Chile es el país con mayor desigualdad salarial y de género de la OCDE

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por HarperCryer, 21 May 2015.

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  1. JORGEE.G

    JORGEE.G Usuario Casual nvl. 2
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    No es novedad que yo opine diferente que Rallo en estos casos. De hecho, esa debe ser la principal diferencia entre liberales-igualitarios y liberales clásicos o libertarios; el famoso tema “redistribución”.

    Estoy bastante convencido, al menos bajo los argumentos que he leído y escuchado –porque así funciona la cosa, ¿no? Uno evalúa racionalmente los argumentos que les parecen más idóneos según los distintos fines–, que es necesaria cierta redistribución de la riqueza en una sociedad moderna.

    Rallo no dice nada nuevo, es el prototípico argumento libertario, que bien retrata Nozick, al responderle a la teoría de la justicia de Rawls, en su célebre Anarquía, Estado y Utopía; éste dice algo así: “el Estado usando su gran poder coactivo somete, a riesgo de que manifieste su ius puniendi, a ciertas personas a transferir su riqueza y propiedad de sus manos a las de otros, sin el consentimiento de los afectados”. Como bien dice Axel Kaiser, por más pena que nos de que nuestro vecino tenga un hijo que tiene una enfermedad cuyo coste, por ejemplo, en tratamientos es muy oneroso, no le da, en ningún caso, a éste vecino un “derecho” a disponer de mis bienes para costear la enfermedad de su hijo. En suma, dicen los libertarios, al largo plazo, esto nos llevaría a un Estado autoritario, a un camino a la servidumbre.

    No es mi interés meterme, por ahora, a ese debate –y que no era tampoco el que quería formar–, pues creo que es una entelequia pensar en una sociedad sin ese tipo de sujeciones o ese grado –que ya es presupuesto– de coerción. Aunque pienso, quizás en otra oportunidad, escribir algunas razones fuertes, a mi parecer, que legitiman ese tipo de coacción, en relación al ya usual ejemplo de los impuestos. Como muestra un botón: algunos estudios concluyen que gran parte de la riqueza de un país se crea por factores como el Estado de Derecho, el funcionamiento institucional de una nación, etcétera. Entonces, ya puedes imaginar el argumento que legitimaría esas coacciones ("¿quién asegura esto?") que, al parecer por lo que me mandaste a leer, Rallo encuentra injustas.

    Mi interés era debatir el aforismo que citó Pato: “Lo importante no es la desigualdad, sino la pobreza”, lo que también podemos convertirlo en una pregunta: ¿Además de vencer la pobreza nos debiera importar el nivel de desigualdad socio-económica?

    Yo considero que el problema de algunas de las sociedades ricas ya no es la pobreza dura de la que adolecen países en “vías de desarrollo”, sino un progresivo aumento de la desigualdad entre los que más y los que menos tienen, a lo que Pato le otorga poca relevancia, ya que, como versa el sentido común, “los de abajo ya están bien”.

    Claro, resulta sensato el pensar que la desigualdad, en este sentido, no es mala, pues toda la población tiene un nivel de recursos suficientes para vivir decentemente y, una vez satisfecho ese mínimo universal, no debiera importarnos mayormente la desigualdad. Si los ricos se hacen más ricos y a raíz de ello los pobres son menos pobres, qué mejor. La tributación para los primeros debe ser la justa para no desincentivarlos y la suficiente para otorgan unos red de protección a los segundos. Sin perjuicio de que exista un cuadro abierto a la movilidad social. Todos ganan.

    Yo no sé si estaría tan de acuerdo; para eso dos argumentos fuertes (que están lejos de ser míos):

    El primero (i) es un argumento de justicia. Reflexionen, ¿las personas se merecen enteramente la posición social y económica que ostentan? Si los pensamos detenidamente, al parecer la respuesta es negativa. Aunque les suena un poco crudo a algunos, es verdad que lo que somos hoy –o lo que seremos– depende de una serie de factores y no únicamente de nuestro mérito. Nosotros no elegimos dónde nacer, no elegimos a qué colegio ir, no elegimos el capital cultural heredado, los valores enseñados, no elegimos, incluso –aunque suena una obviedad–, nuestra, herencia genética. Ir a la universidad –a una de verdad, claro– depende mucho de los dos primeros. Al salir de ella, uno ya se encuentra con una tremenda ventaja. Y todo esto, como se evidencia, producto en gran parte por pura suerte. Sin perjuicio, de que el “empuje y las ganas” valgan, muchas de las oportunidades que tomamos estuvieran determinadas por los factores precedentes.

