Cuando sucumbes a esos labios...

Tengo 30 años y Camila es una chica de 21 años que me quitó la certeza que tenía de ser fiel en la vida. La conocí mientras hacía clases en reemplazo de un profesor amigo de universidad. Él debía viajar, y me pidió que realice sus labores de cátedra por poco mas de un mes. Les relato lo sucedido:


Estábamos a mediados de septiembre. Yo salía de mi departamento rumbo a la U (cuyo nombre prefiero evitar) para reemplazar a mi amigo en un curso de ingeniería para bioquímicos. El primer día de clases todo parecía normal; quizás los nervios de hablar frente a unas 50 personas me tenían mas concentrado de lo que debía decir y enseñar que de otra cosa. Aquel día terminé la clase exitosamente, con buena acogida de los estudiantes, y el leve recuerdo de Camila que se despidió personalmente de mí. Era su sonrisa, sus ojos circulares que brillaban mientras clavaban su mirada, o simplemente la presencia de una linda mujer, no lo sé, pero algo quedaba en mi cabeza.


Pasaron dos días, y me tocaba una segunda cátedra. Aquel día era evidente que Camila tenía mucho mas que un simple aire de mujer atractiva. Su mirada se enfocaba en cada movimiento que hacía con mi cuerpo mientras hablaba. Me incomodaba... bastaba fijar mi mirada unos segundos en ella, y sentía que sus ojos me decían cosas que me descolocaban. Ni siquiera tenía tiempo de observarla pues su mirada estaba siempre sobre mí. Pasaban las horas y poco a poco su sonrisa emergía como disfrutando de lo sometido que me sentía al mirarla. Quedaban unos pocos minutos y dí por finalizada la sesión. Tomé mi laptop, y me retiré despidiéndome de todo el curso en voz alta. Iba camino a mi auto cuando escucho una voz muy suave diciendo "profesor!". Deseaba que no fuera ella, pero al girar, Camila extendía su mano diciendo "tome profesor! se le quedó el pendrive..." Lo recibí con cierta timidez porque ella me generaba algo raro, pero que deseaba mucho a la vez. "Gracias..." respondí. Nos miramos unos segundos sin decir nada... Dije "nos vemos" y me retiré pues no se veía bien lo ocurrido.


Mientras volvía a casa, sentía un calor en mi cuerpo mientras los labios de Camila besaban mis sentimientos diciéndome cosas excitantes; su voz eran gemidos agudos y breves, que poco a poco subían mas la temperatura en mi cuerpo. Sentía una erección incontrolable que debía disimular. El cuerpo de Camila se desnudaba en mis pensamientos y me mostraba las poses mas excitantes que mi imaginación podría recrear. Me detuve, estaba llegando a casa y me esperaba mi polola... Llegó la noche, Camila nuevamente entraba en mi cabeza. Tuve inmediatamente sexo con mi polola porque no aguantaba la calentura. Por mas que lo evitaba, Camila estaba ahí echando todo a "perder"...


Pasó el fin de semana, y volvía el lunes a hacer clases nuevamente. Sentía que había olvidado a Camila. Me disponía a ignorarla, pues nada de esto me estaba haciendo bien. Entré a la sala y no miré a nadie. Aquella clase debía tomar una prueba. Entrego uno a uno de los estudiantes el documento, y cuando llego al final, noté que Camila estaba ausente. "Uff, menos mal..." dije. Pasaron unos 10 minutos de prueba y llega Camila. Entraba por la puerta trasera mientras yo observaba del costado opuesto. Llevaba una falda muy corta que me mostraba sus piernas trabajadas mientras caminaba lenta y delicadamente hasta mi puesto. Su polera ajustada traslucía sus pezones mientras un escote mostraba sus excitantes pechos. Llevaba los labios de rojo muy bien pintados. No lo podía creer, todo mi esfuerzo por eliminarla de mi cabeza pareció no tener efecto... Ya no podía esconderme porque debía entregarle su prueba y saludarla. Ella a mitad de camino sonrió y me miraba con una sensualidad que ya no sabía si era imaginación mía o realidad. Me saludó antes que nada, tomó su prueba y se sentó enfrente mío.


Pasaban los minutos y prefería pasearme por la sala para distraerme. Luego vuelvo a mi puesto por unos minutos. No podía evitar desviar la mirada hacia los senos de Camila. Su piernas entrecruzadas eran una tentación prohibida que sentía ganas de probar a cualquier costo. De repente ella me sorprende con la mirada pegada en sus increíbles piernas... Sonrojé sin duda alguna. Ella sólo me miró con una cara que sentía me preguntaba cosas como "te gusto?" "No quieres romper este silencio?" "Hazme tuya ahora mismo!". Pronto, Camila comienza a abrir las piernas lentamente. Yo pensaba que solo se acomodaba, pero muy sutilmente ponía su dedo índice bajo su vientre, metiéndolo poco a poco bajo su falda. En ese momento, sentía ganas de correr al baño a masturbarme, porque sino ya no podría ocultar el bulto que tenía entre mis piernas... Camila empezó a tocarse, juntaba y abría levemente sus piernas con cierta tensión, mientras me miraba excitada. Yo ya no podía mas, quería cogerla y hacerle de todo. Tuve que mirar a otro lado por un rato...


Quedando unos 20 minutos para el término de la prueba, Camila se levanta a preguntarme algo, pero lo que me mostraba escrito en su prueba no tenía nada que ver con la materia, sino que era una invitación que decía "profesor, me puede hacer clases particulares hoy en la tarde, no entiendo nada, lo necesito por favor..." Le respondí en la misma prueba que si. Ya no podía controlarlo. Me dejó anotado en su prueba una hora y dirección, y se retiró. Quedé demasiado caliente. Me sentía muy mal por todo; estaba jugando con fuego en todos los sentidos. Pero ya era demasiado tarde. Lo sentía como de esas cosas que si no haces, por siempre lamentarás.


