Guardianas nazis. El lado femenino del mal

Tema en 'Noticias de Chile y el Mundo' iniciado por 987l123l7654l, 12 Feb 2019.

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    Dorothea Binz sanguinaria guardia nazi que disfrutaba descuartizando a los presos con un hacha

    a quien se le atribuyen más de 100.000 asesinatos, fue una de las mujeres más crueles del campo de concentración de Ravensbrück
    fuente // @abc_es Mónica Álvarez García es periodista, escritora y guionista.
    SPOILER AL FINAL Y es que, como dice Vázquez Figueroa, “Desgraciadamente llevamos camino de volver a lo mismo, en que otra vez no puede ser que el uno o dos por ciento de la humanidad tenga el 90 y tantos por ciento de la riqueza y nunca se cansen, hasta que llegue un momento que todo esto vuelva a estallar. Y lo ves, están renaciendo los grupos ultraderechistas. Y entonces dices: ¿Cómo es posible? ¿No hemos aprendido nada?”



    MILES DE LINDAS Y HERMOSAS RUBIAS MUY BIEN ELEGIDAS
    Una bella mujer de pelo rubio y ojos claros que, en apariencia, era absolutamente honrada e inocente. Esta es la definición que, tras un breve vistazo, se podría dar de Dorothea Binz. Pero la realidad es bien distinta, pues esta alemana tiene el infame honor de haber sido una de las guardias nazis más sanguinarias del campo de concentración de Ravensbrück y de la Segunda Guerra Mundial. El título –desgraciadamente- no se le queda corto, pues disfrutaba golpeando hasta la extenuación a las reclusas e, incluso (y en algunos casos) descuartizándolas con un hacha.

    Dorothea Binz no era la única mujer que daba rienda suelta a sus más bajos instintos amparándose en la bandera y la esvástica nazi. De hecho, las atrocidades de muchas de ellas han quedado guardadas en la memoria colectiva de la historia del holocausto con un único objetivo: que nadie se olvide del infierno por el que tuvieron que pasar los miles de prisioneros judíos que fueron deportados a los campos de concentración. Sus nombres serán también difíciles de olvidar: Ilse Koch, María Mandel y un largo, pero que muy largo, etcétera. (( la lista es larga de miles de nombres de jóvenes mujeres con las mismas características que es y fue de ellas pos holocausto es un misterio ))
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    Cuando el diablo vino al mundo
    Dorothea Theodora Binz (más conocida como «la Binz» por los presos) vino al mundo el 16 de marzo de 1920 en una pequeña ciudad ubicada al noroeste de Alemania. Nacida en una familia de clase media, su infancia estuvo marcada por los usuales cambios de localidad que llevaba a cabo su familia. Por causas desconocidas abandonó la escuela cuando apenas contaba 15 años y comenzó a trabajar como ama de llaves. Posteriormente, desempeñó labores como lavaplatos. Todo ello, con el objetivo de ganar el dinero necesario para poder salir adelante junto a su familia. Por entonces no era todavía más que una niña inocente, pero eso cambiaría rápido.

    Así pues, y al igual que otros tantos, Binz se alistó en el verano de 1939 (apenas una semana antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial) en las SS. No tardó mucho en recibir su primer destino. El mismo 1 de septiembre, la jornada en que los soldados de la «Wehrmacht» (el ejército de tierra alemán), de la « Kriegsmarine» (la marina) y de la « Luftwaffe» (la fuerza aérea) pisaron suelo polaco, esta joven fue enviada al campo de concentración de Ravensbrück con apenas 19 veranos tras sus jóvenes espaldas. Aquí fue donde comenzó el cambio de Dorothea que, sin saber cómo, a los pocos meses pasaría de lavar platos a torturar hasta la muerte a centenares de prisioneras con una única y pobre excusa: no habían nacido en Alemania.

    El campo de concentración de Ravensbrück
    El primer campo de concentración que pisó Binz fue el de Ravensbrück, ubicado a menos de 100 kilómetros de Berlín y creado a finales de 1938 con el objetivo de albergar a todo aquel que se considerara indigno y no perteneciente a la raza aria.

    Establecido en principio como una cárcel para mujeres (aunque al final de la Segunda Guerra Mundial contaba también con un espacio para varones y niños) vio pasar por sus muros a más de 130.000 prisioneros, Poco más de la mitad de ellos sobrevivirían a su cautiverio y a las torturas y experimentos científicos que allí se llevaban a cabo.

