Enfermera “sufre” con más de 100 orgasmos al día

Muchas mujeres se preguntan qué diablos hacer para tener un orgasmo…yo me pregunto cómo dejar de tenerlos”, se queja ante el diario británico The Sun la enfermera Kim Ramsey de 44 años, oriunda de New Jersey.Corría el año 2008 y Kim comenzó a sufrir orgasmos continuos después de tener sexo con un nuevo pololo. “Tuve constantes orgasmos durante 4 días. Pensé que me estaba volviendo loca”.




ARVEJAS CONGELADAS


Ramsey fue diagnosticada con lo que se conoce como Desorden de Excitación Genital Persistente (PGAD, según sus cifras en inglés), que los médicos atribuyen a un quiste espinal desarrollado después de que se cayó por las escaleras hace unos 10 años.

Cuando se manifestó el problema, la enfermera pensó que su nueva pareja era un verdadero maese en la cama. Sin embargo, al cambiar de pololo, se dio cuenta de que los ataques de placer persistían. “Incluso traté de contenerme sentándome sobre una bolsa de arvejas congeladas".

El PGAD es un extraño desorden, sobre el cual es posible conocer más detalles desde que algunas mujeres se han abierto a hablar de esta condición, envidiable para muchas.

Un estudio realizado entre 18 mujeres holandesas el año 2008, determinó que la mayoría de las mujeres afectadas experimentaron los ataques orgásmicos durante su temprana menopausia, sin que existiera previamente ningún problema siquiátrico o anormalidad.
DIARIO DE UNA MULTIORGÁSMICA

El año 2009, una mujer afectada por el síndrome posteaba en el sitio Boing Boing cómo es la vida con más de 200 orgasmos al día, como era su caso.

“Cada vez que hago algo debo evaluar mi situación: ¿Dónde estoy?¿Hay alguien alrededor?¿Los conozco bien?¿Puedo hacer ruido?”, se preguntaba la mujer cada vez que debía hacer un movimiento que pudiera implicar un orgasmo.

La bloguera describe con la oportuna palabra de factores “gatillantes”: Música con bajos fuertes, andar en tren o en un auto que se mueva mucho, colonias muy almizcladas, oscuridad, estrés, películas de miedo, películas románticas, un roce inesperado y tener la vejiga llena.

“No tiene nada que ver con algo sexual. Ver escenas eróticas no significa nada para mí, pero el otro día, cuando un amigo puso su mano en mi espalda, me fue muy difícil contener un orgasmo muy gritado”, acaba la mujer.


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