Jack el Destripador-Los Sospechosos

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por rodrigvs, 25 Jul 2011.

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  1. rodrigvs

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    JAMES MAYBRICK

    En 1992, la ripperología estuvo a punto de dar el vuelco definitivo cuando apareció un “Diario”, supuestamente escrito por el Destripador. El librito, de apenas 65 páginas, fue sacado a la luz por Michael Barrett, un marinero en paro de Liverpool, que aseguró que éste le había sido entregado por su amigo Tony Devereux (convenientemente fallecido).
    En el supuesto diario, la persona que escribía aseguraba ser el Destripador, dando detalles de los crímenes que sólo el asesino parecía poder saber. La comunidad ripperóloga, no obstante, recibió el diario con escepticismo, sometiéndolo a todo tipo de pruebas de datación y grafología, para acabar dictaminando que se trataba de una falsificación de más o menos mitad del siglo XX. No ayudó el que Barrett acabara diciendo que él había falsificado el diario, para después retractarse, para después volver a retractarse de la retractación y volver a mantener que es falso, lo que sigue haciendo a día de hoy. Para acabar de rematar el circo, Ann, la ex esposa de Barrett, también salió a la palestra diciendo que el diario era una reliquia familiar, encontrada por un antepasado suyo bajo el suelo de madera de Battlecrease House, la casa donde vivió el asesino, y que fue ella quien se lo dio a Devereux para que éste, a su vez, se lo diera a Barrett y animarlo después de su despido. Con semejante esperpento montado, no es de extrañar que el diario se considere, a día de hoy, un auténtico fraude.
    ¿Y a quién señalaba el diario como autor de los crímenes? Pues a un respetable comerciante algodonero de Liverpool llamado James Maybrick. De hecho, Maybrick ya era conocido en los anales de la criminología británica… como víctima de asesinato.
    James Maybrick había nacido en Liverpool, el 25 de octubre de 1838. Tendría, por tanto, unos 50 años en el momento de los asesinatos, lo que supone el primer obstáculo para su candidatura a ser Jack, ya que los testigos que le vieron coinciden en que el Destripador sería un hombre de unos 30 años, más o menos. Tercero de siete hermanos, se dedicó desde muy joven al comercio de algodón, viajando con asiduidad a Estados Unidos; en 1871 se estableció en Norfolk (Virginia), donde contraería la malaria. A causa de esta enfermedad, le fue recetado arsénico, sustancia a la que se convertiría en adicto durante el resto de su vida.

    [​IMG] James Maybrick, víctima y ¿verdugo?



    En 1880 decidió regresar a Inglaterra, y en el viaje en barco conoció a Florence Elizabeth Chandler, la hija de un banquero de Mobile (Alabama), de la que se enamoró y con la que se acabó casando a pesar de la diferencia de edad entre ambos -él tenía 42 años, ella sólo 18-. Tras la ceremonia, ambos se trasladaron a vivir a la casa familiar de Maybrick en Liverpool, la Battlecrease House donde supuestamente sería hallado el diario años más tarde. La pareja tuvo dos hijos, James Chandler y Gladys Evelyn.
    Maybrick continuó con sus negocios en el comercio del algodón, a caballo entre Inglaterra y Estados Unidos, y, en un momento dado, reanudó sus relaciones con varias amantes, alguna de las cuales se ha especulado con que podía vivir bien en Whitechapel, bien en sus alrededores, lo que justificaría la presencia de Maybrick en la zona. Al enterarse de las infidelidades de su marido, Florence inició también una relación adúltera con Alfred Brierley, un conocido de la familia, también dedicado al comercio algodonero.
    Es en ese momento cuando, siempre según el diario y sus defensores, Maybrick habría empezado a matar prostitutas, enfurecido al haber descubierto la infidelidad de su mujer. Hasta tal punto habría llegado su locura, que, tras matar a Mary Jane Kelly, habría utilizado su corazón para escribir las iniciales de su mujer en una pared de la habitación, de ahí que nunca se hallara el corazón de Kelly. El diario atribuye a Maybrick dos asesinatos más sin identificar, pero no explica por qué dejó de matar repentinamente, otro error de bulto si pretendemos que Maybrick plasmó en el diario sus más íntimos pensamientos sobre su hipotética identidad oculta.

