En algún momento y lugar, alguna vez ocurrió una gran subasta, a la cuál asistieron un gran número de personas, de todo tipo de personas; Ejecutivos, abogados, gente del pueblo, religiosos, etc... Cuando estaba por terminar la subasta y la mayoría de la gente se había ido con sus nuevas adquisiciones, tiraron un último artículo, eran nada más ni nada menos que los cabellos de San Pedro... Entre el público había una mujer bastante religiosa, y para su suerte... Con el dinero suficiente como para adquirir este preciado artículo. Contentísima se lo llevó a su casa, donde lo puso encima de un estante en el salón, de esta manera, todas las visitas verían su más grande posesión. Un día, cuando andaba de compras, la sirvienta que estaba limpiando el polvo de los muebles, pasó a llevar con el plumero, este frasquito con los cabellos de San Pedro, los cuales no alcanzaron si quiera a tocar el piso porque la corriente de aire que se formaba en la sala, los saco por la ventana... La sirvienta asustada porque sabía el valor que tenía para su patrona no halló nada más rápido que hacer, que arrancarse un mechón de sus bellos púbicos y colocarlos en el frasquito sobre el estante... Y cuando escucho que su patrona se acercaba a la puerta, ésta corrió a los dormitorios a limpiar lejos de ahí. La patrona había llegado con visitas, las cuales llevó directamente hacia los preciados cabellos de San Pedro, y les dijo: - Ay! amigos, no saben cuánto tarde en encontrar estos maravillosos cabellos, estuve en expediciones, fuí a jerusalen y los busqué por todos lados hasta que los encontré. Y su amiga que era tan fanática~religiosa como ella, le pregunta: - oye amiga, ¿podría verlos de más cerca? - Pero claaaro, siempre y cuando tengas mucho cuidado. - descuida, lo tendré. La amiga los sacó del frasquito, y los puso frente a su nariz para verlos más de cerca, y le dijo: - Uy amiga... si se nota que son de San Pedro, si hasta olor a pescado tienen.... **BaDum** Tss ~~~