Los Incas creían que el cóndor era inmortal. Según cuenta el mito, cuando el animal siente que comienza a envejecer y que sus fuerzas se le acaban, se posa en el pico más alto y saliente de las montañas, repliega las alas, recoge las patas y se deja caer a pique contra el fondo de las quebradas, donde termina su reinado. Esta muerte es simbólica, ya que con este acto el cóndor vuelve al nido, a las montañas, desde donde renace hacia una un nuevo ciclo, una nueva vida. El cóndor simbolizaba la fuerza, la inteligencia y el enaltecimiento o exaltación. Era un animal respetado por todos aquellos que vivían en los Andes, ya que no sólo traía buenos y malos presagios, sino que también era el responsable de que el sol saliera cada mañana, pues con su energía era capaz de tomar el astro y elevarlo sobre las montañas iniciando el ciclo vital. Para los incas el cóndor o Apu Kuntur era un Mensajero de los Dioses que voló hacia el nivel superior del mundo religioso (el Hanan Pacha) para luego llevar las plegarias a los dioses. Es la unión entre el Hanan Pacha con el Kay Pacha (mundo terrenal). Representa la inteligencia y enaltecimiento o exaltación. Todos los días el cóndor eleva el sol sobre el cielo. Las tradiciones cuentan que un cóndor muerto cayó en la Casa de las vírgenes del Sol, lo que fue interpretado como un anuncio de la destrucción de Tahuantinsuyo. Los diseñadores del genio construyeron Machu Picchu en tal manera que la ciudad sagrada parece un viejo vuelo majestuoso de Condor del oeste donde el sol va a dormir, a la manera lechosa y al Hanan Pacha (el mundo superior). En el suyo la parte posteriora el pájaro más grande del mundo lleva los símbolos religiosos más importantes de la gente de los Andes, de modo que el viejo pájaro sea el mensajero del humankind a la eternidad, al infinito.