Mascotas Resucitadas Luis como cada mañana sacó a pasear a su perro, un precioso ejemplar de Beagle, una raza conocida por ser unos excelentes rastreadores y grandes cazadores. Su paseo matutino finalizó sin ningún contratiempo y Luis no advirtió que la rutina de cada mañana se había roto. Todas las mañana cuando salía de casa con el perro el loro de la vecina empezaba a gritar y provocar los más chirriantes sonidos, Sultán que así se llamaba el perro odiaba al pájaro con toda su alma y comenzaba a ladrarle provocando mas de una queja entre el vecindario. Sin embargo esa mañana nadie molestó a Sultán y el loro no había armado el escándalo habitual. Luis no le había dado importancia a ese hecho. Pensó que tal vez su vecina, debido a las quejas del resto de vecinos, había decidido guardar a su mascota en el interior de la casa. La sorpresa de Luis fue mayúscula cuando al buscar a Sultán en el jardín trasero, que era parte de la comunidad de vecinos. se encontró como su perro excavaba un agujero en la tierra con el loro en la boca. Rápidamente y de un salto le quitó el pájaro de la boca al animal, comprobando que ya estaba muerto. Asustado y sin saber que hacer limpio al loro de sangre y restos de tierra y decidió colocarlo en la jaula en la que su vecina tenía al animal normalmente. Ocultó toda prueba de que Sultán había asesinado al loro y trató de hacer una vida lo más normal posible, pensando que tal vez al encontrar al loro muerto en la jaula no investigaría su muerte y pensaría que había muerto de alguna enfermedad. Aproximadamente una hora después escuchó gritos y llantos en la casa de su vecina. Se acercó al lugar para tratar de consolarla como lo hubiera hecho en una situación normal para no levantar sospechas. Ante los llantos sacó todo un arsenal de consuelos, le dijo que el loro había tenido una vida feliz, que pronto podría comprar otro pájaro que le hiciera compañía, etc. Sin embargo los llantos y gritos de la mujer no sólo eran de tristeza e impotencia. Tenía un miedo atroz, pues el loro había muerto la noche anterior y ella lo había enterrado esa misma mañana en el jardín de la parte trasera. ¿Habría regresado de entre los muertos su mascota? Accidente en un Abismo En un lugar de la Sierra Ecuatoriana donde la carretera circula entre montañas y grandes abismos, un matrimonio con su hijo avanzaban con cautela en el coche. Era una noche con mucha niebla y el viaje era muy peligroso. Regresaban de un viaje en la montaña y se dirigían a su casa por una carretera, poco transitada. De pronto se les apareció una mujer en medio de la carretera con el cuello y la ropa llenos de sangre gritando para que parasen. La familia paró y el marido se bajó del coche. Entonces habló con la mujer que, muy alterada y llorando, le dijo que habían tenido un accidente y que se habían caído con el coche por el barranco. La mujer le rogó que la ayudara, que tenía un bebé y se había quedado atrapado entre los hierros del coche, que bajara y lo sacara de allí. El hombre cogió su equipo de montaña y se puso a bajar por el barranco. Al rato subió muy nervioso con el bebé en brazos y le preguntó a su esposa dónde estaba la mujer. Esta le respondió que se había sentado en una piedra grande que había allí en la carretera, pero cuando miraron ya no estaba. Entonces el hombre se metió rápidamente en el coche con el bebé y le dijo a su mujer que hiciera lo mismo. Arrancó el coche y se fueron. Su mujer, muy enfadada, le preguntó que por qué se iba con el bebé, que por qué no habían buscado a la mujer, el marido le dijo que se tranquilizara y que cuando llegaran a su casa le contaría. Cuando llegaron, la mujer le pidió explicaciones a su marido. Este le contestó que cuando bajó y cogió al bebé vio a la mujer muerta, el accidente había sido brutal y su cuerpo estaba cubierto de sangre y el cinturón de seguridad enredado a su cuello. El espíritu de la mujer era el que le había pedido ayuda para que salvaran a su hijo. La Chaqueta Un chico está estudiando un sábado para preparar sus exámenes de graduación. Para relajarse un poco decide ir a un pub que esta justo debajo de su casa. Se acerca a la barra y pide una coca-cola para despejarse. De repente