Muchos habran visto la pelicula 21 Gramos, pero, de donde viene esa teoria.? El objetivo del artículo, no es debatir si el alma existe o no, es ver de dónde sale esta cifra y si, en este caso concreto, la persona que la descubrió encontró realmente una evidencia de que existe. La historia empieza en 1907 de la mano de Duncan McDougall, un médico que publicó un artículo titulado Hypothesis concerning soul substance together with experimental evidence of the existence of such substance (Hipótesis relativa a la sustancia del alma junto con evidencia experimental de la existencia de tal sustancia). En este artículo describe cómo colocó varios pacientes moribundos sobre una báscula con el objetivo de medir si en el momento de su fallecimiento la báscula marcaba un peso diferente. En su opinión, si la masa de la persona disminuía en el instante de su muerte podía tratarse de una evidencia de que el alma acababa de escapar de su cuerpo. Siempre y cuando, como él mismo dijo, pudiera encontrar ninguna otra explicación racional. McDougall hizo la prueba con 6 pacientes, obteniendo los siguientes resultados: Primero: Perdió 21 gramos en el momento de la muerte. Segundo: Perdió una masa de 21 gramos por hora durante las cuatro primeras horas, acumulando un total de 85 gramos. Notó que en el momento en el que los músculos faciales del paciente dejaron de moverse, la báscula marcó 14 gramos menos. Al verlo comprobó si el corazón había dejado de latir y midió el peso del cuerpo otra vez, obteniendo una diferencia de peso de 46 gramos. Tercero: Perdió 14 gramos en el momento de la muerte y 28 gramos durante los siguientes minutos. Cuarto: Declara la prueba inválida. Quinto: Perdió 11 gramos en el momento de la muerte. Sexto: Declara la prueba inválida. Según McDougall, la pérdida de peso no podía explicarse mediante ningún mecanismo fisiológico. Sospechando que acababa de pillar al alma in fraganti mientras se escaqueaba hacia el otro mundo, decidió repetir el mismo experimento con 15 perros (que no tuvieron la suerte de llegar moribundos por su propia cuenta). El médico no consiguió medir ningún cambio de peso en el momento de la muerte de los animales así que, en su opinión, esto no sólo verificaba que había encontrado evidencias de la existencia del alma humana, sino que también había demostrado que la ausencia de alma en los perros nos distinguía del resto de los animales. McDougall fue aún un paso más allá: como había encontrado que el alma tiene una masa muy pequeña, de sólo unos cuantos gramos, y como además el alma está repartida por todo el cuerpo, esto tan sólo podía significar que su densidad es mucho menor a la del aire y, por tanto, al abandonar el cuerpo flotaría en la atmósfera. Y eso explicaría el mecanismo de ascensión del alma hacia el cielo ¿no? Llegados a este punto, es muy posible que muchos hayáis encontrado cosas que no encajan en la teoría de McDougall, así que vamos a ver qué podemos sacar claro de este experimento y si, en realidad, lo que estaba midiendo este señor podía tener una explicación distinta. En primer lugar, la conclusión a la que llegó con su experimento con los perros presenta problemas. En 2001 apareció un artículo en el Journal of Scientific Exploration en el que un investigador hizo la misma prueba, pero usando ovejas y cabras en vez de perros. Esta vez, tras la muerte de 12 animales, el investigador encontró variaciones de peso de entre 18 y 780 gramos. Ante nada, hay que aclarar que el Journal of Scientific Exploration no es demasiado scientific y, aunque el propio artículo esté lleno de superchería, los datos obtenidos que aparecen en él son válidos si nos olvidamos de toda la narrativa que lo adorna. Dicho esto, ¿por qué las ovejas y las cabras presentan variaciones de peso tan grandes? ¿Son más humanas que los perros, cuyo peso no varía al morir? Algunos de esos animales tendrían almas 20 veces más masivas que las nuestras, ¿significaría eso que ciertos tipos de ganado son más humanos que nosotros? ¿Cómo podía ser que los perros no tuvieran alma, pero que otros animales sí que la tuvieran? La verdad es que estos datos no ayudan en absoluto la teoría de McDougall. Pero hay un problema añadido mucho más grave en la metodología que utilizó este médico para encontrar el alma: determinar el momento exacto de la muerte de una persona es una tarea prácticamente imposible. Morir no es simplemente dejar de moverse. La muerte llega cuando la actividad cerebral desaparece, así que una persona realmente fallece en el momento en el que su cerebro se apaga por completo. Esto es importante porque mucha gente parece que saca el concepto de muerte de lo que ve en las películas: gente muriendo al instante al recibir un disparo en el estómago o un corte superficial con una espada a través del pecho. Este no es, ni de lejos, lo que ocurre en realidad. Mientras las neuronas tengan reservas de oxígeno y nutrientes, el