    Ravensbück era la perfecta escuela para las mujeres de las SS
    Con todo, si por algo se hizo famoso Ravensbück fue por hacer las veces de escuela para todos los guardianes y guardianas de las SS (estas últimas, conocidas con el título de «aufseherin»). «Las “aufseherin” eran equiparables a los soldados rasos de las SS nazis. Eran personal de las SS, pero no podían formar parte del ejército como tal por la normativa, por ello tenían –entre otras cosas- un uniforme distinto. Sus objetivos eran, también, otros»,
    explica, en declaraciones a ABC, Mónica González Álvarez, periodista y escritora y autora de «Guardianas nazis. El lado femenino del mal».

    Y es que, en este campo se entrenaban todas aquellas «aufseherin» que serían trasladadas posteriormente a otros lugares como Auschwitz. «En Ravensbrück, en lugar de enseñarles como se debía administrar un campo (cómo limpiar las cocinas, hacer que funcionase de forma efectiva el lugar o cómo tratar a los prisioneros) aprendían las diferentes formas de pegar, apalear y asesinar a los presos, además de todo lo referente al tema de los hornos crematorios. Todas las alemanas que pasaban por allí estaban destinadas a maltratar, humillar y en última instancia matar a cualquier preso que pasara por el campo de concentración», completa la experta.

    Rienda suelta a la crueldad
    Junto con la entrada de Binz a Ravensbrück, llegaron también los primeros centenares de prisioneras al lugar. Cuando arribaron, esta sádica alemana se percató de cuál era su verdadera vocación dentro del campo de concentración: torturar presas en el búnker de castigo. Allí, junto a su mentora ( María Mandel, apodada «La bestia») disfrutaba atormentando tanto a los hombres como a las mujeres que hubieran cometido la imprudencia de desobedecer las normas del lugar.

    Durante los años siguientes, Binz cometió todo tipo de tropelías que iban desde abofetear a las prisioneras, hasta asesinarlas a base de golpes. No en vano se le atribuyen las muertes de más de 100.000 prisioneros entre mujeres y niños. «En una ocasión, la guardiana vio que había una presa que, extenuada, se cayó al suelo. En ese momento, Binz se acercó, la abofeteó y cogió un hacha con la que rajó y descuartizó su cuerpo. Después se levantó y, al darse cuenta de que se había manchado sus botas negras de sangre, cortó un trozo del vestido de la fallecida para limpiarlas. Cuando terminó, se subió su bicicleta y, como si nada hubiera pasado, volvió al campo de concentración», añade González Álvarez.

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    Campo de concentración de Ravensbrück
    Con todo, y a pesar de que en el campo de concentración era un lugar donde Binz derrochaba dosis de sadismo y violencia, su edificio favorito de Ravensbrück nunca dejó de ser el búnker de castigo. Ni siquiera cuando fue ascendida en 1944 a «ober aufseherin» (ayudante en jefe de la mano de obra) y «stellvertretende oberaufseherin» (adjunta de la supervisora jefe) solía separarse mucho de él. La razón era sencilla: no quería renunciar al «placer» de acabar con la vida de los prisioneros que, temerosos, no se atrevían apenas a mirar su cara.

    «Binz trabajaba en el búnker de castigo. Allí, una especie de granero comido por la humedad, perpetraba flagelaciones de hasta 100 latigazos. Solía someter a estas penas a las prisioneras que no hubiesen hecho lo que debían (lo que abarcaba desde comer un mendrugo de pan que se hubiese caído de un camión, hasta no llevar el uniforme bien ataviado). Una vez en el búnker, las desnudaba -todo ello a menos de 20 grados bajo cero- y las flagelaba con un látigo. Siempre tenían la misma norma: cada presa debía contar en voz alta el número de latigazo que era. Ninguna aguantaba más de unos pocos. Después de esto las sacaba fuera del búnker, donde las rociaba con agua fría para que muriera de frío a la intemperie», finaliza González Álvarez.

    Parecía que Binz sólo había sido puesta en el mundo para maltratar a los prisioneros y, curiosamente, para dar cariño a su novio, el miembro de las SS (y también destinado en el campo) Edmund Bräuning, adjunto del comandante Rudolf Höss. Con él, para asombro de todos los presos, demostraba una delicadeza que nunca manifestaba con aquellos a los que consideraba inferiores.

