Algo que no me esperaba.

Hola, soy Javi. En esta historia soy una mujer de 18 años, mido 1,68 cms y siendo bien sincera y franca con ustedes, mi cuerpo está ejercitado puesto que entreno a menudo. Me gustan mucho mis piernas porque gracias al entrenamiento tengo mi potito bien paradito y firme, algo que a los hombres les fascina según mi experiencia. No tengo mucho busto, pero no es problema para mi vida sexual. Tengo unos labios carnosos, soy pecosa y mi cabello es de color negro. No tengo ninguna muralla para conversar sobre cualquier tema referente al sexo, en realidad me gusta mucho compartir experiencias con mis amigas e incluso mis amigos que me usan como psicóloga para darles consejos amorosos jaja.

Después de que pasaran los días, mi relación con Seba terminó volviéndose monótona. Siempre fue tirar y tirar. No niego que era genial tener sexo con un hombre que sabía lo que hacía, pero resultó que el estrés de la U y la monotonía terminaron matando la relación que había empezado a tener con él.
Adquirí mucha experiencia a nivel sexual, si. Pero mi prioridad era sacar mi carrera y no iba a botarla por mantener a flote una relación que tenía un destino fatal.
Mi relación con los tíos de la pensión iba mejorando, Carlos me consentía mucho porque le recordaba a su hija y siempre que podía me llevaba algo rico para comer. Rosa, por otro lado estaba más ocupada con su trabajo y de vez en cuando me compraba útiles para mi estudio. No se por qué se veían en la necesidad de regalonearme así.
Estábamos a mitad del segundo semestre, mis notas iban super, el taller de basquetball estaba genial. Mi resistencia había mejorado gracias a los entrenamientos y mi relación con Cata y Rut estaban mejor que bien.
Pedro se había puesto a pololear con otra niña del curso, para quienes estuvieron preguntando por él jaja, les manda saludos.
Seba andaba en las suyas como ayudante en algunos ramos, como era de cursos superiores igual estaba más ocupado que antes.
Hubo un tiempo en que estaba muy sensible, producto de las pruebas y los estudios hasta tarde. Un día mientras estaba cocinando algo en la cocina de la pensión, Carlos entró con unas bolsas de supermercado y algo agotado jaja.

Yo: ¿Qué, se vino corriendo acaso?
Carlos: Noo, es que hace un calor horrible afuera.
Yo: Sii, por eso prefiero no salir.
Carlos: Pero hay que hacer las compras, sino la jefa se enoja después.
Yo: Jaja, sii.

Continué con lo mío y él pasó al baño. Mientras seguía cociéndose la comida decidí ordenar las cosas que Carlos había traído del super, así que saqué las cosas y las fui guardando donde corresponde. Lo curioso de todo es que mientras ordenaba, encontré unos condones. Jajja, en mi mente me reía y pensaba que quizás tenía que "hacerle la pega a su señora". Cuando escuché que Carlos se acercaba rápido, me volteé y volví a lo mío.

Carlos: Oiga, ¿y las cosas que estaban en las bolsas?
Yo: Las ordené todas.

Se quedó callado, mirándome y sonrojado.

Yo: Tranqui, si su secreto está guardado jaja, no se preocupe.
Carlos: Oiga mijita, no vaya a pensar mal, ¿ya?
Yo: Pero si es normal, además...Está bien que se cuiden.

Carlos se fue algo incómodo, no quise provocar eso. El tema es que quizás debí dejar las bolsas ahí, pero mi intención era buena.
En mi mente imaginé a Carlos teniendo sexo con Rosa jajjaa. Me reí en lo poco porque son tan tiernos, y verlos haciendo cosas cochinas va como muy fuera de su estándar, pero en fin, que viva el amor.
Pasado un tiempo tuve una discusión muy fea con Seba, terminé llorando y me fui corriendo a la pensión. Carlos se percató de eso y fue a mi pieza para ver qué me pasaba. Conversamos, el me abrazó y me contuvo mientras lloraba, fue como un segundo padre en ese momento.
Me hizo sentir muy tranquila con lo que conversamos, me dio consejos y mucho ánimo. Luego de eso fuimos a ver una peli, igual aprovechando que tenía esa tarde libre, no me negué y lo acompañé.
Le pregunté cómo le había ido con Rosa, le pregunté cómo era que se veían tan felices, cómo lo hacían para no discutir.
Él me comentó que también tenían sus discusiones y que son parte normal en una relación. No siempre iban a estar de acuerdo con algo.
Era genial pensar que podía sentirme apoyada por ellos. Compartimos algo rico para comer mientras veíamos pelis en la TV, era en serio genial.
En un momento, giré mi cabeza para verlo. Sentí la extraña necesidad de verlo para entender si lograba captar qué pensaba, o qué pasaba por su mente. Cuando lo hice lo descubrí mirándome.

Carlos: ¿Qué pasa mi niña?
Yo: Nada, jaja.

Nos quedamos un rato mirándonos, me sentí congelada por completo, no podía reaccionar a nada. Me sentía ruborizada y no podía hacer nada.

Carlos: No me mire así, que me pongo nervioso (decía entre risas).

