Balmaceda y la guerra civil de 1891

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por elkan, 8 Ene 2011.

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  1. elkan

    elkan Usuario Casual nvl. 2
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    Es lamentable ver como al pasar de los años se ha ido perdiendo el interés por la Patria. Por nuestra historia, por nuestros emblemas y por quienes dieron su vida por hacer de Chile una gran nación.
    En los colegios se enseña mucha Historia Universal, pero muy poca Historia Chilena. Los jóvenes solo conocen nuestros héroes a través de los nombres de las calles, sin saber cuales fueron sus sueños, ideales y motivaciones. Hoy sus anhelos y sacrificios yacen olvidados bajo libros empolvados en la soledad de una biblioteca y con ellos su motivación y sentido del deber.
    En estas páginas encontraran un pequeño esfuerzo por recuperar la memoria y respeto por nuestros antepasados que tuvieron el sueño de hacer de Chile un mejor lugar para vivir. Al recuperar los ideales de nuestros ancestros, creemos que también podremos recuperar nuestros deberes como chilenos y ciudadanos.


    El 1 de enero de 1891 Balmaceda decretó la prórroga de las leyes de presupuesto y fuerzas armadas, cuya vigencia concluía el día anterior. Con ello asumía funciones propias del Congreso y establecía una dictadura de hecho. El Congreso respondió destituyendo al Presidente.
    El Congreso contaba con la adhesión de la mayor parte de la escuadra, que quedó bajo el mando del capitán de navío Jorge Montt Álvarez. Pero para que el movimiento de la armada no fuera tomado como un simple pronunciamiento, los marinos exigieron que se embarcaran los presidentes de ambas Cámaras, lo que inmediatamente hicieron Ramón Barros Luco, presidente de la Cámara de Diputados, y Waldo Silva, vicepresidente del Senado.
    Sin embargo, el acta de deposición del presidente no fue dada a conocer públicamente, ni siquiera a Balmaceda, hasta meses más tarde, para no agravar los hechos y conseguir el apoyo del ejército, ante lo cual el presidente se habría visto obligado a deponer su actitud, evitando de ese modo la guerra civil.
    Pero como el ejército se mantuvo leal a Balmaceda, el 7 de enero de 1891 la escuadra partió rumbo al norte, zona donde se ubicaban las salitreras, las cuales serían como su caja de fondos. Además, esperaban que la opinión de los habitantes de esa región les fuera más favorable, debido a que el gobierno había reprimido fuertemente algunas huelgas activadas por la carestía derivada del bloqueo.
    Enterado el mandatario del alzamiento, dictó un decreto por el cual asumía todo el poder público. Entre las actividades que desarrolló se preocupó de elevar en un 50 por ciento los sueldos del ejército, crear nuevos cuerpos militares y policiales, destituir a los marinos amotinados, suspender las comunicaciones telegráficas y telefónicas entre particulares e interceptar la correspondencia de los sospechosos. También decretó la prisión de los principales caudillos de la revolución, aunque consiguió aprehender a muy pocos.



    01 de Enero 1891
    El Congreso Nacional decretó la destitución del Presidente
    José Manuel Balmaceda


    En su discurso presidencial del 1 de junio de 1887, el presidente Balmaceda planteo derechamente la unidad de los liberales, por lo que se creo un nuevo ministerio con liberales disidentes, quienes reclamaban dos ministerios, a pesar de s pobre representación parlamentaria. Así el ministerio quedo formado por dos liberales, dos libérales disidentes y dos nacionales.

    En 1888 se realizaron los comicios parlamentarios, mas correctos que los anteriores pero o faltos de intervención, en el que la oposición avanzo algunos escaños.

    Los disidentes convencieron a Balmaceda para formar un gabinete únicamente liberal, expulsando a los nacionales. El mandatario acepto la propuesta y los nacionales pasaron a la oposición. Doble error, expulsar a los nacionales les quito los mejores hombres de la administración y los disidentes ingresados al gobierno serian un caballo de troya que destruiría las bases de su gobierno.

