La lengua de una universitaria caliente

Tema en 'Relatos Eróticos' iniciado por EscritoraErotica, 17 Sep 2015.

  1. EscritoraErotica

    EscritoraErotica Usuario Nuevo nvl. 1
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    17 Sep 2015
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    (Estos cuentos son ficticios. Todos los personajes son parte de la imaginación de quién escribe y no es basado en la realidad)
    Mi nombre es María José. Soy una chilena de 18 años. No tengo el cuerpo perfecto según los cánones de belleza establecidos por la sociedad pero mido 1.65 cms, mi pelo es de color rubio y liso, mis ojos son azules, poseo una cara redonda que hace creer que no rompo un huevo pero miente ya que en mi interior llevo un fuego sexual interno que quemaría a una ciudad completa, poseo un culo redondo de 100 cms, gordito, muy gordito, en forma de manzana y activo sexualmente a temprana edad.
    Mi culo es la fuente máxima de placer, lo que me hace gritar, sudar, gemir, quejarme por muchas horas todos los días. Siempre quiero por ahí y cuando yo deseo algo siempre lo obtengo, era mi vicio desde muy chica debido a que mi primera relación anal la tuve con un pololo/novio que me hizo ver estrellas la primera vez que lo hizo y de ahí en adelante teníamos maratones de sexo anal todas las tardes en su casa después de llegar del colegio.
    El me pasaba a buscar a la sala con el pretexto de ir a ensayar algo a su casa, pero ese ensayo era sexo, sexo, sexo y más sexo. Yo no le decía lo que quería. Mi culito y él se comunicaban perfectamente sin usar mi boca como intermediaria
    Poseo un estomago normal de una mujer chilena. No soy gorda pero si me gusta mucho comer, tragarme todo lo que tenga por delante, comerlo, sentir su textura y absorber todos los nutrientes que esa comida me pueda entregar. Mi madre me enseño que me debo comer toda la comida y eso lo cumplo a cabalidad. Tengo pechos con un tamaño apropiado, la última vez que me medí esa huincha indicó que poseo 96 cms de pechos, blancos, con una aureola de color carne y unos pezones rosados que siempre están rozándome en la polera, advirtiéndome que mi culito ya quiere comer su ración de carne venosa.
    Mis gustos son atípicos a los de las mujeres tradicionales, o bien lo que ellas dicen que les gusta.
    Disfruto el sexo como si se fuera a acabar el mundo – sobre todo el sexo anal -, nada más me importa en esta vida. Si fuera por mí pasaría todo el día teniendo sexo, gritando, jadeando, transpirando y siempre pidiendo más. Que me cojan duro, muy duro hasta hacerme llorar.
    Vivo con mis padres. Ellos son de edad avanzada y por lo tanto algo anticuados en su forma de pensar. Ellos quieren que su “nenita” sea la alumna educada, responsable y perfecta. Muy poco saben de mí, no tienen idea que paso saltando en las piernas de un hombre gran parte de la tarde.
    Un día en la mañana me levanté para ir camino a la Universidad que quedaba cerca de mi hogar, vistiendo siempre sexy con un jeans bien apretado al culito (potito me gusta decir a mi), de esos que realzan mucho la figura al dejarlo bien paradito, un colaless muy enanito de color rosado con todo el hilito metido entre las nalgas y un pequeño triangulo que apenas tapaba mi vagina. Para arriba vestía una blusa de color blanco, con 3 botones abiertos, sin sostén ya que me gustan los pechos libres, sin ataduras. Llevaba algo de maquillaje en mi cara, nunca salía sin arreglar mi rostro. Siempre preparada para la acción.
    Caminaba por las calles moviendo el culito de lado a lado, coqueteando sin mirar a nadie pero sintiendo todas las miradas de los hombres babosos que no despegaban sus ojos de mi figura.
    Eso me hacía sentir bien. Me encantaba sentir que me desnudaban con la mirada. Yo no los miraba, hacía como que no me daba cuenta de las miradas pero mi vagina comenzaba a mojarse y ya pedía elegir a uno de esos hombres para llevarlos a mi casa y coger rico todo el día.