    Sólo hubo una ocasión en la que los prisioneros creyeron ver algo de humanidad en Binz. «Era la Navidad de 1944. Cómo había comunistas y católicos se celebraban dos fiestas en el campo de concentración. Ella acudió a una en la que varios niños iban a presencia una obra de teatro. El problema es que, repentinamente, los pequeños comenzaron a llorar. Ella se dio cuenta de la situación y debió sentirse compungida, pues abandonó automáticamente la sala. Es como si se le hubiese ablandado el corazón. Quizás sabía que la mayoría de ellos iban a morir posteriormente en las cámaras de gas, aunque es algo imposible de corroborar», añade la experta.

    Los últimos días de «la Binz»
    La vida fue apacible para Dorothea durante los siguientes años. Y es que, como una de las mayores responsables del campo que era, nunca le faltaron todo tipo de riquezas. Desde mullidos colchones hasta comida de gran calidad –todo cortesía de los judíos a los que saqueaban-. Se podría decir que vivió entre lujos hasta que, en 1944, los aliados comenzaron a avanzar hacia el interior de Alemania. En ese momento la felicidad nazi pasó a convertirse en desesperación y se inició una campaña masiva de destrucción de todos los documentos que hablaran de la temible « Solución final» (el asesinato masivo de judíos).

    Binz murió en la horca en 1947 por sus terribles crímenes
    Junto con la quema de documentos, muchos campos de concentración ubicados a la afueras de Alemania comenzaron a trasladar a sus presos al interior del país para que, en el caso de que la región fuese capturada, no pudiesen contar nada de sus terribles prácticas al enemigo. Ravensbrück no fue una excepción. «Más de 20.000 presos participaron en una “marcha de la muerte” en la que se pretendía trasladarlos hasta el interior de Alemania. Esto fue a finales de abril de 1945 y, tan sólo tres días después, se liberó el campamento. Muchas de las reos que participaron en las marchas fallecieron, y todas las que cayeron fueron abandonadas en las cunetas. En ella iba, como no podía ser de otra forma, Binz», destaca la periodista y escritora.

    Según varias fuentes, durante el camino Binz trató de escapar dejando a un lado su uniforme nazi, pues sabía lo que representaba para los aliados. Por suerte, fue capturada el 30 de abril en Hamburgo por las tropas aliadas. Posteriormente fue juzgada, al igual que cientos de sus compañeras, por crímenes de guerra y maltrato y asesinato de los prisioneros. Según explica González Álvarez, durante el juicio su abogado le preguntó por qué había cometido aquellas atrocidades contra las prisioneras, a lo que ella respondió: «Creo que prefieren eso a ser privadas de su comida, o algo más». Esta fue una de las últimas palabras que pronunció la que, a día de hoy, es considerada como una de las guardianas nazis más crueles del Tercer Reich. Finalmente, fue condenada a morir en la horca el 3 de febrero de 1947.
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    Dos preguntas a Mónica González Álvarez
    1-¿Cuál era el objetivo de las vejaciones realizadas por los nazis en los campos de concentración?

    El planteamiento de los nazis era imponerse a aquellos que consideraban inferiores, y eso lo hacían de dos formas: privandoles de comida y maltratandolos (tanto psicológica como físicamente).El trato psicologicamente frio, calculador y denigrando a la persona de manera psicológica se mantiene por sus seguidores hasta el dia de hoy, se podría ver esa característica de no empatía con otros humanos y su posterior humillación a través del dialogo falsamente creado, para denigrar a su contendor político su inferior.

    2-¿Qué opina de aquellos que afirman que éstas atrocidades deberían ser olvidadas?

    Hice «Guardianas nazis» para que todo el mundo supiera la verdad de los terribles hechos que sucedieron en uno de los peores momentos de la civilización. Los crímenes deben salir siempre a la luz, me da igual la ideología o la religión que tengan los perpetradores. Hay que conocer siempre la verdad, ese es mi lema.
    Sus nombres serán también difíciles de olvidar: Ilse Koch, María Mandel y un largo, pero que muy largo, etcétera. (( aca la lista es larga de nombres de miles de jóvenes mujeres con las mismas características. Que es y fue de ellas pos holocausto es un misterio ))
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    1Guardianas nazis: arcángeles del terror
    • Diez libros sobre el Holocausto nazi
    • +18 torturas sexuales
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      Irma Grese (Irma Ilde Ida Grese), más conocida como “La Bella Bestia”, “La Perra de Bergen-Belsen” o “El Ángel Rubio de la Muerte” fue SS Oberaufseherin (guardia femenina) de varios campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.
      [*]Nació el 7 de octubre de 1923 en Wrechen (Alemania) en una familia humilde, ya que era hija de un lechero. Tras abandonar sus estudios a temprana edad (a los 14 años), tuvo diversos trabajos y desarrolló un interés obsesivo por pertenecer a la Bund Deutscher Mädel (Liga de Juventudes Femenina Alemana).
      [*]Éste fue el principio de las discrepancias con su padre, al que mandó encarcelar y, dicen que, posteriormente matar. No se sabe a ciencia cierta, pero sí está comprobado por las declaraciones de Helene Grese, hermana de Irma, que no se le volvió a ver desde abril de 1945 (no especifica si antes o después de la detención de la supervisora nazi).
      [*]Tal era la heroicidad que veía en las doctrinas del partido nacional socialista que, después de intentar por todos los medios ingresar en algún cuerpo de la Wehrmacht sin conseguirlo dada su condición de mujer, se alistó en las SS para desarrollar las tareas relegadas a la división femenina del partido nazi.

