Tobías Larrañaga ya es todo un campeón. Este zaragozano de 30 años y gran aficionado al ciclismo ha visto cumplida una de las ilusiones de su vida: ganar la carrera de su pueblo. Hasta el pasado sábado siempre se le resistían todas aquellas en las que participaba, pero por fin ha encontrado la solución a sus problemas: cortarse sus orejas para ganar en aerodinamismo. Ahora puedo alcanzar la velocidad de la luz, ir como un pepino brutal, afirma sin tapujos. Subir las cuestas es ahora otro rollo, da igual el desarrollo que lleve: piñón pequeño, plato grande, orejas fuera. Tobías se preparaba año tras año para esta competición, pero jamás lograba resultados óptimos. Sin embargo, en esta ocasión fulminó a todos sus rivales en un prodigioso sprint propio de Mario Cipollini, su gran ídolo. Curiosamente, el ciclista italiano también carece de orejas, aunque su pelo largo impidió que jamás se conociese su secreto. En cuanto a la consecuente sordera que ahora le afecta, Tobías se defiende restando importancia al asunto: Estaré sordo, pero soy un ganador. Vale sí, me han despedido de mi trabajo por ignorar las instrucciones de mi jefe, pero eso es lo de menos. En cambio, a su ex mujer Loreto no le hace tanta gracia: Es la última de este desgraciado. En casa empezó a hacer lo que le salía del ñuflo y siempre ponía la tele a toda hostia. Jamás ha querido aprender lenguaje de sordomudos porque insiste en que él no está mudo. Es un gilipollas. Sea como fuere, la vida de Tobías será para siempre la de un campeón. Recomiendo a toda la gente que busque innovar en sus vidas, a veces hay que dar un paso atrás para tomar impulso. Si no acabas de ver bien, arráncate los ojos, aconseja con una sonrisa. reuters