ve a una chica muy guapa y atractiva, era rubia, pelo largo, ojos claros y cuerpo frágil. Él se acerca a hablar con ella aprovechando que estaba sola en un extremo de la barra. Se presentan y se pasan hablando un par de horas hasta que ella dice que se tiene que ir a su casa ya que es muy tarde. El chico mientras va con ella a la puerta le intenta convencer de que le deje acompañarle a su casa, ella se niega. La chica sale a la calle y empieza a tiritar, esa noche hace mucho frío y el chico en un acto de caballerosidad se quita la chaqueta y la envuelve con ella, aprovecha la situación para abrazar a la chica y acompañarla la mitad del camino a su casa, ella le pide que la deje continuar sola y él encuentra la excusa perfecta para volverla a ver otro día. Al dejarle la chaqueta podrá quedar de nuevo con ella para que se la devuelva. Ella le da su dirección y se despiden con un tierno beso. Al día siguiente su corazón parece que va a explotar cuando se acerca a la dirección que la chica le señaló. Lleva casi toda la noche sin dormir pensando en ella y llama tímidamente a la puerta. Le recibe una mujer mayor que le pregunta quien es. El chico pregunta por Laura, el nombre de la chica, y la mujer nerviosa y enfadada le recrimina que allí no hay ninguna Laura y que vaya a hacer bromas pesadas a otro lado. Desesperado por perder a su amor, el chico insiste y es entonces cuando advierte que junto a la mesita de entrada a la casa hay una foto de Laura. La señala y le dice a la señora que ella es la chica a la que busca. La mujer encolerizada le agarra de una oreja y le lleva a rastras hasta un cementerio cercano. Por el camino los ánimos se van suavizando y la mujer le cuenta entre lágrimas que Laura era su hija menor, había fallecido años atrás. La encontraron muerta camino a casa, al parecer una noche fría cuando volvía de divertirse con las amigas sufrió un ataque de asma del que no pudo sobrevivir. Al llegar al cementerio y sin mediar palabra el chico señaló una de las tumbas - Esa es la tumba de Laura - la mujer le preguntó que como podía saberlo si nunca había estado Allí sobre su lápida estaba la chaqueta del chico. Alguien Bajo tu Cama La citada historia le sucedió a una niña de 9 años, hija única de padres de gran influencia en la política local; esta niña tenía todo lo que hubiese querido y deseado una niña normal, con buena educación, pero con una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas de caridad y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola. Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande para que cuidase a la niña cuando creciera, pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, ya acostumbrado a dormir con la niña, se tumbaba bajo de la cama. Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo, aproximadamente a las 2:30 de la madrugada, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Entonces, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese (era como un código entre ella y el perro) al sentir su lengua en la mano se tranquilizó y durmió otra vez. Cuando se despertó por la mañana descubrió algo espantoso: En el espejo del tocador había algo escrito con letras rojas. Cuando se acercó, vio que era un rastro de sangre que decía así: "NO SÓLO LOS PERROS LAMEN". Entonces dio un grito de terror al ver a su perro desangrado en el suelo de su habitación. Se dice que cuando los padres la encontraron ella no decía otra cosa más que: "¿Quién me lamió?" y decía el nombre de su perro, se volvió loca y hasta la fecha está en un manicomio y sus padres, tratando de olvidar lo que hallaron en el cuarto y a su hija, se fueron al extranjero. La incógnita más grande es: según los que fueron a investigar al cuarto de la niña, el perro ya estaba muerto, desangrado en el suelo, desde hace horas. ¿Quién le lamió la mano a la niña debajo de la cama? El Diablo en la Discoteca Una noche de viernes santo, se hizo una fiesta en la discoteca más famosa de la ciudad, dicen que en un momento determinado de la noche ,entró a la discoteca un joven, que atraía las miradas de todas las jovencitas que se encontraban en el lugar, era alto ,muy bien vestido, con unos ojos algo extraños pero