[HC] Patria Vieja (1810-1814)

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por kyo, 30 Ene 2013.

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  1. kyo

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    Junta Queremos!


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    Fernando Márquez de la Plata
    fue nominado como vocal de
    la Primera Junta de
    Gobierno (1810).


    Toro Zambrano debió enfrentar las presiones relacionadas con la idea de crear una Junta de Gobierno, que provenían del Cabildo; pero también la propuesta absolutista, que tenía la Audiencia, y que esperaba mantener el rígido control del Estado colonial.

    La tensión que la situación generaba era grande e, incluso, algunos grupos armados recorrían las calles de Santiago. Toro Zambrano no tuvo más alternativa que convocar a una asamblea para el día 18 de septiembre de 1810, a la que asistieron cerca de 450 personas. La mayoría de ellas comenzó a gritar "¡Junta queremos!", como una forma de constituir un gobierno más participativo para defender los intereses del pueblo, pero manteniendo lealtad al rey.

    De esta manera, se estableció una Junta de Gobierno, que era un organismo transitorio y de representación limitada, pues solo estaba formada por los vecinos de Santiago. Su mandato se extendería hasta la reunión de un Congreso Nacional. Los integrantes de la Primera Junta de Gobierno fueron: Mateo Toro Zambrano, como presidente; el obispo José Martínez de Aldunate,
    como vicepresidente; Juan Martínez de Rozas, Fernando Márquez de la Plata, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina, como vocales, mientras que Gregorio Argomedo y Gaspar Marín fueron designados como secretarios.

    Esta Junta creó nuevos cuerpos militares, decretó la libertad de comercio con España y otros países y estrechó relaciones con la organización homónima de Buenos Aires. Es decir, se dieron los primeros pasos en los objetivos de los criollos por lograr cambios administrativos y marcando, además, el inicio del período conocido como Patria Vieja.
    El primer Congreso nacional

    Los partidos, como se llamaban las divisiones territoriales, eligieron sus diputados, pero en Santiago el proceso se vio atrasado debido a un movimiento militar encabezado por Tomás de Figueroa, el que fue controlado. Finalmente, el Congreso inició sus sesiones el 4 de julio de 1811 y contó con 42 diputados; fue presidido, inicialmente, por Juan Antonio Ovalle.

    Los diputados que componían este organismo se dividieron en tres tendencias: la mayoría pertenecía al grupo de los moderados, que tenían la intención de emprender solo reformas, sin apurar la independencia; los exaltados, que querían la ruptura con España y la formación de una república, y los realistas, que se oponían a cualquier reforma que no fuese reconocida por las autoridades españolas.​
    En el Congreso se fue implementando una serie de reformas de características moderadas, las que provocaron la molestia de los exaltados, quienes querían dar más pasos hacia la Independencia.

    Los permanentes conflictos entre estos grupos fueron controlados por un golpe de Estado dirigido por el criollo José Miguel Carrera el 4 de septiembre de 1811. Carrera cambió la composición del Congreso y, así, los exaltados pasaron a formar el grupo mayoritario, permitiendo que los criollos que buscaban la independencia tuvieran la oportunidad de organizar una nueva Junta Ejecutiva.
    Esta implementó una política algo más reformista, que se tradujo en decisiones como la creación del Supremo Tribunal de Justicia (en reemplazo de la Audiencia); prohibición de enterrar a los difuntos en las iglesias y orden de levantar cementerios; creación de la provincia de Coquimbo; oficialización de las relaciones con Buenos Aires; ruptura de los lazos con el Perú, y, sin duda, la más importante, la ley de libertad de vientre, que declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos en Chile.

    Pero la estabilidad de la Junta pronto se vio alterada. José Miguel Carrera comenzó a discrepar con algunos miembros del Congreso y decidió asumir la dirección de los asuntos públicos.

    Luego, junto a sus dos hermanos, protagonizó un segundo golpe de Estado el 15 de noviembre de 1811. En esta segunda intervención militar, Carrera decidió disolver el Congreso (diciembre de 1811) y con esta acción tomó el control total. Su administración se caracterizó por la generación de importantes reformas que buscaban preparar a los chilenos para la lucha por la Independencia. De esta manera, bajo el mandato de Carrera se editó el periódico Aurora de Chile, que promovía las nuevas ideas políticas; se dictó un reglamento constitucional provisorio (ver recuadro), se establecieron relaciones diplomáticas con EE.UU. y se sentaron las bases para la creación de la Biblioteca y el Instituto Nacional.​
    La reacción española

    Las reformas realizadas y el avance de las ideas independentistas no eran del agrado del virrey del Perú, José Fernando de Abascal.​
    Por ello, aprovechando un movimiento contrarrevolucionario que se dio en el sur de Chile, envió fuerzas al mando del brigadier Antonio Pareja (enero de 1813).​
    Pareja desembarcó en Chiloé y Valdivia y logró reclutar alrededor de 4.000 soldados, con los que llegó a Talcahuano, tomando ese puerto y el de San Vicente y, luego, las ciudades de Concepción y Chillán, donde completó un ejército que bordeó los 6.000 hombres.

    Los avances de la causa independentista estaban en peligro y, por ello, el Senado nombró una nueva Junta de Gobierno, que quedó compuesta por José Miguel Infante, Francisco Antonio Pérez y Agustín de Eyzaguirre. Mientras que Carrera asumió el cargo de general en jefe del Ejército para combatir contra las tropas realistas. Este, con ayuda de Juan Mackenna y Bernardo O'Higgins, organizó un ejercito que alcanzó los 4.500 hombres.