      Si bien sus intenciones pasaban por convertirse en enfermera de las SS, fue destinada en 1942 al que sería su primer trabajo como celadora, en el campo de concentración de Ravensbrück. El fanatismo que Grese desarrolló por Hitler le llevaría al homicidio y tortura de miles de presos en los campos.
      [*]Si todavía resuenan los nombres de asesinos nazis como Rudolf Hess o Josef Kramer, ¿por qué no están en boca de todos las atrocidades cometidas por la que es, probablemente, la mayor asesina de la historia? Y es que la cifra es imposible de calcular; incluso quién ha realizado las más exhaustivas investigaciones acerca de Grese, duda en aportar datos exactos. Alberto Vázquez Figueroa, en una entrevista (a partir del minuto 50) afirma: “No sé cuántos crímenes pudo cometer. ¿Cuatro mil, cinco mil? Si dejó morir de hambre en el último mes hasta 93.000 personas… Estamos hablando de cientos de miles”.

      Lo macabro de sus torturas no conocía límite. Olga Lengyel, médico húngara superviviente al Holocausto, narraba en su libro “Los hornos de Hitler” (1947) de qué era capaz Irma Grese, como “Las que, a pesar de su hambre y penalidades, seguían manifestando un poco de su belleza física anterior eran las primeras en ser seleccionadas. Constituían los blancos especiales de la atención de Irma Grese. Durante las “selecciones”, el “ángel rubio de Belsen”, como más adelante había de llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos la hacían sonreír”; al igual que la ginecóloga Giselle Perl (Rumanía, 1907), que declaró en el juicio [​IMG]de Bergen-Belsen que
    “Grese gustaba de azotar con su fusta en los senos a jóvenes bien dotadas, con objeto de que las heridas se infectaran. Cuando esto ocurría, yo tenía que ordenar la amputación del pecho, que se realizaba sin anestesia.

    Entonces ella se excitaba sexualmente con el sufrimiento de la mujer”
    . Lengyel también menciona en su libro las tendencias bisexuales de la supervisora nazi, alegando que practicó sexo con diversas presas de los campos, además de mantener relaciones sexuales con conocidos homicidas como Josef Kramer (“El ángel de la muerte de Auschwitz”) o el médico de las SS que encabezó experimentos con prisioneros, Josef Mengele.

    El juicio de Bergen-Belsen fue el primero de una larga lista que trataría los cometidos durante la Segunda Guerra Mundial por las potencias del Eje. Serviría para establecer unos criterios y como ejemplo para los posteriores Juicios de Nuremberg; de modo que, como los Aliados no podían permitirse cometer ningún error, fueron decisivas las declaraciones de los supervivientes.

    Y es que fueron muchas, porque especialmente fueron mujeres, quienes pronunciaron las palabras que le llevarían a la horca; entre ellas las de Luba Triszinska (URSS), quién declaró que “No daba de comer a los perros, los mantenía enjaulados durante días con el bozal puesto. Cuando una prisionera caía al suelo desfallecida, mandaba a su criada polaca que trajese los perros y los azuzaba, lanzándolos contra aquellas mujeres desnutridas que apenas podían defenderse y que eran despedazadas vivas por los animales”.

    Si bien a lo largo del juicio la prensa sensacionalista de EEUU le hizo famosa por sus atrocidades, parece que la historia perdonó sus crímenes borrando su nombre de tantas novelas y guiones de películas como se han escrito. No fue hasta 1996, cuando Daniel Patrick Brown publicó el libro “The Beautiful Beast: The Life and Crimes of SS-Aufseherin Irma Grese”, donde vieron la luz muchas de las declaraciones del Juicio de Bergen-Belsen y se detallaba el comportamiento de Grese a su paso por este campo de exterminio, además de los de Ravensbrúck y Auschwitz.