cerebro puede seguir funcionando. No durante horas, por supuesto. Hablo de minutos o incluso segundos. Existen testimonios de otras épocas en las que la cabeza de un individuo ha seguido presentando signos de actividad tras su decapitación. Gesticulando, parpadeando o incluso intentado hablar después de que fuera separada del cuerpo, las cabezas recién separadas del cuerpo han dejado testimonios como el de Gabriel Beaurieux tras presenciar la decapitación de Henri Languille, un reo condenado a muerte por asesinato: [Tras varios segundos], los movimientos espasmódicos cesaron Fue entonces cuando grité Languille!. Vi sus párpados abrirse poco a poco, sin ninguna contracción espasmódica -insisto en esta peculiaridad-, con un movimiento fluido, igual que ocurre en el día a día, como lo hace la gente recién despertada o que ha sido sacada de su ensimismamiento [Tras pronunciar su nombre otra vez] Los párpados de Languille se abrieron y unos ojos innegablemente vivos se fijaron en los míos de una manera aún más penetrante que la primera vez. O sea, que incluso completamente separado del riego sanguíneo y desangrándose rápidamente por la bajada de presión en las venas, parece ser que el cerebro puede tener energía suficiente como para agarrarse a la vida durante unos instantes cuando el resto del cuerpo falla por completo. Pero los testimonios de este estilo tan sólo son evidencia anecdótica, muy susceptible a ser distorsionada por la visión poco objetiva de la realidad que tenemos los seres humanos, así que durante un tiempo se pensó que estos testimonios podrían atribuirse a movimientos involuntarios del cuerpo tras la muerte que no tuvieran nada que ver con la actividad cerebral Hasta que, en 2011, apareció un estudio que sugiere lo contrario. Un grupo de investigadores quería aprender más sobre el mecanismo exacto que sigue la muerte en términos neuronales, así que decapitaron varias ratas, la mitad de ellas anestesiadas y la otra mitad no. Conectaron a los animales a un aparato que podía medir su actividad cerebral y descubrieron que, tanto las ratas anestesiadas como las no anestesiadas presentaban actividad cerebral asociada al pensamiento consciente hasta casi 4 segundos después de la decapitación, mientras algún tipo de actividad neuronal en general podía ser detectada hasta 17 segundos después de la decapitación. Esto significa que el final de la vida no llega en el momento en el que la respiración se detiene o el corazón deja de latir. El cerebro tarda un tiempo en quedarse sin nutrientes así que, cuando el cuerpo deja de mostrar señales de vida, el cerebro se apaga gradualmente durante unos segundos. O sea, que para determinar el momento exacto en el que una persona muere se necesita un aparato capaz de monitorizar la actividad cerebral del paciente Algo que McGoullan no tenía en 1907. Él podía ver cuándo un paciente dejaba de respirar, de moverse o de latirle el corazón, pero eso no significaba que realmente el paciente hubiera muerto aún, que su conciencia hubiera dejado de existir. Sin embargo, en su investigación dice cosas como su peso bajó X onzas en el momento de su muerte cuando, de hecho, no podía saber si el paciente estaba muerto de verdad o no cuando notaba sus cambios de peso. ¿Entonces qué podemos sacar de todo este experimento? Pues que McGoullan sí que estaba midiendo cambios en el peso de sus pacientes durante la muerte de sus pacientes, pero que estos cambios no se correspondían con el momento en el que el alma escapaba del cuerpo. Entonces, ¿a qué podían deberse las variaciones de masa que midió McGoullan? Vamos a verlo. El cuerpo humano medio tiene una masa de unos 75 kg, por lo que la masa perdida durante los experimentos representa tan sólo del orden de una diezmilésima parte de la masa total de un cuerpo. Estas variaciones son en realidad extremadamente pequeñas y su causa se puede encontrar en fenómenos nada sobrenaturales. Por un lado, sabemos que una cosa que sí sale de nuestro cuerpo al morir es el aire que contienen los pulmones. Y el aire, aunque no lo notemos, tiene masa. Teniendo en cuenta que un metro cúbico de aire tiene una masa de alrededor de 1,2 kg y que la capacidad pulmonar de un ser humano ronda los 6 litros, en nuestros pulmones se pueden meter 7,2 gramos de aire que, al morir, sale de nuestro cuerpo. En realidad, la masa del aire expulsada al exhalar es mayor porque nuestros pulmones humedecen el aire de manera que siempre sale de nosotros con un 100% de humedad, así que la masa del aire que expelemos se puede duplicar por la presencia del agua que expulsamos junto con él. Lo mismo ocurre en el otro extremo de nuestro cuerpo en el momento de pasar al otro barrio. La expresión el último aliento es mucho más poética para describir la expulsión final de gases del cuerpo durante la muerte Pero tened en cuenta que perdemos masa por los dos lados. Dejando los gases de lado, hay