Justicia para tamarita

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por Chuletinasumerced, 16 Oct 2009.

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  1. Chuletinasumerced

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    Con el permiso de esta página, les pido lo siguiente:

    Aunque el posteo es largo, todos saben pinceladas de lo que sucedió a esta guagua, este escrito da detalles atróces de lo que este hombre hizo a su cuerpecito frágil. Todos saben que el infeliz esta prófugo, unas personas crearon una página en facebook y piden su apoyo, además de una firma en un libro para extraditar a este mounstro para que sea juzgado en Chile por su asesinato, humildemente a los que se sienten tocados por esta causa, les pido que se unan a este grupo, la unión hace la fuerza. Además da detalle de la causa, de lo que las autoridades han hecho y lo peor, no han hecho.

    Por la vida de un niño agredido y por todos los niños que son violentados, justicia, para que estos padres la piensen antes de golpear a un ser indefenso.

    Gracias

    Enlace

    http://www.facebook.com/inbox/?ref=mb#/group.php?gid=236343990186

    Si no resulta, el titulo del grupo en facebook es:
    JUSTICIA PARA TAMARITA = JUSTICE FOR BABY TAMARA


    El calvario de Tamara: los detalles desconocidos del caso Schayman

    Tenía poco más de cuatro meses cuando llegó en coma a la Clínica Las Condes. Ninguno de los 25 especialistas que la vio antes advirtió que no estaba enferma, sino que era cruelmente maltratada, lo que motivó una investigación por negligencia médica y una querella en contra de la clínica por haberla dado de alta cuando ya estaba en coma. Al día siguiente de confesar su autoría a los abogados que tomaron el caso cuando recién comenzaba, Alejandro Schayman, su padre, intentó suicidarse.

    Tamara Priscilla Schayman Kychenthal nació el 12 de noviembre de 1995. Su madre tuvo un parto normal y su guagua no presentó ningún problema de salud; era absolutamente sana. Sin embargo, a los diez días fue llevada a la Clínica Las Condes, la misma donde nació, porque vomitaba y en sus deposiciones había rastros de sangre. Se pensó que podía tratarse de intolerancia a la lactosa, lo que fue descartado.

    Tamara entró y salió de la misma clínica muchas veces hasta que, el 28 de marzo de 1996, a las 19:30, con cuatro meses y 16 días de edad, fue ingresada, en estado de coma y con peligro de muerte, al servicio de urgencia de la Las Condes. La llevaron sus padres Marianne Kychenthal Bab y Alejandro Schayman Klein. En el trayecto entre Martín de Zamora con Sebastián Elcano, donde vivía la familia, hasta Estoril, la guagua recibió respiración artificial de su progenitor, según consta en el sumario.

    La niña arribó a la clínica con un daño irreversible, cercano a lo que se conoce como muerte cerebral. Después de seis días en que se le hicieron diversos exámenes y se revisaron otros que se le habían practicado con anterioridad, el centro asistencial interpuso una denuncia ante la Comisaría de Asuntos de la Familia por maltrato infantil. Tamara presentaba, fractura de cráneo, fracturas en la cuarta y quinta costilla derechas, fractura del húmero (hueso del antebrazo) derecho, fractura de fémur de ambas piernas, evidencias de hemorragia retiniana y lesiones perianales. También le faltaban uñitas.

    El caso se hizo público el 17 de abril de 1996, cuando su padre Alejandro Schayman, un publicista de 33 años nacido en Argentina y adoptado por padres bolivianos, fue detenido por Investigaciones acusado de maltratar a su única hija. La jueza Olga Fernández, del Décimosegundo Juzgado del Crimen de Santiago, a los tres días lo sometió a proceso como presunto autor de parricidio frustrado.

