El efecto bouba/kiki fue descubierto por el psicólogo Wolfgang Köhler en 1929. Köhler mostro formas a una serie de sujetos, y encontró una fuerte preferencia a asociar la forma puntiaguda con el nombre «takete» y la forma redondeada con el nombre «baluba» («maluma» en la versión de 1947). En el año 2001, Vilayanur S. Ramachandran y Edward Hubbard repitieron el experimento usando las palabras «kiki» y «bouba» y preguntaron a una gran cantidad de sujetos «¿cuál de estas formas es bouba y cuál es kiki?» En estos experimentos conducidos tanto con hablantes de inglés como de tamil, 95% a 98% eligieron la forma redondeada como bouba y la puntiaguda como kiki, sugiriendo que el cerebro humano de alguna manera extrae propiedades abstractas de las formas y sonidos. Un trabajo reciente por Daphne Maurer y colegas ha mostrado que incluso niños de 2 años y medio (demasiado pequeños para leer) muestran este efecto. Ramachandran y Hubbard sugieren que el efecto kiki/bouba tiene implicaciones para la evolución del lenguaje, porque sugiere que el nombramiento de los objetos no es completamente arbitrario.Quizás se llame «bouba» a la forma redondeada porque la boca hace un movimiento más redondeado para producir el sonido, mientras que necesita un movimiento más tenso y angular para producir el sonido de «kiki». Además, los sonidos de la K son más duros y fuertes que los de la B. La presencia de estos «mapeos senestéticos» sugiere que este efecto puede ser la base neurológica para el simbolismo auditivo , en el que los sonidos son mapeados a objetos y eventos de una manera no arbitraria. Individuos con autismo no muestran una preferencia tan fuerte. Donde las personas promedio acuerdan con el resultado típico el 90% de las veces, los individuos con autismo sólo acuerdan el 60% de las veces.