Trump firma una orden ejecutiva contra el antisemitismo universitario y los boicots israelíes

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El presidente Donald Trump firmó el miércoles una orden ejecutiva que permitiría efectivamente al gobierno interpretar el judaísmo como una raza o nacionalidad y como una religión bajo la ley federal para que el Departamento de Educación pueda tomar acción directa en contra de lo que él ve como antisemitismo en los campus universitarios.

Trump, junto con legisladores y funcionarios de la administración, además del propietario de los New England Patriots, Robert Kraft, dijo que la orden “aclara” que el Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964 “se aplicaría a las instituciones que trafican con odio antisemita”.

Señalando los esfuerzos bipartidistas del pasado para aprobar una legislación similar, Trump dijo que “no lo lograron”, y agregó: “Este año, no hay bloqueos”.

La interpretación permitiría al Departamento de Educación retener fondos de programas universitarios o educativos que considere discriminatorios de una manera antisemita. La ley establece que el Departamento de Educación puede tomar medidas contra un programa que discrimina por motivos de raza, color u origen nacional, pero no por religión.

La última orden viene en gran parte en respuesta al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra el gobierno israelí por su trato a los palestinos. El movimiento se ha hecho prominente en algunos campus y ha resultado en acciones que han dejado a algunos estudiantes judíos sintiéndose como objetivos.

Después de terminar su discurso, Trump pidió al pastor evangélico Robert Jeffress que ofreciera unas palabras. Jeffress, quien una vez dijo que los judíos iban a ir al infierno, dijo en la Casa Blanca que Trump es “el presidente más pro-fe de la historia” y que Dios “bendecirá a los que bendicen a Israel y maldecirá a los que maldicen a Israel”.

Jeffress añadió que Trump está en el “lado correcto de Dios”.

El profesor de derecho de Harvard Alan Dershowitz, quien ha proporcionado a Trump un análisis legal favorable, habló a continuación, diciendo que “no ha habido un evento más importante en” las seis décadas que ha pasado en los campus universitarios “para alejar a las universidades de ser bastiones del odio y la discriminación que esta orden ejecutiva que se firma hoy”.

“Es un cambio de juego”, añadió. “Uno de los acontecimientos más importantes en la batalla de los 2.000 años contra el antisemitismo”.

Al apoyar la orden, la administración de Trump parecía estar reconociendo que los judíos tienen un origen nacional colectivo – o, más específicamente, extendiendo protecciones a los estudiantes judíos de aquéllos que podrían atacarlos basándose en esa percepción. En medio de un feroz debate sobre la intención de la medida en ese frente, el asesor principal de la Casa Blanca, Jared Kushner, en un artículo de opinión del New York Times a última hora del miércoles, dijo que la orden “no define a los judíos como una nacionalidad”.

Un alto funcionario de la administración dijo a los periodistas el martes que “el Consejo de Política Interior comenzó a centrarse en esta cuestión a finales del invierno y en la primavera de este año, cuando nos alarmamos, francamente, por el aumento de la retórica antisemita, incluyendo, desafortunadamente, a las principales figuras políticas. … Miramos los datos y vimos que ha habido un aumento de incidentes antisemitas desde 2013, y comenzamos un proceso político para averiguar, específicamente, lo que podíamos hacer al respecto”.

La Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto define el antisemitismo como “una cierta percepción de los judíos, que puede expresarse como odio hacia los judíos”, aunque “una crítica a Israel similar a la que se hace contra cualquier otro país no puede considerarse antisemita”.

La definición también incluye “negar al pueblo judío su derecho a la autodeterminación”, que enumera “la afirmación de que la existencia de un Estado de Israel es un esfuerzo racista” entre tales negaciones.

La orden de Trump refleja la legislación bipartidista que se estancó en el Congreso, aunque los críticos han dicho que el cambio podría utilizarse para sofocar la libertad de expresión y la oposición al gobierno de Israel.

Algunos líderes judíos que dijeron que se les había mostrado una versión preliminar de la orden describieron el lenguaje antes de su publicación final como que no era materialmente diferente al utilizado para pautas similares emitidas durante administraciones anteriores, como la del presidente Barack Obama.

La Casa Blanca no había publicado el texto final hasta un día después del anuncio inicial. Los funcionarios de la Casa Blanca del miércoles anterior no confirmaron el borrador del texto ni respondieron a preguntas sobre la forma en que la propia orden -o la interpretación o aplicación de esa orden por parte de la administración- podría diferir de acciones anteriores.

“Cuando se filtró la noticia de la inminente orden ejecutiva, muchos se apresuraron a criticarla sin entender su propósito”, escribió Kushner, yerno de Trump, en el editorial del Times. “La orden ejecutiva no define a los judíos como una nacionalidad. Simplemente dice que en la medida en que los judíos son discriminados por sus características étnicas, raciales o nacionales, tienen derecho a la protección de la ley contra la discriminación”.

El decreto ejecutivo fue criticado por la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel.

“La orden antidemocrática y antipalestina de Trump abusaría de los fondos federales para intimidar a las universidades con el fin de suprimir la libertad de expresión en apoyo de los derechos de los palestinos”, señaló la Campaña Palestina.

Algunos líderes judíos también estaban de acuerdo con la propuesta.