    Gabinetes vienen y van, la crisis política protagonizada por la ruptura con los nacionales deja al gobierno con una mayoría cada vez mas débil en la cámara de diputados, mientras que algunos liberales de gobierno se escapan del redil para sumarse a los disidentes o a los nacionales (liberales mocetones).es entonces cuando Balmaceda llama a los radicales para formar parte del gobierno. Su sueño de la unificación de los liberales parece cumplida... pero seria una ilusión frágil que se rompería al primer soplido.

    Y este soplido llego cuando los nacionales, radicales, disidentes y mocetones , cansados de la “versatilidad del presidente”, formaron un grupo político que Balmaceda llamo despectivamente el “cuadrilátero“. Esta nueva fuerza tenia un poder casi equiparable al cada vez mas débil partido liberal de gobierno, por lo que Balmaceda tuvo que ceder y formar un ministerio con el “cuadrilátero” , cuyo paso seria muy breve, por la lucha entre el “cuadrilátero” y el candidato de Balmaceda para su sucesión, Enrique Sanfuentes.

    El programa del “cuadrilátero” se resume en: Libertad electoral, independencia de los partidos respecto al ejecutivo y la implementación de un sistema parlamentario de gobierno.

    Balmaceda comprendió finalmente que su sueño de la unificación liberal era un fracaso, y se armo para la batalla contra la oposición, que deseaba despojar al presidente de sus facultades. Sondeo apoyo en el partido conservador, pero no logro el apoyo suficiente. Prescindió de Sanfuentes como candidato, ungiendo a Claudio Vicuña como su candidato, mientras la oposición hace y deshace ministerios presentadores votos de censura, ¡inclusive antes que estos hubiesen siquiera presentado ante el congreso!.

    Balmaceda organizo un nuevo ministerio con Claudio Vicuña en interior y Domingo Godoy en relaciones exteriores. Al llevar a este ultimo al gobierno se creyó chiflado al presidente, pues a Godoy se le acusaba de malvado y siniestro, autor de crímenes odiosos. Pronto se le vería entrar en acción.

    Como el presidente te negaba a terminar con este ministerio por las vías comunes, el parlamento uso su arma mas peligrosa, las leyes de presupuestos. Estas ley solo se puede aprobarse por el parlamento y debe ser renovada cada año, si llega el 1 de enero y no hay ley de contribuciones el gobierno, legalmente, no puede realizar ningún gasto.

    El congreso se negó a promulgar la ley de presupuestos si no se remplazaba el ministerio actual por uno que el parlamento considerase adecuado. Pero eso era ceder las atribuciones presidenciales al parlamento y terminar con el régimen portaliano, por lo que Balmaceda se negó y el 1 de enero de 1891 no hubo ley de presupuestos.

    Los parlamentarios se plantearon esta posibilidad, y como no se puede gobernar un pais sin presupuesto Balmaceda tendría que traspasar la constitución, transformándose en dictador. Para enfrentarlo se busco apoyo en el ejercito para encabezar una revolución, pero no encontraron eco, a diferencia de lo ocurrido en la marina, donde encontraron el apoyo que buscaban, especialmente en el capitán de navío Jorge Montt Álvarez.

    Finalmente Balmaceda hizo publico el siguiente decreto:

    “Teniendo presente:
    Que el congreso no ha despachado oportunamente la ley de presupuestos para le presente año;
    Que no es posible, que mientras se promulga dicha ley, suspender lo servicios públicos y la seguridad exterior de la republica, decreto:
    Mientras se dicta la ley de presupuestos para el presente año de 1891, regirán los que fueron aprobados para el año 1890 por la ley del 31 de diciembre de 1889”
    Balmaceda se salía de la constitución al traspasar sus facultades. Paralelamente los congresistas rebeldes lanzan un manifestó que dice:

    “1º Que el Presidente de la República, don José Manuel Balmaceda, está absolutamente imposibilitado para continuar en el ejercicio de su cargo, y, en consecuencia, que cesa en él desde este día;
    2º Que están igualmente imposibilitados para reemplazarlo en ese cargo sus Ministros del Despacho y los consejeros de Estado que han sido sus cómplices en los atentados contra el orden constitucional.
    Y, en consecuencia, designamos a don Jorge Montt para que coadyuve a la acción del Congreso, a fin de restablecer el imperio de la Constitución.”
    Santiago, a 1º de Enero de 1891.