Seguimos mirándonos, y él dejó de reírse. Nos acercamos poco a poco hasta que nuestros labios se tocaron. Comenzamos a besarnos mientras exhalábamos profundamente. Fue un beso muy suave, sinceramente me gustó mucho y fue algo que salió de la nada.
El beso terminó cortándose cuando escuchamos la puerta de la reja que se había cerrado. Era Rosa que estaba llegando a casa, yo me quité y fui corriendo a mi pieza. No reaccioné a nada más.
Escuché a Carlos y Rosa conversando y comencé a sentirme muy extraña, entre adrenalina y una sensación de haber hecho algo malo. Tenía remordimiento por lo que había pasado, ahora ya no sería lo mismo en mi relación de amistad con Carlos, todo sería raro.
Pasaron los días, intentaba tener el mínimo contacto con la casa para que no hubiera malos entendidos. Después de salir de una prueba me encontré con Seba, otra vez lo mismo... discutimos y me enojé con él. Volví muy enfadada a la pensión, no quería ni verlo.
Cuando llegué, di un portazo fuerte a la puerta y luego de un rato llegó Carlos a preguntar qué me había pasado. Rompí en llanto y él me abrazó fuerte para contenerme. No quería nada con Seba.
Me acordé del beso que nos habíamos dado con Carlos y lo aparté de mi, él me comentó que lo sentía mucho, que eso del beso no debió haber ocurrido y que se sentía avergonzado, pero que de todas formas le había gustado sentir el sabor de mis labios, y no podía dejar de pensar en mi boca.
Sinceramente yo pensaba lo mismo, me había gustado mucho ese beso y más aún la ternura con la que lo hizo. Se fue de la pieza cabizbajo e invitándome a la cocina porque me prepararía un te con miel.
Lo acompañé y me sentí igual un poco más relajada. Había descansado mi mente al escuchar que ese beso no había sido tan malo después de todo.
Nos fuimos a sentar al mismo sillón, yo con mi tacita de te bebiéndolo a sorbos mientras él buscaba algún canal donde dieran una peli buena.
En un momento dejé la taza en un velador al lado y me apoyé en su hombro. Sentí como su respiración comenzó a agitarse de a poco, lo miré y nuevamente chocamos nuestras miradas. Ahora fue él quien se acercó a mi para darme un beso, con su mano detrás de mi nuca me empujaba contra él para besarme, mientras yo no atinaba a más que acariciar su panza jaja.
En un movimiento mientras lo acariciaba, sentí su pene muy duro. Él detuvo el beso y se quedó paralizado, yo puse la cara más seductora que se me ocurriera y mientras lo miraba, comencé a tocar su pene por sobre el pantalón. Él exhaló profundamente y me dijo que mejor no hiciéramos nada.
Yo seguí con lo mío mientras lo veía excitarse más y más. Tomé la decisión de jugármela, le quité el cinturón y abrí el pantalón. Luego bajé su calzoncillo y descubrí su enorme pene frente a mi.
Comencé a lamer su pene hasta que luego de un jugueteo se lo empecé a chupar. Escuchaba los gemidos de Carlos ante el juego que hacía con mi boca.
Pasado un ratito me sacó, me levantó y me dijo: "ya no aguanto más". Me llevó a su pieza y ahí entre besos y caricias nos fuimos quitando la ropa. Cuando quedamos ambos desnudos, me fue dejando lentamente sobre la cama.

Carlos: Me la imaginaba así desde que vino con ese compañero suyo a la pieza, todos los días me la imaginaba gimiendo.

Me morí de vergüenza cuando me dijo eso, pero él volvió a besarme. Me besó mis pechos y fue bajando por mi vientre hasta mi vulva, donde jugó con su lengua y mi clítoris. Le bastó sólo unos pocos minutos para que me provocara un orgasmo. Hace tiempo que no gemía de esa forma, me encantó.
Luego de eso se puso un condón que tenía guardadito en el velador, se acomodó y lentamente fue metiendo su pene dentro de mi.
Ambos gemimos de lo excitados que estábamos y fui sintiendo como me empujaba cada vez más. En serio que fue muy rico, no fue sexo duro, fue sexo suave y muy estimulante. Como si supiera en qué parte debía tocar para provocarme más y más.
Créanme que habremos estado unos 20 minutos maravillosos hasta que ambos nos corrimos. Terminamos los dos acostados mientras él me abrazaba, fue un sexo muy lindo y tierno, me había encantado, me sentía muy protegida estando al lado de él.
Pasados unos minutos decidí largarme rápido antes de que Rosa llegara a casa, ya estaba siendo la hora y no quería que me descubriera. Me fui a duchar e hice como si nada hubiera pasado.
Mi relación con Carlos se volvió más amigable con el pasar de los días, teníamos esa complicidad extraña luego de lo que habíamos hecho.

Espero que les haya gustado esta historia, aún me quedan muchas experiencias por contar jaja, de todos modos gracias a quienes se hayan dado la lata de leer hasta aquí. Gracias por sus mensajitos de buena onda.
Bye <3

 

Pucha, en el relato anterior lo dije :c te invito a que lo busques saluditos <3