que tener en cuenta que la mayoría de nuestro cuerpo está compuesto por agua que estamos constantemente perdiendo. La evaporación de agua a través de nuestra piel es la responsable de que perdamos hasta 600 gramos de agua diarios sin que nos demos cuenta. O sea, que la pérdida de agua a través de la piel del paciente explicaría las variaciones de masa del medidas por McDougall. Esta podría ser la causa principal de pérdida de masa observada por McDougall si tenemos en cuenta que observó que los perros no bajaban de peso al morir, pero sí que lo hacen los humanos, las cabras y las ovejas. La explicación es sencilla: los perros sólo tienen glándulas sudoríparas en las zonas de su piel que no están compuestas por pelo, mientras que los seres humanos, las cabras y las ovejas tenemos por todo el cuerpo. O sea, que los perros pierden una cantidad de masa mucho menor por la evaporación del agua a través de su piel, lo que podría explicar por qué McDougall no podía medir cambios en sus experimentos (esto es un razonamiento propio sin evidencia experimental y puedo estar equivocado). Pero, en última instancia, las pequeñas variaciones de peso que sufrían los pacientes de McDougall podrían deberse simplemente a que, al morir, los músculos pueden quedar relajados o contraídos en posiciones ligeramente distintas y el peso del cuerpo sobre la superficie en la que se encuentra se redistribuye. Esta redistribución del peso puede provocar variaciones en las lecturas debido a la aplicación de momentos de fuerza desequilibrados sobre los puntos que miden el peso. Y eso por no decir que McDougall basó su hipótesis en las pequeñas variaciones de peso de tan sólo (por suerte) 4 pacientes y que todos ellos dieron resultados distintos. ¿qué evidencias tenemos de que el alma pesa 21 gramos? La evidencia a favor de este dato es un solo ensayos de un tipo que hizo un estudio sesgado en 1907, que no contaba con la tecnología necesaria como para hacerlo bien y que ni siquiera obtuvo resultados reproducibles. El veredicto, en mi opinión, está claro: ni el alma pesa 21 gramos, ni McDougall consiguió demostrar su existencia midiendo cuánto pesa la gente antes y después de morir. Fuente: www.cienciadesofa.com (el blog de la voz cursiva xD)
Gracias por compartir la historia. Eso si, independiente de las creencias, no estoy de acuerdo con los argumentos. Considerando que el tipo hace una medición "al momento en que de observa la muerte" pero no dice en que periodo de tiempo....podrian ser hasta 10 segundos; no siendo literalmente al momento exacto de la muerte. Bueno, dices que puede ser por la pérdida en ese instante del oxígeno. En este punto me falta información; donde dice que un ser vivo expela todo el oxigeno de sus pulmones al morir?; yo por sentido comun creeria que el ser humano muere inspirando y no expirando; al menos que haya evidencia de que no sea asi. Además, los perros al morir tambien podrian perder peso por este mismo concepto; pero no lo hacen (considerando a tu favor que tienen pulmones bastante mas pequeños). Lo otro, la sudoración. La sudoración ocurre en la medida en que exista flujo sanguíneo; al dejar de latir el corazón la sudoración deja de ocurrir. Lo que va a ocurrir es la evaporación de los componentes liquidos del cuerpo; pero dudo muuucho que esto ocurra fuertemente el momento 0 post mortem; como pra justificar una pérdida de peso de 21 o 14 gramos....además recuerda que esa perdida de peso supuestamente es instantanea. Si fuese por este concepto, que lo dudo, sería progresiva desde 1 gr... Lo de el acomodamiento del cuerpo...yo esperaría que la persona que muere por posiciones no aumente de peso. Recuerda que físicamente es el mismo peso soportado sobre una balanza, independiente de la posición en la que estés. Un ejemplo parate bien sobre una balanza y contrae y relaja tus brazos....debieses esperar una diferencia de peso? No debiese ocurrir. Eso seria pensar que hay elementos que al contraer o relajar músculos normalmente aparecen y desaparecen (como para aumentar o reducir masa).. Y eso no es asi. buen tema para el debate, saludos y gracias por la historiaza
el autor del articulo sugiere que la perdida de peso es por una mezcla de las 2 cosas, sudoración y perdida de aire, la creencia urbana (por decirlo de alguna menera) dice que hombre al morir exhala, tambien se utiliza como sinonimo de morir el termino expirar, no?
Buen articulo, lo mas probable es que esos cambios sean por procesos fisiologicos, dudo que algo que viaja a otro plano existencial tenga peso o pueda ser medido acorde a la fisica.
La ecuacion que explica el origen de la vida, dice que la energia se convierte en materia, bajo ese principio por supuesto puede ser medida.
Buen articulo, bastante buen razonamiento, y como decia un compadre mas arriba, seria raro que algo como el "alma" tuviese un peso fisico (si es que existe claro, aun no se sabe con certeza)