    Las imágenes del cuerpecito conectado a sondas y del rostro de delicados rasgos pero inerte de Tamara, calaron profundo en la sociedad chilena. La clínica permitió el ingreso de la prensa a la UTI pediátrica, lo que motivó una querella por infracción a la Ley de Abusos de Publicidad de la familia materna. Pero la reacción de solidaridad que despertaron esas imágenes fue tremenda: la clínica Las Condes recibió 40 llamados en una semana ofreciendo todo tipo de ayuda. Desde una familia y una mujer, quienes, por separado, pedían adoptar a la pequeña, sin importar el daño cerebral, hasta una abuelita que sólo quería tomarle la mano. Pañales, dinero para pagar la cuenta y remedios traídos desde Estados Unidos ofrecieron personas anónimas, impactadas por la terrible desgracia de una guagua que todavía no cumplía los cinco meses de vida. La clínica reconoció que nunca había visto una reacción igual y calificó el caso como "un terremoto social".

    "Schayman torturó a Tamara"

    Desde su internación en urgencia de Las Condes, Tamara vivió ­si se le puede llamar así­ en una clínica. A excepción de un día, porque fue dada de alta el tres de mayo del año 96, pero a la mañana siguiente debió ser rehospitalizada a raíz de un reflujo y otras complicaciones, esta vez en la Clínica Santa María. De allí salió sin vida el pasado 11 de junio. Tenía 6 años y 7 meses.

    La pequeña permaneció siempre en estado neurovegetativo, desconectada del medio ambiente, con ventilación mecánica a través de traqueotomía y con gastrotostomía para su alimentación. Eso es lo que señala el breve comunicado de la Clínica Santa María, que prohibió a su personal referirse al caso.

    La no-vida de Tamara transcurrió en compañía de su madre, quien la visitaba una o dos veces al día, de su abuelo Hans Kychenthal, su abuela Úrsula Bab y sus tíos Andrés y Miguel. La familia materna permaneció siempre junto a ella, hablándole, haciéndole cariño, cambiándole los pañales y celebrando sus cumpleaños, sin saber si la pequeña sentía o no el afecto que le prodigaban.

    El acceso a la pieza de la UCEP (Unidad de Cuidados Especiales Pediátricos), que ocupaba Tamara, era restringido. Su padre jamás pisó el centro hospitalario una vez que salió de la cárcel en libertad condicional, porque los abogados de la madre pidieron una medida de protección ante un juzgado de menores para impedírselo. El sujeto fue visto rondando la Clínica Santa María y ésta le manifestó a la familia materna que no contaba con atribuciones legales para negar el acceso del padre a ver a su hija.

    Schayman acaba de contratar a un nuevo abogado, Rolando Vio, un penalista egresado de la Universidad de La República, porque tras la muerte de la niña la figura de parricidio frustrado puede cambiar a parricidio consumado, lo que eleva la pena a 15 años y un día en su grado mínimo y presidio perpetuo en su grado máximo.

    Pese a que el sujeto ha declarado en los últimos días su inocencia, tanto el Sename como la familia de la madre y el actual juez de la causa, José Luis Pérez Calaf, son categóricos en afirmar que existen pruebas suficientes para inculparlo.

    Schayman en sus declaraciones ante el magistrado confesó que su hija le generaba sentimientos que no sabía explicar, que no sabía cómo tratarla, que su actuar con ella era brusco, que la apretaba produciéndole moretones en el estómago, tórax, espalda y pies que luego desaparecían. Admitió ser el autor de la lesión en la base de la lengua de la pequeña, que se calificó como úlcera, pero dijo que silenció su participación en los hechos cuando eran tratados como una posible enfermedad a la sangre. En relación a los episodios de hemorragias retinianas de la menor, acreditados médicamente y de origen traumático, aceptó que se produjeron después de haberla recibido en normal estado de salud y estando a solas con la menor. Sin embargo, Schayman no ahondó en por qué pasaba lo que pasaba, limitándose a sostener que a la niña se le producía una convulsión y estallaba en llanto.