    Bajo esto, me sería difícil afirmar que estar sentenciado a la mala suerte puede ser “justo”. Obviamente, no soy tan ingenuo de pensar que se pueden eliminar estas diferencias que escapan de nuestro control, pero sí, al menos, se pueden mitigar. ¿Cómo? A través de un esquema que garantice las mismas posibilidades de acceso a las distintas posiciones de la escala social, un esquema que garantice una real igualdad de oportunidades. En esta línea, las desigualdades serán justas si se cumple esta condición; esta expresión bien manoseada de la “cancha pareja”.

    También tiene poco espacio la afirmación de que esto en Chile existe –y hasta lo garantiza la Constitución en el inciso quinto del artículo primero– y lo fundamentan en una subalternación de lo particular hacia lo general (lo que es ilógico). En otras palabras, porque Juanito logró esto y esto, todos en las condiciones de Juanito pueden lograrlo. Eso es una excepción y está lejísimos de ser la regla general. La regla general es que, en las condiciones actuales, la cuna determina tu destino. Un sistema justo que garantice una real igualdad de oportunidades debería corregir las desigualdades de origen y disponer de compensaciones para aquellos que cargan con desventajas que no pudieron ser eliminadas.

    Un segundo argumento (ii) para comprometernos políticamente para disminuir los niveles de desigualdad socio-económica es que se relaciona con la idea de igualdad democrática. Está se expresa en que a) las instituciones deben tratar a todos los ciudadanos como iguales y, también, b) que los ciudadanos nos debemos los unos a las otras un trato respetuoso considerando la recíproca aceptación de nuestra igualdad. Aquí aunque cumpliéramos con el mínimo universal que se dijo y con la real igualdad de oportunidades, parece ser que la desigualdad socio-económica es problemática –a la idea de igualdad democrática– cuando se convierte en una desigualdad de estatus, en tanto aceptamos que esta puede propender a posiciones favorables al abuso, a la sobrada dependencia, etcétera.

    En el punto “a” esto se traduce en la mala manía de las instituciones de ponerle más oreja a los actores poderosos que los que no. Aunque formalmente existe como garantía constitucional, claro, la igualdad ante la ley. En el punto “b” esto se traduce en la situación que se da cuando la desigualdad de estatus es tan considerable que se pierde entre nosotros la más mínima noción de reciprocidad en la cual se sustenta la idea de igualdad democrática, se afectan, en terminología de Rawls, las bases sociales del auto respeto. No obstante esto, no tendríamos un porqué hacernos cargo de todas las situaciones de la vida que generan envidia y resentimiento, pero sí, creo, debemos generar las condiciones sociales que propendan a disminuir las diferencias de estatus entre ciudadanos iguales para, al menos, acercarnos a un cercano al ideal de igualdad democrática.

    Hay un tercer argumento de corte utilitario, pero no me parece pertinente usarlo ahora, en tanto las dos razones antes dadas me parecen que se sostiene por sí solas. Pero sí me importa la siguiente legítima aprensión: ¿Todo esto no implicaría sacrificar crecimiento?

    Se puede responder de dos formas. La primera forma es estableciendo una prelación entre los principios de justicia e igualdad democrática y los de eficiencia económica. Si los primeros pesan más que los segundos, tendríamos que hacer ese trade-off (partiendo de la base de que los mínimos sociales ya fueron asegurados); tendríamos que sacrificar un poco de crecimiento por los principios antes mencionados (o al revés, si los principios de eficiencia económica pesaran más, tendríamos que sacrificar los otros principios). La segunda forma sería responder de que siquiera es necesario hacer ese trade-off. Se diría que hay una gran diferencia en la relación entre crecimiento y redistribución y la relación entre crecimiento y la certidumbre del derecho de propiedad, donde la primera, a diferencia de la segunda, está lejos de ser incuestionable. En cualquier redistribución se deben analizar tanto sus costos como sus beneficios, que sería bastante difícil de afirmar que no existen. La exigencia para Chile, pienso, es transitar ambos senderos al mismo tiempo.

    P. S. para Axl.: No leí lo de Rallo, donde, tal vez –mejor, seguramente–, se encuentran críticas a Rawls. En general, no suelo leer argumentos afianzados en links. Pero tienes la libertad de, si no estás de acuerdo con esto –que no lo estás–, escribas (tú) los argumentos pertinentes.
     
