Pedro visita a su novia quien vive en una avenida bastante céntrica de la ciudad y se sientan en la puerta agarrados de la mano. Pasa un taxista y le grita: "¡Métele el dedo!" Pasa otro: "¡Chúpale una teta!" Uno más: "¡Cómetela!" Y así, todos los conductores de servicio público pasaban gritándoles insinuaciones. A Pedro le llega la hora de irse y se despide de su novia con un beso en la frente: "Adiós, mi amor". "¡Adiós, sordo hijo de puta!", responde indignada la chica.