vale se agradece, lo interesante de esta unidad es que como era de origen nipón nunca pelio en la batalla del pacífico, su unico escenario fue europa.
442nd Regimental Combat Team Extracto sacado de http://www.forosegundaguerra.com/ Once soldados Alemanes salieron de una granja y avanzaron con las manos en alto a entregarse a las fuerzas norteamericanas. Sucedía esto en Italia. Los Alemanes se quedaron como quien ve visiones cuando, al acercarse, advirtieron que las tropas a quienes se entregaban se componían en su mayor parte de japoneses con el uniforme del ejército norteamericano. Uno de los prisioneros, dirigiéndose al teniente Johnston, le preguntó; -Estos soldados... ¿No son japoneses? -¡Qué mongoles ni que diablos! (contestó el teniente). ¿Es posible que Hitler no les haya dicho a ustedes? ¡El Japón se entregó y ahora es aliado nuestro! En realidad, los susodichos soldados pertenecían al batallón de infantería número 100, compuesto casi en su totalidad de ciudadanos norteamericanos de Hawai descendientes de japoneses. Este batallón fue enviado a Europa en Agosto de 1943, y de entonces acá ha sido quizá, entre todas las que componen el ejército de los Estados Unidos, la unidad que más condecoraciones ha ganado. A muchos de los 1300 hombres que la forman se les han conferido insignias honoríficas que ascienden en conjunto a más de 1200. En 1944, encuadraron al batallón en el regimiento de infantería número 442, de reciente formación compuesto de voluntarios, casi todos los cuales son norteamericanos de origen japonés, provenientes de la costa occidental de los Estados Unidos. Estos hombres se alistaron con pleno conocimiento de lo que les esperaba. No sólo tendrían que ayudar a la aniquilación del Eje, sino, también probar que los norteamericanos descendientes de japoneses, no diferían en lealtad y patriotismo de los otros ciudadanos de los Estados Unidos. Lo que han hecho en los campos de batalla demuestra una vez más que el espíritu de la democracia es superior al espíritu de la raza. El batallón de infantería número 100, que los soldados llaman "One Puka Puka" (Uno Zero Zero, en la lengua de Hawai), desembarcó en Salerno, avanzó a la vanguardia del quinto ejército, defendió en Cassino las primeras líneas durante cuarenta días, atacó en Anzio, y encabezó las fuerzas que al fin tomaron a Roma. Después de servir año y medio con la división 34, que ha estado en los frentes de batalla más tiempo que ninguna otra del ejército norteamericano, combatió siete meses en la Europa occidental con la división 36. En la primavera de 1945 volvió a unirse al quinto ejército en Italia. Encuadrado en el 442 de infantería, fué a la vanguardia en el avance hacia el norte por la costa oeste. En los tres años de existencia que lleva el batallón, no ha habido en él una sola deserción, ni siquiera se ha dado el caso de que un soldado se ausentase sin permiso ni aun por una hora. Para el batallón es motivo de orgullo que dos de sus soldados, hospitalizados por heridas, "desertaran" del hospital para marchar con su unidad cuando ésta recibió orden de avanzar. http://img235.*************/img235/2172/di442rctvb9.jpg "Hay que echar el resto" GO FOR BROKE El regimiento número 442 tiene por lema una frase que se usa en Hawai entre los jugadores de dados y que significa, poco más o menos "Hay que echar el resto". Este lema sintetiza perfectamente el indomable brío y la intrepidez con que se han portado los soldados nipoamericanos en esta guerra. En su avance contra el enemigo desde Tarquinia hasta el Arno, en Italia, nunca perdieron ni un metro del terreno ganado. Más del 90 % de los soldados y oficiales merecieron ser condecorados por su valor y disciplina en el combate. Ejemplo de las muchas hazañas que ejecutaron es la del sargento primero Kazuo Masuda, que antes había sido horticultor en California. La escuadra de seis artilleros de mortero que mandaba tuvo que hacer alto, a causa del fuego nutrido de los alemanes, que estaban bien atrincherados. Con el tubo de un mortero debajo del brazo derecho, y con el casco en la mano izquierda, fuera del que llevaba en la cabeza, Masuda se lanzó cuesta arriba hasta llegar a una posición ventajosa. Llenó de tierra el casco que llevaba en la mano, y apoyó en él el mortero. Sentado al lado de su improvisado emplazamiento, apretó el tubo entre las piernas para mantenerlo firme, y comenzó a hacer fuego. Cuando se le agotaron las granadas, volvió a la escuadra por dos cajas. tantos y tan certeros fueron sus tiros, que los alemanes se retiraron al fin. Por lo común, se necesitan dos hombres para manejar un Bazooka; pero Masao Awakuni, soldado raso que no pesaba sino 44 kilos, podía manejar el suyo sin ayuda de nadie. Un día su compañía topó con un tanque alemán protegido por ametralladoras y tiradores