Mi último día

Hola, soy Javi. En esta historia soy una mujer de 18 años, mido 1,68 cms y siendo bien sincera y franca con ustedes, mi cuerpo está ejercitado puesto que entreno a menudo. Me gustan mucho mis piernas porque gracias al entrenamiento tengo mi potito bien paradito y firme, algo que a los hombres les fascina según mi experiencia. No tengo mucho busto, pero no es problema para mi vida sexual. Tengo unos labios carnosos, soy pecosa y mi cabello es de color negro. No tengo ninguna muralla para conversar sobre cualquier tema referente al sexo, en realidad me gusta mucho compartir experiencias con mis amigas e incluso mis amigos que me usan como psicóloga para darles consejos amorosos jaja.

Después de lo que había pasado, la complicidad que tenía con Carlos fue aumentando. Nos llevábamos super bien y guardamos el secreto. Él seguiría siendo el marido perfecto para ella y yo sólo la niña que arrendaba pieza en su casa.
Los días pasaban y yo sólo me enfocaba en mi carrera. No les voy a negar que mis ganitas de seguir teniendo sexo iban en aumento a medida que compartía con Carlos, era cosa de terminar una prueba y llegar a la pieza para él me quitara todo el estrés que tenía encima. Se fue volviendo en algo muy erótico para ambos, él me seguía tratando muy tierno, muy suave, muy delicado, nunca dejó de ser el hombre que conocí cuando llegué a la pensión.
Resulta que mi padre había recibido un aumento en su sueldo, por lo tanto me pidió que buscara un departamento para mi sola. Así podría estar tranquila con mi propio espacio y libertad para mis asuntos. Igual digo que Rosa es muy estricta con el tema de los horarios, no podía llegar tarde a la pensión porque podía pasarme algo malo. Se preocupaba por eso, puesto que igual las noches son muy peligrosas para una mujer, más si es joven en una ciudad que no conoce del todo.
Me dediqué a buscar y encontré un departamento super bonito que me queda más cerca de la U, así que hice el contacto con el dueño y llegamos a buen puerto con las negociaciones. Podía irme cuando quisiera, así que sólo era cosa de mover mis cosas y comprar algunos muebles para llenar el departamento.
Resultaba un desafío grande para mi, porque estaría en mi primer departamento sola y con el espacio literalmente vacío. Lo único que tenía era su baño y cocina equipada, pero no tenía dónde dormir jaja así que conversé con mi padre al respecto y él se encargó de todo. Me dio dinero para administrar y comprar las cosas que necesitaría para mi nuevo hogar.
Luego de conversar con Rosa y Carlos, ella le pidió a Carlos que me ayudara comprando las cosas que iba a necesitar, porque debía pedir que las llevaran al departamento directamente. Él hizo todo el papeleo y las maniobras necesarias para que llevaran las cosas que habíamos comprado para llenar mi nuevo lugarcito.
Para eso tuvimos que volver al depa para esperar a que llegara el camión y que los caballeros ordenaran todas las cosas como yo lo necesitaba. Por suerte todo fue super rápido y salió bien, ya luego de un par de días tenía mi nuevo depa armadito y era cosa de llegar e instalarme.
Mientras hablaba con Carlos esa tarde, le agradecí por la buena onda y también por lo simpático y agradable que había sido conmigo. Él obviamente, como buen caballero me seguía tratando como su regalona, incluso después de lo que había ocurrido jaja.
Aunque esa vez quise aprovechar para que pudiéramos despedirnos como era debido.

Yo: Oiga Carlos.
Carlos: Dígame, mijita.
Yo: Ahora que me voy a ir de la pensión, me gustaría despedirme de usted como se debe.
Carlos: ¿Y cómo es eso?
Yo: Ay, no se haga el tonto conmigo.
Carlos: Usted dirá, pues.
Yo: Quiero que lo hagamos de nuevo.
Carlos: ¿Está segura, mi niñita?
Yo: Si, creo que no nos veremos más y quiero agradecerle por todo lo que ha hecho por mi.
Carlos. Bueno, si usted lo dice. Tendremos que irnos más rapidito para la casa.

