanicaban de abajo arriba con torrentes de plomo, refrescando así mortalmente,el hornillo en que nos habíamos metido.
    Todos nosotros estábamos exasperados en aquel atolladero. A las cuchufletas de los primeros momentos había antecedido una serie de interjecciones. Yo estaba en la primera fila de mi batallón. Y si salí vivo de allí fue sin duda porque con el rifle a la cara y los correajes terciados no me diferenciaba nada de un soldado raso.
    No podíamos avanzar ni retroceder. No veíamos a nadie en el fuerte enemigo. La fila de kepíes que nos habían colocado por burla en la cresta de la trinchera estaba ya en tierra. Y ellos seguían fusilandonos a su gusto detrás de sus bastines de piedra.
    Miré hacia atrás a las filas cada vez más ralas de mi gente y vi a mi hijo que había abandonado su puesto para venir a juntarseme. Era de verlo con la fiebre devoradora de los combates, mordiendo cada cartucho antes de enviarlo con una imprecación al enemigo invisible. Aquella situación no podría prolongarse más.
    Diez minutos más y mi batallón se deshacía como un terrón de azúcar bajo la lluvia de metralla cada vez más pesada. ¡Íbamos a perecer todos!
    El general de la división que había estado en Yungay cuarenta años antes, vino hacia mi y nos lanzó un torrente de insultos para animarnos. No había cañones y era necesario abrir una brecha en aquel fuerte o bien la batalla estaba perdida.
    ¡ Que se vuele es batería mierda! Gritó el general. Todos nos miramos asombrados.
    Y luego: ¡ Tres grados al que lleve allí un saco de dinamita!
    Un soldado de la primera fila avanzó, arrastrándose como cincuenta metros en demanda del fuerte fatal y quedose allí para siempre.
    Sale un segundo héroe, va cien metros más allá con su carga. Un momento pensamos: ¡Este llegará!...Vano intento, lo mata una bala.
    El tercer voluntario que se adelanta es mi hijo. El va más lejos ...sube y sube siempre... sube...
    De repente se desploma con las manos elevadas hacia el enemigo, en ademán de suprema maldición.
    Todo se ha concluido, pero no... Luego se mueve y avanza con más decisión y rapidez. Era el saco que se le había soltado de las manos hasta diez metros más abajo. Y así siguió esa caza al hombre. En que mi hijo hacía prodigios de astucia y de valor. Cien veces lo creí muerto, era que se detenía para distraer a los tiradores enemigos.
    Miré hacia atrás y vi al general con los ojos más chicos que nunca, que presenciaba kepí en mano, sin cuidarse de las balas que rebotaban en torno suyo, el sacrificio de aquel niño héroe.
    Llegaba por fin a muy pocos pasos de la muralla. Un chispazo de esperanza se anidaba en mi corazón. De repente giró hacia la derecha y quedó frente al cañón de la fortaleza.
    Veinte bayonetas salieron de la trinchera y se clavaron en su joven cuerpo. Cayó y el saco no estallaba. Con un último supremo esfuerzo de quien se encuentra ya en brazos de la muerte se lo colocó en la cabeza.
    Un gran diablo peruano de pantalón lacre se asomó por la tronera y le disparó a quema ropa buscando la cabeza a través del saco.
    La explosión fue espantosa...
    La muralla vaciló sobre si aplastando esos cañones tan fatales para nosotros.
    La columna nuestra lanzó un hurra de supremo triunfo. Luego se quebró y salió a paso de carga. El corneta cayó muerto a mi lado . Yo estaba loco de venganza y odio, era un loco ajeno a este mundo, una bestia sedienta de sangre. Tomé esa corneta y la apliqué a mis labios. Con mi aliento de padre desgarrado hasta el alma, ese toque de Cala Cuerda tenía expresión de venganza suprema, de odio formidable como nunca tal vez se habría dado igual. Penetramos en el fuerte y barrimos con todo y con todos. Así también cayeron todas las otras posiciones. Mataría tal vez veinte ...tal vez cincuenta de los victimarios de mi hijo. Yo no veía nada y no sabía nada que no fuera solo matar y matar.
    La batalla se ganó.
    En las últimas horas de la tarde seguía yo en mi locura de muerte, ya no me quedaba voz para seguir gritando. Una bala me rompió el tendón principal de la pierna izquierda y caí sin sentido. Dicen que me encontraron sobre un montón de muertos con tres sables quebrados al lado...
    No pude asistir a los solemnes funerales de los únicos restos que fue posible identificar, fue el principio de mi fin... En mi delirio me pareció ver que una mujer hermosisima, era la imagen de la Patria, ella venía ante las tropas formadas con sus estandartes de victoria a depositar sobre la tumba de esa mina humana los tres galones que se supiera ganar con su sacrificio... Así, Dios no ha querido que el mío fuera el consuelo de mi vejez. Pero no puedo consentir en que caiga el olvido sobre su memoria. En estos veinticinco años de aislamiento absoluto y de abandono que he pasado, el ha estado siempre conmigo... Si cierro los ojos en la penumbra de mi cuarto, vuelvo a verlo tal cual era el día de su sacrificio, cuando subía con el saco de dinamita hacia la fortaleza peruana, tan joven, tan radiante, lleno de ese orgullo, patriotismo y valentía que nos caracteriza a los chilenos...
    Entonces conversa conmigo y me habla de ese mundo de consuelo infinito, donde me espera con su madre. Allí debo irme muy luego. Después siento esas marchas militares, las mismas de Napoleón que nadie toca ya por antiguas. Ellas acarician mi oído con el mismo amoroso acento con que nos llevaban al asalto o nos hacían olvidar las semanas enteras que estábamos marchando sin comer ni beber por el desierto.
    Mucho le agradecería si hiciera algo por publicar esto, ya que hasta los últimos deseos de un asesino son cumplidos en el patíbulo. ¿Cuantos no creerán nada?, ¿Cuantos lo discutirán o se encojarán de hombros? Eso ya no me importa... En mi vida todo ha terminado.
    ¿Acaso alguna riqueza del mundo seria suficiente para pagarme en su justo valor la vida de aquel heroico hijo mio y de la inmortalidad de aquel que se llamó el "Hombre-Mina?"
    VICTOR NOIR


