Han tenido exitosas carreras... pero estas se han visto empañadas al momento de vestir orgullosamente la camiseta de su selección en la mayor cita del fútbol, un mundial. Aqui, amigos portalianos, algunos de ellos. Gunter Netzer El volante germano Gunter Netzer había sido elegido por los dioses para ser un talentoso en la cancha. Nacido en el Borussia Moenchengladbach, había sido la figura de Alemania Federal en la obtención de la Eurocopa 1972. No en vano, era el preferido de la hinchada. Tan bueno para la pelota era, que a mediados de 1973 el Real Madrid se lo llevó para competirle de igual a igual al Barcelona, que se había hecho de los servicios del holandés Johan Cruyff. Su traspaso al cuadro merengue también le supuso a Netzer jugosos contratos publicitarios con el correspondiente pago en dólares. Al parecer el haber abandonado la Bundesliga le pasó la cuenta, porque en un amistoso previo al Mundial de 1974 ante los suecos se le vio lento y errático. Esto motivó las críticas del capitán Franz Beckenbauer, quien sin anestesia expuso que no creo por qué el 'español' referencia directa a Netzer- tenga que ser convocado para jugar el Mundial. Estaba claro que el Kaiser y el rubio centrocampista no se llevaban. Lo que le pasó la cuenta al madridista, porque en la cita en Alemania 74 si bien integró el plantel campeón sólo jugó en la derrota ante Alemania Oriental. Y para colmo, apenas 17 minutos. Y peor aún, en el lapso que estaba en la cancha, la RDA anotó el gol de la victoria. Alguna vez se mencionó que Netzer no fue titular en esa cita mundialista porque no le llevó el amén a Beckenbauer tal como Muller u Overath. Y que, literalmente, le aplicaron la Ley del Hielo en la concentración. Así de fríos. Carlos Caszely ? Carlos Caszely fue un gran goleador en el fútbol chileno. Además, su técnica en espacios reducidos le valió el apodo del Rey del Metro Cuadrado. No en vano, fue considerado el verdadero ídolo del pueblo. Sin embargo, en los mundiales no lo pasó bien. Para la cita en 1974 fue el primer expulsado que recibió tarjeta roja, tras darle un puntapié a su marcador, el alemán Berti Vogts. Hay que decir que el teutón lo teníachato con su asfixiante marca y se desquitó. Con tan mala suerte que justo lo vio el árbitro y lo mandó afuera de la cancha. Tres años después, para las Eliminatorias de Argentina 1978 y cuando destacaba en el Espanyol de Barcelona, estaba listo para enfrentar a los peruanos y los ecuatorianos. Mas, no fue convocado por órdenes de arriba ya que era abierto contrario al régimen militar. Para las Clasificatorias de España 82, cuando marcó el gol del triunfo sobre Ecuador que clasificó a Chile celebró con el puño izquierdo en alto. No faltó quien vio en este gesto una actitud reaccionaria al sistema. La verdad fue que el hombro derecho se le había resentido de la dolencia que lo había dejado fuera del partido con Paraguay la semana anterior, y por eso no podía levantar los dos brazos. Finalmente, lo del penal perdido en España 82 se ha mantenido indeleble en la historia. Y ha dado para ser material, incluso, de comerciales de confites Julio Cardeñosa Es considerado uno de los referentes históricos del Real Betis, club donde cumplió interesantes campañas como volante. Mas, en la Selección Española Julio Cardeñosa dejó su impronta por una determinada jugada. El 7 de junio de 1978 jugaban los hispanos contra Brasil en Mar del Plata, en la ronda de grupos del Mundial de Argentina. Los ibéricos necesitaban ganar tras haber caído en el debut ante Austria, mientras la Verdeamarela no había lucido ante los suecos. Igualaban sin goles cuando Cardeñosa recibió un impecable pivoteo de Santillana, que lo dejó solo ante Leao para anotar y celebrar. ¡Era cosa de empujarla y listo! El delantero avanzó un paso para acomodarse, chuteó con todo el arco a su disposición y de la nada apareció el defensor Amaral que evitó el gol cantado. ¿Marcador final? 