En junio de 1917, antes de que los primeros tanques A7V hubieran sido completados, el Ministerio de Guerra alemán ordenó el desarrollo de un nuevo tanque superpesado que tuviera la intención de ser usado para abrir brecha. El trabajo de diseño fue realizado por Joseph Vollmer, un Capitán de la reserva y un ingeniero que trabajaba para el Verkehrstechnische Prüfungskommission (el Consejo de examinadores de Tecnologías de transporte del ejército), y el Capitán Weger. El 28 de junio de 1917 el Ministerio de Guerra aprobó el diseño preliminar y ordenó diez ejemplares, cinco serían construidos por la fábrica de rodamiento de bolas Riebe en Berlín y cinco por Wegman y Co. de Kassel. El vehículo al principio pesaba 165 toneladas pero el peso fue reducido a 120 toneladas por ser más práctico acortando la longitud. El enorme tamaño y la masa de la K-Wagen lo hicieron imposible de transportar, por lo que fue decidido que sería dividido en secciones para el transporte por ferrocarril y volverlo a montar detrás de la línea de combate, cerca de donde debía ser usado. A pesar de lo absurdo del proyecto, dos prototipos fueron construidos a petición de Hindenburg, y fueron acabados hacia el final de la guerra. El comandante daría órdenes a la tripulación mediante luces eléctricas: el control de fuego era comparable para al de un destructor. Los conductores habrían tenido que dirigir el vehículo a ciegas, dirigidos por el comandante. La K-Wagen sería armada con cuatro cañones de 77 mm y siete ametralladoras Maxim y tenía una tripulación de 27: un comandante, dos conductores, un guía, un oficial de artillería, 12 artilleros, ocho ametralladores y dos mecánicos. Al principio del proyecto la incorporación de lanzallamas fue considerada, pero más tarde fue rechazada. El blindaje era de 30 mm y alcanzaba la velocidad máxima de 7.5 km/h. Los 2 tanques que se llegaron a construir fueron destruidos por los aliados tras el tratado de Versalles. Una maqueta del tanque.