[HC] Guerra con los mapuches

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por kyo, 30 Ene 2013.

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  1. kyo

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    La Guerra de Arauco fue el conflicto que enfrento a los criollos con los Mapuches. Esta duro desde la llegada de los Españoles hasta fines del siglo XIX, cuando se dio la Pacificación de la Araucanía

    Guerra de Arauco


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    La Guerra de Arauco fue el enfrentamiento que se dio por casi tres siglos entre los Mapuches y los hispano-criollos, y posteriormente con los chilenos. A lo largo de la guerra hubo períodos de mayor y de menos intensidad.
    La guerra puede ser dividida en las siguientes etapas:​
    - Guerra Ofensiva: desde la llegada de los españoles hasta el desastre de Curalaba en 1598.

    - Guerra Defensiva: de 1612 a 1626.
    - Guerra Ofensiva: de 1626 a 1662 ​
    - Sistema de Parlamentos: desde 1654

    Durante todo el siglo XVI se dieron una serie de enfrentamientos entre los españoles y los mapuches. Estos terminaron con un alzamiento general de los indígenas al sur del BioBio, conocido como el Desastre de Curalaba. En la batalla murió el gobernador Martín García Oñez de Loyola.

    Este desastre marcó el fin de la Conquista. Curalaba también constituía el mayor revés para los españoles en tierra americana, ya que el terreno perdido no volvería a recuperarse, efectivamente, en los doscientos años siguientes. Una de las primeras medidas tomadas por la corona española para ordenar el descalabro generado tras Curalaba, donde muchos asentamientos terminaron saqueados y totalmente destruidos, fue el nombramiento de un hombre con experiencia en la resolución de conflictos: Alonso de Ribera. Este militar español se había destacado en las guerras de Italia y de Flandes y parecía ser la persona idónea para pacificar una de las zonas que más problemas, bajas humanas y pérdidas de recursos habían ocasionado a los españoles.

    Tras su arribo al país, el nuevo gobernador constató la existencia de un ejército improvisado y carente de disciplina militar. Por ello, Ribera fijó como uno de sus primeros objetivos la profesionalización de las tropas. Así, aplicando un estricto régimen y organización interna, consiguió ordenar a los militares.​
    En 1604 el rey de España Felipe III emitió una Real Cédula que autorizaba la creación de un ejército permanente en la región y el envío de dinero y especies desde el virreinato del Perú para apoyarlo. Gran parte del dinero sería destinado a financiar los sueldos de los soldados.

    Al mismo tiempo, Ribera logró definir importantes tareas al interior del ejército y levantar una serie de fuertes en la zona norte del río Biobío, estableciendo una especie de frontera entre los españoles y los indígenas combatientes. Esto calmaría los enfrentamientos entre los bandos, los que se limitarían a las malocas (entradas violentas de españoles en zona mapuche para buscar esclavos) o a los malones (asalto de los indígenas a los asentamientos españoles).

    Debido a la falta de indígenas para el trabajo en las haciendas, la Corona decretó en 1608 la esclavitud de los aborígenes detenidos en la guerra, y su valor era repartido entre el gobernador, los oficiales y los soldados. Con esto, el concepto de esta guerra fue cambiando, organizando expediciones con el pretexto de atacar a aborígenes subversivos; pero el verdadero motivo era capturar esclavos, lo que se conoció con el nombre de malocas. Los aborígenes, por su parte, efectuaban malones o ataques sorpresivos a las estancias o lugares fronterizos para robar ganado, mujeres y niños.



    El comercio y el mestizaje

    A pesar de la violencia existente entre aborígenes y españoles, desde su primer encuentro tuvieron necesidad de intercambiar bienes y productos. Los aborígenes se inclinaban por los artículos de hierro, géneros y baratijas; pero por sobre todo les interesaba el aguardiente y el vino. Por su parte, los españoles, requerían ponchos, alimentos y ganado. Durante el siglo XVIII el comercio entre los dos bandos estaba absolutamente organizado.​
    El contacto entre ellos los llevó no solo a adquirir productos materiales, sino a mezclarse unos con otros. Los españoles vivían con varias indias, mientras los indígenas tomaban prisioneras a mujeres blancas. Con esto, se llevó a cabo un largo proceso de mestizaje; el mestizo se convirtió en el símbolo de la unión entre dos pueblos.