    Y es que, como dice el propio Vázquez Figueroa, “a mí siempre me había llamado la atención, como escritor, que se hablará tanto de los criminales nazis, pero no se hablara de las mujeres”

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    Fue la presencia en las SS de muchas de las mayores homicidas de la historia, el perfil criminal de Irma Grese y el testimonio de una mujer que vivió de cerca con “La Bestia” lo que le motivó a enfrascarse en la novela que narra muchas de las atrocidades que cometió en su corta vida la que él cree que es “la mayor mujer asesina de todos los tiempos”.

    Y es así como Alberto Vázquez Figueroa (Santa Cruz de Tenerife, 1936) da vida en su novela, “La Bella Bestia” (2012), a Violeta Flores, una simpática anciana de Córdoba que le contará al editor Mauro Balaguer, escéptico de volver a publicar un exitoso libro en lo que le resta de carrera profesional, su experiencia como sirvienta, amante, cocinera y esclava de Irma Grese.

    El escritor reconoce que no fue tanta la indignación que sufrió escribiendo el libro, como estudiando el caso concreto de la vigilante nazi, mientras descubría la realidad de sus actos. Es por ese motivo que decide dotar a Violeta de esa diversión, encanto y progresismo, impropio para su edad… Consciente que la realidad reflejada a lo largo de la novela podría herir más de una sensibilidad.

    También, a lo largo de toda su obra, Vázquez Figueroa se esfuerza en aclarar uno de los motivos que le llevaron a publicar “La Bella Bestia” en este momento histórico, y es que muchas de las reflexiones que hace Violeta Flores giran en torno al miedo que le producen la violencia y la apología del fascismo; como cuando le revela a Mauro Balaguer por qué le quiere contarle precisamente a él, cincuenta años después, su historia: “Lo que pretendo es destacar la magnitud de las atrocidades que se cometieron porque últimamente proliferan quienes intentan que esa clase de aberraciones queden en el olvido e incluso se repitan”.

    Violeta era una niña cuando su padre, militar franquista, decide que toda la familia debe irse con él a Alemania. Tras morir su padre y estallar la guerra, la ya no tan niña es capturada por la fanática nacional socialista, que le somete a múltiples violaciones. Debido a la [​IMG]

    situación política y económica, su familia huye a Polonia para refugiarse, teniendo que entrar a formar parte del grupo de trabajadores de una piojera. Pero Irma, que no ha perdido la pista de Violeta, se encargará de que la joven “zíngara” (como acostumbra a llamarle), le acompañe en su matanza a través de los distintos campos de concentración. Lo que en un principio es pura y simple supervivencia, se convierte en la única esperanza que le queda a Violeta de volver a ver con vida a su madre y su hermano pequeño, que todavía siguen en la piojera (posteriormente se fabricarán vacunas contra el tifus y, según la novela, más adelante lo propagarán).

    Descubrir la historia de Violeta Flores al tiempo que lo hace Mauro Balaguer, posiciona al lector en los pies del segundo, escéptico de su vida, de su trabajo, de su familia y de su cabeza. Vemos cómo Violeta consigue que Balaguer se entusiasme y olvide todo, incluso su miedo a olvidar, justamente eso… todo. Vázquez Figueroa apuesta por ambientar su relato en la actualidad, y someter al público a todo tipo de comparativas que le retrotraen a lo largo de toda la novela. Se habla de que llegado un momento, la comunidad judía había pedido a los aliados el bombardeo a los campos de concentración, para que así se salvaran el resto. Lo relacionan a las madres somalíes que se ven obligadas a abandonar a los niños más débiles para salvar a los más fuertes.

    A lo largo de la novela se compara a Gadafi con Dorian Grey en varias ocasiones, y es que las imágenes hablan por sí solas. Desde el momento que abandonan Ravensbrück (1943, cuando le destinaron a Auschwitz), Irma empezó a oscurecerse, pero hasta su estancia en Bergen-Belsen la maldad no se había apoderado de su rostro. El escritor lo describe así:

    “Y sobre todo, en este caso la cara no es el espejo del alma. Yo lo comparo en la novela con Gadafi, yo entrevisté a Gadafi en 1969 cuando subió al poder. […] Debo reconocer que el hombre era atractivo, y luego ves cómo esa cara se va convirtiendo en una máscara. Era el retrato de Dorian Grey pero al revés. Cómo la maldad se reflejaba físicamente en su cara… Pero esta mujer, que cometió más crímenes que Gadafi personalmente, no lo reflejó.
    En un momento sí, al final de la guerra estaba marcada, pero cuando ella entiende que todo ha acabado, que Hitler ha muerto y que todo se ha destruido es como si le viniera la paz de la muerte… Y muere bella. Lo tenía todo, menos bondad y piedad”
    .

