Fría noche de Mayo

No sé si decir que soy nuevo, llevo varios meses, años quizás siendo un personaje recurrente del foro pero siempre bajo el anonimato, leyendo historias de otros usuarios y pensando que quizás algún día debía animarme a salir de mi zona de confort y comenzar a relatar pasajes y vivencias de mi vida.
A modo de introducción les cuento que soy hombre, tengo 28 años y soy de Santiago; la historia que hoy vengo a compartir con todos ustedes ocurrió hace casi 2 años cuando aún pololeaba con mi ex, una muchacha tranquila y de la cual guardo gratos recuerdos.
Fue una tarde/noche fría de mayo, tal como hoy, mientras el ajetreo propio del mundo capitalino inundaba las calles, repletaba los vagones del metro y las micros no dejaban de circular llenas de personas que retornaban a sus hogares, yo me encontraba con ella a quién llamaremos I.F. para resguardar su identidad, caminando por un parque cercano a calle Marín, para los más conocedores de la zona saben lo que allí precisamente abunda.
En buen chileno nos bajó la maldad y yo como buen conocedor de moteles, sabía precisamente a donde dirigirme, en pleno Vicuña Mackenna se erigía una imponente construcción de estilo medieval custodiada por gárgolas destinada en la actualidad a fomentar el amor criollo, nada más y nada menos que 50 habitaciones del placer.
Al llegar al lugar en cuestión, nos indican que se encuentra casi a total capacidad, solo disponible la habitación 29, y era eso o intentar probar suerte en otro lugar, ante lo cuál aceptamos porque personalmente conocía bien el lugar y era casi una vieja confiable, amplio, limpio y cómodo.
Llegamos a la habitación, pedimos algo de beber y no sé si le caimos muy bien a la señorita que nos atendió pero nos tiró el descuento con 1 hora más, 4 horas para fantasear, a esa altura la cosa no podía ir mejor.
Luego de que llegan los bebestibles ella se dirige al baño y me indica que me ponga cómodo, pasaron alrededor de 10 minutos o un poco más y ya me estaba impacientando, sólo quería liberar a la bestia y sumergirme en los placeres carnales cuando de pronto la veo salir, completamente de negro, con corset y porta ligas, mi punto débil, mi debilidad, mi kryptonita ante mis ojos; ella sabía que eso me prende a full y andaba preparada para la ocasión.
Nuestros gustos son algo particulares, gustos que fuimos descubriendo con el paso de la relación, y si yo quería algo no lo iba a conseguir tan fácil, y esa tarde/noche iba a tener que esforzarme mucho porque nada más al salir me quita toda la ropa y me tira sobre la cama, de su cartera saca unas esposas y las pone sobre mis manos, ella tenía el control de la situación y lo sabía. Mi pene ya no daba más de la erección pero nada podía hacer estando literalmente atado de manos, ella me mira y me pregunta:
-¿Cuánto puedes aguantar así?
A lo que yo respondo desafiamente:
- Más de lo que crees, haz lo que quieras.
Eso claramente desató en ella toda la pasión y la lujuria, enseñándome su vagina perfectamente depilada, me mira y luego dirige su mirada hacia mi pene para introducirlo en su boca, succionaba de manera lenta y suave para luego ir aumentando la intensidad y tragarselo todo con furia desde la punta hasta la base y subiendo el ritmo cada vez más. En esos momentos ya quería explotar pero ella sabiendo muy bien que tenía el poder y control de la situación se detuvo antes de que pasara, me da una risa coqueta y se monta encima de mi, toma mi pene y lo posa sobre su vagina pero no lo introduce, comienza a frotarse con el, dicho roce me estaba matando y quizás no podía aguantar mucho más, la había desafiado y ahora estaba pagando el precio.
Luego de unos 7 u 8 minutos donde el roce de mi pene a punto de explotar y su vagina totalmente caliente y palpitante no cesaba, se detiene y esta vez lo introduce en su vagina, para ese momento entró sin ninguna dificultad y ella da un grito ahogado, dos meneos suaves e intensos y lo sentí venir, chorros intensos descendían por mi pene e inundaban la cama, luego otro y otro mientras ella se retorcía de placer, squirt al más puro estilo de las películas porno, todo era un mar de jugos vaginales y ella no cesaba de menearse y retorcerse de placer.
Procede a sacarme las esposas, dando una señal inequivoca que ahora me tocaba a mi, la despojo de su corset y al aire quedan unas tetas hermosas, ni muy grandes ni muy pequeñas, tamaño preciso dirán algunos, las beso, muerdo suavamente sus pezones y succiono como si no hubiera un mañana, hago movimientos circulares con mi lengua mientras con mis manos en su trasero la llevo a mi ritmo, ahora era mi turno. Comienzo a dar estocadas cada vez más fuertes y ella no dejaba de gemir y pedir que no me detuviera, luego de un rato la acuesto sobre la orilla de la cama, me pongo de pie al lado de ella, elevo sus piernas hasta mis hombros y comienzo a penetrarla sin cesar, sus gemidos no cesaban y mis estocadas eran cada vez más rápidas mientras sus tetas bailaban al ritmo del meneo y me tenían totalmente hipnotizado, yo aguantaba estoicamente para no irme cortado, luego de todo lo previo se estaba transformando en una odisea y por supuesto no quería que todo acabara abruptamente, así que cuando sentí que no podía resistir mucho más la puse en cuatro, una posición donde sería más fácil llevar el control.
Las esposas seguían ahí a un costado de la cama y era su turno de pagar por la tortura previa, estando ella en cuatro las puse en sus muñecas, ahora estaba a mi completa merced y no podría hacer más que disfrutar, abrí sus nalgas y comienzo a penetrarla suavemente mientras se retorcía de placer y me pedía más y más, el ritmo comenzó a ser frenético mientras el choque de mi pene hacía eco por la habitación y sus gemidos eran cada vez más fuertes, ya casi iba a eyacular pero tenía que hacer que valiera la pena, comencé a aumentar la velocidad al máximo de mis capacidades mientras sus jugos vaginales caían sin control, mi respiración agitada y mi corazón acelerado no cesaban y se transformaron en un impulso para continuar, estocada tras estocada hasta que ambos nos fuimos, cayendo rendidos sobre la cama, con mis últimas fuerzas le quité las esposas, nos besamos apasionadamente y nos sumergimos en un eterno abrazo uniendo nuestros sudorosos cuerpos.
Las ganas, la pasión y la lujuria fueron a tal grado que nis nos percatamos que en un rincón de la habitación había una especie de silla de cuero alargada y de forma curva, nos miramos con la maldad y el fuego en los ojos, un fuego tan intenso que habría quemado todo el lugar en cuestión de segundos, entonces nos reimos porque sabíamos lo que seguiría a continuación pero eso queridos lectores, queda para otra ocasión.

Espero que les haya gustado mi relato, todo lo que escribí forma parte de mis vivencias personales y por lo tanto es totalmente verídico, los lugares y las circunstancias no fueron modificadas de manera alguna porque me gusta mantener el realismo al 100%.

Espero pronto continuar escribiendo más y aportando al portal, ya no más como un anónimo, ahora como un servidor más de este apasionante lugar. Un abrazo.