¿Asesino poseido?. La historia de Sean Sellers

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por azura, 12 Ene 2011.

  1. azura

    azura Usuario Casual nvl. 2
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    Esta historia me llamo la atención debido a que en lo personal no había escuchado de un caso en que se alegara formalmente en un juicio por homicidio que el acusado estaba poseido al momento del crimen.

    Pese a ello fue condenado a muerte aun siendo menor de edad.


    No es un tema tan largo, pero da esa impresión por las fotos, pero lo recomiendo

    Espero que el buscador no me haya fallado, y si esta repetido favor cerrarlo.
    Gracias y se agradecen los comentarios.


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    “¡Ahí lo tenéis señores es la bestia!
    ¡El hombre sin entrañas, el ladino,
    el ser más despreciable, el asesino
    que priva de la vida sin molestia!
    ¡Es un chacal! malvado y truculento,
    un ente sin piedad ¡Un matricida!
    Quien con sus garras arrancó la vida
    de la mujer que le brindó el sustento.
    De la mujer que lo veló de niño,
    de la mujer que lo forjó en su sangre,
    de esa mujer que como toda madre
    le arrulló alguna vez en su corpiño…”

    Efraín Alatriste Nava. “El Matricida”


    Sean Richard Sellers nació en California el 18 de mayo de 1969. Sus padres, una joven de 16 años llamada Vonda y un hombre alcohólico e inestable, se divorciaron cuando él tenía tres o cuatro años. La madre se casó entonces con un camionero, Paul Bellofatto, con el que salía a menudo de viaje por el país, dejando al niño al cuidado de parientes. No obstante, Sean Sellers los acompañaba en muchos de estos viajes.



    El niño Sean Sellers y sus padres

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    Cuando tenía seis o siete años, Sean Sellers comenzó a oír voces en su cabeza, que a menudo lo criticaban. En ese momento pensó que todo el mundo oía voces así. Durante años mostró una conducta extremadamente paranoide. En su habitación, ponía hilos en las puertas y cepillaba la alfombra en una dirección determinada antes de salir para saber luego si había entrado alguien. Sufría drásticos cambios de humor, que lo llevaban de la euforia a la depresión suicida. Al llegar a la adolescencia se obsesionó con el Bien y el Mal, con Dios y con el Demonio. Una noche, Vonda Sellers Bellofatto abandonó a su hijo Sean: aunque decía que lo quería, no vivía con él. Sean añoraba su amor y su comprensión, pero jamás los tuvo. Este enorme vacío emocional se llenó cuando se convirtió en miembro de una secta satánica. Sean estuvo solo desde los catorce años, mientras sus padres viajaban como camioneros. Entonces fue cuando se unió a la secta que se reunía en una casa abandonada para practicar sacrificios con muñecas. Coleccionaba objetos rituales. Las reuniones secretas de los satanistas eran una expresión de desafío contra los adultos.



    La casa donde se reunía la secta

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    Sellers se extraía sangre y la guardaba en el refrigerador, en frascos que a veces bebía en la escuela. Llevaba a cabo actos de automutilación, como introducirse objetos puntiagudos en el cuero cabelludo. Comenzó a tomar drogas, entre ellas, anfetaminas que lo ayudaban a mantenerse despierto para realizar sus ritos. Cuando se dormía, soñaba con matar y mutilar a personas. En cierto momento comenzó a tener sueños en los que mataba a sus padres. El consumo de drogas y la ingestión de sangre eran actos de rebeldía contra el mundo “normal”, representado por esos padres que abandonaban a sus hijos. La apasionada necesidad de amor materno le transformó en el severo juez de sus actos. Había sufrido una seria privación emocional, y la combinación de drogas alucinógenas y magia negra, mermó trágicamente el sentido moral que pudiera tener. El valor de la vida era insignificante para él. Sobre esos días, Sellers declararía:

    “Invitaba a los demonios a entrar en mi cuerpo y oía todas esas voces en mi cabeza... Me decían cosas como ‘dispara contra la clase, mata a todos los de la clase’. Al principio me gustaba. Luego llegué a un punto en el que perdía el contacto con mis emociones. Llevaba mucho tiempo sin sentir nada. Ya no podía llorar. Sólo me sentía vacío por dentro. No era odio ni enfado, sino vacío”.



