Exhibicionistas involuntarios (parte 2)

Karina había accedido a grabarse lo que me llenaba de morbo pues, ya que había puesto, la condición de no subirlos, le dije que si le parecía podíamos grabar con la cámara de su celular, pero prefirió que lo hiciéramos con el mío que me creía que no los subiría y porque el suyo se lo pasaba a su hija y temía que un descuido dejara al descubierto sus secretos morbosos. También exigí que en esa grabación usara los juguetes sadomasoquistas que ya habíamos ocupado en una ocasión. Dudó para hacerse la sería, pero su vulva latía de ganas las que terminaron inclinadola por el sí.
La sola afirmación provocó una erección en mí la que saboreó ratificando su decisión: quería que nos grabáramos. Así que se levantó enseñándome su trasero desnudo y tomó desde su cómoda los juguetes solicitados, abrió la caja y los arrojó sobre la cama. " Elige tú" ,me dijo mientras se arrancaba la blusa y quedaba absolutamente desnuda.
Un antifaz que le arrancaba la visión, un bozal, un juego de esposas para sus manos otra para sus pies, un látigo, que no funcionaba para calentarla más que mis nalgadas. Y mi favorito: una correa que me permitía mantener la tensión de su cuerpo y de mis piernas con la pelvis inclinada hacia adelante ñ, lo que me permitía un ángulo de penetración que le encantaba y la hacía acabar densamente.