    Las primeras confrontaciones entre realistas y revolucionarios fueron en Yerbas Buenas (abril de 1813) y San Carlos (mayo de 1813), sin resultados muy decisivos. Por esos días, Pareja enfermó gravemente y murió. Su sucesor fue el capitán Juan Francisco Sánchez.

    Los independentistas recuperaron Concepción y marcharon hacia Chillán (agosto de 1813) donde estaban refugiados los realistas. Sitiaron la ciudad a la espera de su rendición, pero la operación fue un desastre porque las tropas de Carrera no lograron soportar el crudo y lluvioso invierno. Finalmente, el sitio fue levantado.
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    Fn la batalla de El Roble, los
    patriotas fueron sorprendidos
    por las tropas de
    Juan Francisco Sánchez

    En octubre de 1813, las tropas realistas sorprendieron a los patriotas que acampaban en El Roble (cerca del río Itata). El enfrentamiento pudo terminar en una catástrofe para las fuerzas criollas, si no es por la oportuna acción de O'Higgins, quien comandó una arremetida que logró vencer a sus enemigos.​
    Debido a las erradas decisiones de Carrera y su obstinado afán de poder, la Junta decidió reemplazarlo en su cargo de general en jefe, por O'Higgins (enero de 1814). En su regreso a Santiago, el sustituido militar fue tomado prisionero -junto a su hermano Luis- por un grupo de realistas.​
    Campaña de 1814

    Días después de que O'Higgins asumiera el cargo de general en jefe, una nueva fuerza realista desembarcó en Talcahuano. Esta estaba comandada por el militar español Gabino Gaínza (quien reemplazó a Sánchez). Poco después, en marzo, Talca caía bajo su dominio.
    En tanto, en Santiago la Junta se disolvió y le entregó el mando a un director supremo, el coronel Francisco de la Lastra (14 de marzo de 1814).​
    Mientras tanto, las tropas de O'Higgins y Mackenna se enfrentaron a los realistas en los combates de El Quilo y Membrillar, sin existir un claro vencedor.​
    A continuación, ambos mandos iniciaron una marcha paralela rumbo a Santiago, encontrándose en Cancha Rayada (29 de marzo) donde los realistas vencieron. Sin embargo, estos fueron alcanzados y derrotados en Quechereguas (8 de abril) por los patriotas, provocando el repliegue de los españoles a Talca.

    Las fuerzas de Gaínza lograron lo suyo al apoderarse nuevamente de Concepción, lo que implicaba el predominio de los españoles sobre el sur del país.​
    En esta etapa, las hostilidades no daban ventaja a ninguno de los bandos, por lo que se necesitaba una tregua. Además, tanto el director supremo como el virrey del Perú comenzaron a sentir el gasto económico y las pérdidas humanas que representaban los combates.

    Por lo anterior, Fernando de Abascal envió a Chile al comodoro inglés James Hillyard, quien sirvió como mediador. Tras largas negociaciones se firmó el tratado de Lircay (3 de mayo de 1814) en

    el que se estipulaba el fin de los enfrentamientos.
    A pesar de este pacto, ni los realistas ni los revolucionarios pensaron en cumplir con lo acordado en el tratado y ocuparon el tiempo de tregua para reponer fuerzas y planificar sus operaciones.

    O'Higgins Versus Carrera



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    En 1813, José Miguel Carrera
    asumió el mando de las fuerzas
    patriotas. Francisco de la Lastra
    fue nombrado director
    supremo en 1814.

    Tras obtener la libertad, los hermanos Carrera quedaron bajo vigilancia en Chillán. Pero José Miguel no tardó en fugarse y partió a Santiago, en donde se alió con otros criollos que no estaban de acuerdo con el tratado de Lircay, para dar un nuevo golpe de Estado (el tercero) el día 23 de julio de 1814, con el que que depuso a De la Lastra.

    La acción de Carrera no agradó a O'Higgins (que se encontraba en Talca) y decidió ir a la capital a enfrentarlo. Pero sus tropas fueron derrotadas por los carreristas, al mando de Luis Carrera, en las Tres Acequias (26 de agosto).​
    O'Higgins se retiró al sur con el fin de volver a la carga, pero al enterarse del desembarco de tropas españolas al mando del general español Mariano Osorio (reemplazante de Gaínza), decidió dejar de lado sus diferencias con Carrera y se puso bajo sus órdenes.​
    Fin de la Patria Vieja

    Los patriotas querían evitar que Osorio llegara a Santiago, por lo que el general Bernardo O'Higgins y Juan José Carrera se atrincheraron en la plaza principal de Rancagua con un batallón de 1.700 soldados (alcanzando apenas el 40% de los efectivos de Osorio). El enfrentamiento se produjo en la madrugada del 1º de octubre, cuando Osorio y sus hombres atacaron a los patriotas.​
    Estos se defendieron como pudieron; sin embargo, ya al día siguiente O'Higgins sabía que todo estaba perdido y ordenó la retirada (quedaban vivos casi 300 patriotas) atravesando a caballo las trincheras enemigas. Este enfrentamiento fue conocido como el desastre de Rancagua y marcó el fin de la Patria Vieja.​
    Osorio, entonces, tuvo el camino abierto hacia Santiago. Pronto se haría cargo de la administración de Chile.

    Mientras, los patriotas que salvaron ilesos de la batalla huyeron a Mendoza (donde los recibió José de San Martín) y lo mismo hicieron algunos ciudadanos de Santiago quienes escaparon debido al temor a una represión realista.
     
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