    Los dichos de Schayman, que forman parte del expediente de 800 fojas, son considerados una confesión parcial, porque él reconoce que las lesiones de la niña se producen cuando está a solas con él, pero no se declara culpable. Sin embargo, hay más pruebas que acreditan un maltrato infantil pocas visto en este país. "Lo que hizo el padre fue maltratar a la guagua con torturas de la más diversa índole. Se las inflingió con conocimiento de causa y sabiendo cómo hacerlo. Tanto así que fue capaz de engañar no sólo a su mujer, sino a más de 25 médicos que la examinaron, todos los cuales confundieron dichas torturas con una enfermedad llamada vasculitis", afirma el abogado Rodrigo Zegers, quien junto a su socio Patricio González Marín, asumió la defensa de Tamara en representación de su madre.

    Una de las pruebas más feroces es el hallazgo de un bastón eléctrico en el departamento que habitaba Schayman con su mujer y su hija. "El bastón fue adquirido por Schayman en La casa del espía. Él le aplicó electricidad a la pequeña. También se encontró detrás de un calefactor un bate de béisbol con el que la golpeó", agrega Zegers, quien conoce de cerca el tema de la tortura, pues fue miembro de la Comisión Rettig y debió escuchar las confesiones de ex agentes de seguridad.

    El abogado de Schayman, en tanto, dijo a El Sábado que "hubo negligencia o falta de cuidado de Marianne Kychenthal hacia su hija. Ella no trabajaba, estaba con post natal". Sin embargo, Rodrigo Zegeres asegura que Schayman trabajaba en su casa como independiente, por lo que pasaba mucho tiempo con la niña. Tamara era cuidada por dos nanas, una de día y otra de noche, y una enfermera, debido a sus problemas de salud. Las tres declararon nunca haber visto al padre agrediendo a la niña.

    Contradiciendo la versión de Schayman, el abogado Zegers asegura que la madre regresó de su post natal al estudio Carey y Cía., donde se desempeñaba como secretaria de Alberto Eguiguren. Sus ex compañeras recuerdan que los problemas de salud de Tamara eran motivo frecuente de conversación. Lo que más le preocupaba eran los hematomas y las ampollas con sangre y manchitas rojas que aparecían y desaparecían, las que fueron atribuidas a la vasculitis. Como el problema persistió, una semana antes de caer en estado de coma, se realizó una junta de dermatólogos en la Clínica Las Condes para analizar el caso.

    "Me acuerdo que decía que la iban a llevar a Estados Unidos", sostiene Paola Correa, secretaria del estudio, que conoció a Marianne en aquella época. Andrés Kychenthal, su hermano y reconocido oftalmólogo de la Clínica Alemana, dijo a El Sábado que él había pedido permiso dos semanas en su trabajo para llevar a su sobrina al Hospital de niños de Boston. No alcanzó, porque la niña cayó en coma.

    "Odiaba lo que quería"

    Cuando la Clínica Las Condes presentó la denuncia de maltrato, el entonces matrimonio Schayman Kychenthal recurrió al estudio Rivadeneira, Zegers y González en busca de asesoría profesional, ya que en su calidad de padres de la niña eran los primeros sospechosos.

    Rodrigo Zegers y Patricio González escucharon a la pareja y luego se entrevistaron con cada uno por separado varias veces para conocer exactamente qué había pasado con Tamara. Zegers recuerda que en una de las sesiones con Schayman él estaba muy nervioso, transpiraba y se tomaba las manos continuamente. "A esas alturas, habíamos advertido que siempre que la menor presentaba una lesión era después de estar a solas con él. Le dijimos que pensara y que si tenía algo que decirnos volviera. Al día siguiente, muy temprano el hombre llegó solo a nuestras oficinas y dijo que tenía que contarnos algo", precisa Zegers.

    El 10 de abril de 1996, Schayman frente a los dos abogados confesó que había maltratado a su hija, porque lo ponía nervioso y porque "odiaba lo que quería". Cuando su hija llegó a casa recién nacida se puso celoso y tenso por el amor y la atención que le prodigaban su mujer y sus suegros. Schayman relató a los abogados que no podía aceptar que Tamara durmiera bien en su cunita y que la despertaba de noche cuando su mujer dormía y la maltrataba, porque él no había tenido una infancia feliz. "Él no iba a permitir, nos dijo, que la niña fuera feliz, porque él lo había pasado mal", precisa Zegers.