    [​IMG] Florence Elizabeth Maybrick, esposa y supuesta asesina de James


    El 27 de abril de 1889, apenas cinco meses después del asesinato de Mary Jane Kelly, Maybrick cayó gravemente enfermo, falleciendo quince días después, el 12 de mayo. Sospechando juego sucio, los hermanos de Maybrick (entre ellos su hermano Michael, un afamado compositor bajo el pseudónimo de Stephen Adams) solicitaron una investigación que acabó dictaminando que James había sido envenenado con arsénico. Unos días después, Florence Maybrick fue arrestada, juzgada en uno de los juicios más sensacionalistas de la década, y condenada a muerte por asesinato. No obstante, las numerosas irregularidades en el juicio a Florence hicieron que se le acabara conmutando la pena a cadena perpetua, y, finalmente, fue puesta en libertad en 1904. Falleció el 23 de octubre de 1941.
    Progresivamente, la historia del diario fue cayendo en el descrédito y el olvido, y hoy sólo unos pocos siguen defendiendo una autenticidad que es más que cuestionable. Entre ellos se encuentra el productor cinematográfico Paul H.Feldman, quien invirtió bastante dinero y todavía más tiempo en demostrar la autenticidad del documento, publicando después el libro “Jack el Destripador. Capítulo Final” (editado en España por Planeta), donde expone sus teorías de por qué cree que el diario es auténtico. Asimismo, Feldman fue el responsable de sacar a la luz un reloj de bolsillo, supuestamente perteneciente a Maybrick, que llevaría grabadas las iniciales J.M. (James Maybrick), así como las iniciales de las cinco víctimas canónicas del Destripador y la inscripción “I AM JACK” (Soy Jack). Las pruebas de datación han dado por válido el que el reloj sea de la época, aunque no todos los especialistas aceptan el resultado. Además, aquí se produce otro error de bulto: si el diario le atribuye a Maybrick dos víctimas más, ¿dónde están sus iniciales? Asumiendo que Maybrick supiera los nombres de sus víctimas, o que se enterara de ellos por los periódicos, ¿por qué no supo también los de esas otras dos mujeres?

    [​IMG] Tumba familiar de los Maybrick en el Anfield Cemetery de Liverpool. James es el tercero de la lista, después de sus padres, William y Susanna, y antes de su hermano Edwin


    En cualquier caso, Maybrick está descartado de la lista de sospechosos casi por completo por los especialistas. Rodeado de un lamentable circo de aprovechados que intentan lucrarse (aunque no dudo de las buenas intenciones de Feldman), repleto de tantas inconsistencias como la Teoría Real, aunque careciendo del atractivo de ésta, nadie duda ya de que se trata más de un peripatético intento de estafa que de una teoría con base sólida. Ni siquiera la ficción ha sido lo bastante benevolente para molestarse en plasmar su candidatura en imágenes

    LA TEORÍA REAL

    De las innumerables teorías que han pasado por las cabezas de aquellos que intentan averiguar quién fue Jack, sin duda las más fascinantes son las que envuelven a la mismísima Familia Real Británica. Tienen de todo: nobles pervertidos, amores imposibles, conspiraciones… y masones, claro, que no podían faltar. De las dos vertientes conocidas veremos la que envuelve a sir William Gull, médico personal de la reina Victoria, y a varios altos cargos del gobierno, en una de las teorías conspiratorias mejor pergreñadas y más alucinantes de la Historia. Y no es una teoría moderna, precisamente; de hecho, nació en la misma época de los crímenes, pero claro, Afganistán no es un lugar muy agradable para que te deporten sólo por sacar el tema (como dijo Carlos Canales en uno de los monográficos de “La Rosa de los Vientos” dedicado a Jack; frase certera donde las haya…), así que se quedó en un rumor durmiente durante décadas.
    El frasco de las esencias conspiranoicas lo destapó, en 1976, el periodista británico Stephen Knight con su libro “Jack the Ripper: The Final Solution”. En él se planteaba lo que se ha dado en llamar “la Teoría Real” (que tiene otra vertiente, también muy de la época pero infinitamente menos interesante, en la que el Duque de Clarence es el asesino en persona), que es tan puñeteramente enrevesada que hay que ir muy despacio para no perderse.
    La teoría planteada por Knight es la siguiente: el príncipe Eddy, es decir, Albert Victor Christian Edward, duque de Clarence, nieto de la reina Victoria y segundo en la línea sucesoria al trono del Imperio Británico, tomaba lecciones de pintura con el prestigioso pintor impresionista Walter Sickert. Éste le habría presentado a una dependienta y modelo ocasional llamada Annie Crook, y el príncipe se habría enamorado de ella, iniciando una relación que daría como fruto una niña llamada Alice. Por supuesto, esto habría llegado a oídos de la muy pacata reina Victoria, quien puso el grito en el cielo: ¡la heredera al trono del Imperio era hija de una plebeya, y además (horror de los horrores) católica!