    En una de sus entrevistas, Vázquez Figueroa relata que las dos obsesiones de Irma eran Hitler y formar un ejército de mujeres nazis. Es de todos sabido que, durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas soviéticas tenían en primera línea una serie de mujeres francotiradoras, mujeres que, como la moscovita Lyudmila Pavlichenko, pasaron a la historia por su participación en un conflicto bélico.

    Pues bien, Irma Grese trató de lograr sin éxito, durante los años que pasó al servicio de las SS, que se tuviera en cuenta su propuesta de que la solución para ganar la guerra era crear un ejército de mujeres, como habían hecho los rusos.

    En la novela, Violeta relata que, durante el verano de 1944, encontró armas, granadas y un escrito donde Grese realataba que no se tenía en cuenta su propuesta por
    el nacimiento de la primera FEMI-NAZI
    “la repugnante élite prusiana de la Wehrmacht, capaz de anteponer sus estúpidos prejuicios machistas a la victoria total”. Por este motivo, dice el escritor que Grese sería una de las precursoras, sin saberlo, de hacer una realidad de la mujer en el frente de batalla.


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    También, a lo largo de todo el libro, Violeta relata las fiestas que se celebraban casi a diario en las dependencias de Irma Grese durante su estancia en Ravensbrück y Auschwitz, especialmente en el primero.

    En ellas, se afirma que la supervisora nazi mantenía relaciones sexuales tanto con altos cargos de la Wehrmacht, como con mujeres, lo que provocaba envidia entre sus compañeras de trabajo.

    La promiscuidad de Grese es algo que el paso del tiempo no ha conseguido borrar de las mentes de los testigos que todavía quedan con vida.

    Violeta Flores afirma que las relaciones de Irma con Hauptsturmfübrer Kramer (capitán de las Wehrmacht) eran ocasionales, cada vez que éste aparecía en el campo de concentración.

    Kramer no podía ser otro que quién fue juzgado junto a ella en Bergen-Belsen, quién aparece a su lado en las fotos tomadas por los Aliados en 1945, Josef Kramer.

    Fue condenado a morir en la horca por sus crímenes contra la humanidad, entre ellos el macabro asesinato de 80 mujeres en el campo de Struthof-Natzweiler. Al final de la obra se les relaciona con el libro “A sangre fría”, en el que Truman Capote explica el proceso por el que “dos delincuentes de poca monta que no pueden cometer un crimen ellos solos, se convierten en asesinos despiadados al unirse, perdiendo su propia personalidad para tener una tercera distinta”.

    Violeta Flores insiste que en este caso, ellos ya eran asesinos despiadados por sí mismos, pero que juntos sacaban lo peor de sí mismos, y eso era lo que le aterraba. Tanto debió ser el apego que se tenían que, probablemente sin saberlo, murieron ahorcados en la misma cuerda, con tres horas de diferencia.

    Cuando digo que la crueldad de Irma Grese no tenía límite, no hago justicia a la realidad. Teniendo en cuenta que los hechos reflejados en la novela están históricamente comprobados, leer que se encontraron lámparas fabricadas con piel humana en sus dependencias, o que

    “era una sádica que había disfrutado teniendo orgasmos en el momento de destrozar pechos a latigazos”


    no es absolutamente nada comparado a que la protagonista del libro encuentre las notas escritas por Irma. En una de ellas, probablemente la más bestial, pone

    “El placer que siento al disparar a sus hembras tan solo es superado por el placer que siento cuando advierto que están preñadas porque me consta que en ese momento estoy eliminando a dos enemigos de mi Führer. Sus cráneos estallan dejando escapar la masa encefálica en un efecto muy similar al de pisar una cucaracha y siempre complace aplastar las cucarachas que han invadido tu hogar.”


    Supongo que el autor comprendió la necesidad de honrar a todas esas personas cuyas familias tuvieron que llorar sin ponerles rostro y es por eso que, mediante Violeta, su mensaje vuelve a ser claro: “Irma también afirmaba que no solo había destruido judíos, zíngaros o polacos; había destruido simientes de las que hubieran nacido nuevas generaciones de judíos, zíngaros o polacos, y a menudo me pregunto por qué razón se han levantado infinidad de monumentos en memoria de los caídos en la guerra, así como enormes y cuidados cementerios repletos de cruces perfectamente alineadas, pero no existe ni tan siquiera un monolito en honor a todos aquellos que no consiguieron ver la luz porque les volaron la cabeza a sus madres cuando aún los llevaban en el vientre. Tantos años después, muchos hijos de cuantos consiguieron nacer porque nadie ejecutó a sus madres fanfarronean tatuándose símbolos que nos retrotraen a la época más nefasta de la historia de la humanidad y en ocasiones experimento la necesidad de arrancarles ese pedazo de piel, con el fin de fabricar lámparas a cuya luz puedan leer lo que dejó escrito Irma Grese.”