    Cartas al Director
    Revista Zig-Zag
    Santiago, febrero, 1905

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    #1 Roto Chileno, 18 Feb 2015
    Última edición: 11 Nov 2015
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  2. SethRollins

    SethRollins Usuario Casual nvl. 2
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    Ooooh csm pedazo de aporte! Me tuvo enganchado todo el tiempo. Que pena lo sucedido con el padre y su hijo :llorando:
    Si puedes pon el nombre del autor de la carta por favor, para honrar aún más su memoria.

    Que desgracia que actos como estos no sean más conocidos :nonono:

    En Chile existen muchos, pero lamentablemente desconocidos "rasgos de esfuerzo humano que cualquier nación habría grabado con orgullo imperecedero en el bronce de sus monumentos y en el oro de sus romances" y que por ser desconocidos no se han enarbolado en lo alto de nuestra memoria.
     
  5. teator

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    ctm....un héroe , ... si o no , creeré que fue cierto el relato , y lo contare en las reuniones familiares y carretes con amigos , esta para hacer un corto...a estos weones que estudian animacion y esas cosas....esta listo el libreto..solo falta el corto animado.
     
  6. blackburn

    blackburn Usuario Habitual nvl.3 ★
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    buena historia, esta llena de emociones.
     
  7. Roto Chileno

    Roto Chileno Usuario Casual nvl. 2
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    Lo siento estimado, por desgracia no aparecía nombre alguno...
    Es una carta de descargo o bien una carta póstuma, es para destrozar a cualquiera. Típico de los que se suicidan. Sin nombre para que no sean buscados. Muy, muy fuerte...
     
  8. yeto1981

    yeto1981 Usuario Nuevo nvl. 1
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    bonito relato
     
  9. BmRs'

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    Que buen relato. Me gusta la forma en que fue escrito.
     
  10. chanoide

    chanoide Usuario Casual nvl. 2
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    Que buen relato la kgo
    Se agradece
     
  11. caralampio

    caralampio Usuario Habitual nvl.3 ★
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    que bonita y heroica historia cuantas más se perdieron en la historia que tristeza de ese padre al ver el sacrificio de su hijo en la guerra
     
  12. ph0emix

    ph0emix Usuario Habitual nvl.3 ★
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    notable..