0-0. Aquella instancia lo marcó el resto de su carrera. Alcanzó a jugar tres partidos más con la camiseta peninsular antes de pasar al archivo de la Furia Roja. Tal vez si anotaba ese gol habría sido ungido como héroe nacional. O habría logrado el mejor contrato de su vida. En una de ésas, habría sido considerado como uno de los mejores futbolistas del Siglo XX. Incluso, podría haber sido condecorado por el S.M., el Rey Juan Carlos. Tal vez Ernest Wilimowski Era el 5 de junio de 1938. Brasil y Polonia debutaban en el Mundial de Francia, en Estrasburgo. Transcurrían los 53 minutos y los garotos vencían 3-1. En eso, un remate del delantero Ernest Wilimowski estrechó las cifras a un 3-2 que dio inicio a una escaramuza entre este polaco-alemán y los atacantes sudamericanos, constituyendo un marcador final de 6-5 a favor de Brasil en tiempo extra. La gracia es que Wilimowski anotó cuatro de los cinco tantos europeos pero no le alcanzó. Los este-europeos quedaron eliminados del torneo, pero Ernest Wilimowski quedó como el primer futbolista que marcó cuatro goles en un pleito mundialista. Lo que vino posteriormente para él no fue muy grato, tampoco. Goleador en su club Ruch Hajduki Wielkie, tras la invasión alemana a su país en 1939 firmó la Volksliste Nazi que le convirtió en futbolista germano pudiendo jugar incluso en su Selección Nacional. Le favorecía el hecho que había nacido en Katowice, Alta Silesia, cuando esta zona formaba parte del II Imperio Alemán. Eso cayó muy mal en su país de origen, que literalmente lo borró de su historia futbolística una vez concluida la II Guerra. Ni los 21 goles que anotó por Polonia, en los 22 duelos en que vistió su camiseta, le sirvieron de aval para un perdonazo. Ni menos, los cuatro que le endosó a los brasileños en esa tarde de junio. Allan Simonsen Con apenas 1.65 metro de estatura, el danés Allan Simonsen es considerado el mejor jugador danés de la historia, por la siguiente gracia: fue el único delantero que anotó en las finales de los tres torneos de clubes europeos, vale decir la Copa de Campeones (hoy Champions League), la Recopa y la Copa UEFA (actual UEFA League). Sin contar las faenas que construyó en sus pasos por el Borussia Moenchengladbach alemán y el Barcelona español. Todo eso le valió ser elegido el Mejor Futbolista Europeo en 1977. Con semejante curriculum, era un tránsito lógico que en su Selección Nacional fuera un inamovible. Sobre todo, después de haber alinedo por su país en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972 y haber sido titular en las Eliminatorias al Mundial de España 82. Sin embargo, en la clasificación de los daneses para México 86 no figuró en ninguno de los partidos clasificatorios. Por un lado, por una grave lesión en la pierna queoducida durante su participación en la Eurocopa 1984 en el partido ante Francia, lo alejó casi un año de las canchas. Por el otro, porque los delanteros titulares ya eran Preben Elkjaer-Larssen y Michael Laudrup. Aún así, el DT Sepp Piontek lo incluyó en la lista de los 22 que viajaron a las tierras aztecas, jugando 19 minutos en la victoria 2-0 sobre Alemania Federal en Querétaro. Peor habría sido nada. Piet Schrijvers Tal vez nunca hubo un portero con tanta mala suerte que el holandés Piet Schrijvers. Ágil, a pesar de su contextura gruesa, era según la prensa especializada- número puesto en la titularidad de la Selección Holandesa para el Mundial de 1974 tras la renuncia deJan van Beveren. Pero no contaba con que el capitán del equipo, Johan Cruyff, le recomendaría -por no decir le impondría- al DT Rinus Michels un amigo suyo que jugaba en el FC Amsterdam, un tal Jan Jongbloed. Así, el gordito Schrijvers vio todo el torneo en Alemania desde la banca. Con Van Beveren declarado proscrito del equipo Orange, Schrijvers se fue adueñando de la titularidad en la Naranja Mecánica, reafirmado en su labor en la Eurocopa de 1976. Sin embargo, cuando llegó el Mundial de Argentina nuevamente Jongbloed le ganó el quien vive. Pero en la ronda de Cuartos de Final el DT Ernst Happel le dio la opción. Y estaba cumpliendo en lo suyo porque, tras aceptables faenas ante Austria (5-1) y Alemania Federal (2-2), estaba respondiendo ante los italianos en el duelo que definiría al primer finalista. Se cumplían los 21 minutos de la etapa inicial cuando, en una jugada simple, salió a tonar el balón y chocó con el defensor Ernie Brandts perjudicando su rodilla. Para colmo, el balón se fue al fondo de las mallas decretando la apertura a favor de los itálicos. Hasta ahí llegó su sueño mundialista, porque la dolencia fue severa y lo tuvieron que sacar en camilla. Por ende, la final la disputó, casi sin moverse de su escritorio, Jongbloed. Tuvo algún sabor de revancha personal en las Eurocopas de 1980 y 1984, más los tres partidos que disputó en las Eliminatorias para el Mundial de España 82. Pero que Piet Schrijvers no gozó de una buena estrella... Jan