    Padres ausentes

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    A los dieciséis años, Sellers se había mudado alrededor de treinta veces, por lo que se había convertido en un muchacho que buscaba la soledad para no tener que enfrentarse al hecho inevitable de dejar a sus amigos. Era inteligente y tenía un buen rendimiento escolar, pero emocionalmente estaba cada vez más perturbado y se iba aislando de la realidad. La familia de Sean Sellers aprobaba y utilizaba la violencia. Su madre y su padrastro siempre llevaban armas de fuego cuando viajaban. Uno de sus tíos, que lo llevaba a veces de cacería, lo enseñó a matar animales pisándoles la cabeza y tirando de las patas. Sean Sellers contó a un psiquiatra que, en cierta ocasión, su tío había sujetado a un mapache herido colocándole un hacha en la cabeza y había tirado de las patas del animal hasta separarle la cabeza del cuerpo. Ese tío suyo lo llamaba a menudo “inútil” por negarse a participar en este tipo de actos violentos, y su padrastro incluso lo castigaba por ello.



    Una amiga de Sean Sellers

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    En septiembre de 1985, un sábado por la noche, Sean Sellers, ya con dieciséis años de edad, tomó prestada una pistola Magnum 357 que pertenecía al abuelo de su amigo Richard y los dos amigos se fueron con ella al supermercado Circle K, cuyo dependiente, Robert Bower, se había negado en una ocasión a venderles un lote de seis latas de cerveza. Al llegar al mostrador, charlaron con él un momento mientras terminaba su café; entonces, sin previo aviso, Sean sacó el arma y le disparó en la cabeza.



    El cadáver de Robert Bower


    El lunes 3 de marzo de 1986, Sean Sellers entregó en su escuela una alarmante redacción, que comenzaba con una cita de un manual de un culto californiano, llamado La Biblia Satánica: “Fíjate en el crucifijo. ¿Qué simboliza? ¡La pálida incompetencia colgando de un árbol!” A continuación, el joven describía su conversión al satanismo: “El satanismo me enseñó a ser mejor persona en mi propio provecho, no en el de los demás. ¿Por qué no debería disfrutar del sexo o adorar a otros dioses? Yo no trato a los demás como creo que deberían tratarme, sino igual que ellos me tratan a mí”. Después hablaba de un modo siniestro de los frutos de su nueva fe: “Soy libre. Puedo matar sin remordimientos. He visto y experimentado horrores y placeres indescriptibles en un papel”. El colegio se puso en contacto con la madre de Sean, para hablar con ella sobre el texto de su hijo. Al darse cuenta de que había descuidado mucho al chico, se sentó a escribirle una larga y reconfortante carta. Dejó la carta en la habitación del muchacho; ya estaba casi dormida cuando él volvió a casa aquella noche. Sin embargo, aunque vio el sobre, él no se molestó en leerla. En ella su madre le decía:

    “Yo siempre te querré. Si me dejaras entrar en tu corazón, yo te ayudaría. Siempre estaré aquí cuando me necesites. Puedes contar conmigo para lo que sea, hasta el día en que me muera”.



    Símbolos pintados por Sellers

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    Poco después de la medianoche del martes 4 de marzo, Sean Sellers apagó dos velas, una blanca y otra negra, que ardían en su habitación del dúplex en que vivía en la ciudad de Oklahoma y salió sigilosamente al vestíbulo. Satán lo ayudaba. Y esa noche, Satán dictó una sentencia de muerte. Sean lo escuchó. Descalzo y vestido sólo con la ropa interior, se movió lo más deprisa posible. Llevaba en las manos una pistola Smith and Wesson calibre .44 que pertenecía a su padrastro, Paul Bellofatto. Abrió la puerta de la habitación. Paul y Vonda, su madre, dormían plácidamente. Sean se detuvo lo suficientemente cerca de la cabecera de la cama de agua, para asegurarse de que estaban profundamente dormidos. Entonces levantó el arma tranquilamente y efectuó un disparo en la cabeza de Bellofatto. Vonda Sellers se despertó confusa al oír el tiro y alargó la mano para tocar a su marido, justo cuando su hijo volteaba la pistola hacia ella y disparaba de nuevo. A diferencia de su esposo, ella no murió instantáneamente. La primera bala le atravesó la mejilla y se desplomó aturdida sobre la cama tratando de identificar entre las sombras al asesino. Tras el segundo disparo, la sangre brotó de un lado de la cabeza y quedó inmóvil sobre la almohada. En sus declaraciones posteriores, rememoraría: “Yo estaba allí, mirándolos. Y mi madre… de la cabeza le salía un reguero de sangre. Me quedé allí y me reí”.



