33 Mineros ( Ciencia Ficción )

33 Mineros

Eran cerca de las dos de la tarde cuando se escuchó el derrumbe. Por suerte estábamos bien lejos de aquel lugar y todos nos movilizábamos para ir a nuestra hora de colación. Cuando llegamos a ver qué había pasado nos dimos cuenta de la gravedad de la situación: Habíamos quedado atrapados bajo las piedras de la única entrada ( y la vez salida) de la mina en la que trabajabamos. A 700 metros de profundidad no teníamos forma de salir de ahí. Era imposible. Tuvimos que guiarnos por las luces de las linternas de nuestros cascos para poder llegar al refugio. Estaba todo oscuro y el aire se llenaba del polvo que cubría rápidamente todo.

En el refugio nos encontramos con un panorama desolador: no había comida ni mucho menos agua. Nuestros intentos por ocupar un equipo satelital de comunicación fueron en vano, pues no captaba ninguna señal desde la superficie.

Eramos 33 mineros. Todos de diferentes edades. El mayor, don Mario, era el que intentaba calmarnos y nos alentaba a esperar ahí a que nos rescatasen. Un grupo de nosotros decidió ver si había alguna posibilidad de salida, y se metieron por una enorme grieta que conducía en la oscuridad siguiendo el supuesto rastro de agua que se escuchaba a lo lejos.

El aire era casi irrespirable, la temperatura superaba los 35 grados y en ocaciones llegaba a los 40 según el termómetro que había en el refugio. Ya habían pasado cerca de 3 horas del accidente y no sabíamos nada de nada.

Decidimos apagar algunas luces de nuestros cascos para ahorrar energía y así no quedarnos a oscuras. Los 3 que habían partido en busca de agua aún no regresaban y no respondían a nuestros llamados. Nunca mas supimos de ellos. De los que quedamos ahí en el refugio el más debil era un jovencito, Jimmy, quien era un muchacho de unos 18 años bien delgado y que se veía bien asustado por todo. Los demás éramos mas experimentados y podíamos resistir.

Pasaban las horas y el cansancio ya nos pasaba la cuenta. No habíamos oido señales de la superficie, y la mayoría empezabamos a caer rendidos de agotamiento y sueño. No recuerdo exactamente qué hora era, pero tuvo que haber sido cerca de las 2 o 3 de la madrugada cuando oímos unos gritos terribles desde lejos. Sólo algunos despertamos asustados, mientras el resto intentaba dormir; sin embargo los gritos cada vez mas desesperados empezaron a oirse con mas fuerza y poco a poco nos despertó a todos. Eran gritos desgarradores, parecía que estuvieran torturando a alguien. Nos preocupamos, pensamos que se trataría de aquellos que fueron en busca de agua, pero el miedo y el shock era tan grande que no sabíamos qué hacer. Sólo nos quedamos ahí, impávidos escuchando los gritos. El único que dormía plácidamente era don Mario.

De pronto comenzó a sonar el radio satelital que había en el refugio. Sólo se oía estática, y era cada vez mas intensa. Me levanté para intentar agarrar alguna señal y probé por los diferentes canales, pero no lográbamos comunicarnos con nadie. Luego de unos minutos el radio se descargó y dejó de funcionar.

Durante toda la noche se oyeron los gritos desesperados y de angustia. No nos dejaba dormir. Finalmente yo caí dormido y ya cuando desperté ya no se oía nada.

Al día siguiente la hora importaba poco, estabamos a oscuras y no teníamos noción del tiempo. Ya varios habían despertado y tenían las luces de sus cascos encendidas. Comenzamos a notar que faltaba alguien. Jimmy, el muchacho, no estaba por ningún lado. No había dejado rastro alguno. Don Mario lucía un extraño comportamiento, al parecer estaba padeciendo del conocido "delirio minero", y sus ojos se le veian mas dilatados de lo normal.