    La guerra defensiva


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    A comienzos del siglo XVII hubo un cambio en la estrategia de la guerra, producto de las ideas de fray Bartolomé de Las Casas. Tras su ordenamiento como sacerdote, el español De Las Casas conoció la realidad vivida por los indígenas después del arribo de los conquistadores, lo que lo llevó a impulsar una campaña para terminar con los abusos e injusticias. Su determinación fue tal, que incluso llegó hasta la corte real a exponer sus ideas, las que fueron escuchadas y también implementadas.
    Aunque como integrante de la Iglesia Católica, el fray condenaba muchas de las creencias de los nativos (como los cultos politeístas o la poligamia), criticaba el modo en que se les trataba. Para él, la evangelización no justificaba la utilización de la violencia desmedida ni tampoco las continuas humillaciones por las que tenían que pasar los indios.
    Si bien las ideas del padre De Las Casas fueron postuladas al otro lado del Atlántico, hubo quienes hicieron eco de ellas, llegando hasta nuestro territorio. De la mano de los integrantes de la Compañía de Jesús, y basándose en las ideas evangelizadoras y pacifistas, se impulsó entonces la llamada guerra defensiva, que consistía en eliminar todos los métodos violentos de conquista, pacificando a los insurgentes a través de la evangelización. El gran promotor en Chile de esta idea fue el padre jesuita Luis de Valdivia, quien consiguió el apoyo de Felipe III para concretar su estrategia. De vuelta en el país y cuando el conflicto recrudecía en el sur, Luis De Valdivia convocó a una reunión a los loncos de Concepción, en 1612, para explicarles el acuerdo de paz. Los europeos respetarían sus tierras, a cambio de que ellos permitieran el ingreso de misiones evangelizadoras.


    Los jefes mapuches aceptaron el trato, pero bastaría solo una provocación para que los planes de paz fracasaran. En una de las primeras misiones, los mapuches dieron muerte a tres sacerdotes, tras torturarlos con gran crueldad. Con ello se colocaba fin a uno de los proyectos más optimistas y menos violentos para terminar con el conflicto en Arauco.
    La guerra defensiva contempló los siguientes aspectos:
    - Se mantuvo la línea defensiva en el Biobío, prohibiendo a los militares pasar más allá.
    - Se mantuvo el ejército permanente.
    - Se estudió un sistema de tributos para los araucanos, que reemplazaría el trabajo en encomiendas.
    - Se suspendió la Real Cédula que declaraba esclavos a los aborígenes.
    - Se perdonó en nombre del rey a todos los rebeldes.



    El padre Valdivia debía organizar la predicación entre los araucanos, pero a pesar de sus esfuerzos y los del gobernador Alonso de Ribera, la guerra defensiva no prosperó. Mapuches y españoles continuaron luchando. Este tipo de guerra existió legalmente hasta el año 1626, cuando Felipe IV autorizó volver a la guerra ofensiva y declaró vigente la Real Cédula de 1608, que hacía esclavos a los rebeldes.



    La vida en la frontera

    Cuando finalizó la Conquista, a fines del siglo XVI, los araucanos no habían podido ser sometidos por los españoles, por lo que se hizo necesaria una nueva estrategia para enfrentarlos. Durante este período hubo numerosos desastres, ciudades saqueadas, quemadas y abandonadas a su suerte luego del triunfo mapuche en Curalaba en 1598, donde además fue derrotado y muerto el gobernador Martín García Óñez de Loyola. Ante esto, los españoles renunciaron por el momento a la conquista de la Araucanía, conformándose con una frontera en el río Biobío

    En este período fue nombrado gobernador Alonso de Ribera (1601-1605), quien se dio cuenta de que no era posible derrotar a los mapuches si no contaban con un ejército profesional. Para esto, pidió al rey Felipe III la autorización y los medios para crearlo, formándose así en 1604 un ejército de carácter permanente y pagado, integrado por más de 1.500 soldados.

