Cadenas

Tema en 'Rincon Literatura' iniciado por Kaeleme, 19 Dic 2016.

  1. Kaeleme

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    Era el frío de la sábana o simplemente el temor a que el hombre destapara las ropas y la encontrase semi-desnuda en la cama. Todas las noches se dormía con el mismo terror en sus venas. La pesada carga de estrés llegaba hasta su corazón y explotaba hacia el resto de su cuerpo, todo su ser se volvía pesado.

    El frío recorría su espinazo, finalizando donde el tipo gustaba lamer. Quería olvidar aquella sensación, pero los pasos y el frío volvían a recordar esa noche y las siguientes.

    Entre sus dientes se escapaban las negaciones, el “no” recurrente era recitado casi como un mantra, como si aquella pequeña palabra pudiese evitar el impulso sexual de su agresor. Imaginaba como las palabras rodeaban su cama y la envolvían en una protección casi mística contra la depravación.

    La apagada figura de su madre era un adorno más en esa vivienda, presa de la experiencia y un padre maltratador, buscó refugio en un hombre con características similares. Cada golpe que recibía era una muestra de un cariño mal entendido por la sociedad, cada puñetazo en el estómago era una crítica constructiva a que debía mejorar su rol como mujer. Ella nunca podría perdonarse no ser digna de aquel sujeto.

    El tipo era uno más dentro de la oficina de abogados, sin grandes casos de los cuales presumir, podía mantener una buena situación económica. Su esposa en casa, una hija realmente bella, que le recordaba a aquel amor de infancia que nunca fue correspondido, eran suficientes para su vida, pero siempre había más. Usaba su carisma para entablar más de una relación profesional con ciertos clientes, sobre todo mujeres que buscaban divorcio y él se los concedía, parte de sus comisiones eran pagadas con sexo, pero aún así siempre había algo que faltaba, esa pizca de enamoramiento que nunca más tuvo. Sexo por sexo simplemente facilitaba la satisfacción de su líbido, pero el animal en su interior aún clamaba por amor.

    El amor que buscaba no era otra que una ex compañera de la infancia, una chica que hasta el día de hoy, olvidó la existencia de ese demonio. Una niña con 13 años que prefirió estar con alguien más guapo en ese tiempo y nunca contestar la declaración de amor del animal. En su facebook aún aparecía el nombre completo de ella, por lo que era fácil de investigar, Seguía sus pasos casi 3 veces por semana. A veces quería dejar esa manía, pero volvía a inmiscuirse en una vida totalmente ajena.

    La vida de la chica rondaba respecto a su trabajo, su carencia intelectual sólo la llevó un empleo de medio tiempo sin mayor responsabilidad, una secretaria part-time para atender personas que entraban al hall de la gran empresa. Su belleza y carismas complementaban la carencia en sus estudios. Si tan solo nunca hubiese tenido esa relación en la que nació Bastían, ella podría haber optado a algo más, a una pareja estable, una mejor profesión e incluso vivir fuera de la casa de sus padres.

    Sus padres siempre aceptaron que su hija era un regalo, pues su madre había tenido más de 10 pérdidas antes de concebirla, un embarazo arriesgado que la obligó a estar gran parte de las 40 semanas en cama. Su infancia fue marcada por la sobreprotección y en la adolescencia, su hija quedó embarazada. El padre de Bastían desapareció junto al futuro de la niña, pero sus padres se encargaron de cuidar de ella y del niño. La chica nunca logró asumir la responsabilidad de sus actos, pues allí donde debía poner fortaleza, estaban los hombros de sus padres para apoyarla. Ella nunca logró explotar su potencial y se conformó con ser lo suficiente para su familia.

    Bastían creció teniendo dos madres, su abuela y su mamá. En su habitación jugaba con sus autitos mientras pensaba lo afortunado que era al tener dos mamás, cuando algunos sólo tenían una o incluso ninguna, como Fernando.

    Fernando era un compañero de colegio de Bastían, un niño que fue salvado de una madre drogadicta mientras él apenas era un bebé. La escena de su rescate fue dantesca, su madre se inyectaba heroína mientras se excitaba con la lactancia de su bebé, luego se masturbaba mientras Fernando seguía amamantando. Cuando llegó la gente de la OPD, la madre repartió improperios a todos los presentes, siendo el último mensaje para su hijo, “crío ql”. Con esa carga tácita, Fernando creció en un hogar de acogida y luego fue adoptado por su familia, y cuando reconoció que su apariencia era distinta a la de sus padres le contaron la verdad, (no toda claro está, pero si la que necesitaba saber, no tenía ni padre ni madre biológica)

    Los rumores vuelan y nadie sabe como en el colegio y los niños se enteraron de la situación de Fernando, pero ya tenía en su frente la estampa de “guacho”

    Guachos han existido muchos durante la historia de esta patria y guachos también quedan las niños con frío en sus camas pidiendo ayuda, rezando a dioses que nunca hacen su aparición para evitar una situación que con un poco de atención, se podrían seguir evitando, pero las cadenas son pesadas y más fuertes, los lazos que unen una historia con otra, terminan por olvidar el primer eslabón de una cadena.


    Atte
    Klm