la segunda patita...

Bajé las escaleras como un campeón, aún con una erección que se notaba a leguas, el corazón acelerado se acrecentó cuando ví a Susana ebria caminando hacia su dormitorio mirándome con cara extraña. Abro la puerta y salgo a la calle, aún caliente, me creía un gigoló jajaja. Mujer que pasaba la miraba a los ojos queriendo decirles que me las culiaría como nunca las habían culiado. Llegué a mi casa a darme una ducha y no dudé en masturbarme pensando en lo que había ocurrido, cómo me pasaba la lengua y cómo montaba mi verga como una puta profesional.

Pasé un par de días pensando cómo volver a estar con esa hembra, claramente había que aprovechar la calentura del momento y además faltaba una semana para irme a Santiago a estudiar a la Universidad. El tiempo era poco y el turno del papá de Carlos terminaba al otro día. Me puse unos Jeans nuevos ( en esos años para nosotros era difícil comprarlos, por lo que era casi la única tenida que tenia decente), cinturón de cuero negro y camisa blanca. Le escribo a Carlos si estaba en su casa y me comenta que salió con Susana a comprar cervezas y cosas para picar para despedirse con su papá que llegaba del turno... corrí como loco, al punto de llegar sudado a la casa de Carlos, cuando toco la puerta y sale Samanta, con un vestido rojo, dejando ver mas de la mitad de ese par de tetas maravillosas y firmes. Ella se sonroja y queda mirando mi pecho entreabierto por la camisa que se me había desabrochado, mordiéndose el labio me invita a entrar... como no soy porfiado, entré

Me ofrece algo para tomar y que me sentara en un sofá gigante color negro, al voltearse quedo extasiado ese culo maravilloso que se movía como un manjar, pidiéndome a gritos que le diera una mordida. Vuelve con una limonada con hielo, la verdad es que me importaba poco y nada lo que traía. Se sienta a mi lado y me comenta que Carlos y Susana habían salido hace unos 10 minutos a comprar al supermercado, por lo que teníamos 1 hora para hacer lo que quisiéramos... me levanta una ceja y toma un trago de limonada que estaba heladísimo, ideal para el calor que hacía. Se acerca y me susurra al oído "ahora te toca a tí morenazo", mientras agarra mi tronco que ya lo tenía duro apenas me abrió la puerta. La beso con locura moviendo mi lengua como loco, ella me mordía la boca mientras me sobaba la verga que lo único que quería era salir... con mi mano le separo una pierna y me dirijo a tocarle esa concha depiladita que ya estaba mojada y sin ropa interior. comienzo con el dedo pulgar a acariciar el clítoris que lo tenía durísimo y con el dedo medio intentando entrar y dilatarle la concha, cuando se le escapa un gemido increíble. Yo no daba más de caliente. Me pide por favor que no parara y comienza a desabrocharme el cinturón y el pantalón, mientras yo ya tenia 2 dedos en su vajina que estaba empapadísima, ecelerando el ritmo mientras presionaba su clítoris... estaba en lo mejor cuando siento que tiene un orgasmo acompañada de un tiritón que le retorció la espalda y que yo pensé que sólo se veían en las películas pornográficas.

Sudada completamente, se agacha para terminar de sacarme los pantalones, cuando la detengo y la dejo sentada en el sillón, con las piernas y la concha abierta para mí. Tomo sus dos manos y con el cinturón se las amarro firmemente. Me saco la camisa y se la meto en la boca, cuando al instante bajo a lamer esos labios hinchados de placer, comenzando a dar besos y langüeteando su clítoris y concha en forma circular. Veía como se retorcía de placer y sintiendo sus gemidos sin poder gritar. Sus 2 manos me tiraban el pelo como gato desesperado y en eso que le apretaba el clítoris con mi boca vuelvo a meter un dedo en su concha, que a esas alturas era un manantial de placer... yo estaba en la gloria cuando en vez de meter un segundo dedo en su concha, se me ocurre meter el anular en ese culito que me pedia a gritos un poquito de sexo y ahi volvió Samanta a retorcerse de placer con el mete y saca de mi mano más mi lengua que no paraba de moverse... segundo orgasmo acompañado de gritos ahogados con mi camisa blanca. la dejo descansar un par de segundos hasta que no aguanté mas y me saco los slip, dejando mi verga a su vista... le saco la camisa y le doy un trago de limonada con hielo, dejándose uno en la boca. Sin desatarle las manos me siento junto a ella, la tomo del pelo y la acerco a mi pene, metiéndoselo de un golpe en la boca.. era maravilloso como movía esa lengua, el frío del hielo y la humedad que generaba con el sube y baja, retiro su boca, escupe el hielo lejos y mirándome a los ojos comienza a lamer la punta de mi glande suavemente, dando círculos y bajando y subiendo en forma lenta, pero precisa.

En eso llega lo mas abajo posible, sacando su lengua y lamiendo mis testículos, por lo que le doy un leve empujón, sintiendo como mi glande golpeaba un poquito con la garganta, yo ya no quería más guerra sintiendo un río de saliva como manantial cayendo en mi entrepierna... después de varias arcadas y sin dejar de mover su lengua la pongo en cuatro y comienzo a golpear la entrada de su concha con mi pene, hundiéndolo suavemente en la entrada de esa concha rica y sacándolo para hacerla sufrir... llevaba unas 5 o 6 cuando me dice "métemela entera por favor!!!" por lo que la tomo de las caderas y se la ensarto de un golpe, viendo como encorvaba su espalda. Así comenzamos un mete y saca infernal hasta que me acuerdo de ese culito que ya había comenzado a trabajar, por lo que le meto mi pulgar suavemente después de escupirlo para que no le doliera. Ya el placer era completo, esa perra gemía como una puta en celo y mi tronco estaba más grueso que nunca. Era un deleite ver como las venas casi explotaban en medio del mete y saca que no tenía para cuando parar.

Cuando ya sentía que no duraba más, saco mi pene y vuelvo a ponerle la camisa en la boca y de a poco hundo mi glande en la entrada de ese culito y Samanta asentía con su cabeza... si el placer hasta ese momento era inolvidable, la estrechez y humedad de ese culito lo fueron aún más. Cuando ya lo metí completo, porque costó por lo grueso que lo tenía, la tomo de las caderas y la muevo suavemente de atrás hacia adelante. Con una mano tomo su pelo y comienzo a darle con mas fuerza, al punto de que el choque sonaba como un aplauso interminable que me invitaba a seguir dándole más duro aún. En eso, suelto su pelo y me agacho. Con mi puño izquierdo me apoyo en el sillón y con la derecha me dirijo a su clítoris, y sin dejar de meter y sacar comienzo a acariciarle la concha. Ya no eran gemidos, eran gritos de placer tanto de ella como míos, cuando siento que voy a acabar, le apreto el cuello con mi boca gimiendo como una bestia, soltando litros de semen caliente en ese culito ardiente y sintiendo además su tercer orgasmo, tiritando al punto de quedar desfallecida en el sillón.

Yo no daba más, quedé sentado mirando el techo un par de minutos, mientras Samanta jadeaba y le corría la saliva por la comisura de la boca... le arreglo el vestido, me visto y me entrega mi camisa, con marca de su labial por todos lados, su saliva y por cierto, con el recuerdo de un polvazo inolvidable. Se sube en mis piernas, me da un beso exquisito y me promete que iría a Santiago a ver a Carlos y Susana, pero que estuviera más que atento a mi teléfono porque sí o sí, nos tendríamos que ver...

 

Ya la conocerán...