La muñeca - Historias de terror

Tema en 'Historias de ultratumba y Experiencia paranormal.' iniciado por SgtMerdy, 2 Sep 2015.

  1. SgtMerdy

    SgtMerdy Usuario Nuevo nvl. 1
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    Quizás te gusten las muñecas, o quizás estás pensando regalarle una a tu hija. Será mejor que te lo pienses dos veces. Hay muñecas que parecen tener voluntad propia y tienen una nefasta influencia en la vida de sus propietarias.




    La muñeca

    Recuerdo cuando empecé la primaria, una de mis compañeras tenía dificultades de aprendizaje. Un día su madre le prometió que si aprendía a leer le compraría una gran muñeca: la muñeca más linda y más deseada que una niña podría pedir. Mía, así se llamaba mi amiga, se ilusionó tanto con la promesa de su mamá que en tres semanas aprendió a leer.

    Pronto llegó el día tan esperado, y su madre la llevó a la juguetería para que escogiese su muñeca. Mía corrió emocionada por todos los pasillos; al final se paró y volvió a su mamá con la muñeca elegida entre sus manos. “¡Quiero esta!” dijo. Era una Bratz: uno de los juguetes más populares entre los niños de aquel entonces. Mi amiga regresó a casa contentísima.

    Aquella misma tarde ella y sus padres fueron a visitar a la abuela. Mía se quedó un buen rato jugando con su Bratz, de buena niña de 6 años. Al rato los familiares se reunieron en el patio trasero de la casa; Mía dejó la muñeca en el tocador y salió afuera. Cuando finalmente llegó la hora de irse mi amiga fue a buscar su juguete, y se dio cuenta de que ya no estaba en el tocador; lo encontró en el punto más alto del espejo. ¿Cómo había llegado la muñeca ahí arriba? Mía corrió a preguntar a su padre, por sí la había cambiado de sitio, pero él dijo que no la había ni tocado. Su madre, la abuela y los demás parientes le contestaron igual, y es que nadie había entrado a la casa en el tiempo en que la muñeca había estado en el tocador. Si bien confundida por el asunto, Mía no le dio demasiada importancia; fue por su muñeca y regresó a casa.

    Tres años habían pasado, hasta llegar a una mañana de Navidad. Mi amiga y sus hermanitas se disponían a abrir sus regalos. Mía, que esperaba recibir su primer juego de maquillaje, se llevó una sorpresa mayúscula (y no precisamente agradable) cuando se encontró dentro del paquete la muñeca que su madre le había regalado el día en que aprendió a leer. De buenas a primeras pensó que se trataba de una broma. Corrió a contárselo a sus padres, y estos no pudieron explicarse lo que había ocurrido. Al cabo de un momento entraron al cuarto de las niñas. Todos los juguetes estaban tirados en el suelo, rotos. Las muñecas parecían haber sido destruídas con especial saña, al tener las cabezas separadas del cuerpo. Parecían haber sido decapitadas, como si de una ejecución se tratara. Todas menos aquella famosa Bratz que Mía había recibido años atrás.

    Pasaron seis años más. Mía ya había cumplido 15 años y sus padres le dijeron que reuniera sus viejos juguetes para donarlos y tirar los que estuvieran rotos. Mientras limpiaba su cuarto y recogía los juegos en una caja vio la muñeca de su infancia. Recordó lo mucho que había jugado con ella, pensando también en aquellos hechos extraños que habían ocurrido. “Sólo fueron bromas de muy mal gusto” se dijo a sí misma antes de arrojarla a la caja. Luego sacó a pasear a su perrita, antes de ir a bañarse. Se estaba duchando cuando escuchó un ruido, como si algo se hubiera roto. Salió a controlar; parecía que no había pasado nada. Parecía... pero justo cuando iba a volver a la ducha notó que la muñeca estaba fuera de la caja. Esta vez sí se quedó algo perpleja, ya que recordaba haberla dejado dentro del contenedor. ¿Cómo había podido salir de ahí?

    En eso estaba, cuando alguien llamó a la puerta. Le dio gusto ver que se trataba de Liz, su prima. Las dos se encargaron de la cena, antes de ver películas e irse a dormir. Más o menos a mitad de la noche Mía despertó con sed. Mientras iba a por agua descubrió la muñeca encima de la cama de sus hermanas. “Seguramente Liz la colocó aquí” pensó, al recogerla y arrojarla a la caja por tercera vez. Pero en el momento en que Mía regresó a su cuarto aquella situación tomó un cariz inquietante. La Bratz ahora estaba encima de su cama, con el celular de ella entre las piernas, y un mensaje escrito en pantalla: “Así que me cambias por cosas sin valor, ¿eh? Muy bien; si no quieres quedarte conmigo no tendrás a nadie más”. Si se trataba de una broma, desde luego era de pésimo gusto.

    Mía prendió la luz y despertó a Liz. Le explicó lo que estaba pasando, cuando se fue la luz de repente, pero volvió casi al instante. La muñeca había desaparecido de la cama. Iban a salir corriendo, y de nuevo se fue la luz para volver enseguida. La computadora de Mía apareció rota, con otro mensaje en la pantalla: “Por este objeto sin valor me cambiaste. ¿Dónde me dejas a mí?”. Mía agarró el brazo de su prima y echaron a correr. Otra vez oscuridad y de nuevo la luz. Liz había desaparecido. Completamente sola, Mía corrió hacia la parte trasera de la casa. Al abrir la puerta se topó con un horrible escenario: su perrita había sido descuartizada; había sangre por todas partes. Ya tendría tiempo para llorar; tenía que huir por la puerta principal. Ahí por fin encontró a Liz: yacía justo frente a la puerta de entrada. Sin ojos, sin manos, sin pies y con el rostro desencajado. Ese había sido el terrible final de su prima.

    La mañana siguiente los padres de Mía regresaron a casa. Por supuesto, no podían imaginar la escena de pesadilla que se iban a encontrar ni bien abrieron la puerta. Una chica muerta y mutilada, una mascota descuartizada, y su hija acuclillada en un rincón de la cocina, que lloraba y balbuceaba frases sin sentido. En el estado en que se encontraba Mía no fue capaz de brindar una explicación convincente de los hechos. Y ¿quién en su sano juicio creería que una muñeca pudiera cometer asesinatos? Mía terminó internada en un manicomio.

    Han pasado diez años. Mía tiene ahora 25 y sigue en el hospital psiquiátrico. Sus padres no lograron superar el trauma de tener a una hija asesina y psicópata (al menos eso creen ellos). Pero al final sí consiguieron deshacerse de los viejos juguetes de ella. Según lo que escuché, la muñeca fue comprada por una niña de 7 años, quien amaneció muerta en su habitación, días después de haberla adquirido. Cerca del cadáver se halló un detalle que le dio un toque sumamente inquietante al delito. Se trataba de un billete con un mensaje escrito con sangre. Una frase breve y amenazante: “¡Ahora sigues tú!”.
     
    #1 SgtMerdy, 2 Sep 2015
    Última edición por un moderador: 14 Nov 2016