    #25 JORGEE.G, 22 May 2015
    Última edición: 22 May 2015
  2. AxLogan

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    Te fuiste al chancho, el medio comentario... te leo en la noche :lol:
     
  3. AxLogan

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    Bien a la rápida:
    1- La desigualdad no ha aumentado, al contrario, ha disminuido a nivel mundial.
    2- Tengo entendido que Rawls dijo que era aceptable un aumento de desigualdad si esa desigualdad traía una mejora hacia los más desfavorecidos, me parece que tú estás diciendo lo contrario.
    3- No es correcto agrupar las posiciones, mucho menos las ""libertarias"" que suelen ser muy diferentes en casi todo, los argumentos de Rallo (al menos en el libro que linkee) son diferentes de los de Kaiser, quizá la confusión venga de que no hayas leído el texto, tampoco te puedo acusar de eso, porque tienes razón en que un "debate" no puede hacerse en función de links y contra-links, pero esa no era mi intención tampoco. Te pasé el link porque pensé que te interesaría leer a alguien que criticara tu posición, no para iniciar un debate, la crítica es [casi] siempre saludable.
     
  4. JORGEE.G

    JORGEE.G Usuario Casual nvl. 2
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    1- Efectivamente, puede ser así dependiendo de los países que midas. En algunas sociedades ricas –como menciono– ha ido variando durante el tiempo. Pero, resulta claro que no es importante el cuestionamiento a esa afirmación, en tanto que se responde solamente diciendo que los países que han disminuido su desigualdad lo han hecho, en gran parte, desde la lógica de la redistribución mediante distintos elementos; en tanto no toca en ningún punto a los argumentos dados, y, asimismo, el compromiso político –de ciertas sociedades– para "acortar la brecha".

    2- Algo por el estilo. Rawls dice que una sociedad igualitaria SIEMPRE va a ser preferible a una no-igualitaria, a menos que la segunda signifique que los más desventajados están en la mejor posición posible. Es el famoso "principio de diferencia". Y entenderás que éste no puede entenderse desligado de toda la construcción rawlsiana de justice as fairness, o podríamos darle una muy mala lectura. En un cuerpo teórico orgánico deberíamos, a fin de interpretar y aplicar ciertos preceptos, tomar todas los elementos pertinentes, no sólo uno de donde sacar conclusiones. Y ojo que yo no digo que esto sea correcto porque se extrae de la formulación rawlsiana o algo así –como una especie de falacia de autoridad–, sino que expreso los argumentos, a mi parecer correctos (hasta que escuche unos mejores), que valen con independencia de si haya sido Rawls –o no– el que los sistematizó.

    3- Claro que se encuentran muchas divergencias al interior de la agrupación que hago –la de los liberales clásicos y libertarios–, pero creo que ésta es válida en tanto comparten ciertos principios rectores comunes, patrones similares, etcétera. Claramente, en toda agrupación se encuentran diferencias de relevancia. V. g., en los grupos que yo denominaría "comunitaristas" podemos encontrar disentimientos, diferentes argumentos, diversas formas de plasmar en la práctica su filosofía, pero comparten ciertos lineamientos comunes que hacen válida la agrupación en un sólo término. Además, para fines didácticos se hace mucho más ideal plantearlo así que ir particularizando y particularizando.

    Y sí, me interesa leer las críticas a lo que en este momento pienso (y lo he hecho). Pero tengo que leer harto para la U, y en mi tiempo libre –que no ocupe en otra cosa– tengo establecida una prelación; tengo como 5 libros en banca. :lol: Y puta, me carga leer del PC; soy de la vieja escuela papelística.
     
    #28 JORGEE.G, 22 May 2015
    Última edición: 22 May 2015
  5. Rock Strongo

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    Bueno, en ésta parte se subentiende que en sociedades en desarrollo no estás tan dispuesto a sacrificar crecimiento y lucha contra la pobreza por privilegiar la igualdad. El tema serían las sociedades ricas. Pero para llegar a ser una sociedad rica, se tuvo que pasar primero por una etapa laaarga de cierta desigualdad y no justicia ¿verdad? En esa etapa el ataque a la desigualdad no fue en los términos que lo planteas más adelante, pues se privilegió el crecimiento; las políticas contra la desigualdad fueron focalizadas en los sectores de la población más vulnerables, y en la medida que lo permitían los recursos del erario de acuerdo a la economía.

    Si no es así, me avisas.

