En un matrimonio...

Coincidimos en un matrimonio. Era el casamiento de esos amigos que pensabas nunca se casaría.

No nos veíamos desde hace mucho tiempo, ni siquiera habíamos hablado. Pero secretamente sabíamos que nos íbamos a ver.

Nos buscamos con la mirada, con las ganas locas de saludarnos, de acercarnos.

Yo estaba acompañada de mi esposo y él de la suya. Me vestí y me arreglé como nunca. Con vestido rojo (amo ese color). Y para sentirme más sexy no me puse ropa interior. Me recogí el pelo como a él le gustaba. Lo volvía loco mi largo cuello.

En un momento fue inevitable toparnos. Nos saludamos los 4 e hicimos las presentaciones correspondientes. No sé si fue idea mía, pero sentí lo incómodos que estaban nuestras parejas. Imaginé que la tensión sexual y la química entre nosotros eran palpables en el ambiente.

Toda la fiesta fue un continuo tratar de mirarnos, claro que sin ser tan obvios para los demás.

Me paré varias veces de la mesa en que estaba y podía sentir como me desnudaba entera con su mirada, tal vez imaginando mi cuerpo una vez más. Y sabía como lo excitaba mi trasero y mis largas y gruesas piernas.

Cuando me vio bailar, no me quitó la vista de encima, mientras tomaba un trago en la barra. Yo… yo bailaba para él.

Había tenido el mejor sexo de mi vida con él.

En medio de la presentación de las fotografías de los novios, me dirigí al baño.

Si lo conocía tan bien… él me seguiría.


Se metió a escondidas y me agarró de la cintura.

- Sabes que me vuelves loco ¿cierto?... Lo sabes.
- Lo sé- dije entregándome por completa.

Me metió la mano bajo el vestido y descubrió mi pequeño secreto...

- Lo sabía- me dijo.

Nos encerramos en uno de los baños. Me puso de espalda a él y me subió el vestido. Su dedo ya estaba dentro de mi vagina. Me besó el cuello y me lo lamió.

- ¿Qué haces con él?-preguntó
- Lo mismo digo.
- Tú eres solo mía.


Sacó su gran pene del pantalón formal que traía puesto y me lo metió. Habíamos tenido toda la noche para estar listos… mojados y listos.

Podíamos escuchar como entraba y salía gente del lugar. Me tapó la boca.

- Eso no lo has cambiado- me habló al oído- No puedes quedarte callada.

Más me excitó que me sujetara, fuerte y suave.

Estaba rico... Se sentía rico, tal como lo recordaba. Grande y duro. Me dio contra la pared de pie y semisentados.

Hizo que me viniera y luego bajé a chupárselo. Quien tuvo que contener ahora los gemidos, fue él.

Salió su semen... exquisito como lo recordaba.



- ¿Dónde estabas?- preguntó mi acompañante- Te demoraste...
- Si. Me encontré con gente conocida.
- Te ves muy rica, quiero metértelo cuando lleguemos...
- Claro que si...