03,08,12-Ruso canero: "Si le hago un gol a Johnny Herrera, se lo grito en la cara"

Maxim Molokoedov detesta la soberbia del atajapepas de la "U", así que ya se las cantó pa' cuando se vean los carachos por Copa Chile.



¿Cómo anduvo el Chago ayer? ¿Se lo empataron al final? ¡Chuuuta! Qué penca la hueá”. Así de metido en su nueva vida de pelotero está el ruso Maxim Molokoedov, quien recibió al diario pop en la Peni, antes de ir a Quilicura a azotarse con sus cumpas. -Le está yendo como el ajo al Chaguito en la “B”.
-Sí, la cagó. Y lo malo es que también soy hincha de Lota Schwager, que es colista igual. ¡Lleva 1 punto!
-¿Lota? ¿ Y cómo te hiciste hincha minero?
-Acá en la cana, por mi amigo Sergio. Él fue el que me enseñó casi todo lo que he aprendido aquí. Es de Coronel.
El rucio se relaja luego de un arranque tenso. Está chato, apestado de las cámaras, de las preguntas, de contar una y mil veces su historia sacada de un cuento ruso, que hasta escapa a la pluma de Dostoievski.
La mirada de Maxim brilla al hablar del Sergio, quien fue el pilar que lo levantó en las sombras, cuando la mayoría lo ignoraba.
“El Sergio es súper importante para mí. En la cárcel hay mucha gente y hay muchos que no están ni ahí con conversar conmigo y yo tampoco con ellos, sobre todo eso pasa cuando uno es nuevo. Pero él me llamó la atención porque lo veía tranquilo, lo estuve mirando dos semanas y nunca le hablaba. Hasta que un día conversamos y estuvimos dos horas hablando... o tratando de hablar”.
-¿Cómo así?
-Es que yo no hablaba nada de español. Él tuvo la paciencia para preguntarme cosas. Me decía si yo tenía papá, mamá, que cuándo era la fecha de mi cumpleaños, que cuántos años tengo... ¡y en todo eso nos demoramos como 2 horas, jajajá!
-¿Es como un familiar para ti?
-Claro. Es que él me enseñó todo. Me enseñó a hablar español. Dicen que un ruso-chileno me ayudó, pero no es así. Fue el Sergio. Él me ha ayudado siempre. Y la vida nos ha cruzado. Estuvimos juntos en Santiago Uno y después a mí me trasladaron para la Peni. No supe de él hasta enero, cuando a él lo mandaron para acá. Estamos compartiendo celda de nuevo y sufriendo con Lota Schwager.
-¡Un amigazo, poh!
-Sí. Lo bonito es que cuando su familia de Coronel y Lota viaja a visitarlo, también me viene a ver a mí. Eso me pone feliz.
-¿Esa es tu familia en Chile, no?
-¡Eso! La Verónica es la mamá del Sergio y es mi mami chilena. Ella me trae queques... ¡me encantan!
-¿Has probado algo de comida chilena?
-Poco, acá se come poco... jajajá. Pero los que no puedo ver son los porotos. ¡No, no, no! ¡Me cagan la guata!
-Maxim, ¿qué fue lo primero que aprendiste a decir en español?
-”Sí, sí, señor”.
-¡Pensé que te habían enseñado algún garabatito primero!
-Es que en los partidos, cuando pedía la pelota gritaba: “Sí, sí, señor”. Después aprendí el resto de las cosas, jajajá.
-¿Cuánto influyó el fútbol para hacerte respetar en el mundo de la cana?
-Le debo harto al fútbol, aunque más le debo a Dios. El balón me ayudó mucho, es lo que más hacemos aquí, porque matamos harto tiempo.
-¿Te discriminaban?
-Un par de hueones de repente me trató mal cuando llegué, pero en general nunca me sentí discriminado por ser rubio o ser extranjero. Aunque no faltan los que me dicen “rusa”, pero son fomes.
-Ahora eres un ejemplo para todos.
-Sí, y me cuidan harto en los partidos. Al principio me pegaban harto, pero cacharon que era pata dura y que se lesionaban ellos primero. Ya ni me patean.
-Tu debut fue soñado, con dos goles. Ahora viene Copa Chile y el Chago juega con la “U”. ¿Qué tal?
-¡Uyuyuy! Quiero puro jugar ese partido, es un sueño. Quiero hacerle un gol a Johnny Herrera y gritárselo en la cara. Es que él habla muchas tonteras. Cuando lo veo en la tele digo: “¿Por qué no se preocupa de su equipo?”. Quiero ganarle.

“NO ME DEJAN RECIBIR CARTAS ESCRITAS EN RUSO”
Desesperado y solo, un día el pobre Maxim cometió su gran condoro en la cana: lo pillaron con un celular.
“Lo hice sólo para hablar con mi mamá, porque la extrañaba, no fue nada malo”, cuenta un arrepentido Molokoedov.
“Acá no puedo recibir cartas en ruso, porque en Gendarmería no entienden lo que dice y creen que puede ser algún mensaje que no corresponde”, relata tristón sobre los jeroglíficos que le mandan desde la tierra del vodka.
“Necesitaba hablar con ella, pues pensaba ‘¿qué noticia va a llegar Rusia?’... Mi mamá viendo a su hijo caer por drogas, por cocaína, por narcotráfico y eso me daba vergüenza”, narró.
“CABEZA DE PICH͔ LAVA LOS BOXER A DIARIO Y A MANO
Con la media percha que se gasta, el encierro le ha quitado a Molokoedov la oportunidad de galantear con las chilenitas.
“Es complicado. A veces salen mujeres y uno se queda mirando... hay un par de mujeres buenas, buenas, poh... ¡pero es señora de alguien! Y eso es mal mirado acá. Pero es cosa de tiempo pa’ tener una pololita... ¡o varias!”, se agranda.
-¡Y cómo lo hacís p’aguantarte, hombre!
-A esta altura, ya estoy acostumbrado. Los primeros meses fueron complicados. Yo hasta dejé mi pololita en Rusia. Tenía varias mujeres, jajajá.
Maxim es un regalón por excelencia, pero la cana le ha dado pega que no se imaginó.
“Todos los días llegó y lavo mis boxer a mano. Ahora que salgo todos los días y estoy con gente, tengo que andar limpiecito”, cuenta contento.

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