    [​IMG] El príncipe Albert Victor Christian Edward, alias Eddy


    Decidida a deshacerse de tan incómoda molestia (y porque ya se habría empezado a negociar el compromiso de Eddy con la princesa Mary de Teck), la reina encargó al primer ministro de la época, Lord Salisbury, que arreglara el entuerto. Éste solicitó al médico real, sir William Gull, que declarara mentalmente incapacitada a la esposa del príncipe (puesto que éste se habría casado con Annie al saberla embarazada), y la joven fue internada en el siniestro manicomio de Bedlam (un detalle muy del gusto gótico victoriano). La pequeña Alice fue enviada a vivir a Francia con su niñera, una amiga de Annie llamada Mary Jane Kelly.
    Un par de años después, Mary Kelly habría reaparecido en escena, empobrecida y abocada a la prostitución, y, junto a tres compañeras más, también prostitutas, habría decidido chantajear a la Corona, amenazándoles con sacar a la luz el escándalo de Alice si no les pagaban una fuerte suma de dinero. Obviamente, la Corona dijo que ni de coña, y en cambio decidieron urdir un plan que eliminara de raíz el problema. Y ahí es donde empieza la “Operación Jack el Destripador”: según Knight, se habría encargado al Dr.Gull (masón, claro) que eliminara a las prostitutas, mutilándolas para que pareciera la obra de un sádico. El escritor sostiene que habrían tres personas implicadas en los asesinatos: el propio Dr.Gull (que las mataba y realizaba las mutilaciones), su cochero, John Netley (que trasladaba a Gull de un lugar a otro en busca de las víctimas), y el mismísimo Walter Sickert, cómplice primero, y traidor después, de su amigo el Duque de Clarence (quien, siendo buen conocedor del East End, sería quien las atraía a la trampa).