    Mientras, Ribera levantaba numerosos fuertes en la margen norte del Biobío, dividiendo el mundo indígena del mundo europeo; se encargó de elaborar tácticas de guerra y preparar todos los elementos logísticos que requería su ejército. Con esto, se puso fin a la guerra ofensiva que caracterizó el período de la Conquista. En 1605 asumió como gobernador Alonso García de Ramón, quien se mantendría en el poder hasta 1610.

    La guerra ofensiva


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    Como el sistema del padre Luis de Valdivia no funcionó en 1626 se volvió al sistema ideado por el gobernador Alonso de Ribera, que consistía en una frontera fortificada con fuertes que debía ir avanzando lentamente.


    El regreso de los combates ofensivos no solo se justificaba por el absoluto fracaso del plan del padre Luis de Valdivia, sino que también permitía la captura y esclavización de los indígenas sorprendidos con armas los que, en gran cantidad, fueron destinados como mano de obra en las estancias.


    Se volvía así a una serie de enfrentamientos sangrientos, que arrojaban una gran cantidad de muertos y prisioneros de ambos bandos. En la mayoría de las ocasiones, los españoles solo buscaban provocar a los indígenas para capturarlos como esclavos, mientras que los mapuches respondían con violentos saqueos a las estancias, asolando cultivos y poblados enteros.



    El sistema de parlamentos


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    Desde siempre fue muy importante para la Corona incorporar a los aborígenes a la fe cristiana, apoyando constantemente esta iniciativa, moral y económicamente. La Compañía de Jesús fue la encargada de llevar a cabo la misión de evangelizar a los indígenas, estableciendo misiones en el sector de la frontera y en el interior del territorio araucano.

    Pero esta tarea no solo tuvo carácter religioso, sino que además desempeñó un papel de encuentro en la vida fronteriza, donde los evangelizadores criaban a niños indígenas, ayudaban a los enfermos y acogían a los viajeros.

    En 1639 asume el poder un nuevo gobernador, Francisco López de Zúñiga, partidario de buscar un entendimiento con los araucanos, apoyado por los jesuitas. En 1641 realizó una gran reunión o parlamento de Quilín con los principales jefes mapuches, donde hubo grandes banquetes, discursos, regalos y promesas de paz y amistad por ambos bandos. Los españoles reconocieron la libertad de los araucanos en sus territorios y estos permitieron el ingreso a la Araucanía de sacerdotes misioneros.

    Sin embargo, estos planteamientos incluían solo al grupo familiar, por lo que los que no estuvieron presentes continuaban con los malones en forma aislada, a lo que los españoles respondieron con nuevos ataques, convirtiendo a la frontera del Biobío en una región en continua guerra.

    Los parlamentos siguieron celebrándose cada vez que asumía un nuevo gobernador, pero ninguno dio frutos. El último de la época colonial fue convocado por Ambrosio O’Higgins, en Negrete (1793).

    Estos parlamentos, más la labor de los misioneros y la influencia de los comerciantes, fueron configurando un especial modo de vida fronteriza. En la práctica, el límite se constituyó en una zona de intercambio que favorecía tanto a los españoles como a los indígenas. Estos últimos adquirían artículos de hierro, géneros, caballos, vino y aguardiente. Por su parte, los españoles requerían ponchos, alimentos y ganado.

    Zonas de pacificación

    Aunque los parlamentos no lograron la pacificación y el control total de la zona de conflicto, sí permitieron establecer una serie de asentamientos al sur de la línea de fuego del río Biobío.​
    De esta forma se explica la creación de pequeños poblados como Lota, Arauco, Nacimiento, Negrete, Angol, Paicaví, Purén, Repocura y Boroa. Uno de los principales objetivos de su creación era asegurar una red de comunicación efectiva entre las ciudades de Concepción y Valdivia.​
     
  2. Ging Freecs

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    Como he leído por ahí, en el norte los grandes imperios caían ante los españoles en el sur un pueblo desconocido mantenía una lucha agotadora para los españoles. sin duda un gran hito.
     
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