La historia de Marcus Willis, el desconocido que enfrento a Federer en la catedral del tenis

Si usted juega al tenis regularmente, ha ganado varios torneos locales, y alguna vez ha soñado con, por una carambola, disputar la previa de la previa de Wimbledon y acabar, tras una semana fantástica, enfrentándose a Roger Federeren la pista central del All England Club, sepa qué pasaría: disfrutaría de la mejor derrota por 6-0, 6-3 y 6-4 de su carrera, pasaría los 95 minutos más emocionantes de su vida, recibiría una de las mayores ovaciones realizadas por el público inglés.

El tenista local de 25 años, Marcus Willis; número 772 del ránking ATP; monitor de tenis del pueblo de Warwick; profesional frustrado hasta que conoció una mujer y le animó a intentarlo; "ex gordo", según él mismo se define; no tuvo nada que hacer este miércoles en segunda ronda del Grand Slam ante el siete veces campeón, pero vivió una experiencia que todo deportista aficionado, que incluso todo aficionado al deporte, desea en lo más profundo.

"Willis bomb is on fire", sonó al ritmo de 'Freed from desire' en la abovedada instalación, entre fresas con nata y jarras de Pimms, y, desde los minutos previos, ya se supo que, bajo tan futbolero canto, ese no sería un encuentro cualquiera. Apareció el amateur de estadísticas más que curiosas (1-0 en su trayectoria ATP, Ricardas Berankis) y su sonrisa durante el calentamiento, impagable, inocente, inabordable, lo explicaba todo.
Los más románticos del lugar, entre ellos su esposa y musa Jennifer Bate, quizá imaginaban un desenlace de película, como en 'Wimbledon', de Kirsten Dunst y Paul Bettany, donde un invitado acaba ganando el campeonato, pero el propio Willis sabía que su día más feliz en una cancha de tenis acabaría pronto y por eso se dedicó, por encima de todo, a disfrutarlo.

Para hacer un guiño a su rival, por el gigantesco respeto que le tenía y por las dulces declaraciones que recibió de él en la previa, se vistió con un polo de la marca 'Roger Federer' que, según admitió, había comprado el día anterior en una tienda de deportes y en los primeros juegos del partido intentó lo imposible. "Yo hice un globo a un Roger Federer al 100%", podrá decir sobre su mejor punto en el primer set y, después, en una discusión de pub que seguro tendrá, deberá admitir la verdad: el suizo, al ver su carita después del repaso inicial, bajo el listón y otorgó favores.

partir del segundo set, con los nervios más templados, Willis mostró su notable nivel en el servicio y Federer optó por restar con cierta relajación: así el aficioando consiguió su primer punto, recibió los aplausos de un público comandado por sus desatadísimos amigos (disfrazados de blancos tenistas para la ocasión) y volvió a sonreír. Llegó a conseguir otros seis juegos e incluso se colocó con 4-4 en el tercer set, pero el número tres del mundo decidió finiquitar con un juego en blanco y el humilde tenista regresó a casa, eufórico, reconocido, eterno, como seguramente pasaba también en su sueño.
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