    [​IMG] El doctor William Gull, un improbable Jack



    La teoría de Knight, sin embargo, tiene una serie de fallos por exceso que la hacen caer sin remisión. Primera: aunque nunca se pudo probar fehacientemente, el Duque de Clarence era con casi toda probabilidad homosexual, viéndose envuelto, apenas un año después de los crímenes del Destripador, en el “escándalo de Cleveland Street”, en el que varios hombres pertenecientes a la alta nobleza británica fueron descubiertos utilizando los servicios de un burdel homosexual de lujo en Cleveland Street, en el exclusivo barrio de Fitzrovia; entre ellos estaba el príncipe Albert Victor, lo que supuso un tremendo esfuerzo por parte de la Corona para mantener al príncipe alejado del escándalo. Aunque nunca han habido pruebas definitivas de ello (faltaría más, menuda era doña Victoria), la mayoría de los biógrafos del Duque de Clarence coinciden en afirmar que éste era “posiblemente bisexual, más probablemente homosexual”. Difícil, pues, que se enamorara de una mujer y montase semejante cacao al tener hijos con ella.
    Pero vamos a ser benévolos con Eddy. Vamos a suponer que Annie Crook fue lo bastante hábil (o lo bastante hombruna, vayan ustedes a saber) como para seducir al príncipe y tener una hija con él. El “sádico” doctor Gull tenía en 1888 la fiolera de 72 años de edad, y estaba muy enfermo (de hecho, estaba retirado de la profesión activa desde hacía un año, y moriría menos de año y medio después de los crímenes del Destripador), así que difícilmente se pudo pasar las gélidas noches del otoño londinense paseando por las calles en busca de cuatro prostitutas a las que exterminar. Lo que nos lleva al segundo error de bulto: la teoría de Knight justifica las muertes de Nichols, Chapman, Eddowes y Kelly. Pero ¿qué pasa con Elizabeth Stride? Si hemos de creer lo que Knight nos cuenta, Liz habría sido un lamentable error, una confusión que habría llevado a la muerte a una persona inocente que nada tenía que ver con el complot. Vamos que, para ser una superconspiración imperial/masónica, hubiera sido bastante chapucera.
    Y nos vamos al agujero más absurdo e incomprensible de cuantos tiene la teoría: si las cartas enviadas por el Destripador son auténticas (y, al menos en el caso de la carta “Desde el infierno”, hay serias posibilidades de que así sea), ¿qué sentido tiene? Si lo que querían desde las altas esferas era ocultar discretamente el desliz del príncipe, ¿por qué presumir de sus actos ante la prensa y el público? Sinceramente, no parece algo muy inteligente por parte de los malvados masones de las conspiraciones.
    Es por todo ello que la Teoría Real, a pesar de su innegable atractivo (a todos nos gusta pensar que la nobleza son todos un hatajo de malnacidos capaces de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder, y el que diga lo contrario miente), ha de ser descartada sin miramientos. Y de verdad que me sabe mal, porque, como dijo una vez Donald Rumbelow (que es la persona viva que más sabe sobre el Destripador, sin lugar a dudas): “Es tan buena que es una lástima que sea mentira”.
    La Teoría Real en la ficción
    Obviamente, la Teoría Real es la que más ficción ha generado, dado que es la que más potencial dramático tiene. De las muchas historias que se han trazado a su alrededor hay que destacar dos: una película y una novela gráfica.
    La película, “Asesinato por decreto”, fue rodada apenas tres años después de la publicación del libro de Knight. Para justificar el descubrimiento del complot, el director, Bob Clark, se saca de la manga al mismísimo Sherlock Holmes (brillantemente interpretado por Christopher Plummer), quien, contactado por los asustados habitantes de Whitechapel, acaba descubriendo la conspiración, y la vergüenza de la Familia Real, pero es obligado a guardar silencio. Es una película francamente entretenida, con un dúo protagonista simplemente extraordinario (junto a Plummer brilla un excelente James Mason dando vida a un siempre irónico Watson. Antológica es su afirmación, frente a un perplejo Holmes, de que éste es “el príncipe de los detectives”; “¿Y quién es el rey?”, pregunta Holmes; “Lestrade”, afirma Watson, jocoso y con muy mala idea -Lestrade es el rival directo de Holmes-), aunque acusa el paso de los años y parece más antigua que, por ejemplo, “El Exorcista”, que es de seis años antes. Aún así, resulta simpática y bastante ilustrativa de las teorías de Knight.

    [​IMG] Poster original de "Asesinato por decreto"


    La obra maestra absoluta sobre la Teoría Real es, sin embargo, una novela gráfica. Obra magna del cómic, perfecto ejemplo del genio creativo de su autor, “From Hell”, pues a ella me refiero, es una de las innumerables obras maestras paridas por el grandioso Alan Moore, esta vez en colaboración con el dibujante Eddie Campbell. Se trata de una obra de un detallismo puntilloso, con imágenes extremadamente recargadas y barrocas, que consigue hacernos visualizar, con precisión maníaca, la época victoriana, tanto en sus ambientes más decadentemente opulentos, como en los más horriblemente miserables y brutales.
    Como la gran mayoría de las creaciones de Moore, “From Hell” es una obra sencillamente apabullante, que requiere del lector un esfuerzo sensorial y comprensivo mucho más elevado de lo habitual en las obras de evasión, demostrando unos conocimientos psicológicos, visuales e históricos francamente impresionantes, y probando, como después volvería a hacer con “The League of Extraordinary Gentlemen”, el aprecio de Moore (que, a fin de cuentas, es inglés) por la época victoriana.

    [​IMG] Portada de "From Hell", de Alan Moore y Eddie Campbell




    MONTAGUE JOHN DRUITT

    Montague John Druitt (o M.J.Druitt, como aparece en algunos registros) nació en Dorset, al suroeste de Inglaterra, el 15 de agosto de 1857. Tendría pues 31 años en el momento de los asesinatos, lo que coincide con las descripciones de los testigos, que sitúan a Jack como un hombre de entre 25 y 30 años de edad. Se trataba de una persona excelentemente educada, hijo de un médico y graduado el tercero de su promoción en la Facultad de Derecho de Oxford en 1880. También era un ávido practicante de cricket, llegando a jugar en varios equipos de forma semiprofesional. Por tanto, estamos hablando de un miembro de la “buena sociedad” británica, que es el grupo socioeconómico en el que la mayoría de los especialistas sitúan a Jack, a pesar de que sus coetáneos se negasen a ver la evidencia.

