Metáforas y mitos

Y lo más fácil para evitar verte, fue lanzarme al vacío.
No hubo lapso de consideración, no hubo análisis de los costos/beneficios de mi acción, sólo huí desesperado de aquel dolor agobiante. El sólo pensar que aquello tocaría mi ser me llevó a la imprudencia.

Ni en caída libre pude librarme de la angustia, pues tan rápido como salté, la desesperación siguió mi camino,
Quiero morir, azotarme en el suelo, perder la consciencia y que esta maldita sensación desaparezca. Quiero evitar que tu aroma entre por mis poros, que cada centímetro que me acerco al piso tu presencia me embriaga y me frena. Caigo con fuerza, con cada metro potenciado por la velocidad y el recuerdo. Intenté alejarme de una sensación que vivía en mi cuerpo. La locura ni la cordura pudieron con ella, una evitó sentirla y la otra creerla, pero aún así se presento como soberana de mis emociones.

Aún sigo cayendo, hundiendo mis dedos en mis brazos, aferrado al último anhelo que me queda, que la caída llegue pronto a su fin. Un azote, un simple golpe seco retorciendo mi interior y liberando mi mente de tus pensamientos. Que se esfumen tus recuerdos, que cada milímetro de dolor producto de la caída, libere millones de imágenes que te evocan. Quiero quedar vacío, quebrado en un suelo del que nunca debía despegar.
Quiero ese golpe, quiero que la caída termine pronto, quiero evitar que la esperanza me alcance y que me eleve, nuevamente, más arriba desde donde volveré a huir.

El juego eterno de la desesperación, el Sísifo moderno.

Atte
Klm