    Aquella mañana Schayman describió su actuar con la pequeña. "Contó que la bañaba y la enjabonaba bruscamente, lo que explica las lesiones perianales, que a veces la sentía como una muñeca de trapo y la zarandeaba. Le metía el dedo con fuerza en el paladar, donde también se acreditaron lesiones", sostiene Zegers, abatido. Existía, además, un juego que Schayman llamaba "el piloto" y que consistía en lanzar bruscamente a la pequeña hacia arriba y recogerla. "Le preguntamos si alguna vez se le había caído y asintió". En los baños que le daba, Tamara perdió algunas uñitas.

    Tras cuatro horas de relato y cuando aún el sujeto no concluía, los abogados le dijeron "basta, no siga contando".

    Esa confesión, que Schayman ha asegurado fue hecha bajo presión de los profesionales para proteger a su mujer Marianne, que estaba esperando en ese momento un segundo hijo suyo, forma parte del sumario. Y es así, porque el sujeto liberó a los abogados Zegers y González del secreto profesional un año más tarde. "Cuando nos autorizó para que entregáramos su confesión pedimos que lo hiciera asesorado por un abogado, porque era un tema muy delicado. Y lo hizo".

    Lo que Schayman describió como "odiar lo que amaba" lo graficó con el caso de un perro poodle que tenía mientras estaba casado. "Contó que lo quería mucho y que en un arrebato lo tomó de las piernas y lo lanzó contra la pared. Lo mismo hizo con Tamara", afirma Patricio González. A su madre adoptiva, de origen judío, que falleció de cáncer óseo según publicó Las Últimas Noticias, Schayman le dibujaba swásticas cuando se enojaba con ella, sabiendo que sus abuelos adoptivos habían estado en un campo de concentración.

    El hombre mostraba un alto grado de sadismo: "Le cantaba canciones nazis a su ex mujer, en circunstancias que ella es de origen judío al igual que él, y su película favorita era La lista de Schindler, porque, según él, disfrutaba con el sufrimiento de los judíos", sentencia Zegers.

    Schayman alguna vez inventó que estaba enfermo. A la familia de un muy amigo suyo le hizo creer durante mucho tiempo que sufría de diabetes, por lo que siempre le preparaban platos especiales. Cuál no sería la sorpresa del amigo cuando se enteró por un hermano de Marianne que jamás había tenido diabetes y que en su casa comía de todo.

    Schayman también confesó ante la Policía de Investigaciones, a la que le relató que golpeaba a la niña desde que tenía tres días, porque él había sido maltratado por su madre adoptiva.

    En todo caso, ambas confesiones no tienen validez legal, pues son extrajudiciales. Es decir, no fueron efectuadas delante del juez.

    "Tamara pudo salvarse"

    Marianne Kychenthal, la madre, se enteró de la tragedia que vivió su hija por boca de su entonces marido. En la única entrevista que ha dado (a revista Caras) sostuvo que el día antes de que ella presentara la querella por lesiones gravísimas, "él me confesó en el jardín del edificio donde vivíamos su culpabilidad".

    Del hecho quedó constancia, ya que el mismo Schayman, cuando confesó ante los abogados, les manifestó que el día anterior por primera vez había tratado de contarle a Marianne lo sucedido. Y autorizó a los abogados para que, una vez concluido el encuentro, le informaran a Marianne, cosa que hicieron no sólo con ella, sino con los abuelos que han costeado la defensa y el pago de los honorarios de la clínica. Ese día Marianne Kychenthal dejó el departamento que compartía con Schayman y se fue a vivir con sus padres.

    Al día siguiente, el 11 de abril de 1996, los abogados que asumieron la defensa de Tamara presentaron una querella en contra de Schayman por lesiones gravísimas. El 18 de abril solicitaron su procesamiento como autor de parricidio frustrado.