    Después trabajas sobre la premisa de una sociedad rica, donde ya se dispone de recursos e instituciones sólidas como para jugar con las variables y tratar de establecer una sociedad que se aproxime verdaderamente a la rawlesiana, con lo que personalmente estaría de acuerdo y a la vez no :-)lol:) A diferencia de ti, no comparto algunas cosas especificas con rawls, si bien me parecen geniales los ejercicios como el velo dela ignorancia, principios como el de la diferencia, etc.

    Este es casi un lujo que puede darse una sociedad alcanzado cierto nivel, pero cuidando no caer en la trampa que acertadamente advierten los libertarios, de entrar en un camino de servidumbre que lleve a niveles cada vez mayores e inútiles de reducción de la brecha social, porque, como tú mismo anotas, no hay por qué atender a cada weá que cause envidia o resentimiento, y ojo ahí, que como se hablaba antes en éste tema, esa vara siempre se va corriendo; pudieras llegar al nivel en que "los de abajo" tengan todas las necesidades más apremiantes cubiertas, igualdad de oportunidades en toda regla, y aún así, estén descontentos porque hay gente que viaja más veces al año, o un si fin de cosas por el estilo. Todo ese tire y afloja puede ir socavando los pilares de una sociedad abierta. La línea entre estar proporcionando igualdad de oportunidades e igualdad de resultados se puede desdibujar en una sociedad que busque tan vigorosamente la justicia. ¿Está el legislador de cualquier país preparado, o son tan capos como para no decantar a una ingeniería social de ese tipo? Es un riesgo que pudiera valer la pena correr según muchos, pero riesgo al fin.

    A esos niveles de bienestar, ya no es racional que la desigualdad altere la paz social de manera muy importante, pero bien pudiera hacerlo, si tienes protestas, encapuchados, gente enojada con los turbo-millonarios, etc., aunque en términos lógicos no exista una razón buena para esa clase de enojo, como que exista gente muriendo por no tener salud decente, mientras otra la tiene asegurada (buenas razones que en Chile sí hay en ésta etapa, aunque por temas de plata no puedan subsanarse).

    En fin, es un tema complejo, por eso tengo mis dudas todavía al respecto.

    PD: Respecto a si merecemos o no nuestra posición en la vida y la desigualdad de estatus, creo que es un tema que rebasa la filosofía o política; es algo multidisciplinar. Ahí tendrías que preguntarte cosas como ¿por qué existe el derecho sucesorio? El mismo razonamiento podría llevarte a cuestionar ese derecho sucesorio, o el hecho de que nos importe el bienestar de nuestros cercanos, y mucho menos -o a veces nada- el de desconocidos.

    La respuesta, sí, yace en la filosofía, pero también en la biología, la etología, etc., que tratan de explicar por qué privilegiamos y beneficiamos a quienes llevan nuestros genes. Ese tipo de cuestiones tiene una traducción normativa que redunda en que cierta gente "nazca en cuna de oro", aunque bien pudiera no tener mérito alguno, pero ello no es algo que necesariamente deba atacar una teoría de justicia, aunque sí deba atenderse, pero sólo para figurarnos o darnos cuenta de las injusticias existen y hacer algo al respecto.

    Puede ser poco estético, políticamente incorrecto, pero los privilegios y desventajas de cuna sólo sirven para describir el fenómeno.
     
    #29 Rock Strongo, 22 May 2015
    Última edición: 22 May 2015
  6. AxLogan

    AxLogan Usuario Habitual nvl.3 ★
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    1- A nivel mundial. Por lo que tengo entendido se debe mayormente, pero no exclusivamente, a China y su apertura al comercio; no diríamos que ahí la razón ha sido una mayor redistribución, pareciera ser todo lo contrario.

    2- Ok, y tenía esa duda, si estabas argumentando la posición rawlsiana, no un ad verecundiam, sino un "rawls dijo esto y esto" (aunque no estés de acuerdo con Rawls). Se entiende

    3- Eso era, no quería tener un debate, sobretodo porque no manejo el tema, ni es prioridad para mí en este momento, pero por lo que llevo del libro te lo recomiendo, entiendo que Rallo estudió varios argumentos en contra de la redistribución, por lo cual leer su crítica contra Rawls es ""como"" leer varias críticas en una.
     
  7. AxLogan

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    Lee el libro de Rallo, sobretodo el cap. 3, la presentación es una mierda, porque el libro no sólo es sobre RBU. En el cap. 3 explica grosso modo los argumentos de Rawls y lo critica, a ver si te convence.
    Igual, nunca es lo mismo leer de 1era fuente que un libro donde están criticando a Rawls, pero algo es algo.
     
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