    Pero las proclamas ya nada harían, era la hora de la guerra...







    Mártires de la Revolución de 1891




    Que las guerras engendran nuevas guerras quedó de manifiesto en la sangrienta revolución de 1891, en la que se batieron unos contra los otros los más heroicos soldados de la contienda de 1879. Y el encono y el furor, frutos de aquella guerra fratricida, se hicieron presentes en la tarde del 28 de agosto en que concluyó la revolución con la derrota, en Placilla, del ejército gobiernista.
    No vamos a analizar las causas económicas que provocaron la revolución del 91, pero sí nos detendremos en el hecho de que los contendores de ambos bandos fueron precisamente los jefes y oficiales que, hermanados, ganaron gloria común en la Guerra del Pacífico. Cuatro años y medio de campaña los habían acostumbrado a la vida guerrera y, llegada la- paz, tal vez no supieron volver a adaptarse a otras labores que no fueran las del militar.
    El ejército revolucionario fue comandado por el general Estanislao del Canto, el mismo que años antes consiguiera la dura victoria en la sierra peruana; por su parte, el ejército gobiernista fue comandado por los generales Orozimbo Barbosa y José Miguel Alcérreca, que también tuvieran participación heroica en la misma campaña; Así, se vieron enfrentados en lucha a muerte los que antes combatieron codo a codo bajo la bandera nacional.
    Las últimas dos batallas de la revolución fueron tan sangrientas como las más feroces de la Guerra del Pacífico. Ellas acaecieron en la segunda quincena de agosto de 1891. La primera se desarrolló en la bahía de Concón, sitio por el cual desembarcaron los revolucionarios yen donde el general Barbosa intentó estérilmente detenerlos para impedirles el paso hacia Valparaíso.
    Las fuerzas contendientes estaban equiparadas en número y poderío, pero muy pronto compañías y batallones enteros del ejército balmacedista defeccionaron, pasándose al bando de los revolucionarios. Los generales Barbosa y Alcérreca, en un último intento por impedir el paso de sus enemigos hacia Valparaíso, decidieron ofrecerles una nueva batalla en los cerros y mesetas de Placilla, situados a pocos kilómetros del Alto del Puerto.
    Las tropas balmacedistas se trasladaron de Concón a Placilla durante la noche del 27 de agosto, marchando sigilosamente por un camino paralelo al que seguían los soldados revolucionarios.
    Reinaba un frío intenso, y una neblina helada cubría el suelo de escarcha. El general Barbosa, sentado, sobre una piedra, observaba el paso de, sus batallones, alzado el cuello de su capote y dejando flotar sobre el pecho su larga barba bíblica. Los hombres desfilaban como espectros, en mustio silencio, con prohibición de encender siquiera un cigarro. Uno de los ayudantes del general, el capitán Enrique Baeza, se le acercó para ofrecerle una taza de café que había hecho preparar en una choza cercana, pero Orozimbo Barbosa, urgido por la prisa de llegar primero a Placilla e indicar las posiciones que debían ocupar los regimientos, se puso de pie y montó a caballo diciendo:
    -Sigamos adelante. Que no se diga que por tomar una taza de café, el general Barbosa perdió un segundo siquiera. -Y espoleando su cabalgadura, partió al galope.
    Entre tanto, el ejército revolucionario, a su paso por Quilpué, había cortado las comunicaciones con Santiago y acampaba en la hacienda Las Palmas, para preparar el asalto final.
    En ese lugar, se le incorporó el Escuadrón de Húsares, que decidía .pasarse a sus líneas con toda su oficialidad y tropa. Era el comienzo del derrumbe final, del ejército gobiernista. Estos húsares ocuparon todo el resto de la noche en afilar sus sables en un viejo molejón que allí existía. Después fueron doscientos treinta cazadores a caballo los que se pasaron al enemigo, y por último, el batallón Los Angeles. ¿De qué podían servirles a los generales Barbosa y Alcérreca las posiciones inmejorables que habían tomado en Placilla? Su ejército se desmigajaba a medida que corría la noche. Para colmo de males, el general Barbosa se sintió enfermo a la medianoche y fue preciso llamar al único médico que acompañaba a ese ejército, el doctor Luís Federico Gana. El general, al verlo entrar, le dijo:
    -Doctor, sé que me queda poca vida, pero aún siento mi corazón fuerte para vencer o morir como buen soldado, en el día que comienza.
    El facultativo le administró drogas estimulantes para que pudiera tenerse en pie, y diez minutos más tarde, el general llamaba a su ayudante para que lo ayudara a vestirse. A las cuatro de la madrugada, los cornetas tocaron la diana y todo el ejército se levantó de las mantas en que los hombres habían descansado un par de horas.
    El general Barbosa tuvo que ser echado sobre su caballo por el mayor Francisco Leighton, pues sus piernas no le obedecían ya. Sin embargo, tuvo el coraje de decir al doctor Gana:
    -Mi amigo, usted volverá a la capital. Dígale al presidente Balmáceda que derramaré hasta la última gota de sangre por su causa y que sólo le pido protección para mi pobre familia.
    Después, partió con sus ayudantes, marchando sobre un campo cubierto por la helada.