    Los cadáveres


    Sean Sellers salió de la habitación y se dirigió a su recámara. Después de ducharse y vestirse, el joven regresó al cuarto de su madre y lo saqueó. Quitó el pestillo de seguridad de la puerta del patio y la abrió, para que pareciera que alguien la había forzado desde afuera. Luego cogió el coche y recorrió dieciséis kilómetros hasta llegar a la casa de un amigo del colegio, Richard Howard, donde escondió el arma. Los dos compañeros charlaron toda la noche sobre lo que Sellers había sentido al disparar. A las 08:30 horas se marchó rumbo a la pizzería donde trabajaba su madre; pidió hablar con ella. Explicó que se había quedado a dormir en casa de un amigo, que iba a llegar tarde al colegio y que necesitaba que le escribiera una nota para justificar el retraso. Pero no la esperaban hasta las nueve, así que Sellers se marchó diciendo que seguramente la encontraría en casa. Media hora más tarde, los vecinos del tranquilo barrio de Summit Place vieron a Sellers corriendo por la calle, de arriba abajo, gritando algo sobre sangre. Pasaron unos minutos antes de que alguien consiguiera tranquilizarle para que hablara con algún sentido. Lo primero que hizo fue pedir una ambulancia.



    La casa de los Sellers

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    Aquella misma madrugada, el detective Ron Mitchell, del Departamento de Policía de la ciudad de Oklahoma, interrogó a Sean. Enfrentándose a las preguntas del detective con sus cándidos ojos azules y una voz tranquila y educada, el muchacho pudo dar cuenta de todos sus supuestos movimientos. Accedió a que tomaran sus huellas dactilares y dio el consentimiento para que registraran la casa. La vivienda presentaba indicios de un robo desastroso, y al principio no había nada que corroborara la corazonada de Mitchell de que aquel joven no era tan inocente como parecía. Pero los ladrones no suelen agredir a la gente dormida y, tras investigar más detenidamente, se descubrió que la puerta del patio fue abierta desde el interior.

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    Aquel mismo día ocurrió algo decisivo para el caso. El detective recibió una llamada telefónica del director del colegio de Sean, el Puttnam City North High. Cuando el policía oyó esto, recordó inmediatamente el asesinato, todavía sin resolver, del dependiente nocturno de un supermercado local. Tuvo la certeza de que había dado con el asesino de Paul Lean Bellofatto y su mujer, Vonda Sellers. Lo que hundió a Sellers fue una fanfarronada. La policía centró su atención en la escuela y se encontraron con que varios estudiantes le habían oído decir que sabía lo que se sentía al matar a alguien. Pero fue Richard Howard quien proporcionó la información crucial. Contó que Sean había ido a su casa después de matar a Bellofatto y a su madre, y condujo a los agentes hasta el arma del crimen. También confesó que el 7 de septiembre de 1985, estuvo en el supermercado Circle K y vio a su amigo matar al dependiente nocturno de un disparo.



    Los objetos coleccionados por Sellers

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    Eso fue suficiente. El jueves, 6 de marzo de 1986, Sean Sellers fue acusado de tres cargos de asesinato en primer grado. El juicio comenzó el 24 de septiembre de 1986, en el Palacio de Justicia del condado de Oklahoma; presidía la sala el juez Charles Owens. Sean se declaró inocente de todos los cargos. El asesino rubio de los ojos azules permaneció callado el resto del proceso, guardando el código de silencio satánico. Uno de sus abogados, Ravitz, intentó que lo enviaran a un centro de tratamiento para delincuentes juveniles. El ayudante del fiscal del Distrito, Wendell Smith, replicó presentando un informe psicológico en el que se decía que era probable que Sean opusiera resistencia al tratamiento. Smith señaló, además, que estos centros ponen en libertad a los pacientes en dos años, incluso menos, tiempo insuficiente para mantener al asesino fuera de la sociedad. El juez Manville T. Burford estuvo de acuerdo con él y el acusado fue procesado corno un adulto.



