Batalla de Ochagavía 14 de Diciembre 1829

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por elkan, 28 Dic 2010.

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  1. elkan

    elkan Usuario Casual nvl. 2
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    Para explicarse el combate de Ochagavía, es necesario remover antes el falso concepto que la historia ha impuesto sobre las características militares del general Prieto. Como ya lo hemos visto no sólo no era el militar tímido e indeciso que han fantaseado los historiadores, juzgando de su sicología por sus modales suaves, cortesanos y cultos y por algunas fanfarronerías de Rodríguez Aldea, en las cuales se atribuye las iniciativas militares en la guerra civil de 1829-1830, sino todo lo contrario. A través de grandes divergencias exteriores, las características militares de Joaquín Prieto y de Manuel Bulnes se parecían en el fondo como dos hojas de un mismo árbol. Astutos, sagaces, y con bastante ojo militar, son tal vez los jefes con mayores dotes naturales entre todos los que hasta hoy han dirigido en los campos de batallas los ejércitos chilenos. Pero tío y sobrino adolecían de las mismas fallas: ninguno de los dos fueron organizadores de ejércitos, y en ambos la audacia degeneraba en temeridad. Aunque Prieto excedía a Bulnes en poder cerebral y en cultura y había llegado ya a los cuarenta y cuatro años, ni sus limitadas lecturas militares, ni las lecciones de la experiencia en cabeza propia, habían corregido su temeridad. El recuerdo del éxito de sus audacias en Quirihue, Cauquenes, Vega de Saldías y, sobre todo, en "El Roble", donde con un puñado de infantes y artilleros había contenido a un enemigo que, al principio, lo doblaba muchas veces, y trocado en victoria una sorpresa que debió ser un gran desastre, lo empujaba a fiar, como Sucre, la suerte de las batallas al partido que su ojo militar sacaba a las situaciones y a los errores del enemigo.

    Estos antecedentes explicaban el hecho de que, habiéndole representado Rodríguez Aldea los peligros de permanecer en la chacra de Ochagavía, expuesto a un ataque del ejército constitucional, y la conveniencia de retirarse a San Bernardo, hasta recibir las municiones que se esperaba capturar en Valparaíso, se negara a hacerlo. Su presencia a las puertas de Santiago mantenía la tensión nerviosa en la capital, ya la vuelta de algunos días, obligaría a los lugartenientes del gobierno fugitivo a rendirse sin condiciones. Además, desde allí sostenía moralmente las sublevaciones de Aconcagua y Valparaíso. Un repliegue al sur podía desmoralizar la revolución. El peligro de una embestida del ejército constitucionalista, muy superior al suyo, y la falta de municiones, le tenían sin cuidado. Si llegaba el caso, su cabeza fértil en recursos y su suerte lo sacarían del aprieto.

    Sucedió lo que Rodríguez Aldea temía. Pero antes de las 5 de la mañana del lunes 14 de diciembre, las avanzadas de Prieto anunciaron que el ejército constitucional se dirigía contra el campamento de Ochagavía, formado en un cuadro central, con una columna de infantes y dos cañones en cada flanco. Se componía este ejército de los batallones de infantería Pudeto, Concepción y Chacabuco comandados por Tupper, Rondizzoni y Castillo, una brigada completa de artillería, un escuadrón de húsares y otro de milicianos. Su efectivo fluctuaba alrededor de mil quinientos hombres de tropas de primera clase, que conservaban su moral, salvo la caballería, improvisada en buena parte con presidiarios, bien armados y con municiones abundantes. Todos los generales, comprendiendo que el gobierno estaba moralmente caído, y empeñados en producir un entendimiento en torno de un gobierno liberal moderado, presidido por Borgoño, o Ruiz Tagle, se negaron a mandarlo. Fue preciso recurrir al general Francisco de la Lastra, que nunca había comandado un batallón, ni asistido a una batalla. El comando efectivo lo tomó el coronel Viel, como mayor general.

    El ejército libertador constaba en esos momentos de unos 600 granaderos y cazadores de caballería, de línea, dos pequeños cañones y unos 700 infantes, distribuidos en tres batallones. Dos de éstos, recién formados, carecían de disciplina y vestuario y estaban mal armados. Bastan estos datos para comprender que el ejército de Prieto, aunque muy superior en caballería, era incapaz de afrontar en campo abierto el choque del de Lastra. A pesar del avance del enemigo, Prieto podía retirarse a Rancagua, gracias a la aplastante superioridad de su caballería, que tornaba imposible la persecución enérgica, y el hecho de que el ejército constitucional no podía pasar el Maipo, sin que la capital, desguarnecida, inclusive el parque y la maestranza, cayeran en poder de los revolucionarios, que predominaban sin contrapeso en la opinión. Allí podía esperar las municiones y las armas anunciadas, para reanudar su avance en mejores condiciones. Pero sea que temiera un descorazonamiento en la opinión u operaciones de parte del ejército constitucional sobre Aconcagua o Valparaíso, una vez que se viera libre de la amenaza inmediata de las fuerzas libertadoras, resolvió aceptar la batalla, y tendió su línea delante de las casas de Ochagavía al abrigo de las tapias de los potreros y de los huertos.