    Llegué a la Universidad, ahí estaba el como todos los días recibiendo a sus alumn@s antes de empezar la clase. Era un profesor bastante guapo, aquel que todas las chicas de mi clase querían tener sexo con él. Me daban risa, mi estrategia para captar a un hombre va más por no tomarlo en cuenta y mostrarle el tremendo culo que ellos pueden llegar a coger sin compasión.
    Pasé por su lado con un caminar suave, meneando mi trasero, parándolo y diciéndole un suave “buenos días profesor” al oído. Pude sentir que mi saludo captó su atención pero yo seguí caminando rumbo a la sala con una sonrisa coqueta y culito moviéndolo de lado a lado. Este partido lo había comenzado ganando.
    La clase transcurrió de forma normal. Yo siempre sentada adelante en la primera fila frente al profesor. Mientras el dictaba la clase yo lo miré cruzada de piernas y mostrando todo el muslo gordo que solo era cubierto por mi apretado janes. Lo hice lentamente para captar su mirada y cuando lo logré mi sonrisa fue de oreja a oreja sin despegar la vista de sus ojos llevando mi lápiz a la boca. Mi colaless ya estaba empapado de fluidos debido a que ya había acabado cuando logré darle el beso al saludarlo. Estaba loca por él y por todo lo que pasaba. Pude ver como sus ojos irremediablemente observaron mis piernas gordas que estaba cruzadas mostrándose para que el las devorara con la mirada.
    De vez en cuando nuestros ojos se cruzaban en la mirada, yo solo quería sentarme en sus piernas y tragarme todo su rico pene por mi culito. Quería comerlo centímetro a centímetro.
    En una de las tantas oportunidades que tuve me acerqué a su puesto con la excusa de aclarar una duda pero en realidad solo quería sentir su mirada en mis partes íntimas. Llegué ahí, él estaba sentado revisando unas notas, puse mis codos en la mesa, agachándome un poco con mi culito parado casi a la altura de su hombro dejándolo todo a su vista.
    Entablé una conversación banal con él, preguntándole puras tonteras ya que solo quería saber que pasaba. Él se notaba nervioso, mi culito estaba a un centímetro de su cara, paradito y ancho como una gran montaña. Mis pechos se notaban bajo la blusa escotada, casi llegando a la mesa cosa de parar lo más posible el culito. Yo conversaba y conversaba, el no respondía nada, intentando mantener una compostura que era muy difícil de lograr. Eso me gustaba, sentía que estaba logrando lo que quería, que era cosa de tiempo cogerlo rico en mi casa o cualquier lugar. Nada más importaba para sus ojos, los alumnos conversaban mientras él seguía observando disimuladamente mi trasero que estaba a una ínfima distancia de su cara. Sus manos estaban nerviosas, quizás con muchas ganas de masajear esa zona de mi cuerpo, su voz era tiritona y poco firme además que yo lo miraba de reojo y le conversaba con una voz como si fuera la nenita más ingenua del mundo mostrándole mi potito paradito, mientras seguía yo anotando estupideces en el cuaderno.
    La sala estaba en llamas, todos conversando. El profesor no ponía orden, creo que no le interesaba. Lo único que quería él era contemplar mi humanidad que estaba ahí frente a él. Después de terminar esa conversación le guiñé el ojo y caminé hacia mi puesto meneando m cuerpo suavemente. Lo había logrado, el había tenido sexo con sus ojos en mi cuerpo, su mirada en mi culito era evidente. No podía mirar como profesor, lo bruto de hombre afloraba en su ser y eso a mí me gustaba.
    Cuando terminó la clase fui donde el para despedirme. Llegué hacia la puerta donde él se encontraba dispuesto para salir de la sala. Me paré en puntita de pies a su lado y le di un suave y largo beso en la mejilla, mis labios sonaron al momento d besarlo y mis ojos lo miraron fijamente. El quedó estupefacto en la puerta, viéndome pasar mientras yo hacía abandono de la sala.
