[Columna] Dios es guionista de fútbol

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Ya sea por fe real o por la falta de un argumento mejor, recurrimos a la presencia de Dios para explicar eventos que carecen de lógica. Circunstancias que podrían ser consideradas casuales, pero que cuando acumulan su frecuencia nos dejan encerrados en el cajón de la incertidumbre. Allí, en medio de la penumbra y lejos de la explicación lógica, no nos queda otra que responsabilizar a Dios.
Dios es guionista de fútbol. Al menos en Chile. Las cosas pasan cuando tienen que pasar. A veces tratamos de forzarlas, pero si el destino está torcido, orientado a otra instancia, no hay nada que hacer.

Enumero.
Más allá de las consideraciones políticas, en 1973 Chile era un país que se quebraba a pedazos. El odio entre los sectores era insinuación que el derrumbe institucional y moral era inevitable.Solo la campaña de Colo Colo en esa Copa Libertadores le dio a Chile un bálsamo, un oasis de unión. Como nunca antes, un equipo chileno trepó tan arriba en el torneo continental. La caída en la final ante Independiente fue el anuncio de la caída de la democracia y su posterior desastre.
En dictadura los equipos chilenos jugaron finales de Libertadores, pero no pudieron levantarla. No pudo dos veces Cobreloa, no pudo la Unión Española en 1975. Tenía que volver la democracia, tenían que irse los militares a sus cuarteles, tenía que regresar cierta brisa de optimismo para que Chile ganara la Libertadores. La democracia regresa el 90 y Colo Colo gana, al año siguiente, el esquivo campeonato. El país estaba de regreso.

En 1981 Chile clasifica invicto al Mundial de España 82. Las ínfulas del cuerpo técnico y del plantel hablaban de terminar entre los cuatro primeros de la cita mundialista. Como no agrandarse si los encargados del país hablaban del milagro económico chileno, del país con moneda más sana en este lado del mundo. Un año después todo se vino abajo, dentro y fuera de la cancha. La Roja cumplió una vergonzosa actuación en el Mundial. Terminó en la casilla 22 entre 24 participantes. Un desastre total. Y fuera de la cancha, en un día, el precio del dólar subió de 30 a 300 pesos. Cientos de empresas quebraron. Miles de chilenos quedaron cesantes. El destino, una vez más, le hizo un guiño cruel a la pelota.

El 2012 Eduardo Berizzo asumió la banca de O’Higgins de Rancagua. Los Celestes, de larga tradición, nunca habían sido campeones. Alcanzaron la final del certamen y perdieron en un desenlace dramático ante la U versión Sampaoli. La gloria estuvo cerca, al alcance de la mano, pero fue para los azules. En el verano del 2013, una tragedia terrible azotó a los hinchas del cuadro rancaguino: 16 de sus aficionados murieron luego que el bus que los trasladaba, tras un partido del Capo de Provincia, sufrió un accidente en Tomé. Un golpe al alma de la institución. Fue en ese campeonato, justo en ese campeonato, cuando los dirigidos de Berizzo ganaron un torneo increíble. El equipo tomó una cadena que no soltó más. Ganaba por la mínima, pero no se caía con nada. Hasta superar a la UC en la gran final jugada en el Nacional, en el mismo estadio donde había perdido contra la U. Dios fue guionista. No pocos consideraron que los Celestes tuvieron apoyo divino en aquella campaña.
Cobresal tuvo equipos enormes en la década del 80. Acuña, Reyes, Huerta, Araya, Bigorra, Suazo, Pedreros, Lobos, Pedetti, Salgado, Zamorano, Martínez. Estelar. Maravilloso. Pero no pudo ser campeón. Dos veces, de la mano de Manuel Rodríguez en la cabina técnica, terminaron subcampeones.

Luego transitaron entre las divisiones del fútbol chileno. Este 2015, la tragedia golpeó la zona. Inundaciones nunca vistas, ni siquiera imaginadas, barrieron con todo a su paso. Con casas, caminos, escuelas. Cientos de muertos y desaparecidos. Pero el alma no se fue con la lluvia y el barro. Ahora, justo ahora, un Cobresal mucho más modesto que la formación de antaño, se queda de forma inesperada y meritoria con la corona de campeón. Ahora, justo ahora, cuando el pueblo nortino más lo necesitaba.

Perdonen la autorreferencia para cerrar. Pero Osvaldo Arcos Méndez, mi abuelo, fue uno de los cinco dirigentes que fundaron Curicó Unido. Desde febrero de 1973 hasta mayo del 2008, ocupó diferentes cargos en la directiva. Coordinador, presidente de la comisión fútbol, disciplina. Todo sin recibir un peso, por el amor a una camiseta que nunca ganó nada. No jugué fútbol, pero crecí en el camarín, en los entrenamientos, en reuniones de directorio, en viajes en bus a lo largo de todo el país siguiendo al albirrojo, que nunca ganaba. El 15 de mayo del 2008, mi abuelo cerró los ojos para siempre. Pocos meses después, en octubre de ese año, el equipo de Marcoleta logra el primer y único ascenso de su historia. No podía ser de otra manera. Justo ese año. Necesitábamos un empujón desde arriba para ser campeones. Mi Tata querido le dio el aventón a ese equipo. Quiero pensar eso.

Dios es guionista de fútbol. No hay otra explicación.

Por : Cristián Arcos

Que lindo que es el fútbol, y como dios ( para los creyentes ) se hace presente en muchas oportunidades, como bien lo plantea la columna, ohiggins pierde un torneo y gana el otro, ahora lo de cobresal que merecían esa alegría, wanders casi lo consigue el semestre pasado ( igual dentro de una desgracia ) digan lo que digan, el fútbol es el deporte rey, capaz de brindarle alegría a miles y miles de personas !