encantadores... Este apuesto joven se acercó a una muchacha para sacarla a bailar y ella encantada por su apariencia aceptó sin pensarlo dos veces, mientras bailaban él le advirtió que no mirara sus pies ya que se sentía un poco intimidado y no era capaz de seguir el ritmo, ella asintió con la cabeza Pero al cabo de un rato no resistió mirar sus pies, ella se quedó sin aliento al ver unas garras horribles y se desmayó enseguida, todo el mundo al ver a esta joven tendida en el suelo corrió a socorrerla, y el joven con el que bailaba ya había desaparecido del lugar. La muchacha cayó en un terrible estado de coma, y sus padres ordenaron revisar las cámaras del lugar para identificar al hombre que todos creían que era el culpable de su estado, pero para sorpresa de todos, en el video de seguridad se veía claramente que la jovencita se movía sola por toda la pista de baile, el hombre no se reflejaba en la grabación. Para confirmar esta escalofriante historia en el baño del establecimiento en uno de los espejos decía: "Viernes Santo, muerte de Cristo, Viernes Santo yo revivo y riego sangre y temor entre los humanos"... La discoteca estuvo varios días impregnada con un olor a azufre y la joven murió después de un tiempo con unas marcas de quemaduras en la espalda... ¿¿¿Te atreverías a irte de fiesta ahora en Viernes Santo??? No abras la Puerta Muchas personas piensan que esto que os voy a relatar es una simple leyenda, un cuento o incluso una falsa historia, pero yo lo único que puedo hacer es contárosla, a partir de ahí, sacad vuestras conclusiones. Hace 2 años, estaban en su casa, tan tranquilos, María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente, con su hijo pequeño de tan solo 8 años. Como era de costumbre María se tenía que ir todas las noches a trabajar, era una mujer con muchas responsabilidades( tanto en su trabajo como en su casa) y no podía atender a su hijo en todo momento. Pero aquel día sería muy diferente al resto; ya que, cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo había escapado del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, lo peor era que había sido visto a pocas manzanas del hogar de la familia. Esto provocó la incertidumbre de María que al irse al trabajo tenía que dejar a su hijo solo en casa. Maria para prevenir desgracias cerró las ventanas, puertas, y le explicó lo siguiente a su hijo : - No abrás ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo golpearé 3 veces seguidas la puerta o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo. Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente. Al cabo de rato, el chico ya estaba dormido cuando de pronto llaman a la puerta. POM...POM.... el chico se despertó y aterrado se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo : - ¿Eres tú mamá?. La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía: JABREME DA PUETA. El niño atemorizado huyó hacia su habitación donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido. Al día siguiente cuando se levantó se dio cuenta de que su madre no había vuelto. Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa y se encontró a su madre con las piernas cortadas ( por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada ( por lo que no le pudo reconocer la voz) y totalmente ensangrentada. Desde ese día este chico tuvo que ser hospitalizado en un psiquiátrico y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas... El asesino del asiento de atrás Una mujer sale del trabajo a altas horas de la madrugada, la carretera está vacía y su camino como cada noche se vuelve monótono y aburrido. Para evitar dormirse al volante decide parar a comprar algo de comer en una gasolinera que hay camino a su casa, al fin y al cabo no tiene nada que desayunar al día siguiente. La distracción le servirá además para mantenerse despierta los quince minutos que faltan hasta llegar a casa. Tras realizar una rápida compra y lavarse la cara en el baño decide reanudar su viaje. A los pocos minutos un coche se sitúa detrás de ella a toda velocidad y empieza a encender y apagar las luces. Prácticamente cegada por la intensidad de sus luces de larga distancia la mujer acelera. Sin embargo el vehículo que