“Si el presidente Trump realmente quisiera abordar el flagelo del antisemitismo que él ayudó a crear, aceptaría la responsabilidad de su papel de envalentonar el nacionalismo blanco, perpetuando teorías de conspiración antisemitas y repitiendo estereotipos que han conducido a la violencia contra los judíos”, dijo Halie Soifer, directora ejecutiva del Consejo Democrático Judío de Estados Unidos, en una declaración. “En cambio, el presidente Trump sigue viendo a Israel y al antisemitismo sólo a través de una lente política, que intenta usar para su ventaja política”.

“Esta orden ejecutiva, al igual que la estancada legislación del Congreso en la que se basa, parece diseñada menos para combatir el antisemitismo que para tener un efecto amedrentador sobre la libertad de expresión y para reprimir a los críticos de los campus de Israel”, dijo el presidente de J Street, Jeremy Ben-Ami, en una declaración. “J Street está comprometida con la lucha contra todas las formas de antisemitismo, y creemos que es erróneo y perjudicial que la Casa Blanca declare unilateralmente que una amplia gama de críticas no violentas al campus de Israel son antisemitas, especialmente en un momento en que el principal motor del antisemitismo en este país es la extrema derecha nacionalista blanca y xenófoba”.

Otros lo apoyaron. Como reportó The New York Times, la orden ejecutiva fue recibida con beneplácito por la Liga Anti-Difamación. La Coalición Republicana Judía elogió la orden, con su presidente nacional, el ex senador Norm Coleman, republicano de Minnesota, calificando el cambio de “momento verdaderamente histórico e importante para los estadounidenses de origen judío”.

“El presidente Trump ha extendido a los estudiantes judíos una protección legal muy fuerte y significativa contra la discriminación antisemita”, dijo. “Lamentablemente, todos los días, los estudiantes judíos en los campus universitarios se enfrentan a ataques escandalosos contra su identidad y creencias judías. El rápido aumento de estos incidentes en los últimos años es motivo de gran preocupación”.

La Unión Ortodoxa, un grupo de defensa del judaísmo ortodoxo, también elogió la orden, y el presidente Mark Bane dijo que “no sólo reconoce sino que también ofrece un curso de acción legal contra el azote del antisemitismo que durante demasiado tiempo ha estado pudriéndose en los campus universitarios de nuestra nación”.

“Aquéllos que buscan utilizar nuestras instituciones académicas como lugares para avivar el sentimiento antijudío están ahora al tanto: Habrá consecuencias para su racismo”, dijo.

Trump se ha posicionado como incondicionalmente pro-Israel a lo largo de su presidencia, trasladando la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, reconociendo a los Altos del Golán como israelíes y criticando a los legisladores demócratas progresistas que critican a Israel y el apoyo de Estados Unidos a este país.

El presidente también ha sido acusado de perpetuar tropos antisemitas y de envalentonar a los supremacistas blancos. Este fin de semana fue criticado por los comentarios que hizo en Florida ante el Consejo Estadounidense Israelí, en los que dijo que los judíos no tenían otra opción que apoyarle frente al impuesto sobre el patrimonio propuesto por la senadora Elizabeth Warren para los estadounidenses cuyo patrimonio neto supera los US$ 50 millones.

“Muchos de ustedes están en el negocio de bienes raíces, porque los conozco muy bien. Ustedes son asesinos brutales, para nada buena gente”, dijo. “Pero tienen que votar por mí, no tienen elección”.

“No van a votar por el impuesto sobre el patrimonio. … Aunque no les caiga bien, a algunos de ustedes no les caigo bien. Algunos de ustedes no me agradan en absoluto. Y ustedes van a ser mis mayores partidarios, porque estarían fuera del negocio en unos 15 minutos si ellos lo consiguen”.

Los comentarios atrajeron las ovaciones de la multitud de inclinación conservadora, pero fueron condenados por algunos grupos judíos.

James Loeffler, profesor de historia judía en la Universidad de Virginia, dice que ha habido un debate de un siglo entre los activistas judíos de derechos civiles sobre la cuestión de definir a los judíos de manera diferente.

“Todo el mundo reconoce que los judíos son una amalgama complicada de etnicidad y religión, y tratarlos como una especie de grupo cuasi-racial puede tener consecuencias negativas”, dice. “Hay mucho miedo entre muchos líderes judíos a lo largo del siglo pasado”.

Dice que debido a que los judíos tienen una identidad diferente, usar la ley para averiguar cómo protegerlos “es lo que deberíamos estar haciendo, así como para otros grupos que pueden no encajar exactamente en las categorías religiosas o raciales en las que normalmente pensamos sobre las minorías”.

A primera vista, dice Loeffer, la orden de Trump es una manera razonable de abordar las preocupaciones sobre el antisemitismo y la discriminación, particularmente porque el Título VI no se refiere a la religión.

Pero dice que comparte las preocupaciones de aquéllos que creen que podría ser utilizada para infringir los derechos de la Primera Enmienda de aquéllos que expresarían un discurso político controvertido sobre Israel y el conflicto Israel-Palestina. “Claramente, dada la posición política de la administración sobre estos temas, no es poco realista ver que esto sale de ese contexto”.

Como muchos estatutos y reglas administrativas, dice Loeffer, el efecto de la orden ejecutiva dependerá de cómo se interprete.

Trump firmó la orden en la primera de un par de recepciones de Hanukkah en la Casa Blanca el miércoles por la noche.

Fuentes: Trump signs executive order targeting college anti-Semitism, Israel boycotts, Trump Signs Order Against Anti-Semitism At Colleges, Worrying Free Speech Advocates

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