Tomaszewski Larguirucho, ágil, seguro de manos y con pinta de hippie, Jan Tomaszewski es uno de los referentes de la generación polaca que brilló en el Planeta Fútbol entre 1972 y 1982. Su consagración internacional se fechó el 17 de octubre de 1973, en el empate 1-1 que su país inscribió ante Inglaterra en Wembley y que le valió a los este-europeos su clasificación al Mundial de 1974. En la previa, los especialistas británicos siempre con su humor flemático- habían definido al portero como un payaso debido a su extrovertida indumentaria: polerón rojo, short amarillo y medias blancas. Lo que no contaron los inventores de este deporte es que, justamente, esepayaso al decir de él, sin jugar su mejor partido- les conjuró todas sus opciones de gol consumando su eliminación. No en vano, los titulares de los diarios del día siguiente rezaban expresiones tales como que el fin del mundo había llegado al balompié isleño. Y la culpa, en parte, fue de ese hippie-payaso-arquero-larguirucho que en la cita en canchas germanas le disputó a Sepp Meier el rótulo de ser el mejor del certamen. Jan Jongbloed Unos pocos le destacaron su virtud de jugar mejor con los pies que con las manos. Pero muchos lo definieron como un portero del montón. Que había muchos mejores que él. Incluso, que por su miopía por lo cual utilizaba lentes de contacto- no podía alinear en la Selección Holandesa. Y lo peor de todo, el correo de los chismes indicaba que llegó al equipo Orangegracias a su amistad con Johan Cruyff. Como sea, Jan Jonngbloedquedó en la historia por jugar en las dos finales que la Naranja Mecánica disputó en las citas de Alemania 74 y Argentina 78. Lo surrealista era que, a menos de un mes del debut de los holandeses en el Mundial alemán, el bajo perfil de Jongbloed ni soñaba con tomar parte de la máxima cita. Con 33 años, atajaba tranquilo en el humilde FC Amsterdam. A lo más, exhibía en su hoja de servicios sólo cuatro minutos en el seleccionado tulipán, el 26 de septiembre de 1962 en un amistoso ante Dinamarca. La enemistad entre Cruyff y Jan van Beveren, considerado el mejor guardavallas holandés de la historia y que tras una grave lesión estaba listo para jugar el Mundial, dejó al portero abajo del avión. Y Jongbloed, con cuña incluida, quedó en la lista de los 22. Y para refrendar aquello que a quien buen árbol se arrima buena sombra lo cobija, quedó como titular por sobrePiet Schrijvers, el reserva de Van Beveren y de quien se suponía heredaría la posta. En canchas germanas, en primera ronda y cuartos de final Jongbloed sólo recibió un tanto en contra producto de un autogol cometido por Ruud Krol, en la victoria 4-1 sobre Bulgaria-. Pero en la instancia crucial, la final ante Alemania Federal, no se movió en el penal servido por Paul Breitner ni en el suave remate esquinado de Gerd Muller que construyeron el 2-1 a favor de los teutones. Disparos que, quienes hacen fútbol-ficción, habrían sido contenidos por Van Beveren. Y todo por haber cometido el pecado de ser amigo de Cruyff. Joe Gaetjens En el Mundial de 1950 Inglaterra se dignó a participar por primera vez en este certamen, después de un ostracismo voluntario ya que sentía que ese evento no estaba en su medida por su condición de inventor del fútbol. Tras superar en su debut a Chile por 2-0, su siguiente encuentro en Belo Horizonte era ante Estados Unidos. Los gringos eran un equipo que tenía más entusiasmo que oficio. Eso les bastó para superar por la cuenta mínima a los altaneros europeos, quienes calificaron ese resultado como desastre. El autor de ese histórico tanto fue un moreno delantero llamado Joe Gaetjens. Hijo de padre alemán y madre haitiana, Joseph Eduard Gaetjens había llegado desde su nativa Haití hasta el país del norte para estudiar en la Universidad de Columbia. Alineando por los Brookhattan en la Liga Americana de Soccer, fue incluido en el representativo estadounidense para la cita mundialista en Brasil. Vistiendo la camiseta blanca con banda roja, más los pantalones medias azules, cuando se cumplían los 38 minutos de juego de aquel 29 de junio de 1950, vino un centro al área europea y Gaetjens, como pudo, cabeceó. La impotencia, desde ese momento, se convirtió en inseparable camarada de los ingleses que no podían soportar que una de sus ex colonias los estuviera superando en el deporte que habían creado. Con el pitazo final, Inglaterra no supo cómo ocultar la vergüenza mientras