    Sean Sellers bajo arresto

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    La estrategia de la acusación, dirigida por el fiscal del distrito, Robert Macy, consistió en demostrar un móvil racional para los crímenes. Sus amigos le preguntaron qué haría si lo descubrieran; el joven respondió fríamente: “Alegaría demencia”. El fiscal se enteró de esta conversación y la utilizó en el juicio contra el acusado. Sin embargo, un psicólogo le diagnosticó como sociópata, lo que quería decir que estaba cuerdo, pero era incapaz de sentir remordimientos. A medida que iban subiendo al estrado los amigos del acusado, Macy hacía hincapié en la actitud de éste hacia su madre. Sellers había comentado a menudo que su madre no aprobaba a sus amigas y que todo iría mejor si ella no estuviera siempre en medio. Un día, quejándose del modo en que ella le trataba, le comentó a una amiga: “He matado a gente por menos de eso”. Se refería al asesinato del dependiente que Richard Howard, que lo había presenciado, describió a la sala con todo detalle. El fiscal calificó el suceso como un ensayo, a sangre fría, del posterior crimen de sus padres.

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    En respuesta, el ayudante del defensor público Bob Ravitz, el abogado de Sean, aseguró que su cliente era víctima de una posesión satánica. Curtis Jackson, un detective californiano, especializado en casos de ocultismo, estuvo presente durante toda la investigación, pero la policía local no le prestó demasiada atención. Ravitz compartía con él la teoría de que el acusado había matado a su madre y a su padrastro en un sacrificio de sangre ritual, y se propuso demostrar cómo pudo haber caído bajo un estado mental demoníaco.

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    Preparó el terreno leyendo en voz alta la última carta de Vonda, desacreditando así la hipótesis del fiscal de que Sean y su madre eran prácticamente enemigos. Cuando el acusado oyó el amoroso mensaje, se derrumbó por primera y última vez. La defensa llamó al estrado a varios expertos en cultos satánicos y en el juego de rol Calabozos y Dragones o Dragones y Mazmorras, al cual Sellers era aficionado. La mayoría de estos expertos eran padres que habían perdido a sus hijos en extrañas circunstancias y sus testimonios fueron muy efectivos. Al final, el letrado demostró que los crímenes de los que se acusaba a su cliente tuvieron lugar en, o cerca de, festividades satánicas que requerían sacrificios de sangre, y estos argumentos reforzaron el sentimiento de que Sellers estaba supuestamente “poseído”. El interés de los medios de comunicación por la teoría de la posesión satánica, mantenida por la defensa, al final resultó perjudicial para el acusado, ya que le dio una imagen de cínico manipulador de la simpatía del público.

    Calabozos y Dragones

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    En su alegato final, el fiscal pidió la pena capital. Tras deliberar durante veinticuatro horas, el jurado encontró a Sean Sellers culpable de todos los cargos. Lo sentenciaron a muerte, pese a que era un menor de edad. El 14 de octubre de 1986, se convirtió en el preso más joven del pabellón de la muerte de Oklahoma, en espera de ser ejecutado con una inyección letal. Los médicos de la prisión volvieron a examinar al reo, y varios psiquiatras analizaron los anteriores diagnósticos sobre su estado mental. Curiosamente, llegaron a la conclusión de que Sean era un psicópata, y que su problema mental y conductual escapaba a su dominio.



    Tras las rejas

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    Sean Sellers se convirtió en una celebridad nacional. En diciembre de 1986, la revista People publicó un artículo sobre el chico que mató en nombre del diablo y también apareció en los programas televisivos de Oprah Winfrey y Geraldo Rivera. A los medios de información siempre les contó la misma historia. Decía que él quería mucho a su madre y a su padrastro, y que se había visto obligado a matarlos porque “lo poseyó el demonio”. También aseguraba que había renunciado a Satán y se había convertido en un buen cristiano. En 1987, Sean fue uno de los treinta presos del pabellón de la muerte incluidos en un estudio a nivel nacional sobre los asesinos juveniles.



    Sellers entrevistado por los medios

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    La doctora Dorothy Lewis, catedrática de psiquiatría, examinó a Sean Sellers y descubrió que era un psicótico crónico, con síntomas de esquizofrenia y con otros trastornos de personalidad importantes. Manifestó que su contacto con la realidad era deficiente y que a veces lo dominaba la fantasía. Añadió que la sentencia de muerte para Sellers era injusta y cruel. El Estado de Oklahoma no había llevado a cabo ninguna ejecución desde 1976 y Sellers permaneció durante muchos años en su celda, esperando. En 1988, afirmó:

    “Aunque sea un yo distinto, sigo siendo yo, ¿no? Y si es otro yo mío el que hace algo horrible y malo, ¿no es una parte mala de mí mismo la que lo hace? Quiero asumir esa culpa. No quiero estar siempre racionalizándolo, y normalmente eso es lo que parece que hago cuando trato de explicarlo. Si pudiera ir al tribunal y explicarlo todo, incluso quién soy ahora, creo que no me impondrían la pena de muerte”.



