Los platos más repugnantes del planeta

¿Te atreverías a probarlos?



Cada país tiene sus propias costumbres y su propia cocina. En algunas regiones del mundo beben vino de serpiente, en otras los locales no imaginan la mesa sin insectos fritos.


El portal RT presenta una lista de platos con diferentes fines: afrodisíacos, manjares o simplemente resultados de los intentos de convertir algo tóxico en comestible.


Arañas fritas de Asia





‘Beondegi’, larvas cocidas. Es un aperitivo tradicional en Corea. A menudo se puede comprar en puestos callejeros ya preparado. En las tiendas venden botes con larvas para luego cocinarlas.





Balut’ es un huevo de pato ya fertilizado con su embrión dentro. Se considera un afrodisíaco y un tónico por su alto contenido de proteínas. Se come tanto hervido, frito, como crudo en Asia.





‘Shirako’, semen de pez, es todo un manjar para los japoneses.





Huevo centenario: es una delicia china que se elabora mediante la preservación de un huevo en cal viva, arcilla, cenizas y diversos minerales durante varias semanas o meses. El aroma que desprende recuerda al del queso fuerte. La textura del huevo es gelatinosa.









Shiokara’: plato japonés compuesto por diferentes tipos de pescados y mariscos marinados en sus propias entrañas. El plato debe madurar un mes en un recipiente sellado







Testículos de toros en España e Italia.





Cresta de gallo. Es muy popular en la cocina francesa e italiana. Los italianos utilizan crestas de gallo para preparar su famosa salsa chibreo.





‘Hákarl’ es un plato de la cocina islandesa a base de carne curada de tiburón. Es tóxica, debido a su alto contenido en ácido úrico, por eso se necesita un proceso largo de elaboración. Posee un fuerte olor que recuerda a algunos productos de limpieza.



Vino de serpiente de Corea.





‘Igunaq’ es carne de morsa y otros mamíferos marinos, capturados en los meses veraniegos en el Ártico. La carne es cortada y fileteada en grandes porciones rectangulares, que luego se abandonan para la descomposición. Tras congelarse durante el invierno, se puede comer al año siguiente.





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