Nos encontrábamos sedientos y muertos de hambre, pero no teníamos forma de superar eso. Durante muchas horas tuvimos que socorrer a don Mario, quien se encontraba en un estado como poseído o algo parecido, porque sus pupilas se dilataron completamente, su piel se puso bien pálida y las venas se le marcaban por todo su cuerpo y le salía un olor terrible. Sabíamos que si no actuabamos rápido el hombre iba a morirse, pues se encontraba muy mal, sudaba mucho y deliraba.

Oímos un ruido como de perforación. Nos quedamos en silencio (a excepción de don Mario que balbuceaba) intentando oir algo. Nos alegramos, pues pensamos que se trataría de los rescatistas, pero aún se oían muy lejos de nosotros. Decidimos movilizarnos hacia donde se oían los ruidos, para así dar con los rescatistas, sin embargo cuando ibamos saliendo del refugio la radio extrañamente volvió a funcionar. Subí el volumen para captar algo, alguna palabra, algún mensaje, sin embargo seguía la estática, la cual comenzó a suibir y subir provocando un molesto ruido.

Tal como la vez anterior la radio se detuvo de golpe, sin embargo de pronto, cuando estábamos todos en silencio, volvió a encenderse y se oyó un desgarrador grito como si si fuera de un animal salvaje. Todos quedamos helados de miedo. El grito seguía con mas fuerza, esta vez pudimos distinguir la voz de uno de nuestros compañeros, el muchacho; sus gritos eran desesperados, parecía que algo lo estaba devorando vivo, porque sus gritos se mezclaban con ese sonido de animal salvaje. No dabamos crédito a lo que oíamos, pronto comenzamos a desesperarnos y a preguntarnos que diablos pasaba.

Decidimos organizarnos bien, temíamos por nuestras vidas, algo raro estaba pasando y no sabíamos que hacer. Formamos un grupo de búsqueda armados con unos fierros viejos y una picota, nos amarramos todos con una cuerda que era bien larga, y asi con eso evitar perdernos al introducirnos en la grieta por donde se oía el agua.

Dejamos a algunos cuidando a don Mario en el refugio, y seis de nostros salimos en la búsqueda de nuestros compañeros. Estaba bien oscuro, ya las luces de nuestros cascos se debilitaban, así que debíamos ser rápidos. Gritamos para ver si nos oian, pero no encontrábamos respuesta alguna. A lo lejos podíamos ver una luz débil. Parecía que era la de algún casco, asi que nos dirigimos hacia allá. Al acercarnos sentíamos que pisábamos agua con barro, pues el piso estaba bien pegadizo. Ya casi llegabamos a esa luz, lo hacíamos bien despacio porque casi no veíamos nada.

Con la débil luz que daba mi casco iluminé hacia el suelo y pude ver el rostro de uno de mis compañeros. Estaba lleno de cortes y manchado de sangre. Me desesperé y me acerqué para reanimarlo, pero al agacharme me llevé una terrible sorpresa: se trataba sólo de la cabeza de mi compañero, su cuerpo no estaba, algo lo había atacado y lo había desmembrado completamente dejando solamente su cabeza. Al mover su cabeza su casco iluminó el piso, no era agua ni barro lo que pisábamos, era la sangre y las entrañas de él esparcidas por el lugar. Oimos unos ruidos como de derrumbes cerca de donde estábamos y del susto salimos corriendo casi sin ver por donde caminábamos, por suerte ibamos todos amarrados, sentíamos que algo nos seguía, pero no podíamos verlo.

Logramos dar con la salida de esa grieta y salimos desesperados y llegamos al refugio. Al llegar don Mario se encontraba ahí devorando a uno de nuestros compañeros que se había quedado a cuidarlo, del resto que se habían quedado no había rastro alguno. Era una escena muy fuerte, no podíamos acercarnos a él, estaba como un animal devorando vivo a nuestro compañero. Era todo raro, el radio se encendía y se apagaba solo, varios compañeros desparecidos y otros devorados vivos. No sabíamos que hacer ahí a 700 metros bajo tierra.