    [​IMG]Montague John Druitt


    En 1882 fue admitido en el Inner Temple, una de las cuatro Inns of Court, o asociaciones profesionales de abogados, existentes en Londres. Empezó a ejercer como procurador en 1885, profesión que ejercería hasta su muerte. Para sacarse un sobresueldo (porque los abogados no cobraban en el siglo XIX lo que cobran hoy día) trabajó como maestro en un internado en Blackheath, Londres, de donde sería despedido poco antes de morir por causas desconocidas. Parecía pues que la vida le sonreía a Montague: tenía un buen trabajo, éxito y respeto profesional; pero eso iba a cambiar.
    A finales de 1885 falleció William Druitt, el padre de Montague, dejando prácticamente sin herencia a sus tres hijos. Apenas dos años y medio después, en julio de 1888, la madre, Ann, tuvo que ser internada en el Manicomio Brook, en Clapton (Londres), debido a una enfermedad mental que podríamos identificar como depresión aguda. Para rematar, Montague fue despedido del internado; aunque, como se indica más arriba, las causas fueron desconocidas, se sospechaba que pudiera ser debido a la presunta homosexualidad de Montague. Hoy día, la mayoría de los especialistas se inclinan a pensar que fue despedido debido a sus muchos problemas de inestabilidad mental, que pudieron meterle en problemas con alguno de los alumnos.
    Porque es precisamente en esa época cuando afloran los muchos problemas psíquicos de M.J.Druitt. La enfermedad que afectaba a su madre era probablemente hereditaria (de hecho, su abuela materna se había suicidado en un ataque de locura, su tía intentaría suicidarse, y la propia hermana de Montague terminaría suicidándose ya en su vejez), y parece que Montague había nacido con ella, aunque no se manifestara hasta la edad adulta; su mente se deterioraba con rapidez, y, hasta cierto punto, Druitt era consciente de ello. Así pues, no es de extrañar que la mañana del 31 de diciembre de 1888 se hallara su cuerpo sin vida flotando en el Támesis, con cuatro grandes piedras en cada uno de sus bolsillos, a modo de pesos. La autopsia determinó que Druitt llevaba unas tres semanas muerto cuando le encontraron; acababa de empezar la carrera que le llevaría al primer puesto de los sospechosos de ser el mismísimo Jack el Destripador.