    Irma permaneció en el campo de exterminio de Bergen-Belsen hasta que, el 15 de abril de 1945, el ejército británico liberó el lugar y detuvo a los miembros de las SS que todavía permanecían en el lugar. María Mandel, que también aparece en el libro, consiguió huir, pero fue [​IMG]
    detenida, juzgada y ejecutada varios años después. Respecto a Irma Grese, continuó negando gran parte de los crímenes que se le imputaban y, desde poco antes de su sentencia, continuó estando bella hasta el último momento. Con veintidós años recién cumplidos, casi tres menos que la que hoy escribe esto sin poder comprender nada, Irma se puso firme y dijo sólo “Schnell!” (¡Rápido!), según las memorias de Albert Pierrepoint, el verdugo. Poco después de las nueve y media de la mañana del 13 de diciembre de 1945 fue ejecutada la mujer más joven según las leyes inglesas. Y es que, como dice Vázquez Figueroa en “La Bella Bestia”, “Hitler se pegó un tiro con seis años de retraso”.

    Después de cincuenta y ocho años de su ejecución, Irma tenía razón. Ella esperaba que alguien siguiera sus pasos… y lo ha conseguido. La impotencia que se siente tras saber que una sola mujer ha destruido más de cien mil vidas y la historia no le ha hecho pagar por ello en los libros, sólo se ve eclipsada por lo que supone entender que en la sociedad hay personas que han dejado de serlo. Y es que, si después de comprobar que es verdad que un día Irma Grese cometió uno solo de sus crímenes, existe un ser capaz de sentir admiración por ella, es que “La Bella Bestia” ha resucitado.
    [*]El verdadero problema ya no reside en que aparezca un blog buscando “justicia” para alguien que privó a más de cien mil personas de ella, sino en que los crímenes contra la humanidad cometidos por Irma Grese están más cerca de prescribir cada vez que alguien lee “Irma Ilse Ida Grese Winter, ejecutada injustamente” (ver más).


    Y es que, como dice Vázquez Figueroa, “Desgraciadamente llevamos camino de volver a lo mismo, en que otra vez no puede ser que el uno o dos por ciento de la humanidad tenga el 90 y tantos por ciento de la riqueza y nunca se cansen, hasta que llegue un momento que todo esto vuelva a estallar. Y lo ves, están renaciendo los grupos ultraderechistas. Y entonces dices: ¿Cómo es posible? ¿No hemos aprendido nada?”
     
    #1 987l123l7654l, 12 Feb 2019
    Última edición: 13 Feb 2019
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  2. Łояб.цдмpігЭ

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    A Irma Grese la colgaron cuando tenía 23 pepas D:
     
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  3. dudeofwar

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    Esto debería ir en foro de Historia... ¿O no?
     
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  4. LOKOLETAL

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    Pura basura tipivo tema de maricones sin patria :evil
    Y no justifico masacres
     
  5. ALuCaRd.- [Rey No Muerto]*

    ALuCaRd.- [Rey No Muerto]* Usuario Habitual nvl.3 ★
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    jajajaja mas de 100 mil po wn xD! la huevada falsa, donde en verdad en Alemania murieron alrededor de 500 mil aprox según informes, donde varios de estos fueron por bombardeos y las epidemias, enfermedades, hambre, etcétera (están en una guerra) todo escasea.
     
  6. 987l123l7654l

    987l123l7654l Usuario Habitual nvl.3 ★
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    pelao no digas falso si no sabes nada, no te haz dado ni la pega de buscar, los informes de la corte de nuremberg con los miles de testigos y los cientos de informes que hay. Lo único que haces es creerle a tu líder.
     
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  7. convicted

    convicted Usuario Casual nvl. 2
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    Todo lo que tenga que ver con el holocausto, nazis locos, judíos, etc.

    Huele a Tongo.
     
  8. chidodic

    chidodic Usuario Casual nvl. 2
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    Las tipas recibieron su merecido.