    A las seis y media de la mañana el general Barbosa estaba en observación, sobre un altozano, junto a la artillería del coronel Fuentes. Frente a ellos, en las lomas cubiertas de verdura, se distinguían los reflejos de la luz naciente en los tubos de los cañones enemigos. Para hacerlos ponerse francamente en descubierto, el general ordenó que sus piezas abrieran el fuego' sobre los lomajes.
    Eran las siete y media de la mañana cuando tronaron los cañones. Comenzaba la batalla de Placilla. El general Alcérreca y el coronel Marcial Pinto Agüero partieron hacia el alá derecha a ocupar su sitio frente a su' división, en tanto que Barbosa lo hacía hacia la izquierda, para observar si el enemigo Intentaba flanquearlos por la izquierda para caer les por la retaguardia. La batalla se había generalizado y galopaba bajo una nube de balas que rasgaban la atmósfera.
    Desde el principio se vio de quién sería la victoria. Los batallones gobiernistas se pasaban a la línea enemiga a la primera oportunidad y las granadas de la artillería estallaban diez de cada cien, puesto que habían sido inutilizadas por los numerosos traidores.
    A corto plazo, las municiones fueron agotándose y la artillería gobiernista tuvo que suspender sus fuegos.
    Después, las filas fueron raleando; los combatientes huían apenas sus oficiales volvían la cabeza hacia otro lado.
    Situado en el camino que conducía al Alto del Puerto de Valparaíso, el general Barbosa intentaba desesperadamente detener a los soldados que' iban retirándose en desorden, al mismo tiempo que hacía recoger a los "heridos y los enviaba a las ambulancias de retaguardia. Pero eran estériles sus voces y amenazas; la tropa pasaba a su lado mirando con ojos desorbitados al viejo soldado que, con la barba revuelta, los conminaba a cumplir con su deber. Estaba escoltado 'apenas por unos pocos de sus ayudantes, cuando se produjo la carga general del ejército revolucionario. En medio de la confusión formada por los que atacaban y los que resistían, una' oleada de fugitivos arrastró al general Barbosa hacia el caserío del Alto del Puerto. Igual cosa ocurría en la otra ala al general Alcérreca, y así ambos se encontraron envueltos por la soldadesca en fuga frente a una hilera de tres viejas casas de adobón. El general Alcérreca fue alcanzado por una bala bajo el emparrado de 'una de ellas y, atrapado en tierra por los enfurecidos revolucionarios, murió despedazado a golpes de lanza y sable. Luego, su cadáver, desnudado a tirones, quedó tumbado en medio del camino.
    El general Barbosa, que contempló desde lejos aquel salvaje fin, buscó donde parapetarse para defender su vida. Viendo, abierta la puerta de una de las casas, que pertenecía a un tal José Espínola, penetró en ella a caballo. Se desmontó como pudo y aprestó su espada y su revolver. Dejando a su cabalgadura en la primera habitación, se introdujo a una vecina, unida a la anterior por una puerta sin batiente.
    Los lanceros revolucionarios lo siguieron apresuradamente, pero las largas astas de 'Sus lanzas les impedían moverse en el interior de la casa. Sólo uno pudo asomarse a la habitación contigua, y apenas lo hizo, un disparo del general le desgarró un hombro.
    El general Barbosa estaba dispuesto a defenderse como una fiera acorralada y sus voces furibundas se oían por sobre los estampidos de la batalla lejana. Dos nuevos lanceros intentaron entrar y ambos rodaron heridos. La pieza, estaba "a obscuras y los atacantes, encandilados por la luz exterior, no lograban ver al general, que cambiaba de sitio después de cada disparo. Esto los exasperó, llevándolos a la furia más desatada. Empujándose unos a otros entraron al cuarto; el general agotó los tiros de su revólver y no tuvo tiempo de volver a cargarlo. Gritando como un demonio, echo mano a su espada:
    -¡Aquí estoy! ¡Ahora es tiempo de que me coman! ¡Mátenme, perros! -vociferaba cuando la masa de lanceros lo estrechó en un rincón.
    Inútil fue su desesperada' defensa. El duelo se convirtió en matanza. El general Barbosa, herido, pero siempre defendiéndose, fue sacado a sablazos fuera de la casa y arrojado al camino. Con el brazo derecho desgajado por un tajo brutal, se revolvió en el suelo, gritando siempre:
    -¡Mátenme, perros!...
    Los revolucionarios cayeron sobre su cuerpo, acribillándolo a lanzazos y golpes de sables. Después, varios dispararon sobre él sus carabinas.
    Muerto ya y despedazado, varios hombres se inclinaron sobre sus restos y le arrancaron con furia su uniforme de general, incluso las botas de montar; y un oficial le robó del chaleco un reloj Waltham de oro que le fuera otorgado como premio en la Guerra del Pacífico. Después los soldados, enloquecidos por la sangre, lo aferraron de la blanca barba y lo arrastraron hasta el alero de la posada de un tal Manuel Soto.
    Allí quedó, tendido de espaldas, con los ojos muy abiertos y el cuerpo destrozado por anchas heridas, el general Orozimbo Barbosa, que fuera uno de los héroes militares de antaño. A pocos pasos de él, igualmente despedazado, yacía el general Alcérreca, otro ilustre soldado. Ambos eran víctimas de la revolución, de la fatídica revolución que arrojó unos contra otros a los hermanos chilenos.
    Jorge Hinostrosa / Huella de Siglos
     
