A fines del siglo XIX destaco la figura del satanista Eugenio Vintras, quien pretendía que el espíritu del profeta Elías se había encarnado en él... Fundo una secta denominada del Carmelo o La obra de misericordia, cuyo nombre no refleja las orgías crapulosas a que se dedicaban sus miembros. Bajo las apariencias de un profeta bíblico cuenta el Dr. G Maxwell-, con sus luengas barbas, su mirada de alucinado y con su traje de sacerdote antiguo que había adoptado, Vintras consiguió despertar entre sus discípulos una admiración enorme, en la que entraba en gran parte el misterio. Quizás fuese un iluminado, acaso un libertino, pero a los ojos de la justicia su obra fue considerada como la de un vulgar delincuente. Los adeptos del Carmelo celebraban sus misas sacrílegas completamente desnudos; los elegidos gritaban como condenados: ¡Amor!, ¡Amor!, ¡Amor!..., y se echaban finalmente, unos en brazos de otros la ceremonia terminaba con una orgía que recordaba a la de los gnósticos.Se cita una misa negra horripilante que se celebro en Paris en 1885. Esta misa cuentan que fue prohibida por Vintras, que se hallaba entonces en Londres. Un demonio se había materializado mediante el fluido de tres personas sumidas en el sueño sonambúlico, y poseyó carnalmente de este modo a una joven que le entregaron en estado cataléptico; pero el sacerdote que había de proceder a la consagración, no pudo lograrlo, a causa de la voluntad mas fuerte de Vintras, que se oponía desde lejos al sacrificio. En vano lucharon los asistentes; la sangre les brotaba por lo ojos y por los oídos, los muebles daban golpes violentos El sacerdote, paralizado por el estupor, permanecía incapaz de hacer los signos mágicos de la consagración, y la joven, desflorada por el demonio, no pudo ser devuelta a la vida. El abate Boullan sucedió a Vintras en la dirección del Carmelo, imprimiendo a la sociedad nota mas depravadas aun, favoreciendo los actos sodomíticos. Esta crápula satanista se extendió por Paris, realizándose misas negras en casas particulares, talleres de artistas, etc. La mayoría de gente que concurría a estas era de clara tendencia a las aberraciones sexuales; un gran numero eran erotómanos e histeroepi8lepticas, aunque los literatos, pintores y periodistas asistían a ellas en alguna ocasión por esnobismo para poder relatar luego sus experiencias. En dichas reuniones existía una libertad sexual completa para practicar todas las perversiones y se consumían drogas, como el cáñamo indiano y la cocaína.