    [​IMG]Tumba de M.J.Druitt en el Wimborne Cemetary, Dorset


    Cuando la noticia del hallazgo del cadáver de Druitt llegó a oídos del jefe de la Policía Metropolitana, sir Melville McNaghten, éste se lamentó diciendo que “si mis conjeturas son correctas, la verdad nunca se sabrá, pues yace en el fondo del Támesis”. A pesar de algunos errores en el informe que Scotland Yard realizó sobre Druitt (en el que se le adjudicaba la profesión de médico, y se decía que tenía 41 años de edad, en lugar de los 31 que en realidad tenía), McNaghten era un hombre ciertamente inteligente, cuyas pesquisas, de haber podido llevar el caso, bien podrían haber llevado a la captura del asesino. El comisario estaba convencido de que Druitt era el asesino, no sólo porque su descripción física encajaba bastante bien con las descripciones de los testigos, sino también porque su comportamiento, durante y después de los crímenes de Whitechapel, era lo suficientemente sospechoso como para que su propia familia creyera que él podía ser el Destripador.
    En su informe final, publicado en 1894, McNaghten expone los motivos por los que sospechaba de Druitt; entre ellos, se encontraba el hecho de que Druitt fuera, en palabras de McNaghten, “sexualmente insano”. Esta afirmación podría hacer referencia a la supuesta homosexualidad de Druitt (a fin de cuentas, estamos hablando de la misma sociedad que envió a la cárcel a Oscar Wilde precisamente por ser homosexual), pero también a que éste fuera, como algunos especialistas han establecido, un sádico sexual. Es también McNaghten quien afirma, sin mencionar sus fuentes, que la propia familia de Druitt le creía el Destripador. El hecho de que su muerte se hubiera producido apenas un mes después del último de los asesinatos atribuidos al Destripador, el de Mary Jane Kelly, sólo refrendaba la tesis de McNaghten. Para finalizar, tenemos la declaración de Albert Backert, miembro relevante del Comité de Vigilancia de Whitechapel (un órgano que se creó expresamente para proteger a los habitantes de la zona del Destripador); al parecer, Backert elevó una queja a la policía en marzo de 1889, alegando que la investigación se había relajado al no haberse cometido más asesinatos en los últimos meses. Los oficiales de la policía le revelaron información del caso bajo juramento de secretismo, y, en palabras del propio Backert, esto fue lo que le dijeron:
    “Se me sugirió que el Comité de Vigilancia y sus patrullas podían ser disueltos, ya que la policía estaba bastante segura de que el Destripador estaba muerto. Respondí que, ya que había jurado silencio, debían darme más información. ‘No necesita saber nada más’, me dijeron. ‘El hombre en cuestión está muerto. Le pescaron del Támesis hace un par de meses, y sólo haríamos daño a sus familiares si dijéramos nada más’“.
    Aunque no hay forma de comprobar la veracidad de las palabras de Backert, tampoco hay motivos para dudar de las mismas, y, ya que sucedió en marzo de 1889 (varios meses antes de que McNaghten fuera nombrado comisario e iniciara su informe), sugiere que la policía londinense ya consideraba sospechoso a Druitt antes de que lo hiciera el propio McNaghten.
    Lamentablemente, la teoría del comisario McNaghten se encontró con un férreo opositor: nada menos que el inspector Frederick Abberline, encargado principal y jefe de los detectives que investigaron originalmente los crímenes del Destripador. Abberline desautorizó la investigación de McNaghten, alegando que, si él no sabía nada sobre el tema, era porque no había nada que saber, dado que tenía toda la información que Scotland Yard recogía sobre el caso. La firme oposición de Abberline, que tenía su propio sospechoso principal, George Chapman (un asesino en serie polaco cuyo verdadero nombre era Seweryn Antonowicz Klosowski, y que fue ahorcado en 1903), y a quien se consideraba la máxima autoridad en el tema del Destripador, hizo que se subestimara la tesis de McNaghten, hasta que algunos ripperólogos la rescataron, ya bien entrado el siglo XX.
    Con Montague John Druitt llegamos al final de la terna de sospechosos. Hay muchos, muchísimos más: desde Chapman, el sospechoso de Abberline, hasta el norteamericano doctor Francis Tumblety (quien al parecer coleccionaba úteros), pasando por otro médico, el escocés Thomas Neill Cream (un abortista que fue acusado de matar a varias mujeres), y, en dos de los giros de guión más rocambolescos que se puedan esperar, el matemático y escritor Lewis Carroll (que podía ser un poco pederasta, pero no un asesino), e incluso se dijo que podía ser una mujer, la llamada Jill la Destripadora, supuestamente una comadrona enloquecida y sedienta de venganza por haber sido enviada a la cárcel por alguna de las prostitutas (alucinante hipótesis esta, que fue defendida por Arthur Conan Doyle, célebre crédulo al que costaba bien poco engañar, como años más tarde demostraría el caso de las hadas de Cottingley). Sin embargo, a día de hoy, el misterio continúa, y es más que posible que continúe para siempre. La figura de Jack el Destripador, ya más mito que historia, se pierde en la melodramática niebla victoriana, posiblemente sonriendo para sus adentros ante el juego sucio mejor jugado de la historia, pues, si alguna vez hubo un crimen perfecto, ese es, sin duda, el de nuestro viejo Jack…


    AARON KOMINSKY

    [​IMG]

    Otro de los sospechosos de Macnaghten fue Aarón Kosminski, un judíopolaco residente en Whitechapel que sentía un odio más patológico que visceral hacia las mujeres y que fue ingresado en un hospital psiquiátrico en marzo de 1889 por sus tendencias homicidas. El Doctor Houchin, quién certificó la locura de Kosminski, describió su comportamiento: "declara que es dirigido y que sus movimientos son controlados por un instinto que informa su mente; dice que conoce las actividades de toda la humanidad y rechaza casi todos los alimentos porque su instinto le dice que no lo haga.". En los registros del hospital sólo se ha encontrado una mención de comportamiento agresivo por parte de Kosminski, si bien su estado mental parecía deteriorarse con el tiempo: "incoherente; de vez en cuando excitado y violento. Hace unos días se subió una silla, e intentó golpear al asistente." Durante el tiempo que permaneció recluido, había sido diagnosticado como "enfermo crónico inofensivo, de vez en cuando molesto, pero no violento, que se recluye cada vez más en su propio mundo hasta el punto de no saber su edad o cuanto tiempo ha estado interno."