  2. • ηιssα •

    • ηιssα • Usuario Maestro nvl. 6 ★ ★ ★ ★
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    y pensar que hoy en día muy pocos recuerdan esta guerra civil de Chile.

    y que comenzó por asuntos de no aprobación del presupuesto de la República presentado por Balmaceda y al final igual se lo aprobó solo xD

    graciias por el tema.
     
  3. ttemplario

    ttemplario Usuario Nuevo nvl. 1
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    El bando Congresista celebro el triufo sobre balmaceda con la la acuñación de una mpequeña medalla de 32 mm que su anverso muestra el escudo nacional y el borde la inscripción "CAIDA DE LA DICTADURA" y en su parte inferior "29 AGOSTO 1891". En su reverso la inscipción "HONOR A LA MARINA I EJERCITO CONSTITUCIONAL CHILE"

    No se porque no se ven las imagenes que tengo alojadas en *************, les dejo los link de una fotos de la web de las medallas:

    [​IMG]

    [​IMG]






     
  4. gloin

    gloin Usuario Nuevo nvl. 1
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    la peor matanza de nuestra historia, no se en cuanto los historiadores han llegado a consenso sobre las verdaderas causas de este conflicto, la vehemencia de balmaceda, las intrigas de John Thomas North, los intereses económicos de políticos liberales.
     