    La prisión

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    Sean Sellers agotó todas sus posibilidades de presentar apelaciones estatales en 1995, al resolver la Corte de Apelaciones en lo Penal de Oklahoma que había renunciado a su derecho a alegar un trastorno de personalidad múltiple porque podía y, por consiguiente, debía haberlo hecho en el juicio oral. La Corte dijo que las pruebas del trastorno no pertenecían a la categoría de “recién descubiertas”, que es lo que podría haber hecho posible un fallo positivo en la apelación. El 30 de noviembre de 1998, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó la apelación definitiva de Sean Sellers.

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    El fiscal general de Oklahoma pidió inmediatamente a la Corte de Apelaciones en lo Penal del estado que fijara la fecha de la ejecución, lo cual se hizo. Sellers declaró a los medios:

    “Me acabo de enterar de que la Corte Suprema me ha rechazado. Por la radio, claro. Odio enterarme de las cosas por la radio. Es una falta de respeto para los que estamos aquí. En mi caso, lo siguiente que harán será llevarme a una celda especial a esperar la ejecución. Me quitarán el material de arte, las cuchillas de afeitar, los cordones de los zapatos y el cinturón, y me pondrán en una celda de máxima seguridad con dos puertas en vez de una. Allí estaré aislado de todo el mundo. Iré al patio solo y no tendré contacto con ningún otro recluso. Dondequiera que vaya llevaré grilletes en los pies y esposas, incluso durante las visitas. La lucha no ha terminado, pero la muerte ha aparecido ya. A partir de ahora, estará cada vez más cerca”.



    Sean Sellers en su celda

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    Muchos personajes públicos pidieron el perdón para Sellers, entre ellos Desmond Tutu, Bianca Jagger, la Unión Europea y la Asociación de Abogados de América. Amnistía Internacional emprendió una larga campaña para salvar la vida de Sean Sellers. Pero no tuvo efecto. El gobernador declaró que jamás lo indultaría.

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    El 5 de febrero de 1999, a las 00:17 horas, Sean Sellers fue ejecutado con una inyección letal. Sus últimas palabras fueron: "Toda la gente que me odia ahora y está aquí esperando para verme morir, cuando se levante por la mañana, no se va a sentir diferente”.



    Poseído por el Demonio

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  2. BlooW~!.

    BlooW~!. Usuario Casual nvl. 2
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    oh loco, me di la paja tremenda de leerlo todo
    Yo creo que el weon estaba loco y no qe era posesion demoniaca.
    se agradece :D
     
  3. azura

    azura Usuario Casual nvl. 2
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    Se te agradece a tí por leer y comentar.
     
  4. p4n1c0

    p4n1c0 Usuario Casual nvl. 2
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    wena historia wm!!

    me va a poseer el demonio y voy a dejar la caga igual ajakjajkajk
     
  5. christian.matos

    christian.matos Usuario Casual nvl. 2
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    Muy wena la historia. ta más que claro que el wn siempre due medio loco.
    hay que decirlo... el wn tiene pinta de maraco ...
    se agradece.
    Edit: Si las imagenes de los cadáveres son reales podrías ponerlas en spoiler.
     
  6. azura

    azura Usuario Casual nvl. 2
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    Gracias y tomo tu sugerencia ya que son reales
     
  7. R.12

    R.12 Usuario Nuevo nvl. 1
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    tremenda historia .!! el loco matoa varias personas, por estar poseido jajaja entonces nos vamos a poseer a ver qe dejamos jajaja
     
  8. 7h3_soniick

    7h3_soniick Usuario Nuevo nvl. 1
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    Exelente historia ! me ayudo a desestresarme un poco de la pega !
     
  9. Akai_sensei

    Akai_sensei Usuario Nuevo nvl. 1
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    muy bueno el aporte, el wn tiene un parecido con yustin bieber la cago xD. se agradece la historia
     
  10. fornashet

    fornashet Usuario Nuevo nvl. 1
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    Lo lei completo wn, esta muy buena la historía... :D
     
  11. thanatos777

    thanatos777 Usuario Casual nvl. 2
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    ¿y tu que crees,etaba poseido o lo dijo por miedo a la muerte?
     
  12. azura

    azura Usuario Casual nvl. 2
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    Nooo, es un pobre argumento del abogado. Aunque las posesiones a veces pueden ser imperceptibles. (creo)