Desde la provincia de Huelva hasta la de Jaén, en toda Andalucía, y en las vertientes extremeñas y manchegas de Sierra Morena los lugareños hablan de una rara criatura no recogida en los catálogos de fauna de la zona. Dicen que es un reptil monstruoso que tiene las facultades de volar dando elevados y sonoros saltos y de hipnotizar a sus víctimas, a las que inmoviliza para picarlas con un poderoso y letal veneno. Es el saetón, el dragón de Sierra Morena. Aunque la comunidad científica no admita la existencia del saetón, los campesinos y los cazadores de Sierra Morena coexisten hace tanto tiempo con el monstruo que hasta le asignan dichos y refranes: Con el saetón, sólo espuerta y azadón, que es tanto como decir que el único tratamiento para su venenosa picadura es la tumba. Después de años y viajes de indagación por los parajes serranos donde ha sido avistado este ser, éste es el resultado de nuestras investigaciones. A LA GUARIDA DEL MONSTRUO Fue en el corazón de Sierra Morena. Era el alba de un día de primavera de hace cuarenta años. Aquel arroyo, situado cerca del límite provincial entre Córdoba y Jaén, reventaba de un verde exuberante a pesar de que aquel invierno había llovido poco y de que el riachuelo bajaba casi seco. Un chavalillo llevaba un caballo a su tío, casero de un latifundio serrano, pues los señoritos querían gozar de la cabalgada en su mejor montura. A pesar de su humilde condición y corta edad, Juan Antonio Olmo, de doce años, era ya un diestro jinete y aprovechó la ocasión para demostrárselo a su tío desplazándose a lomos del espléndido caballo andaluz de los amos. ¡Y vaya si lo demostró aquella mañana! El dócil animal, el mejor domado de la cuadra del señorito, se negaba, sin motivo ni razón, a cruzar el mínimo arroyuelo, apenas una sucesión fangosa de charquitos. Cuando Juan Antonio arreó suavemente al alazán para obligarle, éste se acercó remoloneando, a regañadientes y relinchando de miedo. Se le erizó todo el pelaje al tiempo que se encabritaba y estuvo a punto de derribar al muchacho, que, no obstante, pudo observar cómo una criatura parecida a una enorme y gruesa serpiente atravesaba volando su campo visual a la altura del pecho del animal. Tras un chasquido en el aire, el monstruo volador desapareció entre el follaje. Cuando humano y equino se recuperaron de la horrenda visión atravesaron por fin el riachuelo y regresaron a todo galope al cortijo. Allí el tío de Juan Antonio explicó a su sobrino que la criatura que les había aterrorizado era un saetón, un animal que se caracterizaba por atacar a las caballerías y que en los últimos días había matado a media docena de ovejas, cuyos cadáveres habían aparecido hinchados, con síntomas de envenenamiento. Le aconsejó no regresar al arroyo. UNA FUERZA COLOSAL Corrían los difíciles años de la posguerra española y la familia apodada Colón, padre, hermanos y sobrinos, todos campesinos de la comarca cordobesa del Alto Guadalquivir, descendía por Sierra Morena desde la localidad manchega de Fuencaliente hacia el valle del Gran Río. Sucedió en la cuesta del puente de La Parilla, próximo al escarpado nacimiento del río Yeguas, afluente del Guadalquivir. La reata de mulas venía detrás, guiada por los más jóvenes, mientras el viejo abuelo Colón conducía el enorme carro de madera, de un eje. El veterano patriarca rural reaccionó con una extravagante maniobra a pesar de la velocidad del descenso. Tiró de las riendas de la caballería y obligó al animal a efectuar un brusco viraje hacia la izquierda sin que los demás observaran obstáculo alguno en el camino. ¡Un saetón!, gritó el abuelo. Y en ese instante la llanta de hierro forjado que recubría la enorme rueda de madera se elevó por el lado derecho del carro al tiempo que se escuchaba el tétrico crujido del cráneo machacado del monstruo. Uno de los hijos, Bartolomé, todavía se estremece al recordar y detallar en voz alta cómo el carro de su padre, cargado de leña, estuvo a punto de volcar, y no sabría decir si se debió a la brusquedad de la maniobra, a la desnivelación que produjo el atropello del reptil o al