Mi primera inmersión en el campo de la literatura

Tema en 'Rincon Literatura' iniciado por Coet, 22 Jul 2016.

  1. Coet

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    Estimados, hoy por fin me he decidido en adentrarme en las diáfanas (aunque a veces oscuras) aguas turbulentas de la literatura, pero no como lector, sino esta vez como autor y productor de mis propias narraciones. A continuación, los invito a leer una historia que aún se encuentra en desarrollo. Está demás decir que aprecio cualquier tipo de critica, tanto destructiva (sobre todo estás) como positiva siempre y cuando si pudiera estar, aunque sea brevemente desarrollada. Repito soy un escritor nuevo...por lo que las falencias en mi obra serán claras, aún teniendo conocimiento de esto, les comparto mi primera experiencia literaria. Este es el primer capitulo (a medias)
    Saludos cordiales estimada comunidad.

    Capítulo primero: ¿Es realmente un Ser Repugnante?

    Absolutamente todo estaba orquestado en su lugar. La estrategia era simple, lograr hacer que Angélica, al momento de pasar por el corredor de modesta longitud, el cual representaba un camino obligado para llegar a su cuarto, posará toda su atención en el Repugnante Ser que yacía acostado, desnudo de la cintura hacia abajo, arropado solamente con una delgada sábana que apenas alcanzaba a proteger sus rodillas del estremecedor frío de la tarde. Pero faltaba el actor principal de la escena, la pieza fundamental de la partitura, una erección que enrarecía todo el aire de la habitación, junto con un color rojo, el cual hacía parecer, que en cualquier momento, aquella arma de destrucción masiva explotaría, dejando a su paso toda el área completamente devastada.
    La relación entre ambos, no se salía de los márgenes normales de lo que uno podría catalogar como relaciones entre familiares.¿Cuando comenzaron a rondar pensamientos de esa estirpe por la corrompida mente del Repugnante Ser?. Ni siquiera yo, el narrador que controla esta historia, que posee el conocimiento absoluto de este mundo y del próximo, tengo alguna intuición al respecto, simplemente existen puntos negros dentro de cualquier universo, que ni siquiera el ser creador tiene acceso a ellos. Pero sí puedo comentarles al respecto, que el factor clave que llevó al Repugnante Ser a cometer tales actos, fue Nuestra Señora de Todos los Lamentos, La Soledad.
    Angélica, era una joven de aproximadamente unos treinta años de edad, una larga y lacia cabellera fluía hasta las fronteras de su triangular rostro. De tez blanca, poseía una facciones que lo único que comunicaban, eran muy buenas intenciones con sus cercanos. Era de contextura mediana, la naturaleza no la había favorecido con grandes pechos, pero sin embargo no se olvidó de ella, de eso estoy seguro, prueba de ello eran sus infinitas caderas, los fornidos muslos trabajados por la gimnasia y su perfecto trasero, los cuales hacían perecer a los ideales más nobles y honestos, envenenaban los ojos de los seres más puros y hacían caer en pecado hasta a los ángeles, que de vez en cuando iban a visitarla, recurriendo siempre a excusas baratas. Sin embargo, pese a los muchos acompañantes que tuvo, tanto angelicales como otros de carácter menos elevados, habría uno que la acompañaría hasta sus últimos días en aquel pequeño y poco acogedor departamento; la Soledad.
    Trabajaba en una oficina especializada en predicciones financieras, había estudiado ingeniería en economía y negocios. Sus padres eran unos esforzados trabajadores textiles que poco y nada interesa para la historia tener conocimiento acerca de sus vidas personales.Solo importa el hecho, que del esfuerzo de su vida, su hija tuvo la oportunidad de estudiar. Luego de muchos intentos por encontrar un trabajo fijo en su ciudad natal Delagrand, y sufriendo el omnipotente poder de mi voluntad, se encontró ante la siguiente resolución: en una ciudad como Delagrand, la cual poseía una quietud que podría haber llegado a enloquecer al más ensimismado de los monjes del Asia, no podría hallar un trabajo estable que tuviera relación con sus estudios, por lo que tomó la decisión de establecerse en Piligrand, una “gran” ciudad, la perfecta antítesis de Delagrand y la posibilidad de comenzar un nuevo modo de vida, el modo de vida moderno.
    Por su parte, el Repugnante Ser, por azares de la vida (los hilos manipulados por mí) y luego de ser aceptado en alguna de esas extravagantes universidades, especializadas en cuestiones acerca de el “espíritu humano”, como dicen ellos o como yo prefiero llamarlas, instituciones para la inútil y trágica reflexión del vivir, ubicada justamente en el centro de la ciudad de Piligrand, a unos quince minutos del departamento en donde vivía Angélica hace ya unos tres años. Ante la imposibilidad económica de la familia del Repugnante Ser, para costear alguna habitación mientras cursaba sus estudios, sus padres llegaron a una arreglo justamente con el familiar más cercano e íntimo de la familia y que además podía proporcionar alojamiento prácticamente gratis para el Repugnante Ser. Así fueron las cosas, compartieron mutuamente su vida y sus rutinas diarias durante aproximadamente cuatro años, sin ninguna perturbación digna de ser relatada.