Parecía como si hubiéramos estado corriendo hasta llegar y una vez dentro, él fue a su pieza a buscar un condón mientras yo fui a ordenar las pocas cosas que me quedaban. Al ratito llegó a golpear a mi puerta y yo abrí, para recibirlo con un beso que al instante se volvió muy apasionado.
Comenzamos quitándonos la ropa entre caricias y besos hasta que ambos quedamos totalmente desnudos, por lo visto ya no nos daba vergüenza y simplemente nos dejamos llevar por la pasión.
Carlos me recostó en la cama y fue bajando mientras me besaba los pechos y el vientre hasta llegar a mi vulva, ahí comenzó a jugar con su lengua mientras yo sólo gemía de la excitación.
Yo sólo reaccionaba a jadear y gemir suavemente mientras él hacía lo suyo ahí abajo, pasado un rato sujeté su cabeza para que siguiera su trabajo, después de varios minutos consiguió hacerme gemir más de lo normal hasta que sentí ese cosquilleo por todo el cuerpo, me sentía muy relajada y como si mi cuerpo se soltara.
Él se quitó y yo me lancé a besarlo mientras me abrazaba. En un par de movimientos lo dejé recostado y ahora era mi turno de satisfacerlo un poquito, así que me quedé en posición y viendo su pene levantado frente a mi, me agaché y con mi mano comencé a masajearlo.
Sus ojos se iban lejos de su sensación, y sin que se diera cuenta ya estaba con mi lengua jugueteando con la cabeza de su pene. Noté que él comenzó a gemir muy calladito hasta que ya había puesto su pene dentro de mi boca. Poco a poco lo lubricaba con mi saliva en cada chupadita que le daba, me sentía demasiado excitada pero también me sentía muy contenta.
Intenté meterlo completo en mi boca pero no pude, no cabía todo dentro así que simplemente seguí chupándoselo hasta que se puso más duro que antes.
Luego de un ratito, le puse el condón y me posicioné para sentarme sobre su pene. Nunca había hecho esta posición y quería intentarla de hace rato, así que tomé su pene y mientras lo dejaba en el lugar correcto fui sentándome lentamente. Mi nivel de excitación aumentó al sentirme estimulada por aquello que estaba entrando en mi, no pude contener mi gemido en esa situación.
Cuando por fin pude meterlo todo, empecé a moverme lentamente de atrás hacia adelante y así estuve un buen rato mientras simplemente cruzábamos miradas. Él acariciaba mis pechos cuando yo seguía moviéndome.
Luego llevó sus manos a mi cintura para ayudarme en mi movimiento, ahora fui cada vez más rápido junto con la fuerza que hacían sus manos en mi. Parecía como si estuviera cabalgando un caballo, creo que por eso le llaman así a esa posición.
Carlos intentó levantarse y me abrazó mientras yo seguía moviéndome, ambos nos sincronizamos y la sensación se volvió mucho más rica. Yo lo empujé para que volviera a su lugar, este es mi momento y yo tengo el control de la situación, así que empecé a moverme más rápido que antes.
Ya se había hecho de noche y no podríamos vernos muy bien, la oscuridad se había adueñado de la pieza mientras yo seguía moviéndome y gimiendo de placer.
Después de un rato Carlos me tomó, se levantó y me dejó en 4. No se tardó nada en volver a poner su pene dentro de mi y embestirme, parece que se quería poner serio. Con una mano me tomaba del hombro mientras que con la otra sujetaba mi cintura contra su cuerpo en cada choque.
Poco a poco le iba agarrando más el gusto a esta posición, en serio les digo que es mi favorita actualmente.
De pronto escuchamos que una puerta se había cerrado, nos quedamos quietos en ese mismo instante mientras oíamos los pasos de quien parecía ser Rosa, había llegado a la casa dejando unas bolsas en la cocina. Carlos siguió penetrándome mientras intentaba decirle con señas que Rosa había llegado, nos podían descubrir en cualquier momento pero la excitación era tanta que él siguió. Yo no podía resistirme y simplemente me dejaba llevar por el sexo.
Carlos me tapaba la boca para que no gimiera tan fuerte, incluso se agachó un poco para alcanzar mi boca y besarme mientras seguía penetrándome. Entre jadeos y besos silenciosos estuvimos teniendo sexo, con la sensación de que en cualquier momento podía llegar Rosa y entrar a la pieza pensando que ya me había ido. Ese era mi mayor miedo, si nos descubrían iba a quedar literalmente un desastre.
No se cuánto tiempo habrá pasado desde que llegó Rosa a casa, pero detrás de mi empecé a escuchar que los gemidos de Carlos iban en aumento. Intenté hacerlo callar pero no podía, él me penetraba con más fuerza hasta que comenzó a echarse encima entre jadeos.
Nos recostamos y tras sacar su pene, se quitó el condón lleno de semen. Yo me quedé acostada mientras él iba a tirar su condón al basurero, luego de eso volvió conmigo para abrazarme un rato.
Luego de unos minutos recuperamos el aliento y comenzamos a vestirnos en silencio, no debían descubrirnos, sino, moriría ahí mismo. Carlos no podía llegar y salir por la puerta de mi pieza, así que aprovechamos la ventana y estaba listo el escape. Yo ordené la cama y me eché encima esperando la entrada triunfal de Carlos a casa.
Al ratito golpeó la puerta y Rosa fue a abrirle, escuchaba que lo estaba retando porque se le habían quedado las llaves dentro de la casa. Carlos estaba contándole que había salido a caminar y se le olvidaron las llaves.
Escuché que Rosa preguntaba por mi, Carlos le explicó que ya habían llevado todas las cosas a mi depa nuevo y que ahora me había quedado durmiendo en la pieza.
Esperé un rato para salir a prepararme un tecito con mi "cara de sueño" jaja, todo salió piola y nadie se dio cuenta de nada. Esa iba a ser mi última oncecita en esa casa.

Gracias por seguir leyendo mis historias, en serio agradezco que se den el tiempito de leerme. También gracias por la buena onda de algunos que me han escrito mensajitos, pronto se vienen más escritos por mi
Bye <3

 

Jajja un poquito

 

Tengo más escritos gracias por leerme, saluditos

 

Busca en el portal, tengo como 6 escritos publicados parece.