Llego al edificio donde me esperaba Camila. Era un edificio céntrico de unos 20 pisos. Me intentaba auto-convencer de que realmente iba a hacer clases particulares como lo he hecho cientos de veces. La ansiedad me tenía muy caliente. Bajo del ascensor y la puerta del departamento de Camila estaba junta. Abro la puerta y saludo pidiendo permiso. Me quedé unos segundos en la entrada diciendo "aló?" y aparece Camila. Vestía igual como en la mañana. Me retraje un poco pues no sabía si estaba sola, pero creo que en ese momento todo me daba lo mismo. Me tranquilizó. Debió haber leído mi mente pues dijo inmediatamente que sus papás, con quien vivía, estaban viajando. Me invitó a tomar asiento mientras yo le hablaba cosas sin sentido.


Fue a la cocina y trajó una fuente con frutas. Llegó y se sentó muy cerca mío. El hecho de que me tratara de Ud. tenía un carácter algo lujurioso. Me dice "no imagina profesor cómo me toco en las noches pensando en Ud..." mientras juntaba sus piernas como intentando contener una tensión. Le dije que mejor me llamara por mi nombre, pero ella insistía en hacer la diferencia. "Profe, yo no soy buena alumna..." me dice con una cara de mujer gozadora. Pongo mi mano sobre su muslo izquierdo y le digo "no te preocupes, no tiene nada de entretenido ser buen alumno..." mientras miraba fijamente como se mordía sus carnosos labios rojos.


Camila se pone en frente mío, pone una mano sobre cada rodilla y comienza a desabrochar mi cinturón diciendo "Esto era lo único que pensaba mientras daba la prueba...". Mi pene estaba adquiriendo una erección descomunal. Ella ponía una cara de deseo mientras lo tocaba con su manos. En dos segundos tenía sus labios besando mi glande, succionaba cada gota de excitación mientras me miraba fijamente a los ojos. Coge con mas fuerza mi pene y comienza a chuparlo con intensidad tocando mis bolas. Sus labios rojos recorrían cada superficie y su lengua jugaba con la punta de mi pene. Sentía ganas de descargar todo un torrente de semen mientras veía sus labios haciéndome el mejor oral que he tenido, pero esto estaba recién empezando...


De un momento a otro dejé la imagen profesor-estudiante de lado. Éramos simplemente una mujer y un hombre teniendo un sexo muy caliente. La desvestí en ese momento mientras besaba y mordía delicadamente sus pezones. La puse sobre el sofá y comencé a besarla desde el cuello hasta los pies, volviendo a la zona interna de sus muslos, y poco a poco acercándome con la respiración y punta de mi lengua a sus labios genitales. Camila movía su cadera y levantaba la pelvis como queriendo poner su clítoris en mi boca, pero me encantaba ponerla mas caliente. Recorría luego su clítoris, primero suavemente, hacia arriba y abajo, luego de forma circular, mientras introducía un dedo en su vagina que ella estrechaba para darle mayor intensidad. Seguía chupándole; quería tenerla mas y mas mojada... Empieza a sudar y mover su pelvis hacia adelante y atrás mientras se tocaba los pezones con intensidad. Su temperatura subía y comenzaba a gemir encorvando su columna. "Métemelo!" me dice "penétrame con todo!" A esta altura Camila había olvidado que yo era "el profe".


Comienzo a embestirla con mas y mas fuerza. Sus gritos me tenían muy caliente. Mi pene entraba y salía enérgicamente, no paraba de bombearla. La tomo de sus glúteos y la levanto, sentándola en mi verga. Camila comienza a cabalgar con unos movimientos únicos. Nuestras miradas de placer se cruzaban sin vergüenza alguna. Yo sostenía fuertemente su trasero y besaba su pechos mientras ella empezaba a sostenerse con violencia de mis hombres. Era un punto en que sólo queríamos seguir y seguir. Luego ella se pone en cuatro mostrándome su culo fenomenal, todo en ella me excitaba. Mientras la follaba, le tocaba el clítoris que lo tenía muy dilatado. "No pares" me dice "no pares" repitiendo unas 5 veces mas hasta que lanza un grito de varios segundos, retorciendo mi pene a impulsos diciendo "ándate, vámonos juntos, échame todo tu semen dentro", a lo cual acabamos juntos. Era tanta mi excitación, que no perdí ni un centímetro de erección. Ella, sin cambiar posición coge mi pene bañado en nuestros fluídos y lo empieza a poner en su ano poco a poco. Sentía que entraba a pesar de la estrechez. Una vez dentro, se movía hacia adelante y hacia atrás. Después de unos minutos de penetración furiosa Camila se tocaba con locura y no demoró en lograr otro orgasmo entre gritos de placer. Luego comenzó a chuparme el pene de manera imparable. No pude contenerlo mas rato hasta que comencé a eyacular dentro de su boca unos chorros mientras miraba sus labios aun de rojo, quedando en ellos algunos restos de semen que colgaban. En el glande relucía una mezcla de fluidos que ella empezo a limpiar y así mi pene perdió volumen en su boca. Quedamos tirados unos minutos mirando el techo hasta que sonó mi celular. Era mi polola y tuve que salir de inmediato. Me vestí y me despedí de un beso.


En las próximas semanas, Camila y yo seguíamos teniendo encuentros unas 3 a 4 veces a la semana. Nos volvimos adictos por un tiempo a un sexo desenfrenado. Mi polola supo que andaba con alguien, no se le negué, y como es obvio terminó conmigo. Pasaron unos meses y Camila se fue a hacer un intercambio a Nueva Zelanda.