    Lo que será narrado a continuación, tuvo lugar en fechas aproximadas del último año en que el Repugnante Ser, realizaba sus estudios...su quinto y último año.
    El Repugnante Ser, luego de haber pasado cuatro años sin ningún sobresalto compartiendo su vida con Angélica, se dio cuenta que a estas alturas éste ya conocía a la perfección la monótona rutina que llevaba a cabo Angélica. A eso de las siete y media de la mañana podía apostar su colección completa de semillas de ajíes a que, en la habitación que colindaba a la de él, de un teléfono celular emanaría una tranquila música de paisaje por decirlo así, en definitiva un sonido de río fluyendo, junto al cantar de unos pajaritos que sostenidamente iban aumentando de volumen, hasta llegar a levantar al primer ser vivo que entró en los oscuros páramos fatídicos de la muerte. De sus actividades en la oficina conocía poco y nada, solamente a través de las escuálidas conclusiones que emanaban de las conversaciones que llevaban muy de vez en cuando con Angélica, en las que predominaban las palabras “invertir”, “gasto público”, “nuevos procesos administrativos”, “la inversión posiblemente…”, “la economía”, con lo que el Repugnante Ser, podía establecer el técnico y poco reflexivo trabajo que llevaba a cabo con tantas energías Angélica. Su hora de llegada rondaba aproximadamente entre las ocho y media de la noche, hasta un máximo de nueve un cuarto.
    Era un día bastante helado, “naturalmente” pensó el Repugnante Ser, ya que se encontraba en pleno invierno, con unas temperaturas que hacían desmayar a los pobres pájaros, que caían abatidos contra el pavimento, golpeando de vez en cuando la cabeza de algún individuo que estuviera poco atento a los ataques kamikazes de aquellos emplumados cubos de hielo. Se encontraba de camino al paradero de buses que se ubicaba a unos cuatro minutos del gigantesco edificio en donde estudiaba. La gran Universidad de Piligrand, una institución reconocida por albergar todas las carreras con orientación humanista del país. Mientras esperaba el bus 234, el cual lo dejaba a cinco pasos de su departamento, pensó en la abundancia de ideas que podía albergar un viejo edificio de concreto, sin embargo también logró dimensionar que ese lugar era la cuna del sufrimiento humano.
    Eran las tres de la tarde exactas. Ese día, se suponía que un profesor dictaría una cátedra que duraría aproximadamente cuatro horas, sin embargo los alumnos fueron avisados mediante el profesor auxiliar de la asignatura, del precario estado de salud del anciano docente, el cual fue atacado por un extraño resfriado, cayendo la semana completa en cama, (¿tenía que hacer algo? ¿no es así?) por lo que sus clases se pospusieron una semana. Durante el recorrido a su departamento, observando la quietud del mar, el Repugnante Ser se imaginó en medio de aquel océano, quieto junto a él, esperando pasivamente la ola que lo haría temblar y sucumbir ante los horribles designios de la vida humana. Una vez próximo a su parada, se levantó del asiento y encontrando el equilibrio para moverse dentro del viejo bus, que con sus imprevisibles movimientos podría hacer caer hasta a el más experimentado acróbata de circo. Llegó a la puerta de bajada, accionó un botón que hacía iluminar una luz verde junto a un potente pito, los cuales avisaron al chófer del vehículo, que para algún pasajero llegaba el momento de bajarse de ese divertido carrusel para los niños y no tan divertido para los ancianos.
    Llegó rápidamente a su departamento. Subió las escaleras, que más tarde adoptarían el sufijo de ignominiosas escaleras. Camino muy lentamente a través del pasillo que albergaba cada cubículo, diseñados con la intención de convertirse en el hogar del futuro, ahorrativo en espacio y perfecto para la familia del mañana. Al Repugnante Ser, le parecía que todo aquello era una real mierda, un verdadero hogar debía ser espacioso, para que los niños jugarán en él y no una caja de fósforos como los expertos querían hacían creer. Aquella monotonía en el ambiente, no era más que reforzada a medida que avanzaba y percibía que todas las puertas eran exactamente las mismas, el mismo color, las mismas grietas, el mismo diseño de número para ser designadas, el mismo picaporte de color amarillo añejado adrede, las zonas de desgaste cada una idéntica a la anterior. Lo que no sabía, es que al abrir su cubículo hogar, lo esperaría la ola más monstruosa que podría haber arrasado con todo el universo y hasta haberme salpicado un poco los pies. Aquella quietud, sería recordada con un doble y contradictorio sentimiento de melancolía con una mezcla de añoranza y odio.

    Continuará...