Me equivoque Novia primera de la núbil pubescencia cuando la mente no pensaba en otra cosa, que doblegar como sea la insistencia de rígida erección, vibrante, belicosa. Había en ella, un no sé qué de voluptuosa pulsión, en reprimida incontinencia, imaginando con la diestra una ardorosa visión, de poses en vívida presencia. Desdeñando de una, la nocturna polución variante onanista de sueños turbadores, nada aplaca la turgente excitación . . . Y es Manuela quien apaga esos ardores con la urgencia que requiere la ocasión acallando en solitario, esos clamores . . .