apostados, y los soldados tuvieron que ocultarse lo mejor que pudieron. Desde la zanja en que se había metido, Awakuni le hizo con su bazooka un tiro al tanque. El tanque se lanzó en seguida derecho a la zanja.Awakuni lo esperó serenamente y lo dejó acercarse hasta la distancia aproximada a ocho metros. Entonces disparó de nuevo su bazooka, y a poco el tanque estaba envuelto en llamas. Sin embargo, el fuego constante del enemigo obligó a Awakuni a permanecer 10 horas en la zanja, donde lo hirió una bala de ametralladora. Al fin logró escaparse. Su hazaña le valió una condecoración. Calvin Shimogaki, otro héroe nipoamericano, fue también condecorado por haber abierto camino para el avance del batallón en un campo cubierto de minas explosivas. Cuando las balas de ametralladoras enemigas se llevaron el detector de minas con el que iba escudriñando cuidadosamente el terreno, siguió adelante arrastrándose boca abajo y buscando minas y alambres de explosión con las manos desnudas. Sabía que la más ligera fuerza que le hiciera a estos alambres podía volverlo añicos instantáneamente. Al fin abrió camino despejado, y el batallón avanzó sin sufrir una baja. Estos soldados descendientes de japoneses se resienten de que se les separe o distinga de sus compañeros de armas y se les mire como si fueran extranjeros. Poco después que los trasladaron de Italia al séptimo ejército del frente occidental de Europa, tomaron parte en la salvación espectacular de un "batallón perdido" que los alemanes habían aislado y encerrado en los Vosgos. allí ejecutaron hazañas de trágico heroísmo, y el número de bajas que sufrieron fué espantoso. "Fritz nos hizo fuego sin cesar, retirándose del árbol en los cuatro kilómetros más largos que he recorrido en mi vida", decía uno de los oficiales. "Tenía sus mejores defensas en una colina alta a que había que subir por una cuesta muy pendiente. De allí lo desalojamos en una carga a la bayoneta. Cuando nuestros soldados llegaron a la cima de la colina, vi por primera vez a los alemanes desperdigarse y huir". El batallón perdido había estado cortando una semana. El séptimo día, uno de sus oficiales dijo:"Apuesto a que el 442 será el primero que llegue a salvarnos. Mil dólares daría por ver a uno de esos chicos". Y no tuvo que aguardar mucho tiempo. Esa tarde los "japoneses" rompieron el cordón alemán y llegaron a las posiciones de sus compañeros, que con tanto denuedo se habían mantenido firmes en ellas. Ëstos saltaron de sus trincheras y abrazaron a sus libertadores. El primero que llegó a ellos fué el soldado raso Mut Sakamoto. Conmovido por el efusivo recibimiento que le hicieron, lo único que pudo decir fue: "Muchachos, ¿Necesitan cigarrillos?" Los veteranos de guerra de Europa no son los únicos ciudadanos norteamericanos de origen japonés que han probado su lealtad en las fuerzas armadas de los Estados Unidos. De los 17.600 nipoamericanos que se han alistado, algunos están en el ejército, otros en la infantería de la marina, y otros en las tripulaciones de los buques de guerra. Muchos están en China, Birmania y las Islas del Pacífico. En varias de estas islas sirven como intérpretes. En el teatro de operaciones Indobirmano, el diminuto Kenny Yasui se hizo famoso al tomar prisioneros de un solo golpe a 16 japoneses del eje. Hablándoles en japonés, aprendido en Tokio, en la universidad de Waseda, les hizo creer que era coronel de las fuerzas japonesas. Luego que salieron los hizo formar para pasarles revista, y después les ordenó que pusieran sus fusiles en pabellón y que desfilaran hacia una posición norteamericana. A pesar del heroísmo y los sufrimientos de estos abnegados ciudadanos de los estados Unidos, todavía hay en el país unos pocos individuos de poco juicio que los atacan. A un veterano de origen japonés que había sido empleado en una oficina de correos de los Estados Unidos, se le negó el mismo puesto cuando regresó de la guerra, por motivo de su raza. En una barbería de Arizona echaron a empujones a un veterano del 442 de infantería, condecorado cuatro veces y que andaba ayudado de un bastón,a causa de sus heridas. Al entrar, no había notado el letrero que decía "¡No entre ningún japonés! Aqui no se admiten esas ratas". A pesar de ésto los nipoamericanos han triunfado casi por completo en su lucha social con sus conciudadanos dentro de los Estados Unidos, como han triunfado en los campos de batalla; pues el público en general, y el ejército en particular, condenan inequívocamente y enérgicamente distinciones ofensivas de raza como las mencionadas. Estos valientes norteamericanos descendientes de japoneses han ido voluntariamente a derramar su sangre en defensa de su patria, y figuran entre los mejores soldados del mundo. En la postguerra serán, como lo son ya, honra de todos sus conciudadanos.