    Viel abrió el fuego de artillería, y sin esperar que las posiciones estuvieran machucadas, los embistió con la infantería. Un oportuno y vigoroso contraataque del mayor Nicolás Maruri al frente de dos compañías del Valdivia, malogró momentáneamente el asalto. Pero la ocupación de las casas de Ochagavía, que Viel había tomado como objetivo inmediato, dada la aplastante superioridad del ejército constitucional en cañones y en infantería, sólo era cuestión de tiempo, aún suponiendo que Prieto tuviera municiones para una defensa prolongada. El comando de Viel durante toda su carrera había sido sumamente disparejo; ni la escuela ni la experiencia lograron suplir en el curso de su larga carrera, la falta de ojo, sagacidad y sangre fría. Colocó su caballería en el flanco izquierdo, para protegerla contra una carga de los escuadrones de Bulnes y Baquedano, dejándola expuesta a ser aniquilada por la enemiga, sin que la infantería pudiera protegerla eficazmente. Prieto lo advirtió y dispuso una carga de sus escuadrones de granaderos y cazadores que aventaron a la caballería gobiernista, obligando a sus restos dispersos a huir hasta la ciudad. Esta carga colocó al ejército libertador en la imposibilidad de completar la victoria que pronto iba a alcanzar.

    Sin preocuparse de la fuga de su caballería, Viel prosiguió el ataque a las casas de Ochagavía concentrando sobre ellas y los tapiales que se extendían por delante todos sus cañones y un activo fuego de fusilería. Prieto habría podido sostener por algún tiempo sus posiciones, a pesar de que en ellas su caballería quedaba inutilizada, e infligir a los asaltantes pérdidas subidas, pero había iniciado el combate casi sin municiones y en media hora más de fuego, iba a quedar encerrado inerme en las casas de Ochagavía. Así es que dispuso su evacuación y el repliegue al sur. A juzgar por lo que ocurrió, se proponía arrastrar al ejército gobiernista a campo despejado, y decidir la batalla en una poderosa carga de caballería, que destrozara a los tres batallones de Lastra. Aunque el repliegue se efectuó en orden, el ejército del sur sufrió bastantes bajas, y los batallones vencedores capturaron pequeños grupos de su retaguardia. Al llegar a las casas de Domingo Eyzaguirre, al sudeste de San Bernardo, considerando el terreno adecuado para el desarrollo de su plan, ocupó con la infantería la viña, y dio cara al enemigo, que ya lo consideraba en completa fuga. Los batallones Concepción y Pudeto, comandados por los sargentos mayores Justo de la Rivera y Joaquín Varela, se dispusieron a embestir a la quebrantada infantería libertadora. Mas, en los momentos en que iniciaban el avance, los cazadores de Baquedano cargaron sobre ellos por retaguardia con gran ímpetu, al mismo tiempo que Bulnes caía con los granaderos por el flanco. Los batallones, cargados a un tiempo desde dos direcciones, se desorganizaron y el avance quedó paralizado. Sus pérdidas, según se vio después, eran escasas, y corno parece que la tropa conservaba su moral, a pesar del enorme desorden, tal vez no era imposible formar cuadros antes que se repitieran las cargas de caballería. En este caso Prieto habría tenido que proseguir su retirada al sur, perdiendo en el trayecto parte de su infantería y de sus armas.

    A esta altura, una bandera de parlamento interrumpió el combate.

    Eran ya más de las siete de la mañana. Prieto había perdido seis oficiales, ochenta soldados y algunas decenas de prisioneros y llevaba en sus filas numerosos heridos que se retiraban por sus pies. En cambio, el ejército constitucionalista sólo había perdido tres oficiales, y después de la batalla pudo comprobarse que sus bajas de soldados eran menores que las del adversario. Pero para entender lo que sigue, es necesario anticipar que Lastra y Viel ignoraban la escasez de municiones en las filas de Prieto, y que en esos momentos creían imposible consumar el aniquilamiento del ejército enemigo, tanto por la falta de caballería, como por el desorden en que habían quedado sus batallones después de las cargas de Bulnes y Baquedano, y la consigna que tenían de no alejarse de Santiago. Al día siguiente, para disimular su error o su ofuscamiento, ambos inventaron explicaciones especiosas que, sin liberarlos del epíteto de mentecatos que les aplicaron los pipiolos, dio pie a que se les acusara injustamente de traidores. Así, pues, en la inteligencia del armisticio de Ochagavía hay que partir de la base de que Lastra y Viel, en los momentos de abrir negociaciones, se creían, si no derrotados como afirma Prieto, en la imposibilidad de aniquilar al enemigo. El hecho de que este juicio fuera erróneo, como lo creemos nosotros y ellos mismos lo reconocieron al día siguiente, no hace parte del proceso sicológico que condujo al pacto de Ochagavía.