    Un hecho no revelado hasta ahora es que, al día siguiente de interponerse la querella, el 12 de abril de 1996, a las 22:00 horas, Alejandro Schayman Klein ingresó a la posta de urgencia del Hospital Salvador por intento frustrado de suicidio con medicamentos. El sujeto habría llamado a un amigo, quien, percatándose del mal estado de Schayman, hizo las diligencias necesarias para que fuera trasladado a la Posta. Según consta en el proceso, Schayman tenía un anterior intento de suicidio, en 1992, cuando pololeaba con Marianne Kychenthal. Con ella se casó en 1993.

    Los dos peritajes psiquiátricos a los que fue sometido por especialistas del Instituto Médico Legal revelaron "un desorden de personalidad del tipo histero-paranoide inestable". Los exámenes establecen que el cuadro que presenta "no permite predecir riesgo o patología del tipo de la enajenación. Por lo anterior, su grado de peligrosidad y riesgo está dentro de los rangos que presentaría cualquier persona dentro del promedio".

    Zegers explica que ese diagnóstico no afecta su imputabilidad. Es decir, no se lo considera un demente que pudiera estar exento de responsabilidad penal. Según Marcela Mella, la abogada del Sename que lleva el caso de Tamara, el proceder del agresor difiere de otros episodios de maltrato infantil. La niña no mostraba grandes moretones o lesiones que hicieran evidente la actuación de un tercero. Zegers coincide: "Schayman se preocupaba de no dejar huellas que lo inculparan, la maltrataba de tal manera que no sospecharan".

    Por lo mismo y por la inexperiencia de los médicos que la trataton, Tamara fue diagnosticada erróneamente. "Siempre se la trató como si estuviera enferma. Cada vez que iba a un especialista distinto, pedían la ficha médica", acota el abogado. "Hubo inexperiencia de la clínica, porque si Tamara hubiese llegado al San Borja Arriarán o a otro hospital público habrían determinado que era maltrato", afirma su socio Patricio González.

    Sin embargo, hubo oportunidad para que Tamara fuera pesquisada como un caso de maltrato infantil. Entre el 20 y 22 de marzo de 1996, una semana antes de ingresar a urgencia en coma, la pequeña fue hospitalizada en la Clínica Las Condes. Allí se le practicó una tomografía computarizada de cerebro (dos placas que contenían 40 imágenes), el día 20, y una resonancia nuclear magnética (seis placas con 116 imágenes) en el Instituto Radiológico Fleming, el día 21, que fueron consideradas normales por los radiólogos que despacharon ambos exámenes y por los médicos de la Clínica Las Condes.

    Una segunda revisión de las imágenes, cuando Tamara ya estaba en estado de coma, reveló que "la niña presentaba una lesión de 16 centímetros en el cerebro. A nosotros nos asiste la convicción de que si en ese momento, cuando se tomaron los exámenes, se hubiera informado la fractura de cráneo se le habría salvado la vida, porque se habría descubierto que estaba siendo víctima de un delito y se habría hecho la denuncia. Pero eso no se detectó y se la dio de alta", afirma Zegers. Qué ironía: la resonancia y la tomografía sirvieron, en una segunda lectura, de base junto a otros exámenes para avalar la denuncia de maltrato hecha por la Clínica Las Condes.

    Tamara tuvo otra segunda oportunidad. El 26 de marzo, dos días antes de ingresar en estado de coma a la Clínica Las Condes, fue vista en ese centro asistencial por el pediatra Eduardo Wolf. La niña presentaba convulsiones, pero el especialista las consideró "normales" y descartó su hospitalización, según consta en el sumario.

    La pequeña regresó a su casa. El 28 de marzo salió a dar un paseo con su padre. "Fue el paseo de la muerte. Él regresó muy alterado, porque la niña apenas respiraba, lo que justificó que la llevara de urgencia junto a su madre a la Clínica Las Condes", afirma el abogado Zegers.

    Investigan a los médicos

    Tamara fue vista por 25 médicos de las más diversas especialidades y de distintas instituciones, siendo la Clínica Las Condes el centro de operaciones, ya que allí trabaja quien fuera su pediatra y médico de cabecera, Jacob Cohen.

