No se si va acá.... 4 confesiones de personas que dejaron escapar un gas en el momento más serio de sus vidas 1. En la mesa con mis recién conocidos suegros. Llevaba apenas dos días de novio con Jessica. Su padre era pastor evangélico y su madre una política bastante conocida en la comuna dónde vivía. Jessica me invitó a almorzar y entonces yo fui por primera vez a su casa. Nos sentamos en el comedor los cuatro: ella, sus padres y yo, y almorzamos unos frijoles que más tarde me arruinarían la vida por completo. No puedo negar que estaban deliciosos, sin embargo, a veces las cosas sabrosas traen consigo graves consecuencias. Nos quedamos conversando sobre religión y política hasta que luego, en la sobremesa, comencé a sentir como si un terremoto de 9 grados en la escala de Richter estuviera sacudiendo mi estómago de lado a lado. Mi suegro, el pastor, hablaba sin parar sobre Dios y lo importante que era escuchar a las demás personas cuando hablaban. -Para mí, prestar atención cuando otro habla es reflejo de la humildad que todo ser humano debería tener. Por eso las personas que no lo hacen, es mejor que ni se aparezcan. -Decía con ímpetu mientras me clavaba la mirada encima. Era curioso, pero el pastor me estaba dando una cátedra sobre lo inaceptable que era interrumpir a otra persona cuando está hablando y yo, irónicamente, necesitaba correr al baño con urgencia. Sudaba, me tiritaban las piernas y los retorcijones eran insólitos Tristemente, creo que hasta el jardinero, que estaba afuera de la casa a varios metros de distancia alcanzó a oír la brutal cagadera que expulsé ahí mismo, sobre la silla del comedor. El excremento escapó por todas partes y el olor Mejor ni hablar del olor. A Jessica no la vi nunca más. 2. En el ascensor de mi oficina. Pensé que nunca me pasaría, creí que no quedaba nadie en la oficina, y bueno, subí por el ascensor y dejé escapar un gas demasiado caliente que salió con un olor a podrido que nunca pensé podía habitar dentro de mí. Pero la verdad, no me importó mucho, mal que mal, se suponía que estaba sola dentro del edificio. -Uf, que asqueroso. -Pensé mientras el ascensor subía hasta el octavo piso. El olor era ácido y casi podía sentirlo entrar por mis narices. En fin, luego sonó una campanilla indicando que había llegado al piso 8 y de pronto, antes que se abrieran las puertas, oí voces de gente que claramente estaba esperando el ascensor desde afuera. No recuerdo bien cómo fue todo, tal vez el olor me tenía aturdida, pero nunca olvidaré que cuando el elevador se detuvo y abrió sus puertas, vi a mi jefe y cuatro clientes esperando para bajar al primer piso. Nada podía ya hacer al respecto. Me bajé, caminé a la oficina y ellos se subieron al ascensor. -Qué mierda huele tan mal. -Alcancé a oír que preguntó uno de los clientes justo antes que se cerrarán las puertas. -La mujer que acaba de bajar. -Contestó otro. -Esa estaba podrida. Al día siguiente tuve la reunión más incómoda que he tenido en mi vida y nunca más pude mirar a mi jefe a los ojos. 3. Mientras daba un importante discurso en la empresa. Hoy puedo contarlo con humor, pero en ese momento fue una verdadera tragedia. Yo era un tipo importante al interior de una fabrica de textiles, tenía un gran puesto y la gente me admiraba. Por eso fue que me escogieron para dar el discurso de fin de año. La idea era motivar a los empleados y hacer énfasis en lo fundamental que es trabajar duro y ser esforzado. Entonces, al parecer me lo tomé demasiado en serio. Me paré sobre un podio frente al micrófono, delante mío se habían sentado las casi 2 mil personas que trabajaban en la empresa y comencé a hablar con actitud, ímpetu y fuerza. -¡Estimados colegas! -Exclamé levantando los puños. La gente me miró con atención y alcancé a oír que se decían cosas como él es el gerente, es un gran hombre, etc, etc. Luego continué. -Nos hemos reunido hoy día con un propósito especial. ¡Somos la mejor empresa textil del país y debemos estar orgulloso de aquello! En fin, estuve casi siete minutos hablando antes de que dejar un espacio de silencio en el discurso. Pensé que así sería mejor y que eso le daría más fuerza a mis palabras. La gente de verdad miraba impresionada y, cuando dejé de hablar por un segundo, todos estuvieron apunto de aplaudir Pero antes de que pudieran hacerlo, dejé escapar un gas tan fuerte que el micrófono lo captó y los parlantes lo reprodujeron a lo largo de todo el salón. No fueron aplausos, fueron risas lo que se escucharon durante los próximos minutos. Hoy sigo en empresa y he recibido múltiples sobrenombres. El que menos me gusta es Erick el huele a mierda. 4. Durante un beso demasiado importante. Jimi era el chico más popular de la universidad, TODAS las mujeres lo amábamos y la idea de salir alguna vez con él era tan sólo un sueño, una utopía. Recuerdo que en último año de carrera, me tocó estar con él en un ramo de historia universal. Era tan guapo e inteligente que yo no me atrevía a hablarle, por eso fue que cuando el profesor sorteó las parejas para el trabajo final, yo estaba muy nerviosa. Claro, éramos más de cien personas en ese curso y las probabilidades de que justo me tocara con él eran bajísimas. Sin embargo, la vida da muchos giros inesperados y en uno de ellos comenzó esta historia. No sé realmente cómo terminé allí, a las nueve de la noche, después del horario de clases, sola junto a Jimi en una sala diminuta. Leíamos sobre cosas como la revolución francesa y su impacto en el mundo contemporáneo, pero yo no estaba ni cerca de poder concentrarme. Increíblemente, no pasó mucho rato hasta que Jimi me pidió que guardara silencio y puso su mano sobre mi muslo. -Eres hermosa. -Me dijo y yo caí rendida. -¿Hablas en serio? -Pregunté. -Claro que sí, no sé cómo nunca me había fijado en ti -Insistió y, antes de que yo misma pudiera darme cuenta, estábamos besándonos apasionadamente. Jimi me tomaba con sus brazos de macho alfa y las cosas se pusieron bien ardientes. No sé qué tenía él, pero realmente me hizo sentir muy sexy y deseada durante varios minutos Hasta que, de pronto, dejé escapar un pedo asqueroso. Nunca en la puta vida me había pasado algo así, se supone que uno puede controlar esas cosas, pero esa vez fue distinto El olor a gas de nachos con guacamole que había comido en la tarde se elevó por la sala y Jimi soltó una arcada. -¿De verdad te has cagado? -Preguntó tosiendo mientras abría la puerta para salir arrancando. Oh, Dios, no querrán saber como nos fue en ese trabajo de historia universal. Fuente
Jajajajajjajaja Historias 100% real no fake. Atte KLM Ps: evito comer alimentos que me producen gases cuando debo salir o estar en el trabajo, los dejo para el día que me quede en casa (siempre)
Jajjajajajajaja buena , a mi se me salio uno , en un velorio mientras rezaban nunca supieron quien fue pero de lo que estoy convencido es que todos olieron mi esencia.
