Era un joven en mi población

Era un joven de mi población, mucho más joven que yo… unos veinte años menos.

El siempre se ofrecía para llevarme o traerme en su auto, parece que lo único que tenía era ese auto. Todo el día en él. La verdad es que nunca me atrajo.

Un día llegué a mi casa, venía cansada del trabajo y me encontraba a unas cuantas cuadras de allí… donde me dejaba el taxibus.

Me ofreció llevar, pero le dije que no…. Su mirada era claramente de complicidad y de calentura, era rico sentirse deseada por un hombre joven. No sé, pero me perturbaba cuando estaba sola en el trabajo o en casa, me gustaba saber que él me deseaba y me lo decía. Lo imaginaba tratando de acceder a mi y yo, negándome.


Un día iba con mi hija menor, de cinco años, en la calle y se detuvo para trasladarme. Le dije que bueno, me subí delante y la niña detrás. Primero comenzó con sus insinuaciones, que yo estaba sensual, a pesar de mis años, me miraba las piernas y trataba de tocarlas. Conducía su vehículo y me miraba de reojo, su respiración entrecortada me excitaba. Sentía que lo deseaba, después de todo.


Unos días después, me dio un aventón a la ciudad… eran más de veinte minutos, me habló de su vida, su novia y, nuevamente al ataque. Yo observé como se le hinchaba el bulto de su entrepierna, era grande. El saber que era mucho más joven que yo, que me deseaba intensamente, me excitaba… le miré con complicidad y le pregunté si se había masturbado pensando en mí, para mi sorpresa me contestó afirmativamente. La verdad es que eso me excitó mucho, el tiempo y el deseo había hecho que me detuviera a pensar más de una vez en él, me gusta que los hombres piensen en mí, que se pongan duros y que me quieran penetrar… me encanta imaginar en cómo chorrean su leche fantaseando conmigo, él me tenía caliente. Seguimos con la conversación en el auto, cada vez más calientes, que me deseaba, que se imaginaba penetrándome, que le gustaba mi cara, mi porte, mis piernas y le encantaba que yo le hablara con un tono bajo, sensual, eso le transtornaba. Yo aprovechaba de mostrarle mis piernas y le mostraba mi disponibilidad a cruzar la frontera de la calentura con él, le dije que si se masturbaba yo le ayudaba…era una locura, a plena luz de día, pero se detuvo en una calle deshabitada, se frotaba su bulto, ya muy duro, me miraba con deseo y lo sacó. Era una pieza exquisita, la verdad lo miré y me encantó, la dureza y textura de un pene joven, se cumplía una fantasía mía, lo tenía allí, a mi lado, en el asiento del conductor, blanco, duro, venoso y ya algo mojado… comenzó a tocárselo, de arriba hacia abajo, apretándolo con fuerza y con delicadeza… que ganas de tocarlo, lamerlo y chuparlo. Toda mi compostura estaba a prueba, sólo quería comérmelo y tragar todo su ser. Hacerlo acabar, que la explosión de la pasión fuera toda mía, que la agitación de su respiración fuera inacabable para hacerlo acabar, llenarme de todo su semen y llenar mi cara de él para nunca más lavarla, traspasarlo a mi pelo y a todo mi cuerpo. En ese momento se lo tomé con fuerza y me abalancé sobre él… la incomodidad del automóvil no hacía sino desear más que me penetrara, su cara era de excitación total, sus ojos no paraban de mirarme y de desearme, yo lo tenía agarrado con mi mano izquierda y lo exprimía para sacar todo de él…el continuaba mirándome y gemía… un niño que no aguantaba todo el placer que yo le convidaba. Así explotó, con una cara de placer extremo, sin compasión en mi calentura en mi deseo total de tenerlo dentro de mi… no alcancé a chuparlo ni a tragarlo, pero ya vendrá el día en que pueda tener a ese bebé para mi toda, descontrolado como un potro que quiere arrancar a la pradera para sentir todo el placer la libertad.