    El otro dato fundamental de que hay que partir, es que, como hemos visto, reinaba en el ambiente de Santiago un deseo vehemente de paz. Liberales, pelucones, neutros y todo el mundo deseaban ardientemente que Novoa y su pandilla se fueran al Perú, a Bolivia, al Ecuador" o a otra sección de América, llevándose como auxiliares a los pipiolos y, si les placía, también a José Miguel Infante, y dejaran a Chile en paz, y que liberales moderados, estanqueros y pelucones se entendieran para formar un gobierno sensato y progresista que, no despertando resistencias, consolidara el orden. Este resultado debía alcanzarse por un acuerdo, y no por un combate, el cual además de las vidas que iba a costar, dejaría una cola inextinguible de odios. Se quería la unión del elemento gobiernista cuerdo y honesto con los revolucionarios, sin vencidos ni vencedores. La fuga de Vicuña, a juicio de la opinión, había allanado el camino. Lastra, Viel y el ejército gobiernista, que todavía no estaban animados por el odio que más tarde iba a distanciarlos de las fuerzas de Prieto, casi sin más excepción que Tupper, deseaban también el avenimiento.

    En posesión de estos datos, veamos el sencillo pacto de Ochagavía, que las recriminaciones y los odios políticos debían tornar por un siglo el gran rompecabezas de nuestra historia.


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  2. PoSeIdOn ☭

    PoSeIdOn ☭ Usuario Casual nvl. 2
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    Nuevamente estimado mucho copy paste pero de igual forma se agradece nuevamente
     
  3. chicogrungero

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    Interesante saber que el general Prieto no era un tipo tímido sino que todo lo contrario. Se agradece el tema.
     
  4. Leonpardo

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    Buen tema, pero no le tengo cariño a Prieto por lo que hizo después. Me refiero a eso de externalizar un conflicto interno cuando arrendó dos buques peruanos para continuar la lucha por sus ideas de pipiolo
     
  5. Levtraru

    Levtraru Usuario Casual nvl. 2
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    Uffff socio que meo muy fuera del tiesto parece jajaja...

    FUE FREIRE QUIEN COMPRO (no arrendo) DOS BUQUES DE GUERRA PERUANOS PARA SEGUIR CON SU REVOLUCIÓN PIPIOLA.

    Elkan de donde sacas esos temas, digo estan en internet, porque muchos de tus temas sobre historia de Chile lo sacas del libro Historia de Chile, de Francisco Antonio Encina, el cual yo tengo completito (los 37 tomos), pero no lo he podido encontrar en internet. Asi o tu sabes donde esta en la web o te das la paja de transcribir todo el texto jajaja...
     
  6. Leonpardo

    Leonpardo Usuario Casual nvl. 2
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    Uffff..... de veras, me confundí, fue Freire no Prieto. Pido las disculpas del caso.

    Pero lo que no creo que haya sido un error es que fue un arriendo no una compra:
    [FONT=&quot]La escuadra que, no debe olvidarse, había sido salaverrina hasta el último momento, fue también afectada por esta política, a pesar de que —¡singular paradoja!— poco tiempo después hablaba Orbegoso de conquistar la absoluta superioridad en el Pacífico y del temor ante un posible ataque chileno. Se publicó primero un aviso diciendo que el gobierno vendía el bergantín de guerra “Orbegoso” que sólo tenía de echado al agua nueve meses, se hallaba perfectamente equipado y no había hecho campaña alguna. Pocos meses después se publicó otro aviso: el gobierno estaba dispuesto a dar en arrendamiento la fragata “Monteagudo”, el bergantín “Orbegoso” y la corbeta “Libertad”; y las personas que quisieran tomarlos podían hacer sus propuestas en la inteligencia que serían admitidas las que ofrecieran mayores ventajas al Estado.

    El “Orbegoso” fue arrendado al chileno emigrado don Vicente Urbistondo por 3800 pesos bajo la fianza de un don Toribio Letelier; y la “Monteagudo” al español don José María Quiroga, quien ofreció por el fletamento 4400 pesos, y dio por fiador a don José María Barril, chileno emigrado (10 de junio de 1836). El arrendamiento se entendía hecho para emplear los buques en especulaciones mercantiles debiendo quitárseles la artillería y pertrechos de guerra. El acopio de armas, víveres y tripulantes fue hecho en seguida, sin que como era natural el sigilo fuera absoluto y fue así como algo o mucho se traslució de la aventura. Los fondos parece que fueron obtenidos del empréstito que, de acuerdo con Novoa, consejero de Freire, gestionó Riva-Agüero.[/FONT]


    Fuente: "La Cuestión de los Barcos" escrito por el historiador Jorge Basadre


    Saludos
     
  7. Detruye Vaginas

    Detruye Vaginas Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Fue un arriendo de o un prestamo de Santa Cruz a Freire lo de las fragatas.
    En cuanto a Prieto, fue un soldado astuto.. aunque sus acciones en la batalla no me gustan
     
  8. PoSeIdOn ☭

    PoSeIdOn ☭ Usuario Casual nvl. 2
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  9. Tony W.

    Tony W. Usuario Nuevo nvl. 1
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    Entretenido tema.
    se agradece.
     
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