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  9. GoodTroll

    GoodTroll Usuario Habitual nvl.3 ★
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    con este post aumento la cifra de judíos muertos a 10millones.
     
  10. 987l123l7654l

    987l123l7654l Usuario Habitual nvl.3 ★
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    Las cifras claras son


    El 30 de abril de 1945, alrededor de 3.500 prisioneras del campo de Ravensbrück, malnutridas y muchas de ellas al borde de la muerte, fueron encontradas y liberadas por el Ejército Rojo en su avance sobre Alemania. Puede parecer el final de uno de los episodios más dramáticos de la locura nazi, pero era tanto el epílogo a los horrores del campo de concentración como el prólogo de una larga historia de olvido, humillación y desprecio a las supervivientes del campo alemán, que se acostumbraron a ver cómo se dudaba de su palabra.

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    Si hoy en día conocemos lo ocurrido ha sido gracias al esfuerzo de algunas de sus supervivientes por contarlo, especialmente a partir de los años 90, cuando algunas académicas feministas alemanas empezaron a indagar en las memorias de mujeres que, hasta la fecha, habían preferido callar. La última de ellas es Sarah Helm, la autora de “Ravensbrück: Life and Death in Hitler's Concentration Camp for Women” (Bantam Dell), quizá la obra definitiva sobre lo ocurrido entre mayo de 1939, apenas cuatro meses antes de la guerra, y abril de 1945.

    “Ravensbrück fue el único campo de concentración nazi construido para mujeres”, explica la autora en un fragmento del libro reproducido en “Long Reads”. “Tomó su nombre del pequeño pueblo que colinda con la ciudad de Fürstenberg y que se encuentra a unas cincuenta millas al norte de Berlín”.

    Entre sus primeras pobladoras se encontraban 500 testigo de Jehová que consideraban a Hitler “el Anticristo”

    Su localización fue otro motivo más para que no se hablase de lo allí ocurrido: el acceso a los terrenos propiedad de Himmler, intencionadamente lejos de las miradas de los viajeros, quedó en la República Democrática Alemana, por lo que durante décadas fue terreno vedado para los historiadores occidentales que quisieron comprobar con sus propios ojos lo que algunos testimonios contaban.

    Una cosa en común: eran mujeres
    Uno de los datos que sorprenden a los que conocen la existencia de Ravensbrück, explica la autora, es que un porcentaje muy pequeño de las víctimas (apenas un 10%) eran judías. La composición de la población del campo era muy diversa, y por lo general, exceptuando a los niños, tan solo tenían una cosa en común: eran mujeres. La mayoría de sus 2.000 habitantes iniciales eran alemanas que se habían opuesto a Hitler. Entre esas primeras pobladoras destacaba un populoso grupo de 500 testigas de Jehová, que consideraban a Hitler “el Anticristo” y que ya habían pasado por Moringen, antes de que este fuese reconvertido en una prisión juvenil. Su fe en Dios, y no en el Führer, fue lo que las condujo a Ravensbrück.
    ____________________________________________________________________

     
    #10 987l123l7654l, 16 Feb 2019
    Última edición: 16 Feb 2019
  11. LOKOLETAL

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    Tiempos de GUERRA, aun así se fueron al chancho con su odio. Pero yo me pregunto como se habrían sentido de saber que su país tarde o temprano podría ser destruido por un asqueroso plan medieval de DOMINACION MUNDIAL que obviamente destruiría los países a favor de unas minorías.
    Siendo para ellos, que cayeron en el engaño jesuita, de nombrar a los "judíos" como los perpetradores principales cuando es una mentira.
    Como dije
    Típico vende patria, o marica sin servicio militar o. Típico negroide primitivo quien odia el NS.

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    #11 LOKOLETAL, 18 Feb 2019
    Última edición: 18 Feb 2019
  12. 987l123l7654l

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    HAY PORTALIANOS A LOS QUE EN REDACCIÓN NO SE LES ENTIENDE NADA , QUE QUIEREN DECIR O PLANTEAR SU IDEA,
    "COMO DIJE" EN DONDE EN QUE LINEA MAS ARRIBA , TODOS LOS ARGUMENTOS SON VALIDOS EXCEPTO POR EL COMO DIJE.

    TE VOY A RECOMENDAR UNA PELICULA MEJOR PARA QUE APRENDAS A MANEJAR Y CONTROLAR CON DISCIPLINA TU DÉFICIT Y PODER QUE OTROS TE ENTIENDAN
    // NO LO TOMES PERSONAL TOMALO COMO AYUDA//
    https://es.wikipedia.org/wiki/Descubriendo_a_Forrester


     
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