  5. proud_87

    proud_87 Usuario Habitual nvl.3 ★
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    guuuuaaauuu q lectura gracias
     
  6. chicogrungero

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    El trágico principio del fin de uno de los mejores presidentes que ha tenido este país. Gracias por el tema.
     
  7. Comedian

    Comedian Usuario Leyenda nvl.7 ★ ★ ★ ★ ★
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    Muy poco es lo que se sabe sobre la Guerra Civil de 1891, y eso que fue un tremendo conflicto, con altos costos materiales y humanos, una lucha fratricida que indispuso a gente notable y cuya enemistad en ocasiones se siguió reflejando durante décadas....

    Buena info, saludos.
     
  8. Levtraru

    Levtraru Usuario Casual nvl. 2
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    Esta revolucion de la oligarquia termino con el mejor periodo de Chile: La era Portaliana.

    Desde un punto de vista crudo el congreso provoco la guerra al rechazar el presupuesto de la nacion a sabiendas que el pais no podia funcionar sin un presupuesto lo que obligaria al presidente a decretarlo por secretaria con lo cual estaria burlando la constitucion, el motivo que necesitaban para destituirlo.

    Este era una de las trampas del constitucionalismo, el cual daba poder al congreso por sobre el presidente. En esta epoca (de la era parlamentaria) era comun que el congreso destituyera a los ministros de estado para hacerle la vida imposible al presidente de turno. Si la oposicion era mayoria en el congreso el presidente de turno ya sabia lo que le esperaba en su mandato: puros dolores de cabeza y cambio constante de ministros.

    En esta guerra se metieron fuertemente los ingleses para proteger los intereses del Rey del Salitre John Thomas North.

    Desde este periodo Chile empezo a decaer militarmente (a pesar del tremendo ingreso que aportaba el impuesto al salitre) y Argentina empezo a equiparar su armada a la chilena hasta superarla en numero y calidad.

    La novedad de esta guerra fue que por primera vez se uso en Chile la formación dispersa (herencia prusiana) la cual dio buenos resultados en especial en la batalla de La Placilla. Esta era avanzar en cuadros pero con los soldados lo mas separados entre si para abarcar mas terreno y ser blanco menor para el enemigo todo lo contrario de la formación en cuadros donde avanzaban todos los soldados en formacion pero aglutinados siendo blancos faciles.

    Para mi esta revolucion fue lo peor que ha vivido Chile por el tremendo odio que se genero durante ella y despues y sobretodo por las consecuencias a futuro que esta significo.


     
  9. gbsilvae

    gbsilvae Usuario Nuevo nvl. 1
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    Más que una Guerra civil o una Revolución; lo que sucedio el año 1891 fue una contrarrevolución. La revolución la inicio Balmaceda, con su proyecto de gobierno; iniciando el rechazo de los partidos políticos que afectaba sus los intereses económicos, muchos politicos eran abogados de los empresarios salitreros.
     
  10. Hades

    Hades Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Un presidente que se movió por el país, viajo, construyo lineas ferreas, no quiero exagerar pero Balmaceda fue el Abraham Lincoln chileno. Su visión del futuro del pais, su testamento politico que fue verdaderamente profetico y certero sobre el futuro del Chile de esos años con la republica parlamentaria, y por que no decirlo, Allende se inspiro en el final de Balmaceda para dar su ultimo discurso en radio Magallanes. Saludos y muy buena informacion.
     
  11. -.Panxo~

    -.Panxo~ Usuario Habitual nvl.3 ★
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    La república parlamentaria weón, lo peor, para mi Balmaceda fue un grande, dejo un gran legado, lamentablemente el interés de algunos que no veían el bien de Chile termino con él :/
     
  12. [ғαɴтôмαѕ]

    [ғαɴтôмαѕ] Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Un invento de mierda este de la República Parlamentaria... Y aquí queda más que claro el tenor nefásto de este sistema.

    Buen tema.

    Gracias!
     
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