    Debido a la falta de un correcto diagnóstico, los abogados de Marianne solicitaron que se investigue si hubo o no negligencia médica de parte de todos los especialistas que revisaron a Tamara. La petición está incluida en la querella por lesiones gravísimas en contra de Schayman. Pero, además, existe una querella independiente contra la Clínica Las Condes por haber dado de alta a la niña cuando estaba en coma y tras lo cual debió ser ingresada a la UTI de la Clínica Santa María al día siguiente. En el proceso consta que el pediatra Carlos Hinzpeter, de la Clínica Las Condes, una semana antes de dar de alta a Tamara pidió una autorización por escrito al juzgado para entregarla a su madre o a la persona de la familia que la retire. "Tal declaración resulta sorprendente puesto que pareciera ser que se refiere a una menor en franca mejoría y sin complicaciones, pero olvida que se trata de una lactante en estado de coma", precisa Zegers. El que ocho días antes del alta efectiva, que ocurrió el 3 de mayo de 1996, el médico pidiera un permiso al tribunal para entregar a Tamara "trasluce una intención de querer deshacerse de la menor y una evidente muestra de descuido profesional. En otras palabras, la decisión de dar el alta estaba tomada una semana antes de su materialización", agrega el abogado.

    Dicha acción judicial y la investigación por negligencia médica van mucho más atrasadas que la querella por parricidio frustrado. Todavía no se cierra el sumario, pese a los trece años de tramitación.

    En el caso de la querella contra Schayman, el sumario se cerró el 2000. Pero, a raíz de una apelación del procesado, el expediente pasó a la Corte de Apelaciones, la que debe devolvérselo al juez José Luis Pérez Calaf para que decida si mantiene o revoca la libertad provisional que le otorgó la Corte de Apelaciones en diciembre de 1997, después de, al menos, tres negativas anteriores.

    Schayman declaró a la prensa que vive en La Cisterna y, según su abogado, se mantiene con trabajos ocasionales. "Él logró rehacer su vida con una pareja. Ella es chilena. Deben llevar juntos entre seis meses y un año", precisa su abogado Rolando Vio.

    A partir de la libertad de su ex marido, Marianne Kychenthal contrató guardias de seguridad, debido a que además de rondar la Clínica Santa María, Schayman fue visto en los alrededores de la plaza donde jugaba Tomás, el niño que Marianne esperaba al momento de destaparse la tragedia de su hija mayor. Tomás conoció a Tamara en la clínica y, según los abogados de la madre, habría sido adoptado por Claudio Paz Schkolnik, con quien Marianne se casó tras anularse legalmente de Schayman en 1998. Con Paz tiene un hijo. Otra decisión que deberá tomar el juez Pérez Calaf es resolver si acusa a Alejandro Schayman de parricidio consumado, ya que la niña murió. De ser así, los abogados de Marianne Kychenthal acusarán al procesado del mismo delito. La única preocupación que ronda en las oficinas de Zegers y González es que el Sename solicite la reapertura del sumario para modificar el auto de procesamiento de parricidio frustrado a consumado. "No queremos que la causa se siga dilatando. Si se reabre el sumario, se le otorga la oportunidad a Schayman para que vuelva a recurrir una vez que se cierre y van a pasar dos o tres años más para que el juez pueda acusar. La familia ya está cansada, quiere que se haga justicia y que la justicia sea lo más pronta posible".

    De hecho, cuando el sumario se cerró hace dos años el Sename pidió su reapertura y solicitó al juez que sometiera a proceso a Marianne Kychenthal por su eventual participación no dolosa en el caso, a lo que el juez se negó. El Sename apeló y cuando Tamara murió, se desistió en un escrito de un par líneas.

    Sin poder hablar ni acusar nunca a su agresor, Tamara murió el 11 de junio de 2002. En silencio. Inmóvil. Inocente.....
     
  2. MaT!as

    MaT!as Usuario Habitual nvl.3 ★
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    wooo
    jaja si es largo me dare el tiempo de leerlo mas adelante xd ahora me da paja
     
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