    MICHAEL OSTROG

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    Michael Ostrog era un médico ruso que además se dedicaba a la estafa, por lo que pasó una gran parte de su vida en la cárcel. No era un delincuente ordinario, era muy inteligente, tenía buena educación, y en algunas ocasiones durante los juicios por sus delitos, su astucia le había llevado a simular que sufría un trastorno mental, lo que le había salvado de la cárcel en más de una ocasión. No se sabe a ciencia cierta porqué figura entre la lista de los sospechosos del Destripador, pues no hay indicios de que haya asaltado a ninguna mujer, y con sesenta años que debía tener en 1888, parecen demasiados para encajar en las descripciones del asesino.

    JAMES KELLY

    [​IMG]


    Según un estudio realizado para el documental "Jack el destripador en América" para Discovery Channel, Jack el Destripador sería James Kelly, un asesino psicótico que escapó del Asilo psiquiátrico de Broadmoor en Inglaterra y que habría viajado, luego del cese de los asesinatos en ese país, hacia EE. UU.; un tiempo antes del asesinato de una prostituta en ese país con las mismas características que los de Londres, una carta aparecida en un diario avisaba que realizaría un asesinato en nombre de Jack el Destripador. James Kelly luego volvería al hospital psiquiátrico ya envejecido y contaría haber viajado hacia Estados Unidos y luchado "contra el mal".

    En una reciente investigación, visible en Discovery Channel, el policía estadounidense Ed Norris presentó presuntas pruebas de la culpabilidad de James Kelly, y de la comisión de otros homicidios facturados con el sello del Destripador en tierra de Norteamérica.
    Norris accedió a una copia guardada en los archivos del asilo de Broadmoor sobre un relato efectuado por el propio sospechoso meses antes de fallecer.
    En esas notas, el redactor confiesa que estuvo en Londres durante las fechas de la matanza. También se prueba que el sujeto emigró a Estados Unidos, luego de andar por Europa en ciudades como Paris y Rotterdam. De esta última ciudad partió rumbo a Nueva York en el mercante Zaandam, arribando al puerto el 7 de octubre de 1890.
    Por ello el prófugo pudo haber asesinado a Carrie Brown en abril de 1891, muerte que algunos adjudicaron al Depredador de Londres.
    Ese desalmado crimen configuró el punto de arranque de la pesquisa del detective Norris, quien afirmó que el sospechoso ultimó a nueve prostitutas antes de matar a Carrie, la cual fue su décima víctima, y sobre el cuerpo de esta desdichada el ejecutor trazó el sangriento dibujo de un diez en números romanos.
    La indagatoria culmina con un golpe de efecto cuando -magia de la tecnología mediante- el detective exhibe una imagen de James Kelly joven, tal cual se lo vería en 1888, recreada a partir de una fotografía que le tomaron en el asilo en 1927.
    A esa imagen reconstruida se la confrontó con un boceto mostrando la fisonomía del Destripador, de acuerdo con descripciones de testigos contemporáneos a las mutilaciones de Whitechapel. No puede negarse que el parecido entre ambos rostros resulta notorio e impactante.


    [​IMG]

    MARY PEARCEY

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    El más famoso asesino en serie de la historia pudo haber sido una mujer. Es la mayor revelación de los análisis del ADN contenido en los restos de saliva todavía presente detrás de las estampillas de las cartas de Jack, el destripador a Scotland Yard.

    Las sospechas recaen en Mary Pearcey, quien después del quinto y último crimen del “monstruo de East End”, mató con patrones similares a la mujer de su amante, lo cual la llevó a la horca. Ella fue el único sospechoso del sexo femenino entre muchos.

    El estudio del ADN de Jack, el destripador, a 118 años de su desaparición, se ha hecho posible a partir de una metodología creada por la universidad de Brisbane, Australia, llamada Cell Track ID o bien: Identificación de la Célula-Pista. Esta tecnología permite amplificar los rastros residuales en viejos documentos de más de un siglo de edad y traerlos a la época actual con un alto nivel de legibilidad.