    Mi chorito(vagina) iba empapado. Camino a casa, caminando por las calles pensando en sexo con él, mi mente estaba teniendo relaciones. Podía sentir su perfume, su mirada, sus manos. Mi vagina y culito me imploraban comer algo rico. Las calles se hacían eternas, lo único que quería era llegar a casa, y cuando logré hacerlo fui a mi pieza y de inmediato me desnudé en mi cama para recostarme en ella haciéndome un rico masaje en mi vagina con dos de mis deditos.
    Miraba al techo, desnuda, con mis pechos juntos por mis brazos. Un dedo metía en mi vagina y el otro rozaba el labio. Mis quejidos eran profundos, suaves y mis ojos se cerraban para poder imaginar que él era quien me metía su rico pene.
    Mi imaginación tenía un sexo intenso. Podía verlo claramente a el penetrándome, sintiendo su cuerpo encima mío. Mis dedos se internaban en mi vagina, yo gemía “ohhh ohhhh ohhhh ohhh” mientras con la otra mano jugaba con uno de mis pezones. Lo tocaba, lo masajeaba con la yema de mis dedos. Ese dedito se movía en forma circular con toda la calma del mundo, como si este se detuviera. Era un dedito en honor a él logrando tener el más rico de los orgasmos. Mis dedos estaban llenitos de mi néctar, llevando uno de ellos a mi boca para chupar ese dedo suavemente, saboreando mis propios jugos que tan rico los encontraba.
    Después me paré de la cama. Caminando desnuda al espejo observé mi cuerpo frente a él, parando mi potito (culito), mirando lo grande que era y pensando lo rico que lo podía pasar por ahí con él. Mi yo interior me dijo “cógetelo”.
    Al otro día era la fiesta que los alumnos antiguos le dedicaban a los nuevos después de su “mechoneo”. Mi intención era verlo, mi potito ya lloraba por coger. No me interesaba nada más.
    Llegué al patio de la institución, ahí estaba el observando las actividades. Mi caminar sinuoso intentando captar su atención antes de conversarle. Movía mis nalgas y mis pechos los dejaba a su vista, saludándolo otra vez con un beso sonoro en su mejilla y mis pechos quedando cerca de su torso.
    En el escenario había una orquesta de música “tropical” haciendo bailar a todos los que nos encontrábamos ahí. Yo bailaba de espaldas a él meneando todo el culito cerca de su entrepierna, sonriéndole y después dándome vuelta para darle unos besos cerca de la boca mientras su mano no se contenía y tocaba suavemente mis caderas. Señal cara de querer sexo.
    Mi atrevimiento pudo más. Lo abracé con mis brazos en su cuello procediendo a darle un rico beso con lengua, suave sin importar que nadie nos viera. Mientras mi lengua se metía en su boca y jugaba con la suya sus manos se apoderaban de mis nalgas como diciendo que eran de él, masajeándolas suavemente, muy suave, apretándolas mientras yo lo besaba apasionadamente con mi lengüita que estaba dentro de su boca y mis ojos estaban cerrados disfrutando de ese rico beso.
    Abrí mis ojos y pude ver su mirada de lujuria. Tomé su mano guiñándole un ojo y sin que nadie nos viera caminamos suavemente con rumbo desconocido. Mi mirada era picara, sabía que me lo comería y su rostro indicaba excitación y nerviosismo pero me comía con su mirada. Al llegar al hall le dije que nos fuéramos al baño, el me hizo caso y caminamos de manera apresurada. Entramos a uno, nos encerramos y volvimos a besarnos con más lengua pero yo ahora tocándole su entrepierna encima del pantalón y el mis pechos, las manos jugaban al igual que nuestras lenguas. Era tanta la calentura que con mis dedos tomé su cierre y comencé a bajarlo suavemente mientras el tocaba mis nalgas con lujuria, como amasándolo y cuando bajé su cierre desabroché el botón bajándole el pantalón mirando como su bóxer marcaba una hermosa erección. Mi cara le regaló una sonrisa mientras procedí a flector mis rodillas, bajando mi cara quedando frente a su hermoso pene que estaba tapado con ese bóxer. Una vez ahí lo miré a sus ojos, le sonreí mientras bajaba su bóxer y su pene en estado de erección saltó como si hubiese estado horas bajo presión.