postrero latigazo que éste descargó con su poderosa y larga cola, de más de un metro, contra las maderas del carro. El eco del restallido se oyó por toda la sierra. Lo que sí puede precisar Bartolomé, más de medio siglo después, es el aspecto de aquel ser monstruoso que yacía muerto sobre la carretera, al que todos se detuvieron a observar mientras el viejo Colón explicaba a sus hijos y sus sobrinos que, de no haber obrado así, el saetón habría saltado y que en su vuelo habría picado mortalmente a los animales y quizá también a algún humano. BESTIA DE ASPECTO MONSTRUOSO Era de cola larga y de cuerpo corto, verdoso, con la cabeza bastante abultada, y pasó levantado del suelo a más de medio metro y a gran rapidez. Tanto me impresionó que se me puso el vello de punta. La mula también se estremeció, nos comenta José Valencia, de 87 años, quien en su juventud fue arriero por las sierras de Aracena y Picos de Aroche, en el norte de la provincia de Huelva. Durante el tiempo en que estuvo cartografiando la comarca de Cazalla en 1973 el topógrafo Antonio Reyes había escuchado incrédulo los relatos de los lugareños acerca del saetón hasta que una mañana, mientras trabajaba en la sierra norte sevillana, lo vio: Yo noté que se diferenciaba de cualquier serpiente de las que estaba acostumbrado a ver. Medía entre 135 y 140 cm, con cabeza muy gorda. Tenía unas agallas infladas detrás de los ojos y la cola muy fina y era extremadamente rápido en su vuelo. Pasó a más de un metro de altura por delante de los aparatos que yo tenía plantados sobre el terreno. Otras veces los encuentros han sido más dramáticos: Siendo niño atravesé por primera vez Sierra Morena con las cabras de un familiar. Eran las primeras horas de la mañana. Voló por encima del rebaño después de picar a una cabra, que al poco rato murió retorciéndose de fiebre mientras su cuerpo se hinchaba, nos cuenta el pastor Miguel Fuentes, natural de Andújar (Jaén), que ahora tiene 68 años y que tuvo su primer encuentro con el extraño animal del que tanto había oído hablar en un arroyo tributario del río Jándula. Mi pariente me dijo que era muy venenoso recuerda, que se veía muy poco pero que en esas horas era posible encontrarlo y que seguramente se asustaría al escuchar los ladridos de los perros que guiaban el rebaño. Por eso lo vimos. Por mis antepasados sé que es un bicho muy difícil de ver, pero creo que ataca a las personas sólo si lo acosan, como vi que ocurrió alguna vez cuando las cabras se metieron a comer en los terrenos donde vive el saetón. Al calor del mesón de la Venta de Charco Novillo, en la carretera comarcal de Villa del Río a Cardeña (Córdoba), se dan cita olivareros, ganaderos, cazadores, operarios forestales y otros experimentados habitantes de la sierra. Muchos de ellos están hoy jubilados. El mesón es punto común de reunión de la población dispersa por el pago, pero también foro de ancestral sabiduría y archivo viviente de historias de aquel paraje. Si se pregunta por el saetón, todos han oído hablar de él y bastantes aseguran haberlo visto, aunque no acaban de ponerse de acuerdo en su longitud y peso, que quizá depende de la edad de la criatura: entre 50 cm y 2 m y entre 2 y 5 kg. En lo que sí coinciden es en la hipnótica mirada de este animal, que, según explican, puede llegar paralizar, circunstancia que el saetón aprovecha para atacar. Y también en que su cola acaba en punta. La cabeza, con agallas, y el cuerpo son mucho más gordos. Además, la cabeza va puja cuando vuela. ¿Se le hincha el cráneo cuando salta? También coinciden los más ancianos del lugar en que si antes era difícil verlo. http://img101.*************/img101/7667/15974904.png http://img101.*************/img101/705/66936636.png http://img222.*************/img222/5586/50745965.png :esquiando:
ta wena la info igual.. animal kuliao kon fuierza segun el relato...} eso si las fotos no kashe musho :S:S y por el nombre... EH VELDAAAAAAAAAAAA!
Wena info se agradece El 50% + 1 de chile es del Colo Colo, si eres el dichoso e inteligente que sabe lo que es bueno 50% + 1, copia y pega esto en tu firma.