Un sábado, tres amigos que acostumbran jugar golf juntos están listos para iniciar la partida cuando se les acerca un solitario jugador que les pregunta si podría acompañarlos. Los amigos se ven las caras y deciden aceptarlo: "Con gusto, venga con nosotros". A unos dos hoyos de haber comenzado, los compañeros no pueden resistir la curiosidad y, entablando conversación con el extraño, le preguntan qué hace para ganarse la vida. "Soy un Asesino a sueldo'". Los tres camaradas comenzaron a reír. "No, de verdad", continuó el extraño, "soy un Asesino a sueldo. Elimino gente; mi arma está en el saco de palos. La llevo conmigo a todas partes. Si quieren, le pueden dar un vistazo". Uno de los amigos decide verificar la historia y, al abrir el saco, ve un rifle con una enorme mira telescópica. Asombrado, comenta: "¡Qué pieza, apuesto que podría ver mi casa con esto! ¿Puedo probar?" "Seguro", contesta el eliminador. Así que el hombre mira por un segundo a través de la mira telescópica y exclama: "¡Vaya que si se puede ver mi casa! Hasta veo a mi mujer desnuda en el cuarto. ¿No es hermosa? ¡Un momento, también está mi vecino! ¡Y desnudo!" Totalmente alterado, le pide al asesino que lo ayude a limpiar su honor. El matón le contesta: "Me pagan 10 mil dólares cada vez que jalo el gatillo". "¡¿Diez mil?! Es mucho, pero esto no lo soporto. Tiene que hacer dos trabajos: uno a mi mujer, justo en la boca, porque nunca para de hablar; otro al tipo ése, en los genitales, para que aprenda a respetar a las mujeres de los demás". El asesino accede; se prepara y observa detenidamente a través de la mira telescópica, hasta que unos cinco minutos después, el individuo agraviado, impaciente, le reclama: "¿Qué espera? ¡No aguanto más! ¡¿Por qué no dispara de una buena vez?!" "Sólo un poco más. Estoy a punto de ahorrarle diez mil..."