Un espectáculo maravilloso se presentó frente a mis ojos esta tarde: delantales típicos de parvularias salieron rápidamente; y dejaron al descubierto a las mujeres voluptuosas que siempre han sido mi preferencia. Las miradas sensuales y las risas de esas mujeres, con cuerpos reales y contundentes, pusieron contra las cuerdas mi moral estoica. Incluso este servidor recibió comentarios pícaros cuando chocaron los vasos de brebaje espirituoso. En esa mesa vergel de cerveza y complicidad; e impregnada de aire marino. Buen término de jornada, la verdad. Haces bien, gran amigo mío, ésta vida sólo se vive una vez. No sigas mis consejos moralistoides como la reverenda polla. Tu mujer prohibida demostró que es una alegría para ti.