Las drogas son buenas si sabes utilizarlas, y Emilio siempre encontraba una ocasión perfecta para utilizarlas. Vivía solo en un gran chalet de 3 pisos, poseía un cuerpo de nadador olímpico y bordeaba los 40. Nadie en todo el país había matado más narcos, políticos y policías que el Gran Emilio, todos por encargo, por territorio o drogas, y algunos porque se le dio gana. Tenía dinero suficiente como para hacer caer mil bombas atómicas. Esa noche había invitado a cenar a toda la pandilla a su chalet. Ordenó que todos fueran con sus novias o señoras, debían vestir de traje y las mujeres de vestidos ajustados de una sola pieza. Todos en la misma mesa disfrutaban de un magnífico whisky escocés sin darle importancia a los 500 gramos de filete que sangraban en sus platos. Contaba anécdotas que a todos les parecía muy graciosas o al menos eso fingían. Sonaba el solo de teclado de The Doors, Riders on the Storm. -Estábamos en la furgoneta esperando afuera de la guarida de Jhonny, reventaríamos aquella guarida. Cuando de pronto salió Jhonny solo, preparamos nuestras armas y nos acercamos cautelosamente, entonces él se apoyó en el poste y saco su cosa para mear. Era del porte de la punta del dedo chico del pie, lo tenía tomado con la punta de los dedos. Lo amarramos al poste y competimos por quien le podía acertar a esa cosa de un disparo. Todos rieron en grandes carcajadas y bebieron hasta vaciar sus copas. Emilio mando a Hans a que trajera jugo de limón, whisky y drambuie. Ordenó que pusieran las copas en fila, empezó a verter los líquidos en ellas, sacó su miembro y lo ocupo para revolver con paciencia cada copa. Había preparado un cóctel fantástico. Todos lo bebieron a su salud. Aquella tarea, la de revolver los cócteles, lo dejó sumamente caliente. El miembro aún afuera del pantalón sufría una metamorfosis que terminó transformándose en un 1 kilo de carne dura y palpitante. En un sutil movimiento de caderas hizo que se tambaleara como péndulo, hasta detenerse apuntando a una de las chicas, a la mujer de Hans precisamente. La puso en cuatro contra la mesa con las tetas al aire, como no era aficionado, le ordenó a Hans que le hiciera sexo oral a su mujer, cuando estuvo lista Emilio se la tiro así sin más. Un tipo empezó a meneársela sin disimulo, luego otro, dos chicas se besaron, dedos empezaron a perderse en húmedas y cavernosas oscuridades… una orgia tremenda azotaba el chalet. Hans miraba de piedra como su jefe terminaba sobre el culo de su mujer. -Señor, le ha hecho el amor a mi mujer de una manera espléndida. - Le dijo mientras limpiaba sus partes. Todos siguieron bebiendo hasta altas horas de la madrugada. Sus bocas apestaban a semen y fluidos ácidos. Charlaban de lo espectacularmente bien que iba el negocio, todo en base, y gracias al odio irreparable entre los hombres y el asesinato como única solución. Uno de los invitados no había dicho ninguna palabra y aparte de Hans, él tampoco había sido participe de la orgía ¡Ni si quiera se la había meneado! Emilio estaba al tanto de eso. A través del reflejo de su vaso vio como ese hombre lo miró con disgusto. Emilio dejó su vaso y se dirigió hacia él caminando lentamente con las manos en los bolsillos, el hombre se percató de aquello y entró en pánico. -¡Ho dios mío no! ¿qué piensa hacer…? ¡Deténgase Emilio! ¡Te la chupo! ¡Ho mierda! Emilio le dio un puñetazo tirándole de inmediato 3 dientes, dejándolo de rodillas con su cabeza dando vueltas. Espero que la cabeza tomará el ángulo perfecto y le clavó un puntapié certero en la boca. El hombre quedó de espaldas en el suelo recibiendo más. Emilio se detenía solo a revisar cuantos dientes quedaban. Fue un trabajo del demonio tirarle las muelas. Una vez terminado Hans se le acercó con displicencia. -Señor, ese hombre era un ministro ¡Nos caerán encima hasta el mismísimo presidente! -Lo sé ¿Cuánto le queda de mandato a ese chupa culo? -Un año. -Muy bien, entonces me candidateare. Se unió a los movimientos de moda que apoyaba la gran mayoría y las potenció con dinero, más y más dinero, más y más gente se unió. Era una consigna camuflada bajo el signo peso. Compró a los candidatos menores, a sus estúpidos y pequeños partidos, y les obligó a unirse, inyectó más dinero y se unió más gente. Por donde pasase repartía dinero a destajo y a la gente no le importaba. Emilio el filántropo se hacía llamar. Faltaba un mes para las votaciones y la masa ya agitaba banderas con su nombre… el que prometía lo que quería la gran mayoría. -Hans ¿en qué lugar vamos? -Va segundo don Emilio. -¡Mierda! ¿y quién va primero? -Marcelino, el homosexual, quieren que sea el primer presidente gay de la historia. Chile quiere lograr aquel primer lugar. -¡Encárgate del asunto ahora mismo! A la mañana siguiente Marcelino amaneció muerto en su cuarto con un bacayo de cocaína metida en el culo. Todo parecía ser que Emilio sería el próximo presidente de Chile. Un domingo a eso de las 22 horas se anunciaba el nuevo Presidente de la República. Pico pal que lee arrasó obteniendo el 60% de los votos. Había prometido apretar el gran botón. Fin. Benjamin.