la persigue aumenta la velocidad y golpea fuertemente su parachoques trasero. Entre el miedo y los nervios se le cae el teléfono móvil bajo el asiento por lo que le es imposible llamar a nadie para pedir auxilio. Tiene que conducir a toda prisa porque el otro vehículo la persigue insistentemente, además las luces de carretera del coche que la acosa le impiden ver correctamente el camino. Finalmente y con el corazón a punto de explotar del miedo consigue entrar en la ciudad, sabe que la puerta de su casa está pocos metros y que si baja corriendo podrá llegar a tiempo. Sale del coche de un salto y deja la puerta abierta, tiene demasiada prisa para preocuparse de cerrarla. Casi inmediatamente del vehículo que la perseguía sale un hombre de pequeña estatura y algo gordito que la grita sin cesar: ¡¡¡ Corre, entra en casa y cierra la puerta !!! ¡¡¡Llama a la policía!!! La mujer desde el interior de su casa se asoma por la mirilla y observa como de repente del interior de su propio coche sale un hombre con un hacha. Con paso firme se abalanza sobre el conductor que la perseguía y le despedaza en cuestión de segundos. El conductor que la acosaba lo único que pretendía era avisar a la mujer que había alguien en su asiento trasero. Mientras circulaba tras su coche pudo observar como se levantaba una silueta con un hacha y la alzaba con la intención de atacar a la mujer que estando de espaldas no podía ver a su asesino a escasos centímetros. La niña perdida Vanessa, es una joven de Gijón que estudia Terapia ocupacional en la Universidad de Talavera. Junto con otras dos chicas alquiló un piso en la calle de los Templarios para que los gastos fueran menores. Durante el segundo curso, Vanessa suspendió dos asignaturas y sus padres le enviaron el mes de agosto para estudiar. Una noche de verano en la que estaba sola, cuatro golpes secos sonaron a su puerta. Vanessa creyó que se trataba de algún amigo con el que salir a tomarse una copa, pero se trataba de una niña de alrededor de siete años. La niña, de hermosos tirabuzones rubios y grandes ojos castaños miró a Vanessa y le dijo que se había perdido. Vanessa le dejó entrar, le preparó un vaso de leche y le dijo que iban a ir a la policía. Verónica le rogó que no lo hiciera esa noche pues tenía mucho sueño y quería dormir. Vanessa accedió y le preparó la cama. Por la mañana temprano cuando Vanessa iba a llevarla a la policía, entró en el cuarto y vio que la niña, llamada Verónica, no estaba. Un año después en idéntica situación, la niña volvió a aparecer. Parecía que no había crecido nada. De nuevo Vanessa le preparó la cena y le dejó dormir pero al día siguiente Verónica volvió a desaparecer sin dejar rastro. Vanessa fue a la policía y dio todos los datos de la chiquilla pero no se habían producido denuncias ni nadie había reclamado una desaparición. Tras dar muchas vueltas, Vanessa llegó al Hospital de San Prudencio. Un hospicio para niños y niñas huérfanos. Allí la madre Sonsoles, le explicó que no tenían ninguna niña de esas características. Justo cuando se disponía a salir Vanessa del lugar, otra monja llegó con un calendario de dos cursos atrás. Allí estaba la foto de Verónica, tal y como Vanessa le había visto. - Sí ¡es ella! - gritó. Las dos monjas se miraron extrañadas - Verónica murió hace dos años. Aquella noche, cuatro golpes secos sonaron en la puerta de Vanessa. La muchacha observó por la mirilla de la puerta. Allí estaba de nuevo Verónica, con los brazos cruzados y cara de enfadada. - Has tardado mucho en abrirme, tengo hambre y sueño - Dijo la niña. Vanessa aterrada preparó todo como lo había hecho habitualmente. Cuando acostó a Verónica no pudo soportar el terror y entró despacio a su habitación. La niña estaba totalmente arropada. Vanessa retiró la sábana y bajo ella, como un suspiró pareció desvanecerse un cuerpecito en una nube. Sobre la almohada, con letra infantil y varias faltas había una nota "Gracias por la leche y los dulces, ahora tengo que irme a llevar al infierno a las otras tres chicas que no me dejaron entrar a sus casas." espero les guste
oh unas me dejaron como frio jeje, pero estan super buenas :Z no son taaan largas y aparte son entrete jeje se agradece