que el moreno centro forward fue sacado en andas. Ese hito le permitió a Gaetjens pasar a la Liga Francesa, donde alineó por tres temporadas en el Racing Club de París. Posteriormente, retornó a Haití por la que jugó en las Eliminatorias del Mundial de Suiza, en la derrota 0-4 ante México en Puerto Príncipe el 27 de diciembre de 1953. La leyenda que le pudo haber significado haber bajado del altar a los ingleses -al que se habían elevado sin que nadie les preguntara- no le sirvió de mucho a Joe. Porque el 8 de julio de 1964, bajo extrañas circunstancias, fue arrestado por la policía secreta de la dictadura de Francois Duvalier. Tras eso, nunca más se supo de él. En Estados Unidos no lo olvidaron, y en 1976 fue incluido en el Salón de la Fama del balompié norteamericano. Nobby Stiles En la Inglaterra campeona en 1966 mientras Bobby Moorelideraba la defensa y Bobby Charlton manejaba los hilos con su clarividencia futbolística, en el mediocampo el trabajo sucio estaba a cargo de Nobby Stiles. Pequeño de talla, con alopecia y falto de algunas piezas dentales tenía a su cargo la función deprimero ponerla y después preguntar. Se ubicaba delante de la línea de cuatro zagueros, barriendo toda la zona. Literalmente, encarnó aquello que le pegaba a todo lo que se movía. Parecía que hasta los árbitros le temían porque gozaba de fuero dentro del campo. No tenía asco para cumplir su función. Total, era un duro que había curtido su carácter desde pequeño en su barrio natal de Collyhurts. Incluso, en algunos sitios web se señalan varios mitos con Stiles como protagonista: que comía ajo para lucir una halitosis que molestaba al rival; o que visitaba a la ducha y el jabón sólo una vez por semana si es que su equipo ganaba. De lo contrario, la cita con el aseo personal se postergaba para después del siguiente partido. El caso es que en su país estaba en un altar, sobre todo después de su labor en el Mundial. Pero el resto del mundo lo odiaba. Y con mayúsculas. Incluso, por sus falencias en la dentadura le apodaron Conde Drácula. Pero a él le daba lo mismo, porque aparte de golpear se llegó a decir que podía insultar y escupir en varios idiomas. Incluso, un amigo suyo comentó que este verdadero demonio en la cancha nunca lesionó a ningún, pero que sí asustó a varios. Con sólo mirarlo, qué duda cabe de aquello. Andrés Escobar. Colombia llegaba a la cita mundialista de 1994 como un combinado potente. Con jugadores como René Higuita, Valderrama, Asprilla, Freddy Rincón o el 'Tren' Valencia, los aficionados veían que esta era una buena oportunidad para llegar lejos en un Mundial. Sin embargo, Colombia acabó último de la fase de grupos ante las selecciones de Rumanía, Suiza y Estados Unidos. Fue en su segundo partido del Mundial cuando Andrés Escobar iba a marcar un gol que supondría más tarde en su condena a muerte. Ya de regreso a Colombia, Escobar disfrutaba de varios días de vacaciones en Medellín cuando una noche acabó tiroteado en una discoteca. El asesino, Humberto Muñoz Castro, se encontró con el futbolista y no dudó en increpar a Escobar por aquel fatídico autogol ante Estados Unidos. El jugador intentó por todos los medios no entrar en conflicto con Humberto, pero este no se lo pensó dos veces y le disparó hasta en doce ocasiones con su pistola. Andrés Escobar no llegó vivo al hospital. Tras conocerse la noticia, el mundo del futbol quedó conmocionado. Aunque no se ha podido comprobar, muchos hablaron que detrás de este asesinato estaban las mafias dedicadas a las apuestas deportivas. Los periódicos del día de su muerte mostraban su incredulidad tras lo sucedido con El Caballero, apodo de Andrés, y no dudaron en etiquetar a este futbolista como un auténtico héroe. La afición asegura en estos días de dolor que todavía no ha salido un jugador en Colombia como el desaparecido Escobar. Sin embargo, muchos seguidores han querido ir más lejos y alguno comenta que tras el partido ante Estados Unidos y el gol en propia puerta de Escobar mucha gente se imaginaba que podía ocurrir lo que finalmente sucedió. En Colombia esas cosas no se respetan. Nunca un autogol supuso pagar un precio tan alto. A su funeral asistieron más de 100.000 personas que todavía recuerdan el día en que un tal Humberto Muñoz Castro se cruzó en la vida de Escobar. Eso sería estimados. Seguiré publicando temas de este tipo, saludos portalianos. 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