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Tema en 'Rincon Literatura' iniciado por Kaeleme, 28 Sep 2017.

  1. Kaeleme

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    El apego les impedía liberar el dolor, pues la larva seguía engullendo los interiores y creciendo a pesar del olvido. Transitaba entre músculos y huesos, royendo lo que estuviese a su paso. No tenía alimento favorito, lo suyo sólo era abrirse paso hasta su próxima etapa.

    El dolor clamaba por liberarse y sus piernas fueron los rieles para crear el camino del insecto. Ató uno de sus muslos y con un bisturí quirúrgico (pues aún temía al dolor como para rasgar su piel con sus propias manos) realizó una incisión hasta dar con la larva. Allí estaba envuelta en su crisálida, dura y punzante como aquel recuerdo. Dejó a un lado el bisturí y hundiendo sus dedos en la carne, la tomó hasta sacarla de su ser.

    La crisálida desató un hemorragia, pues era el tapón de su camino roído, fuera de su lugar, comenzaron a salir las emociones de la mujer. La rabia generó el impulso, mientras el odio se transformaba en palabras, el dolor (sí, aquel único que se manifestaba en un comienzo) se inmoló para iluminar la escritura, la pena daba toques literarios a las palabras, pues las metáforas, personificaciones, hipérboles, sinestesias y demases fueron “embelleciendo” la obra. Finalmente el cariño que originó todo, dio el click para enviar el escrito.

    La crisálida se transformó en mensaje, expandió sus alas dejando un halo de cianuro en sus labios, voló hasta su destinatario para sellar la recepción. Se posó en el pecho del individuo, punzó con su trompa hasta llegar a la sangre, comenzó a escarbar para anidar dentro del cuerpo, pero se topó con la oquedad. Ella llegó a una carcasa que ya estaba vacía, entendiendo que no tendría donde alimentarse, el mensaje voló entre la oscuridad chocando constantemente con la rígida estructura. Dentro de su limitada percepción, sintió cada vez que aquel oscuro reino empequeñecía, hasta el punto que los azotes contra la carcasa fueron más continuos. Cayendo al fondo del todo, sintió una larva arrastrándose hacia ella, era su gemela, un mensaje que, si bien no estaba cargado con la misma calidad del lenguaje su significado era similar, impedía que el apego se desvaneciera.

    Cada uno seguía enviando mariposas cargadas de afectos, esperando que al alimentarse, se devolviera para tener noticias de aquello, buenas o malas, el asunto era no desprenderse de ellas.

    El saber no las vuelve libres.

    Atte
    Klm