    El proceso se aplicó a restos exiguos del franqueo de las cartas -en total más de 600- obras de imitadores y mentirosos; usadas por el asesino para desafiar a la policía.

    Entre ellas figura la carta más famosa que contienen la macabra frase: “No soy marinero y menos un obrero y aun menos un borracho, sino su amiguito Jack “El destripador”.

    Ian Findlay, a cargo del equipo de investigadores, ha explicado que: “La prueba absoluta de la identidad de Jack, el destripador todavía carece de bases. Es posible conocer el sexo del individuo aunque todavía no es posible encontrar un nombre certero”


    El 23 de diciembre de aquel año Mrs. Mary Pearcey, contando a la sazón con sólo veinticuatro años, subiría al cadaldo de la prisión de Newgate expiando la culpa impuesta por sus violentos crímenes.
    La fotografías que de ella se conservan la retratan como una joven delgada, de rostro poco agraciado -más bien hombruno- en el cual se destaca una amplia y prominente dentadura.
    Se llevaría a la tumba algunos secretos.
    Entre éstos, el motivo que la inspiró a realizar un críptico mensaje que en periódicos de Madrid, España, su abogado hiciera publicar en cumplimiento de la última voluntad manifestada por su defendida.
    El texto de dicho comunicado mentaba: "Para M.E.C.P último pensamiento de M.E.W: no te he traicionado".
    Esta extraña acción de la condenada a muerte indujo a pensar que quizás Pearcey confesó sus crímenes a alguien que podría ser juzgado como cómplice, y el mensaje le haría saber a aquél que ella no le había hablado de esa confesión a la policía.
    Nunca se acusó formalmente durante su juicio penal a Mary Eleanor Pearcey, la criminal de la era victoriana, de haber sido la pretensa "Jill la Destripadora" o "Jill the Ripper" (o sea, Jack el Destripador en versión femenina).
    Su postulación para tan oscuro cargo exclusivamente se debió a especulaciones muy ulteriores, formuladas a raíz de la hipótesis que presentó el escritor Williams Stewart en 1930 cuando publicó un libro donde propuso que el Destripador podía haber sido una partera.
    Muy escasos puntos en común guardaba la personalidad de aquella malograda joven con las características personales y con el modus operandi ultimador que cabría atribuirle a la ficticia Jill the Ripper.
    Entre otras razones, la asesina a la que venimos refiendo no era una obstetra, ni mantenía vinculación alguna con la profesión médica.
    Sus crímenes estuvieron puntual y claramente inspirados por los celos, y por el ciego anhelo de quedarse en exclusiva con el marido de su víctima, eliminando de paso al hijo de aquella para no dejar potenciales testigos con vida.
    Dicho rasgo coloca a esta mujer dentro del elenco de homicidas denominados "spree killers", categoría diversa a la de los asesinos seriales, a la cual -sin la menor duda- pertenecía el metódico matador de meretrices que operó en el distrito de Whitechapel.


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    Y hasta hoy no se resuelve el misterio. Gracias por el tema.
     
  3. rodrigvs

    rodrigvs Usuario Habitual nvl.3 ★
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    gracias a ti por comentar
     
  4. Lion

    Lion Usuario Nuevo nvl. 1
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    conocía esto
    esta en crimenes fatales en la morgue
    gracias
     
  5. • ηιssα •

    • ηιssα • Usuario Maestro nvl. 6 ★ ★ ★ ★
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    xuuuu tantas teorías sobre quién podría haber sido jack, lo que queda más que claro es que es el mejor crimen de la historia y la identidad del asesino es el secreto mejor guardado de Londres.
     
  6. Comedian

    Comedian Usuario Leyenda nvl.7 ★ ★ ★ ★ ★
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    Buen tema estimado, ya se esta haciendo costumbre :santo:

    Sospechosos, nada mas, increible como es que no se tiene total certeza sobre delitos ya bastante añejos...

    Saludos.
     
  7. José Manuel Balmaceda

    José Manuel Balmaceda Usuario Maestro nvl. 6 ★ ★ ★ ★
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    este tema es un clásico de la historia policial.
     
  8. elrond_elf

    elrond_elf Usuario Habitual nvl.3 ★
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    siempre me ha intrigado el tema del destripador a la vez que me da algo de miedo jajaja, gracias por la info, muy interesante.... te faltó nombrar la película de Johnny Deep "From Hell" que es muy buena
     
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