    La imagen era preciosa para mí. Un pene súper erecto a mi vista, con todas sus venas marcadas y ante eso mi intención fue de acariciarlo con una de mis uñas que suavemente empezó a subir y bajar por todo su “tronco” desde la base hasta la cabeza, sube y baja suavemente, muy suave, sin apuros mientras lo miraba a sus ojos y podía notar que le gustaba lo que le hacía.
    Después puse mi boca en forma de circular para darle un besito (piquito, topón o como le digan en su país) en la punta de su pene sin dejar de mirarlo a los ojos y escuchando como el emitió un hermoso quejido desde su boca. Sus manos acariciaban mi pelo sin poner fuerzas, solo acariciaba mientras mi lengua comenzaba a bajar y subir suavemente por todo su tronco, sin apurar pasaba la puntita por ahí hasta llegar a su cabeza sin metérmela en mi boca aún. Esa acción la repetí varias veces, me gustaba sentir la textura de su pene en erección Posteriormente abrí mi boca para comenzar a chupar suavemente su cabeza como si estuviese probando el más rico de los dulces. Cerré mis ojos. Una de mis manos e apoyaba en su pierna mientras la otra masajeaba sus testículos y mi boca mamaba suavemente su hermoso pene llegando hasta el inicio de su tronco. El exclamaba que no podía creer lo que estaba viviendo, que creía que era un sueño pero era la más rica de las realidades. Ahí estaba yo, hincada con toda la cabeza en mi boca y empezando a disfrutar de lo que restaba de su pene, intentando comerlo todo. Entraba y salía sin apuro reiteradas veces hasta sentir que su cabeza tocaba la campana de mi garganta. Lo tenía todo adentro, toda su hermosa virilidad. El tocaba mi pelito mientras yo comía todo hasta tocar su pelvis con mi mentón, entraba y salía sin apuro y mi boca hacía sonidos por lo llenita que estaba.
    Estuve un buen rato así, mi colales evidenciaba que ya me había corrido en un par de ocasiones y con dos dedos apreté la base de su pene para retardar la eyaculación que estaba pronta a venir, me iba a comer ese postre pero aún estaba en el plato de fondo.
    Mis ojos continuaban observando su rostro lleno de sudor, el miraba hacia arriba con la intención de no quedar en evidencia por sus quejidos hasta que de un momento a otro dejó escapar un “Ohhhh” y soltó toda la lechecita dentro de mi boca. Yo no quité la boca de su pene, actué como una lactante que tenía ganas de mamar recibiendo todo esa lechita espesa en mi boca. Era una delicia.
    Cuando el acabó yo abrí mi boca mostrando toda la leche que él había depositado en mí para después cerrarla y comenzar a tragarlo todo. Cuando pasó esto volví a abrir mi boca para darle esa hermosa vista. La lechita rica ya iba viajando en mi estómago.
    Después de eso me paré, sonreí, él estaba mudo sin creer lo que había sucedido, le dije al oído: “No me sacarás de tu vida tan fácilmente”. Después de decirle esto le di un beso en la mejilla y me fui dejándolo solo a él en dicho baño.



    // GRACIAS POR LEER . SI LES GUSTÓ PUEDEN LEER MI BLOG DONDE ESCRIBIRÉ RELATOS A MENUDO . Se aceptan todo tipo de opiniones. Es importante el feedback https://cuentoseroticosblog.wordpress.com/
     
  2. GODOFWAR

    GODOFWAR Usuario Casual nvl. 2
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    Excelente Relato!
     
  3. Gene_Hunt

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    Muy buen relato, se agradece lo bien escrito que esta y sin faltas de ortografía.
     
  4. EscritoraErotica

    EscritoraErotica Usuario Nuevo nvl. 1
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    Gracias por los comentarios . Pueden pasar a leer mis otros relatos en mi blog
     
  5. Magic_DaFrE

    Magic_DaFrE Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Excelente relato me encanto mucho, siga aportando que mi pene erecto desea seguir leyendola
     
  6. totomanz

    totomanz Usuario Nuevo nvl. 1
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    Buenisimo. Ojala se hubiese apoderado de su culo.