“La gente quiere saber , ¿ Hubo Sexo entre los Mineros ? "

“La gente quiere saber sobre situaciones morbosas que pudieron pasar en la mina”



La Nasa lo calificó de un líder natural. Sin proponérselo, posee el récord guinness del hombre con más tiempo debajo de la tierra. Sin embargo, mantiene la humildad a ras de piso para no perder la brújula que lo guía hacia nuevos horizontes.

—”Aló, ¿con quién hablo?”, dijo el ministro de Minería.
—”¿Me escucha?”, pregunta la voz del otro lado.
—Lo estamos escuchando todos fuerte y claro, ¿quién habla?, insiste el funcionario.
—”Está hablando el jefe de turno, Luis Urzúa. Estamos bien, esperando que nos rescaten”.

Hace dos años, el 5 de agosto de 2010, 33 mineros del país austral quedaron atrapados tras un derrumbe en la mina San José. Aquel accidente corrió como pólvora alrededor del mundo hasta convertirse en uno de los acontecimientos mediáticos más impactantes en los últimos tiempos.

Y no era para menos: Los trabajadores estuvieron 69 días a casi 700 metros de profundidad, en medio de uno de los desiertos más áridos del mundo. Frente a los televisores, el planeta se comía las uñas a la espera de saber si estaban vivos o muertos. Así, tras 17 días de aislamiento total y con la comida contada, a través de una sonda llegó el mensaje escrito con la buena nueva: “Estamos bien en el refugio los 33”.

Urzúa, el jefe de los mineros, habló con PANORAMA. Él ejerció el liderazgo debajo de las rocas. Le tocó poner orden en medio de aquel caos inicial y, sobre todo, mantener el ánimo del grupo en alto.

El capataz no solo fue el último en salir, sino también el primero en entablar una conversación con el exterior. En aquella oportunidad, con el ministro Laurence Golborne.

Entre cámaras, reflectores y periodistas de los cinco continentes, cada uno de los 33 mineros fue recibido en la superficie como un héroe. El presidente Sebastián Piñera estaba allí para abrazarlos a medida que dejaban atrás la oscuridad y el calor del socavón.

Pero, ¿qué ha sido de la vida de Urzúa?

El topógrafo de 56 años dice que muy pocos lo reconocen en el metro de Santiago de Chile. Pasar desapercibido para él tiene poca importancia porque, ante todo, la humildad por delante.

Ahora, junto con otros dos mineros, ha creado una empresa que dicta charlas motivacionales. Otros mineros del grupo, por cierto, han emprendido iniciativas similares.

—¿Cómo le ha ido a usted en la vida dos años después?
—Dicto charlas de motivación relacionadas con el trabajo en equipo. Estamos enfocados en algunas empresas, capacitando al personal para contribuir con el mejoramiento del personal. Contamos lo que vivimos en la mina porque es una información que puede ser importante para todas las personas en el ámbito laboral, incluso, para las nuevas generaciones que quieran trabajar en la minería.

—La exposición mediática a la que usted y el resto de los mineros fueron sometidos le ayudaron a darse a conocer, pero ¿ha sido más fácil desarrollar la vida y la empresa de esta manera?
—Cuando sucede algo en la vida de la magnitud de lo que nos ocurrió a nosotros, siempre hay un cambio. Y eso fue lo que nos sucedió: La vida nos cambió de la noche a la mañana. Sin embargo, ha sido difícil porque ahora incursionamos en actividades distintas a las que hemos estado acostumbrados. Somos varios grupos de mineros involucrados en contar lo que nos ocurrió. Mi grupo lo conforman Jorge Galleguillos y Juan Carlos Aguilar. Nos han invitado a distintos lugares para que contemos nuestro testimonio. Aquí en Chile los recuerdos de lo que pasó todavía están muy vivos.

—Cuando camina o se moviliza por el metro de Santiago de Chile, ¿la gente lo reconoce?

—Muy poco. Lo que pasa es que eso no nos interesa porque no somos estrellas de Hollywood o de la televisión. Hemos asumido nuestra experiencia con mucha humildad y con fe en Dios. Esto es realmente lo más importante.

—Noto que usted es un hombre creyente, no obstante, era ¿usted una persona de fe antes del accidente?

—Sí, bastante. Hay que tomar en cuenta que los mineros por lo general somos personas de profunda fe.

—¿Se ha fortalecido esa fe o se ha mantenido estable desde entonces?

—La he podido fortalecer porque fue Dios quien permitió que se produjera nuestro milagro.

—¿Cuáles países ha conocido como invitado?

—China, Japón, Portugal, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos. Ninguno de América del Sur.

—¿Qué es lo que más le preguntan cuando imparte las charlas sobre su experiencia?

—La gente quiere saber sobre situaciones morbosas que creen pudieron haber ocurrido en la mina. Pero nada de eso pasó, ya estamos acostumbrados a esas preguntas. Lo que hacemos es hablar con la verdad por delante. Siempre decimos que Dios nos protegió y que las oraciones contribuyeron para que los trabajos de rescate salieran adecuadamente.

—Usted tiene el récord de ser el hombre que más tiempo ha permanecido debajo de la tierra, ¿cómo se toma esta marca universal?

—Es un récord Guinness que yo no busqué. No es algo que me llene mucho de orgullo porque fue un accidente que nunca debió haber pasado.

—¿Tuvo usted pesadillas?

—No, nunca he tenido pesadillas relacionadas con aquella experiencia.

—Entonces, ¿regresará a la mina en algún momento?

—No regresaré, precisamente porque estamos concentrados en nuestras charlas. Lo que vivimos en la mina San José es digno de ser contado al mundo.

—Y ¿cómo marcha la seguridad en las minas chilenas?

—Se ha avanzado porque en el Congreso se trabaja con varias leyes relacionadas con la actividad minera. Los legisladores están discutiéndolas.

—¿Qué fue lo primero que pensó cuando salió de la mina?

—Lo primero que se me vino a la mente fue, precisamente, que este tipo de accidentes no deben repetirse ni en Chile ni en el mundo. Los empresarios deben velar por la seguridad de sus trabajadores y de la empresa como tal, no pueden estar pensando únicamente en enriquecerse con el esfuerzo de los trabajadores.

—Su madre ha dicho que usted llevó la batuta entre siete hermanos, ¿cómo le ayudó esto para liderar luego el grupo de los mineros atrapados?

—Me ayudó mucho, porque la familia es la mejor universidad de la vida.

—¿Es cierto que su padre biológico fue asesinado por la dictadura militar y que luego su padrastro falleció en las llamadas caravanas de la muerte?

—Es una mentira que escribieron algunos diarios. Ninguno de los dos fue asesinado. Lo que pasa es que hubo personas que mientras estábamos atrapados trataron de sacarle provecho a la situación, sin que nosotros pudiéramos hacer algo para clarificarlo.

—Dos años después de haber salido del socavón, ¿cuál es su reflexión?

—La reflexión más grande es estar consciente del gran esfuerzo que hizo Chile como país para poder materializar el rescate. Hubo negligencia de algunas entidades al principio, pero luego se logró rectificar y obtener el resultado que se buscaba.


—¿Cuál fue el momento más difícil allá abajo?

—Me gustaría compartir algunas cosas, pero no podemos porque se realizarán películas. Hay derechos reservados.

—Y ¿cómo marcha ese par de proyecciones?

—Estamos trabajando en eso. Una película la harán en Hollywood, allá tienen también unos derechos. Hay otra que hacemos en Chile.






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