Hubo un ruido muy fuerte, venía de todos lados, era insoportable, no podíamos dejar de escucharlo. De pronto una luz comenzó a iluminar la mina, se acercaba hacia nosotros lentamente. Las paredes rocosas de la mina se volvieron de un color blanco, de pronto se convirtió en una caverna de nieve. Las paredes se veían de un color azul claro, como de vidrio, bien pulidas, y el refugio desapareció ante nuestros ojos. Por una de las paredes de la cueva podíamos ver un reflejo donde salían muchas personas y máquinas. Era una imagen del exterior de la mina que se proyectaba en la pared. Miré hacia el suelo que era todo de nieve, ahí pude ver los rostros de varios de mis compañeros, enterrados entre la nieve. Se les veía una expresión de tranquilidad en sus rostros bien limpios rodeados de nieve.

Comenzó a sonar una melodía suave, yo podía ver todo a mi alrededor, pero no podía ver mi cuerpo. Sentía que me quemaba por dentro, no podía resistirlo, podía sentir mi piel derretirse, pero no podía ver mi cuerpo. Me rendí y me lancé al suelo, pero al caer el piso desapareció y me vi cayendo por una oscuridad inmensa, caía por un pozo del cual tambien caia en forma de cascada mucha sangre. Cerré mis ojos, y ya no sentía ninguna sensación de dolor, me encontraba de pie en un lugar vacío, completamente blanco, no podía distinguir el horizonte ni el suelo. Era todo un vacío de color blanco.

Comencé a agotarme y a sentir que me quedaba sin aire, no podía respirar, no tenía de qué aferrarme, me secaba por dentro., Me sentía ahogándome como si estuviera bajo el agua, pero me encontraba en un lugar donde no había nada. Sentí que morí. Pero no podía, pensé que estaba muerto ya que todo lo que me pasaba era imposible.

De pronto me vi en una habitación blanca muy grande. Ahí estaban mis otros compañeros. Todos estaban acostados y siendo tratados por unos extraños seres altos. Estos seres no eran humanos, irradiaban una luz de su cuerpo, era muy delgados y no hablaban, sólo se miraban. Daba la impresión de que se dijeran las cosas telepáticamente. Nos hicieron levantarnos de nuestras camillas donde nos tenían. Nos rodearon formando un circulo alrededor nuestro y nos observaban.

Pude ver al fin mis compañeros. Estaban todos vivos, incluso aquel a quien encontramos decuartizado en la grieta. Nos observamos y empezamos a preguntarnos que nos había pasado. Nadie entendia nada. De pronto uno de los seres levantó su mano y todo desapareció. Solo quedamos ellos y nosotros. nos veíamos como flotando en el espacio. Podíamos ver las estrellas brillantes dentro de la imensidad del universo. Vimos ante nostros muchas cosas extrañas que no tenían explicación, y uno de los seres se acercó al centro donde estábamos y nos habló:

"Somos sus dioses, y somos ustedes. Ahora están vivos los 33. Han despertado del sueño. "

No entendíamos bien qué intentaba decir con eso. Don Mario preguntó si estaba muerto, pero el ser le insistió: "Ahora han despertado"

Luego de un golpe de luz enorme nos convertimos en uno de ellos. nos comunciabamos mediante la telepatía, nuestros cuerpos se habían vuelto como los de los seres y podíamos levitar y desaparecer. Entramos en un despertar de conocimiento supremo y pudimos ver todo, lo que se ve y no se ve con un esplendor único. Fueron 17 días que nuestros cuerpos estuvieron ahí sin vida. inmóviles y atrapados bajo 700 metros de profundidad.

Volvimos a ser los de antes. Todos estabamos en el refugio reunidos sentados esperando. De pronto oímos un sonar de derrumbe, cerca de nosotros una máquina perforadora había dado con el refugio. Sabíamos que eso sucedería, nos sentíamos tranquilos, habíamos vivido una experiencia extraña, pero no podíamos hablar de aquello. Algo en nuestro cerebro impedía decirlo. La experiencia que habiamos tenido viviría alojada dentro de nosotros sin posiblidad de poder conocerse por nadie.

Tomamos un poco de pintura y pintamos el taladro. Don Mario puso un mensaje para todos:"Estamos vivos los 33 en el refugio", recordando las palabras de ese ser. Quizás la única prueba de lo que vivimos bajo tierra.



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